jueves, 28 de mayo de 2020

El confinado por desconfiado

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Aunque en la cabecera de la noticia se afirma que el tiempo de lectura son dos minutos, lo cierto es que llevo dos días dándole vueltas a dos párrafos que no se me van de la cabeza. Una cosa es lo que tardas en leerlo y otra la que tardas en recuperarte de lo leído o  procesar lo que te hayan querido decir.
Hemos entrado en una complicada fase de desescalada lingüística, de malabarismos verbales, de bailes, incluso coreografías, de cifras. El estatismo anterior contrasta con el vértigo de los datos sobre las recuperaciones milagrosas, las terrazas infinitas, los cafés emocionales, los aviones cerrados en los que se respira mejor que fuera, en los beneficios del aire libre para no contagiarse, etc. Todo esto es luz frente al oscuro y siniestro mundo del confinado. ¡Muermo de tío!
Los dos párrafos que me dejaron pasmado nos los ofrecía Radio Televisión Española en su página web:

Aunque la Consellería de Salut ha optado por denominarlo como aumento de casos, en lugar de rebrote, sí ha admitido que estos contagios nuevos, producidos en residencias, personal sanitario, mataderos y en una fiesta de aniversario con 20 personas, en la que se contagiaron todas, han motivado que la región sanitaria de Lleida no sea propuesta para avanzar de fase.
El día 11 de mayo la tasa de incidencia acumulada en 7 días en la provincia de Lleida era de 12,1 casos por 100.000 habitantes, mientras que el 22 de mayo era de 42,7 casos. El Departamento de Salud ha anunciado que esperará unos días para decidir cuándo propone un avance de fase para la región sanitaria leridana, en función de la evolución de los nuevos contagios.*


¡Qué dos párrafos, qué riqueza de estilos! El arranque del primer párrafo, las dudas sobre si llamarlo "aumento de casos" o "rebrote" me parece un buen ejemplo de cómo las palabras nos permiten definir lo que queremos o debemos ver. ¿"Rebrote", "aumento de casos"? ¿Qué es un "rebrote" sino un "aumento de casos"? Pero lo más desconcertante es que los "nuevos" casos son viejos conocidos? ¿Es posible que los "nuevos casos" sigan siendo todavía repetición idéntica de lo que llevamos viviendo meses? ¿Se ha parado el tiempo en Lleida? ¿Qué se ha parado? ¿Nosotros?
Sí representa cierta novedad el caso del llamado "aniversario", el de los veinte invitados y los veinte contagios. No ha fallado ni uno. Les deseo pronta recuperación a todos, pero...
¿Hacia dónde vamos? La proliferación de fiestas estos días, de botellones a cumpleaños, revela una forma de cultura imprudente y puede que hasta desafiante, dado el clima político con el que se ha cargado el confinamiento y su contrapartida, la desescalada.


Una cosa es criticar al gobierno y otra la estupidez de pensar que ser contrario políticamente significa hacer lo contrario sanitariamente, por decirlo así. Es la estupidez que vemos en una parte de los Estados Unidos de Trump, mentalidad de donde provienen estas maneras, donde no llevar mascarilla es un gesto político... un gesto estúpido y peligroso. ¿Vamos a llegar a la conclusión que existe una "estupidez de derechas" y otra "de izquierdas"? ¿Hasta en eso es difícil coincidir?
Uno es muy libre de ser idiota, pero en una situación de contagio, la idiotez la pagan los demás. Los veinte celebrantes del aniversario no podían esperar a cantar el "cumpleaños feliz" y ahora los veinte tienen una cuarentena por delante y esperemos que no tengan que volver a reunirse por motivos más tristes.


La televisión nacional nos mostraba imágenes de un entierro de un motorista, con un incumplimiento absoluto de todas las normas más elementales. La explicación sociológica, por decirlo así, es que era "un motero muy querido" y que los moteros..., ya se sabe, Easy Rider y todo eso. El entierro era una auténtica fiesta. Seguro que el difunto no lo agradece. Pero hay cierta narrativa de fondo con el estereotipo del motero como rebelde de la carretera, como forma de vida, como amistad profunda, un "nosotros somos así y nada puede con nosotros". 
Una de las personas entrevistadas, asistente al concurrido entierro, comentaba que como había "autoridades" en el entierro, dudaba mucho que tomaran medidas. Por supuesto, lo que ocurra en el entierro no se queda en el entierro. Las imágenes serán usadas para hacer ver lo poco seguras que son las medidas de seguridad ahora que todo el mundo pretende ser "ejemplar" en la desescalada y —¡palabrita!— mostrar que se respetan las medidas. Es el turista nacional o internacional el que está en juego.


Las imágenes de nuestros desmadres y alegrías, ya sea en cumpleaños o en entierros, son difundidas como parte de la guerra mundial para evitar que salgas de tu país, reactives la economía de otros y después te tengan que ingresar en la UCI más cercana de tu pueblo, si es que hay sitio. Nadie quiere perder el beneficio y hacerse cargo del gasto. No lo dicen así, pero es así.
Las imágenes de las playas abarrotadas que muestran los medios de otros países (no solo las de España, no hay conspiración contra nosotros, pero sí somos fuertes candidatos al desplazamiento como potencia turística), tienen una doble función: muestran lo que no hay que hacer y donde no hay que ir.
El mundo se ha dividido entre los que piden que les llegue gente y los que no quieren que salga nadie. Nosotros somos de los necesitados de visitas, país estacional, festivo, que mira al cielo para pedir turistas y para comprobar el buen tiempo. La idea de "buen tiempo" ha estado presente en todos los países como un factor peligroso, como una llamada a salir cuando había que quedarse. Con lluvia, la gente se queda en casa; el sol nos manda a la calle o al extranjero.


Se han quitado la mayoría de las medidas de precaución reduciendo hasta el 50% lo que era una especie de undécimo mandamiento, los 15 días de cuarentena. Lo más increíble es cómo los países han negociado entre ellos con el "tú dejas pasar a los míos y yo dejo pasar a los tuyos". Los gobiernos del norte —¡siempre la división norte/sur!— advierten que es mejor quedarse en casa, donde "casa" es su ámbito nacional. Nosotros, los del sur, sonreímos y sonreímos con un aquí no pasa nada institucional. Pero puede pasar, de ahí las dudas sobre si hablar del aumento de casos o del rebrote, como se planteaba en la noticia de RTVE, una cuestión que no es baladí hacia el exterior.
¿Qué efectos tendrán sobre Tenerife, sobre Canarias, el funeral festivo del motero, funeral descarado, del aquí estamos y nos da igual? ¿Pasará como en el aniversario de Lleida, veinte de veinte? En Tenerife eran varios cientos de personas.
En el diario canario Atlántico Hoy, se nos cuenta el caso y también hay que procesarlo con sosiego:

Tras el fallecimiento de un vecino, la corporación, reconocen en la nota de prensa, recibió una solicitud por parte de una asociación de motoristas para rendirle un homenaje. Se permitió –mediante autorización- el acompañamiento del féretro siempre exigiendo el cumplimiento de la normativa, con un número limitado de vehículos, en una zona anexa al cementerio y a la plaza de la Iglesia.
La corporación encargó entonces –en cumplimiento de la normativa para la fase 2- un dispositivo de seguridad para dos entierros que tenían previsto celebrarse ese día en el municipio y la Policía Local acudió e informó en todo momento a los asistentes de la necesidad de tomar las medidas de distanciamiento social para prevenir el contagio de la COVID 19, con el apoyo de AEA.
Según se detalla en el comunicado, desde la corporación se reconoce que fue una situación que se desbordó de forma imprevista y que en todo momento se ha intentado actuar desde el respeto a los familiares del fallecido, sin dejar de velar al mismo tiempo por el cumplimiento estricto de la normativa tal y como han acatado otras personas del municipio desde el inicio del Estado de Alarma. Se lamenta también la molestia que esta situación excepcional pueda haber causado a la ciudadanía, finaliza.**


No acabamos de entender lo que se presenta como un conflicto de intereses, el respeto a los familiares y el cumplimiento de las normas. Lo que está claro es que la falta de respeto es la que han tenido los asistentes. Las normas no iban con ellos. Los avisos de la Policía Municipal parece que nos les importaron mucho. ¿No se pudo regular, hacer que se separaran, controlar la entrada al cementerio, que no es un parque público? ¿Se puede controlar la entrada en unos grandes almacenes y no en un cementerio? O lo más importante: ¿solo se pueden rendir homenajes de esta forma? Porque, en el fondo, es eso lo que está encima de la mesa, nuestra voluntad de ajustarnos a una situación que, nos guste más o menos, es insoslayable: el contagio. Motero, obispo, atleta o vicetiple... carne de contagio.
Por eso es tan peligrosa la deriva política de desafío a la que se está llegando, porque sustenta un clima de justificación de lo que es una imprudencia manifiesta pero se presenta como un acto de libertad frente a supuestas opresiones y derechos que nos roban.


Los que me oprimen y me roban son los que me he encontrado en el supermercado sin mascarillas y no manteniendo la prudencia de los dos metros. Son seres, sí, muy libres y hacen ostentación de ello. Las recomendaciones no van con ellos ni para un cumpleaños ni para un entierro. Los resultados de la libertad en Lleida ya los sabemos, veinte de veinte, ¿sabremos dentro de unos días cómo ha evolucionado, si es "rebrote" o "aumento de casos" lo ocurrido en el municipio tinerfeño? ¿"Rebrote", "nuevos casos", error estadístico, anomalía local...?
Lo ocurrido en el cumpleaños de Lleida es demoledor y debe alejar cualquier metáfora o representación de una situación de debilidad del coronavirus. Está claro que la estupidez y la imprudencia forman parte de la lucha por la supervivencia, ¡pero en nuestra contra!
En estos días se refuerzan los mensajes televisivos con campañas de prudencia tras comprobar que hablar de desescalada y empezar a perder el sentido común es todo uno; que fue mostrar una terraza y desatarse la estampida; que el primer día que se autorizaron las salidas empezaron a producirse los incumplimientos, los botellones, las fiestas domiciliarias; que dices 10 y le añaden un cero...


No puedo verificar si la infame gresca política a la que hemos vuelto —¡eso sí que es normalidad!— contribuye con el mal ejemplo a esta situación. Es más que probable que los ataques a la credibilidad de expertos defenestrados por exceso de uso, al trapicheo político para sacar estados de alarma, etc. estén pesando en la mente de muchos que interpretan mal los signos, olvidando que la inoperancia de algunos no nos exime de velar por nuestra salud y por la ajena. Sabemos lo básico, distancia e higiene. No voy a ofender a nadie dudando de lo segundo, pero sí de lo primero.
Señalaban acertadamente que la gresca política se ha trasladado a la gente, que a las ocho se aplaude a los sanitarios y personas de primera línea, para una hora después —como ya ha ocurrido— liarse a bofetadas en la calle. ¡Se echaba de menos la gresca! Han vuelto a dividirnos. No fallan.
Nos engañábamos con el bonito panorama de cultura para todos en una cuarentena ilustrada, de meditación zen y cultivo de la vida interior. Es probable que a algunos eso de la vida interior les hay sonado a eco siniestro. Lo único que parece importar, y en lo que los medios focalizan, son las terrazas y chiringuitos, las fiestas y saraos. Para salir hemos usado perros, niños y difuntos. Nunca he visto tanta ropa deportiva.


No vamos a dejar un cumpleaños sin celebrar, un difunto sin homenajear, un gol sin cantar cuando se abra la siguiente gran espita, que son los estadios. Van a ser los goles más celebrados de la historia del fútbol. Ruego porque haya mucho empate a cero, aunque haya que amañar los partidos. Me asombra el llanto por la procesión cancelada, por la extinción del toro de lidia a falta de corridas. Seguro que las santas patronas nos perdonarán la falta y no digo nada los toros, que habrán ganado al menos unos días antes de llegar a su destino.
Recordemos que esto empezó con turistas, fútbol y funerales. Y estamos igual que antes. ¿Echaremos de menos el confinamiento como otros echaban de menos el estar "desconfinados"? A este paso, me lo estoy temiendo. 
Me siento el "confinado por desconfiado". Si es triste no celebrar un cumpleaños, más triste es que sea el último que celebras. Si es triste no tener una despedida de esta vida, es más triste que te tengan que despedir a ti. Piensa y actúa con sentido común. No es mucho pedir, aunque si cada vez más difícil de encontrar.


* "Lleida se mantendrá en la Fase 1 tras detectar un rebrote de 187 nuevos contagios" RTVE 26/05/2020 https://www.rtve.es/noticias/20200526/lleida-se-mantendra-fase-1-tras-detectar-rebrote-187-nuevos-contagios/2014944.shtml
** "Un entierro multitudinario en Tenerife se saltó las normas de la desescalada" Atlántico Hoy 27/05/2020 https://atlanticohoy.com/front/post/tag/un-entierro-multitudinario-en-tenerife-se-salta-las-normas-de-la-desescalada

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.