lunes, 18 de mayo de 2020

Realidades y ensueños turísticos

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
A nadie se le escapa que los efectos de la pandemia pueden ser desastrosos (ya lo están siendo) para muchos sectores y que nadie quiere ser el perjudicado. Cada día se alternan en nuestros medios las quejas sobre el presente, los miedos respecto al futuro con la esperanza de que esto se termine algún día. Esto empezó casi de golpe, en un parpadeo, pero se va a ir diluyendo como una vieja fotografía va perdiendo el color, lentamente y en gran medida según nuestros esfuerzos inteligentes. El menos inteligente de los esfuerzos es el de negar la realidad. Y tenemos mucho de eso.
Vamos descubriendo que lo que ocurra ya no es cuestión de nuestros alcaldes, de la presidencia de la autonomías, ni siquiera de los gobiernos, sino que muchas de nuestras expectativas y decisiones en un mundo global son, ¡qué casualidad!, globales.


El ejemplo más obvio lo tenemos en el turismo: podemos tener hermosas playas, montañas nevadas o ruinas de todo tipo para visitar, pero si no hay turistas... Los países negocian por proximidad para evitar que el peso económico del sector que va desde las aerolíneas internacionales a los chiringuitos playeros, para intentar acordar que se pueda pasar de un país a otros con enormes restricciones y vigilancia. Poner fronteras es necesario, pero ¿qué turismo es ese que obliga a quedarse en casa 14 días al ir y al volver? Un turismo sin turistas es... ya saben.
Se recurre entonces al turismo interior, pero el parón de la economía y los despidos masivos, la precariedad, en suma, hace que en vez de salvar los negocios de los otros, trates de ahora para lo que pueda venir. La fábula de la Cigarra turista y la Hormiga en paro, con un ERTE o simplemente precaria, condiciona mucho el comportamiento y la consiguiente administración de recursos. 
Cuando la vida aprieta, le aprieta a cada uno donde más le duele. Nuestros puestos precarios de trabajo y mal pagados  eran posibles porque el capital gastón lo traían esas decenas de millones de turistas extranjeros que se gastaban aquí en sol y, según personalidad, en tranquilidad o en desmadre. Unos iban a Puerto Banús, otros a tirarse desde un balcón en Ibiza; los había que siguiendo a Hemingway iban a Pamplona y otros a Barcelona por Gaudí; la "tomatina" y sus secuelas también atraían a público que no pasa hambre, mientras que otros se paseaban por El Prado con hambre de cultura o para ver la "exposición del siglo" de cada temporada. El turismo, como decía la película de Paco Martínez Soria, es un gran invento. Reinventarlo ahora es problemático. Y el problema no es solo de España, no. Afecta a un sinnúmero de países que han crecido en este sector mientras otros países se dedicaban a producir para el resto del mundo.


El desequilibrio entre turismo, como motor económico, y la producción industrial o la agricultura, es uno de los factores que más factura pasa y pasará a los países ahora que la reducción de la movilidad y de las condiciones posibles para recorridos, festejos, hostelería, etc. se agravan.
Creo que esto se debe tener claro y empezar a reorientar lo que se pueda mientras se pueda. Pero negar la realidad y esperar que desaparezca es una tentación fuerte. No todos escapan a ella.
Egipto es un país con una fuerte dependencia del turismo, una actividad de la que dependen millones de personas y que ve afectada directamente por esta situación. Las enormes inversiones realizadas anteriormente para superar una situación en contra debido a la política gubernamental y a la inseguridad no reconocida hacen especialmente delicada su situación. Las enormes campañas anteriores o las que se están realizando en estos momentos chocan de nuevo con la barrera de las decisiones. Por mucho que se quiera hacer, nadie puede obligar al turismo, solo una política muy fuerte de ofertas con una experiencia negativa: lo que ha ocurrido a aquellos que se aventuraron con un mundo medio cerrado a aprovechar las ofertas de viajes y estancias muy baratas. Todavía hay algunos pendientes del regreso y el viaje a muchos les ha salido más caro de lo que pensaban finalmente. Penalidades sin número, rechazo en los países en los que habían quedado atrapados, falta de recursos, etc. han sido algunas de ellas. Los había que quedaron atrapados por motivos de trabajo, pero muchos otros se arriesgaron al escuchar los cantos de sirena de los países que les garantizaban buenos precios y estancias despejadas. Pero las fronteras se cerraron y las compañías aéreas cancelaron sus vuelos. 

18/05/2020

Lo ocurrido hace unos días cuando se permitieron vuelos en España permite hacerse una idea de que las comodidades solo están en la letra pequeña. Después de las imágenes de hacinamiento en los aviones, los vuelos se van a convertir en más problemáticos. La televisión ya ofrece anuncios de "caravanas" para el verano: autonomía y distancia, lo demás lo pondrá la naturaleza, por un lado, y los límites de desplazamiento por provincias, autonomías o hasta donde te dejen llegar.
En Ahram Online, el diario estatal egipcio, leemos sobre el problema turístico cuando la dependencia es tan grande:

Hamdi Al-Shami, a former deputy minister of tourism, said the adoption of even a partial lockdown this summer will be disastrous for the tourism sector.
Al-Shami expects the decision on domestic tourism to be followed by others loosening restrictions on local industry.
“I think the reopening decision is to some extent being pushed by pressure from associations of businessmen, chambers of commerce and the General Federation of Egyptian Industries. They have all warned that without some movement businesses will be forced to close down, or lay-off employees.”
Madbouli said on 9 May that industry, the service sector and infrastructure projects will all return to work.
Informed sources believe the post-Ramadan measures will also include a shortening of the curfew.
“Following the Eid the curfew will probably be reduced to 11pm to 6am,” says MP Mustafa Bakri.
“With shops and businesses allowed to open until 10pm, the situation will be almost back to normal. Even restaurants, cafés and cafeterias will be allowed to open under certain conditions.”
Bakri points out that “some countries, like Germany, have even decided to open schools again.”
Al-Sigini argues that the decision “to boost domestic tourism” implies, by extension, a shortening of the curfew.
“You can’t say people can go to hotels in Hurghada, Sharm El-Sheikh and Alexandria and then not allow them to move freely,” he said.*

Es como el cuento de la lechera, primer relajo un poquito y paso a paso —total, ¡qué más da!— me encuentro como si nada. Nótese el principio de causalidad perversa: si le digo a la gente que vaya a los hoteles, luego no puede decirle que "no se mueva libremente". Efectivamente, es la contradicción amplia  entre la cuestión económica y la cuestión sanitaria. El choque entre enfoques prioritarios es constante ya que una vez que abres con una mano no tiene sentido cerrar con la otra.
En el artículo de Ahram Online hay unas declaraciones que llaman la atención: «Mohamed Awad Taggeddin, a former health minister and now a presidential adviser, said the increased number of infections being reported was simply a result of more people being tested.»* Lo que desconcierta es ese "simplemente" que reduce el problema a cuestiones de conteo. ¡Buen asesor presidencial se han buscado! Nada tranquiliza más que no saber cuántos infectados hay. Ojos que no ven... De nuevo todo conspira para hacer ver que todo es seguro, al igual que ocurrió con las amenazas del terrorismo islamista. Todo es seguro hasta que ocurre el atentado; entonces, la información justita para no causar alarma. Pero con el tema de coronavirus la gente está más informada que con los problemas políticos del país.


En la misma información se señala que Egipto es el país con más casos de la zona. También se menciona la promesa (sin saber cuál es su fundamento) de una fecha en la que todo pasará. Es lo peor que se puede hacer, pues genera expectativas que acumulan frustraciones.
La mayoría de la gente, en cualquier país, valora su vida y antepone su seguridad. La mayoría del turismo va a ser doméstico y una parte entre zonas limítrofes, tratando de minimizar los riesgos. Habrá los osados de las grandes ofertas, los que piensan que nunca les va a pasar y que es el momento. Habrá que repatriar a muchos si la cosa empeora.
La apuesta del turismo interior tiene el factor de hacer que se reactive la propia economía. Puestos a gastar, pensaran muchos en todos los países, lo gasto localmente, con lo que se apoya a la industria y los servicios locales. Eso perjudica a los que, como España, Egipto y otros países, viven en gran medida del turismo exterior. Pero la realidad es la que hay. No hay otra.


La seguridad será un elemento esencial del paquete turístico: sol, playa y distancia, medidas de seguridad, geles desinfectantes junto al champú de la habitación y una mascarilla. Es lo que tenemos por delante. El que mejore sus números tendrá más posibilidades de atraer turistas, pero cuidado, habrá que seleccionar aquellos que no empeoren la situación y alejen a los demás. Hay que buscar la seguridad del que viaja, una confianza fundada. ¿Difícil? Muchísimo.
Además del sol, la playa, la cultura... habrá que añadir la seguridad al paquete turístico. La que permita disfrutar de la paz que hemos perdido sin dejar el marrón al visitado, no sea que por querer atraer mucho se pierda lo ganado y volvamos a empezar un ciclo sin fin de relajación y rebrotes, como algunos se temen.
Se ha hablado del "turismo sostenible"; ahora habrá que hacerlo del "posible", de forma realista y avanzando hacia la seguridad. Hacer turismo no es una obligación; crear las mejores condiciones para hacer lo mejor posible, sí.


* "Learning to live with the virus" Ahram Online 14/05/2020 http://english.ahram.org.eg/NewsContent/50/1201/369240/AlAhram-Weekly/Egypt/Learning-to-live-with-the-virus.aspx




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