domingo, 3 de mayo de 2020

El Día Mundial de la Libertad de Prensa en tiempos del COVID-19

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Hoy, 3 de mayo, declarado por la UNESCO, es el Día Internacional de la Libertad de Prensa, que a luz del contexto en el que nos encontramos adquiere un sentido propio, específico, acorde con nuestra crisis actual, en la que la información se ha convertido en algo imprescindible y ha dejado al descubierto nuestras virtudes junto a nuestras miserias y carencias.
En la lucha contra el COVID-19, la prensa es un factor más, una variable, dentro de un marco global. La globalidad de la pandemia actual no lo es solo por su extensión geográfica, la totalidad del planeta. Lo es también porque afecta a todas las dimensiones de la vida privada, pública, instituciones e internacional. No hay nada que no se haya visto afectado por el COVID-19, todo se ha visto sacudido. De la educación al deporte, de los ritos funerarios a las sesiones parlamentarias, de los juzgados a los hospitales, del comercio minorista a la producción mundial... todo.

Es la primera vez que esto ocurre y que ocurre a esta velocidad. Solo hay algo que viaje a la misma o a mayor velocidad: la información. Pero la velocidad de la información en un mundo globalmente interconectado se ve afectada por el otro aspecto, la calidad de la información, un concepto pragmático, no objetivable como lo es la calidad de la transmisión y su velocidad. La calidad de la información depende de nuestras necesidades, su capacidad de anticipación a los problemas y de la adecuación de las respuestas. La información no solo tiene que ser verdadera, sino que —en este y en otros contextos— debe ser "útil", ayudarnos a resolver las situaciones de conflicto.
La racionalidad de muchos principios generales se sostiene en ideas que son cada vez más complicadas en un mundo de intereses y conflictos. En esta situación actual, se ve mejor que nunca, con más claridad, que el concepto de "libertad de prensa" que algunos tienen excede la información y entra de lleno en la "desinformación", es decir, el uso de la información para crear situaciones en las que la opinión pública reciba información no veraz con la intención de sacar algún provecho particular en contra del conjunto, crear el caos y la falta de entendimiento.
En el contexto de una pandemia de este tipo, en el que la información veraz es esencial para la supervivencia personal y social, estamos comprobando la lucha entre la información y la desinformación en muchas esferas, de la política a la salud, de la economía a vida privada. Los viejos principios siguen siendo claros en su dimensión ética, pero la información se da en un mundo mucho más complejo precisamente y quizá debido a la propia circulación de la información.
La mayor parte de nuestros principios, en la teoría tienden al bien; en la práctica en una sociedad definida como el escenario de intereses y conflictos generalizados la información se convierte en una forma más de lucha. Es ahí donde si sitúan muchos de los conflictos a los que asistimos, que están siendo amplificados porque la pandemia clarifica algunos conceptos que en otros contextos son menos verificables. De ahí la importancia que se le da al combate de los "bulos" informaciones que no se corresponden con la verdad o, al menos, con las informaciones de fuentes fiables e independientes, como suponemos a las fuentes sanitarias o científicas.


Entendemos precisamente que la información que nos hacen llegar obedece a criterios objetivos y, sobre todo, carentes de otro interés que no sea el frenado de la pandemia y nuestra salud. En otra dimensión situamos a aquellos que entendemos sí tienen algún interés al margen de nuestra salud y anteponen el propio o de grupo al conjunto. Es difícil manejar esto en la realidad, aunque conceptualmente sea claro.
Lo que sí podemos ver en los extremos los casos más claros —la información fidedigna y carente de interés privado frente a la partidista y que busca el daño ajeno— mientras que conforme nos alejamos de ellos se van oscureciendo los casos. No es tan sencillo. ¿Cómo podemos considerar, por ejemplo, lo dicho por Donald Trump sobre los desinfectantes? Es un caso extremo, pero a la vez, proviene de alguien que se supone debería ser responsable buscando el bien de los norteamericanos. Pero quizá es ahí donde empiezan las discrepancias.
Lo que está claro es que quizá la idea de "libertad de prensa" y de "prensa libre" no sean exactamente lo mismo o, incluso, que puedan estar en oposición, como vemos a través de los que reivindican la libertad de prensa para difundir bulos. Cada día se producen este tipo de conflictos que ponen a prueba los conceptos y el sistema mismo. La cuestión es compleja y se debe debatir y tener de forma permanente sobre la mesa.
En su página sobre el Día de la Libertad de Prensa, la UNESCO señala los siguientes puntos: 
  •     Apoyemos el periodismo independiente para que los trabajadores de los medios puedan informar sin temor y de manera imparcial. Las salas de redacción deben ser libres para tomar decisiones editoriales que favorezcan el interés público y preserven la rendición de cuentas.
  •     Una prensa libre e independiente es esencial en todo momento, pero es particularmente importante durante una crisis de salud como la que estamos viviendo. En un momento en que muchos buscan información principalmente en línea, el papel de los periodistas profesionales, que están capacitados para ayudar a ordenar el flujo de la información y proporcionar la orientación necesaria, es vital.
  •      Ninguna crisis se resuelve sin información precisa y fiable. En todos los niveles, desde los gobiernos hasta los individuos, las decisiones que tomamos pueden ser una cuestión de vida o muerte y deben estar basadas en hechos y en la ciencia.
  •     Sólo mediante esfuerzos multilaterales se pueden abordar con éxito estas cuestiones cruciales. Comprometámonos con este esfuerzo mundial.
  •         Ayudemos a los medios de comunicación y a los periodistas a informar sobre la crisis de manera eficaz y segura, y promover el pensamiento crítico para limitar la propagación de rumores y la desinformación.
  •      Este 3 de mayo, el Día Mundial de la Libertad de Prensa, la UNESCO hace un llamamiento a los gobiernos, los medios de comunicación y la sociedad civil para unirse a este movimiento mundial para llamar la atención sobre estas cuestiones esenciales para la supervivencia de nuestras democracias. Juntos, nos aseguraremos de que nuestra respuesta a la crisis sea eficaz. Esta crisis sanitaria sin precedentes tiene el potencial de reconstruir la confianza de los ciudadanos en los medios de comunicación.*




Los puntos son asumibles claramente. El problema es que algunos de ellos parten de supuestos que no son fáciles de reivindicar, cuando la información se ha convertido en un escenario de conflicto como prolongación de otro tipo de conflictos. Al final, tras cada lucha están las mentes y estas deciden y actúan en función de la información de que disponen.
Muchos aceptan hoy el hecho de la manipulación como una forma "natural" de actuar sobre el otro para conseguir unos objetivos. Se enseña en nuestras facultades en un tiempo en que los conceptos de "verdad" o "hechos" han pasado a formar parte de "narrativas" naifs. Los gobiernos actúan sobre la opinión estudiando los efectos a través de los sondeos constantes y prueban los mensajes, actitudes, modos, etc. más rentables para conseguir sus niveles de aprobación. Investigan para saber cómo deben decir lo que los demás esperan escuchar.
El periodismo independiente, preocupado por la verdad, los hecho y el bien común, del que habla la UNESCO puede que pertenezca a las mentes románticas en mitad de unas luchas partidistas en las que los profesionales no buscan la verdad sino la eficiencia de la versiones más ajustadas a los intereses de quienes les pagan. Esta "eficiencia" se mide en términos de retornos, de respuestas adecuadas a lo que se esperaba.
Lo vemos cada día en este gigantesco rifirrafe universal que es la lucha a través de la información. No, no es sencillo encontrar la objetividad, independencia y la libertad de informar que hace libres de pensar a los otros. Quizá nos hemos vuelto demasiado cínicos en estos tiempos de manipulación. Quizá todos lo hayan sido, pero ahora tenemos las más grandes herramientas de manipulación que han existido, cubriendo cada rincón del globo. No es casual que desde hace tiempo se use el término "infodemia" para describir la "epidemia informativa".

La lucha por la libertad de prensa es cada día más importante. Las fuentes ya no son solo los medios. La extensión de la información y su conversión en un panorama global ha hecho que estemos rodeados de estímulos informativos, no solo de los medios sino de otros muchos que se han transformado en sus propias fuentes, controlando al menos su propia emisión. La gran trasformación de la información, merced a la digitalización, es precisamente la "medialización" social, es decir, la conversión de todos, de un gobierno a un ciudadano, de una institución pública a una empresa privada, en pseudomedios. Lo que antes era tarea de los medios de comunicación es realizado por cada uno, de los micromedios a las redes sociales. La sociedad se ha horizontalizado informativamente, al menos en las democráticas y se ha convertido en propaganda allí donde se quiere seguir manteniendo el control, censurando y vigilando, restringiendo, los medios sociales.

En este contexto globalizado y mediatizado, el problema de la información falsa, de la desinformación, de los bulos intencionales, etc. se intensifica llegando a su máxima amplitud cuando es un solo tema el que se vuelve central, el COVID-19, del que derivan todos los demás, que se van distribuyendo a su sombra.
Hoy, por todo ello, es esencial la formación de los profesionales no solo técnicamente, sino fortalecer su sentido de la independencia y recuperar la idea esencial de la información como un bien público, volver a desarrollar el sentido de lo común, lo que todos compartimos y lo que a todos nos afecta, por encima —como se ha estado haciendo— un concepto conflictivo y fraccionado de la sociedad en todos los niveles. ¿Si no somos capaces de ponernos de acuerdo en nuestra salud, en el riesgo de nuestras vidas, sobre qué lo podemos hacer? Todo lo demás está sujeto a disputa.
La pandemia ha tenido un efecto importante sobre la información: muchos han comprendido la importancia de estar bien informados sobre lo esencial. Hay que desmercantilizar la información para poder compartir lo básico. No es fácil determinar lo esencial porque anteponemos el punto de vista propio al romper cada vez más lazos sociales.
Hay que tener las libertades como reivindicación, como motor que nos haga movernos hacia delante, no acostumbrarnos a su ausencia o vacío. La Prensa es importante, pero para que lo sea más debe recuperar mucho del camino perdido a cambio de platos de lentejas o en crisis para sobrevivir de mala manera. 
Quizá haya que empezar por el principio y, sí, reclamar un periodismo valiente e imparcial, como hace la UNESCO en este día de hoy y para todos los demás días del año. En tiempos de bulos y medias verdades, es lo mejor.



* "Por un periodismo valiente e imparcial" UNESCO 3%05/2020 https://es.unesco.org/commemorations/worldpressfreedomday/2020/mediaresources

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