Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
No sé
si a alguien le cabe alguna duda sobre el racismo infame de Donald Trump y su
idea de la "América blanca" invadida y amenazada. Es el último
escándalo, en primera página del The Washington Post, con el que sacude al país.
Se le añade en este caso al racismo y la xenofobia, el machismo despectivo con
el que este vividor indecente trata a las mujeres. Es el último por ahora.
El tuit
infame con el que las ha despreciado pasa de boca en boca, de pantalla en
pantalla, de cadena en cadena: “So interesting to see ‘Progressive’ Democrat
Congresswomen, who originally came from countries whose governments are a
complete and total catastrophe, the worst, most corrupt and inept anywhere in
the world (if they even have a functioning government at all), now loudly and
viciously telling the people of the United States, the greatest and most
powerful Nation on earth, how our government is to be run”* Ya había hablado
anteriormente de "agujeros de mierda" para referirse a los países de
procedencia de los inmigrantes. Les ha aplicado el mismo tratamiento a
las congresistas demócratas, tres de ellas nacidas en los Estados Unidos, la cuarta
en Somalia, llegada de niña.
No sé cuánto tiempo se podrá resistir esa tensión racial
insultante, ese desprecio continuo. Trump está pulverizando todas las normas de
convivencia política tanto en el plano nacional como en el internacional. Hay
que temerle dentro y fuera. No hay que desligar el episodio del embajador
británico de lo ocurrido con las cuatro congresistas a las que ha insultado. No
son episodios separados, sino manifestaciones de una misma personalidad
tiránica y narcisista. Conforme se siente más poderoso, aumentan sus demandas y
sus acciones son más descaradas. Como los niños, tantea constantemente hasta dónde
le van a dejar llegar. Y cada vez va más lejos, aumentando su desafío en la
siguiente ocasión.
Tiene razón el representante demócrata por Arizona, Rubén
Gallego, cuando dice "To people like Trump I will never be American enough",
como se recoge en The Washington Post. La "americanidad" de Trump
viene definida por el color de la piel, da igual que se haya nacido en los
Estados Unidos. No se es "bastante
americano" a los ojos de alguien, ante alguien que se erige en juez de los
demás decidiendo quién lo es. Y ese es el poder que Trump cree tener y que
transmite a sus seguidores. Es la media América a la que le sobra la otra
mitad.
En muchos momentos hemos hablado de Trump como el gran
divisor, la persona que busca siempre cómo dividir a los otros, cómo sembrar la
discordia. Esta vez lo ha hecho así. Las cuatro congresistas demócratas son
peleonas y no comparten las formas de la cúpula del partido. Las apodan
"the Squad" y han tenido alguna trifulca con la portavoz Nancy
Pelosi. Trump no ha tenido bastante con insultarlas, sino que ha aprovechado la
ocasión para meter por medio a Pelosi. Tras decir que se vayan a "sus
países", Trump escribe:
“Then come back and show us how it is done.
These places need your help badly, you can’t leave fast enough. I’m sure that
Nancy Pelosi would be very happy to quickly work out free travel arrangements!”*
Esta última línea es la "segunda maldad", por
decirlo así, de Trump en su mensaje. Ese añadido metiendo a Pelosi por medio es
un intento de sembrar cizaña entre los demócratas, cuya carrera hacia la
nominación para la presidencia parece haber comenzado.
El mismo mensaje es aprovechado para la descarga racista y la anti demócrata. Los dedos de Trump, esas manos pequeñas, se mueven por el teclado a la velocidad de sus perversas ideas; una maldad llama a la otra.
No merece la pena explicar la maldad de Trump. Lo único,
estar vigilantes para evitar que alguien así se cuele en nuestras
instituciones. El daño que está haciendo a Estados Unidos, dentro y fuera, es
difícil de evaluar. El deterioro de su imagen difícilmente se puede negar. Pero
también está dando ocasión para clarificar el panorama. Nadie debería quedar
indiferente, dentro o fuera. Por eso dice ya que el más perjudicado por la crisis
del embajador Darroch ha sido Boris Johnson que ha perdido una ocasión de oro
para mostrar talla de líder británico, algo que ha demostrado que no es y para lo
que no sirve. Ahora solo le queda ser el embajador de Trump en Reino Unido.
Como suele ocurrir en tiempos como estos, los tibios y
calculadores quedan en evidencia. Cuando haya que hacer repaso de lo ocurrido,
se tendrá en cuenta. El nivel de vergüenza y de indignación aumenta.
*
"Trump tells four liberal congresswomen to ‘go back’ to their countries,
prompting Pelosi to defend them" The Washington Post 14/07/2019
https://www.washingtonpost.com/politics/trump-says-four-liberal-congresswomen-should-go-back-to-the-crime-infested-places-from-which-they-came/2019/07/14/b8bf140e-a638-11e9-a3a6-ab670962db05_story.html
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