Hace alrededor
de un mes —uno pierde el sentido del tiempo en el confinamiento—, en nuestro
seminario doctoral ahora online, estábamos discutiendo sobre las mascarillas y
su identificación con los infectados. Las fotos que se deban de las mascarillas
entonces mostraban personas asiáticas incluso en lugares europeos, del aeropuerto
valenciano a las calles de Londres o París. La necesidad de lo visible en un
mundo de pantallas, evidentemente visual, solo era capaz de representar la
pandemia de tres modos: los dibujitos del coronavirus, las imágenes de los
enfermos en las UCI y, finalmente, las personas con mascarillas. En nuestros debates
pronosticamos que pronto habría mascarillas de diseño, de alta costura incluso,
mascarillas haciendo juego con vestidos y con complementos. Y así ha sido.
La
mascarilla —que, según parece, ha sido definitivamente establecida como
obligatoria en lugares públicos y transporte— ha adquirido un valor simbólico,
puede hacer que te miren mal al entrar con ella en una tienda de Texas —como me
comentaban hace unos días—, que te maten por exigir que te la pongas (como recogimos
aquí que ocurrió hace unos días en otro estado norteamericano), pasar a ser un
objeto cotidiano, como parece ser su futuro por un tiempo indeterminado, o convertirse en una exclusiva prenda de
diseño.
La
mascarilla ha subido y bajado en nuestras cambiantes recomendaciones. Ha pasado
de ser un objeto denostado, que estigmatizaba a su portador, un recordatorio
del peligro de la infección, a un elemento buscado con frenesí, para
convertirse finalmente en un objeto cotidiano a través del que ya no habla la
enfermedad, sino a través del que podemos hablar nosotros mismos, podemos
expresarnos.
"Cada
objeto del mundo" —escribía en su "Mitologías" Roland Barthes—
"puede pasar de una existencia cerrada, muda, a un estado oral, abierto a
la apropiación de la sociedad, pues ninguna ley, natural o no, impide hablar de
las cosas". Lo que las cosas hablan, evidentemente, es lo que nosotros
expresamos personal o socialmente a través de ellas. Y las mascarillas han
empezado a hablar de nosotros socialmente para convertirse ahora en objetos
personales y personalizados.
En La
Vanguardia de hoy, día 20, encontramos el titular "Agatha Ruiz de la Prada
y Lidl se asocian para crear las mascarillas más coloridas y solidarias".
Se nos cuenta que
Agatha Ruiz de la Prada vive la vida a todo
color. Siempre ha sido así y no tiene porqué cambiar aunque lo hagan las
circunstancias. Al contrario. La diseñadora de los corazones cree que ahora es
el mejor momento para sacarlo a la calle y combatir con él todo desánimo. Por
eso, y de forma solidaria, se ha implicado en la colección de mascarillas
económicas pero estilosas en que sus siempre optimistas dibujos aligeran la
sensación de gravedad que suele otorgar a quien lo lleva el complemento
obligado.
La diseñadora ha creado tres diseños
exclusivos que se venderán en las más de 600 tiendas de Lidl en España pero que
todavía van a tardar un poquito. Será a principios de julio se pondrán a la
venta ese total de 500.000 mascarillas higiénicas reutilizables por 3,99€ el
pack de dos unidades. El precio es comedido pero suficiente para que por la
venta de cada pack, Lidl haga una donación de un euro a la ONG Save the
Children, que su vez lo destinará a proyectos sociales a favor de las familias
más vulnerables y afectadas por la actual crisis sanitaria.
Se trata del proyecto ‘A tu lado’, que entre
otras acciones da apoyo escolar a distancia para evitar la desconexión de la
infancia en riesgo de exclusión social durante el cierre de los colegios y la
transferencia de dinero para la compra de alimentos.*
La
mascarilla tiene una función proteger y protegernos, pero se convierte en un
objeto que nos dice algo más de quien lo usa. A través de la mascarilla podemos
expresar solidaridad y hacerla efectiva. La mascarilla nos saca del común
(borra parte de nuestros rasgos personales) y nos introduce en un nuevo
"grupo", el de las personas solidarias, "contagiándonos"
del sentido de la vida que la diseñadora ha tenido siempre, alegría y
vitalidad, un sentido naif del mundo. A través de la mascarilla, como en otro
tipo de máscaras, se expresa algo. Los que identifiquen el gesto —los que sepan
lo que hay detrás, su significado solidario— comprenderán el sentido. Hablamos
a través de ellas y ellas hablan a través de nosotros. Las mascarillas de
Agatha Ruiz de la Prada marcan una diferencia, distinguen y agrupan.
Su
conversión en un objeto asociado con la "moda" modifica el carácter
profesional del que proceden y con los que han estado asociadas, la cirugía,
las operaciones quirúrgicas y el tratar de infectar al paciente que yace en la
mesa de operaciones con su cuerpo abierto. La mascarilla se aleja de ese origen
y se convierte en objeto cotidiano. Pronto habrá secciones de mascarillas más
allá de las farmacias. Ya están en supermercados, junto a las ofertas, y pronto
habrá secciones específicas con diseños ajustados a los gustos de los
consumidores, que elegirán entre llevarlas con los colores de su equipo
favorito o con el superhéroe que más le atraiga, las habrá con imágenes de Picasso
o de Van Gogh, con Spiderman o la cara de la Viuda Negra, de los Vengadores.
Tendremos para cada día de la semana porque no vamos a ponernos todos los días
lo mismo. Combinarán con las prendas que llevemos y las habrá para deporte o salir
de fiesta.
En el
diario El País de ayer, se preguntaban desde un titular "¿Iría a un
restaurante donde le hagan comer así?"**. La imagen nos mostraba una
complicada mascarilla ideada por una empresa israelí para poder comer sin tener
que quitársela. Creo que la pregunta correcta debería ser "¿comería usted
con alguien que usa esa mascarilla?". Piezas de hierro y tornillos no son
los elementos para convivir con las mascarillas, que deben dejar de adentrarnos
en mundos de pesadilla y tortura para hacernos olvidar que la llevamos o, si
queremos presumir, que nos digan que es bonita o lo bien que nos sienta. Así
somos los humanos, lo que por otro lado solo significa que preferimos vivir de
forma positiva y no de forma que nos recuerde lo peor. Mi recomendación sería
ir hacia los líquidos (algún tipo de pajita adaptable) y licuar los alimentos.
Cualquier cosa antes que esa monstruosidad fabricada en Israel y a la que no
auguro mucho futuro.
La CNN
nos informaba ayer de otro personaje popular que también lanzaba una línea
solidaria de mascarillas, Kim Kardashian:
Kim Kardashian West has joined the fight
against the coronavirus pandemic by launching a range of face masks.
The 39-year-old reality star's underwear brand
Skims has released a line of non-medical face masks designed for all-day wear.
Just like the undergarments, the reusable masks are seamless, breathable and
stretchy.
The masks launched Saturday in five tonal
colors -- Sand, Clay, Sienna, Cocoa and Onyx -- with prices starting at $8.
Kardashian West took to Twitter just hours
after launching the new product to inform fans that the collection had sold
out.
"Unfortunately our @skims face masks have
sold today but we are working with out local partner in LA to produce more as
quickly as possible," she told her 64 million followers.
Skims, founded by Kardashian West last year, is
donating 10,000 of the masks to nonprofits Baby2Baby, Good+ Foundation and LA
Food Bank and the National Domestic Workers Alliance advocacy group.
The company said it is also working to support
those affected by Covid-19 by providing basic essentials to at-risk families
and those in need, with a $1 million donation to be distributed across these
charities.***
De nuevo, las mascarillas hablan y actúan, salen de su estigma.
Todos estos movimientos de "normalización" de la mascarilla suponen
su introducción en la nueva vida que nos espera. Diseñadas para espacios en los
que hay algún problema circunstancial, no están pensadas para la vida
cotidiana, que incluye muchos actos en los que la boca debe ser liberada,
incluido hablar y comer. Tapa una parte de la cara, lo que nos resta
expresividad y, por ello, reduce nuestra capacidad de comunicación, por lo que
habrá que buscar mascarillas más expresivas. Ya no son para quirófanos o hecho
puntuales. Aquí el diseño tiene mucho que pensar y decir. Habrá que adaptar y
las soluciones imaginativas y cómodas nos deberán llegar pronto.
El otro día recogían la pregunta de si "había
mascarillas para niños" en una farmacia. Otro problema: convencer a los
niños de que se deben poner una mascarilla para ir al cole y jugar con ella.
Diseño, comodidad, seguridad y materiales resistentes y capaces de cumplir su
función. Territorio por explorar.
Mascarillas solidarias, de diseño, para comer, infantiles,
deportivas... Ha pasado el tiempo del debate y parece que están aquí para
quedarse una temporada. Los habrá rebeldes y orgullosos, como algunos que vemos
por aquí y muchos por los Estados Unidos. No llevar mascarilla les parece un
signo de "libertad" y les fastidia que otros las lleven. También lo
es tirarse desde un décimo piso siempre que no haya nadie debajo. Si la
mascarilla se estandariza y se va insertando en la vida social, en poco tiempo,
el raro será el que no la lleve en la vida social.
Deutsche Welle |
Me confirmaba una amiga egipcia que los islamistas ya han convencido que el velo es lo mismo que la mascarilla y que Dios tenía razón, en su inmensa sabiduría, cuando dijo a las mujeres que se taparan. El que no se consuela es porque no quiere.
Distancia y mascarilla son, al menos por ahora, la mejor
manera de evitar contagiar y ser contagiado. Si la transformamos en un objeto
cotidiano, habremos dado un paso importante. Apostemos por el diseño, la
alegría de decir algo a través de ella y, claro, si se puede contribuir a causas
solidarias, pues mejor.
La noticia sobre las mascarillas de Kim Kardashian está en
la sección "Style"; la de Agatha Ruiz de la Prada en "Moda
solidaria". La de facilitar la comida, en "Inventos", que tampoco
está mal, aunque no se le vea mucho futuro en su estado actual. Son signos del cambio, señales de que empezamos a ver las cosas desde la adaptación,
caminando hacia delante.
*
Margarita Puig "Agatha Ruiz de la Prada y Lidl se asocian para crear las
mascarillas más coloridas y solidarias" La Vanguardia 20/05/2020 https://www.lavanguardia.com/magazine/moda/20200520/481283272850/agatha-ruiz-de-la-prada-lidl-mascarillas-a-tu-lado.html
**
"¿Iría a un restaurante donde le hagan comer así?" El País Vídeo
19/05/2020
https://elpais.com/videos/2020-05-19/iria-a-un-restaurante-donde-le-hagan-comer-asi.html
*** Toyin
Owoseje "Kim Kardashian unveils a line of face masks as part of Skims
brand" CNN 18/05/2020
https://edition.cnn.com/style/article/kim-kardashian-skims-face-masks-intl-scli/index.html
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