miércoles, 6 de mayo de 2020

La fallida imagen del héroe

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Hay muchas personas que no son capaces de interpretar la capacidad afirmativa de los científicos. Cuando un científico dice que "no hay evidencias" de algo, lo interpretan como que no se desestima y que existen probabilidades de que sea lo contrario, a lo que se agarran con fuerza. Los científicos han desarrollado un lenguaje preventivo que lleva a este tipo de afirmaciones "débiles" en su expresión, a una retórica. Por poner un ejemplo, en vez de decir "no te amo" dirá "no existen evidencias de que sienta afecto alguno por ti". Alguien intuitivo, captaría rápidamente lo que hay detrás, pero habrá algunos que piensen "entonces ¿todavía tengo esperanzas?". La contestación sería: "ninguna de las pruebas realizadas hasta el momento permiten afirmar que hay amor". A lo que podría seguir un "¿eso significa que las pruebas realizadas en el futuro podrían ser afirmativas?" Y así se podría seguir hasta el infinito. El que quiere seguir manteniendo abiertas sus expectativas lo hará porque el científico no acaba de dar la respuesta taxativa, definitiva. . Los habrá que no lo entiendan nunca..., si no lo quieren entender y sigan pensando que la ausencia de un "no" significa la posibilidad de un "sí".
Una de las características de la llamada "post verdad" es la manipulación de lo que llaman "alternativa", que no es otra cosa que elevar el nivel de probabilidades de lo que queda en ese margen de duda que las respuestas permiten afirmar.
La Ciencia es cautelosa y ha desarrollado ese tipo de expresiones que muchas veces son mal interpretadas. Para decir que alguien está "muerto" se ha acuñado la expresión de "presentar lesiones incompatibles con la vida". Con el COVID-19 se ha extendido la expresión "presenta síntomas compatibles con la infección". Necesitaríamos desarrollar un cierto mecanismo de traducción de estas expresiones, porque algunos las utilizan de una forma extraña para seguir manteniendo su versiones alternativas a las que dan grandes recorridos. Todo lo que no se niegue taxativamente es "posible". Y no es así y menos para dar el salto del campo científico al de la política.


Lo estamos comprobando con el uso manipulador de Donald Trump sobre el origen de la infección por el coronavirus. Hace tiempo señalamos que cuando más dramática fuera la situación en los Estados Unidos y más patente el fracaso de la política seguida por la Casa Blanca, Trump trataría de dirigir la responsabilidad hacia China y esto, en términos de Trump, significa alimentar las teorías conspiratorias sobre el origen en un laboratorio. Así ha sido y sigue en sus discursos ampliándose por parte de la cabecera del aparato a su servicio.
Chris Cillizza titula así su sección The Point, en la CNN:  "Anthony Fauci just crushed Donald Trump's theory on the origins of the coronavirus" y señala:

For weeks now, President Donald Trump has been making the case that the coronavirus originated not in nature but in a lab in Wuhan, China. He said late last week that he had a "high degree of confidence" that was what happened (although he didn't specify why he felt that way) and on Sunday night in a Fox town hall offered cryptically "something happened."
Enter Anthony Fauci, the head of the National Institute of Allergy and Infectious Disease and perhaps the single most prominent doctor in the world at the moment. In an interview with National Geographic posted on Monday night, Fauci was definitive about the origins of the virus which has sickened more than a million Americans and killed more than 68,000:
"If you look at the evolution of the virus in bats and what's out there now, [the scientific evidence] is very, very strongly leaning toward this could not have been artificially or deliberately manipulated ... Everything about the stepwise evolution over time strongly indicates that [this virus] evolved in nature and then jumped species."
Now, before we play the game of "he said, he said" remember this: Only one of these two people is a world-renowned infectious disease expert. And it's not Donald Trump.
In short, Fauci's view on the origins of the disease matters a whole lot more than Trump's opinion about where it came from. Especially because, outside of Trump and his immediate inner circle, most people in a position to know are very, very skeptical of the Trump narrative that the virus came out of a lab -- whether accidentally or on purpose.
Like the intelligence community, which in a statement last week via the Office of the Director of National Intelligence said this: "The Intelligence Community also concurs with the wide scientific consensus that the COVID-19 virus was not manmade or genetically modified."
And like our intelligence partners in the Five Eyes (the US, United Kingdom, Canada, Australia and New Zealand). "We think it's highly unlikely it was an accident," a Western diplomatic official with knowledge of the intelligence told CNN Monday. "It is highly likely it was naturally occurring and that the human infection was from natural human and animal interaction."*


Pero la cuestión, que bastaría para cualquier persona medianamente interesada en saber qué ha ocurrido, no lo es en este caso, pues se trata de una cuestión política. Cuando Cillizza pone en una balanza al "mayor experto mundial", al "experto más reconocido" y en el otro plato pone a Donald Trump, que no lo es, comete el error de creer que a Trump le importa la "verdad" en algún sentido.

Trump se mueve en una esfera diferente, alimentando a los creyentes y no despejando las dudas de nadie. Trump reafirma a los que quieren creer, a los que desean creer en la "culpabilidad" de China y esos ya existían como grupo anteriormente a la misma aparición de la enfermedad. Trump había creado lo que podríamos llamar "el otro negativo", la mano con la que el prestidigitador distrae de sus verdaderas manipulaciones. "China" es un concepto, una categoría en la mente de sus seguidores, como lo son los "hispanos" o los "árabes", categorías en las que encajar sus miedos y fobias, sus odios y cultivar con ellos el sentimiento de superioridad del "hacer América grande".  Otras categorías son los "medios", los "demócratas", a los que redefine como "izquierdistas" o "socialistas". Ese es su arte, el de comprender los puntos de inseguridad y aprovecharlos para crear las categorías negativas en las mentes.
A Trump le da igual lo que diga Anthony Fauci. Tratará de no cometer de nuevo el error de la lejía y los desinfectantes, de la luz interior para matar al virus; al menos tratará de no hacerlo en directo ante millones de personas en una rueda de prensa.
Stephen Collinson, otro de los analistas de la CNN, escribe:

Trump's revival rhetoric is being matched by an increasingly aggressive White House effort to cover up for the erratic federal response to the pandemic and the President's own mistakes early in the crisis, and to thwart oversight pushes by Democrats to expose the administration's failures.
Trump and his secretary of state, Mike Pompeo, are heaping blame on China for the pandemic, despite the President's repeated praise for President Xi Jinping in its early days.
They are mounting a bid to convince the world that the virus emerged from a laboratory -- not a live-animal market in Wuhan -- even if the intelligence may not support their predetermined political narratives.**


Pero Trump no es persona que se achante ante la realidad; su trabajo es, de nuevo, el del ilusionista: convencerte de la ilusión que crea para que está sustituya en tu cerebro a lo que tienes delante. Ese es su arte, el de sembrar y recoger. Es el sembrador de insinuaciones y medias verdades, falsedades si es necesario, y el recolector de sus frutos. En eso consiste el poder. El poder no es hacer que te obedezcan, sino hacer que te crean. Cuando lo has conseguido, ya no hace falta decirles nada. Ellos lo hacen solos. ¿Qué mejor ejemplo que los miles de enloquecidos seguidores convencidos de que los gobernadores de sus estados son enemigos de la libertad, de la constitución, que conspiran por arrebatarles sus derechos, como hemos visto estos días pasados?
Trump ha conseguido tapar su incompetencia con las cortinas de humo del miedo a las conspiraciones. La evidencia de sus errores se cubre con las fantasías que la gente quiere escuchar, las que buscan en otros la respuesta a los males propios. Trump llegó al poder explicando a los norteamericanos que sus propios presidentes o les habían traicionado o eran unos ineptos y que él, el Gran Arreglador, lo repararía todo para devolver orgullo y esplendor. 


Pasado el tiempo, Trump ha puesto el mundo patas arriba, ha reabierto conflictos por medio mundo para ajustarlos a sus planes (y muchas veces a los intereses de los que están detrás) y crear un enorme recelo sobre el papel internacional de los Estados Unidos, convertido en vendedor de "protección" tras avivar problemas, como Irán, Oriente medio o Corea del Norte. ¿Se acuerda alguien de lo que iba a ser "el Acuerdo del Siglo" en Oriente Medio, llevado por su yerno? Solo sirvió, con su simple anuncio, para volver en contra a muchos aliados hasta el momento
Ahora Trump tiene otra tormenta sobre la mesa. Las denuncias de manipulaciones, amiguismo, intereses comerciales, inacción, etc. de un alto funcionario. La noticia solo está empezando, pero las acusaciones van a abrir otra vía bajo la línea de flotación de la administración Trump:

A former top vaccine official removed from his post last month alleged in a whistleblower complaint on Tuesday that he was reassigned to a less prestigious role because he tried to “prioritize science and safety over political expediency” and raised health concerns over a drug repeatedly pushed by President Trump as a possible cure for coronavirus.
Rick Bright, former director of the Biomedical Advanced Research and Development Authority, was removed April 20 after having served as BARDA director for nearly four years. He was reassigned to a narrower role at the National Institutes of Health that the Department of Health and Human Services touted as part of a “bold new plan” to improve testing to defeat covid-19, the disease caused by coronavirus.
Bright portrays himself in the 89-page complaint as an administration health official trying to sound the alarm about the virus beginning in early January. He said he called for the rapid development of treatments and vaccines, as well as the stockpiling of additional N95 face masks and ventilators, at a time when HHS political leadership, including Secretary Alex Azar, appeared to him to be underestimating the threat.
He also notes that he clashed with his boss, assistant secretary for preparedness and response at HHS Robert Kadlec, for at least two years. Bright alleges in the complaint that Kadlec and others pressured him to buy drugs and medical products for the nation’s stockpile of emergency medical equipment from companies that were linked politically to the administration and that he resisted such efforts.***


Si las informaciones sobre el origen del COVID-19 le desmienten constantemente y ahora se le vienen abajo las narrativas y tiempos sobre la falta de información, este caso deja en evidencia que se incurrió en muchos errores, desde ignorar el peligro —pese a los avisos— en un momento temprano, hasta los intereses comerciales de algunas amistades en la recomendación de fármacos sin testar o, peor, en aquellos sobre los que se ha advertido de peligrosos efectos secundarios para la salud que el presidente se ha empeñado en promocionar como alternativas.

Como los toros heridos, Trump es más peligroso bajo presión. El círculo de creencia se está disolviendo porque el peligro real va a necesitar de algo más que de ilusionismo. Conforme el desastre avance y los planes o la ausencia de ellos (la estrategia ahora es responsabilizar a los estados), Trump responderá con más insistencia y puede tomar decisiones peligrosas para desviar la atención. En su caso nada puede excluirse, pues el camino a la Casa Blanca  es la huida hacia adelante. No hay más.
En los próximos días veremos los efectos de esta nueva bomba política que deja en entredicho el discurso trumpista. Los medios norteamericanos hicieron un héroe del médico chino que avisó sobre los peligros del coronavirus en Wuhan, fue acusado de expandir rumores falsos por las autoridades locales, y falleció poco después por el COVID-19. ¿Harán de Rick Bright un "traidor" o un "héroe"?
Lo que parece claro es que el propio Trump encaja cada vez menos en su propia imagen heroica. Las cortinas de humo se acaban dispersando. Si Trump vio en este caso la ocasión para convertirse en el "gran héroe americano" ha desperdiciado la ocasión. No hay biógrafo que lo arregle.


* Chris Cillizza  "Anthony Fauci just crushed Donald Trump's theory on the origins of the coronavirus" CNN 5/05/2020 https://edition.cnn.com/2020/05/05/politics/fauci-trump-coronavirus-wuhan-lab/index.html
** Stephen Collinson "Trump pivots hard away from fight against unvanquished pandemic" CNN 6/05/2020 https://edition.cnn.com/2020/05/06/politics/donald-trump-coronavirus/index.html
*** Yasmeen Abutaleb & Laurie McGinley "Ousted vaccine official alleges he was demoted for prioritizing ‘science and safety’" The Washington Post 6/05/2020 https://www.washingtonpost.com/health/2020/05/05/rick-bright-hydroxychloroquine-whistleblower-complaint/

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