Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Fútbol.
El mundo se detiene para verlo. Es un gran negocio mundial, el gran escaparate
de los países, el bálsamo de las heridas y orgullos. En un mundo de estrellas,
es fácil encontrarse con problemas que afectan al conjunto. Cuanto más se invierte
en la construcción de su imagen pública, mayores riesgos se corren. Más dura
será la caída, podríamos decir.
Recordarán
los lectores el caso que trajimos aquí hace unos pocos días sobre el caso de
Amr Warda, el jugador de la selección egipcia, expulsado y después readmitido
por las denuncias de acoso sexual a través del teléfono de una modelo británico
egipcia, que grabó su insistencia y amenazas. Aquí lo titulamos "El hombre
al que nadie decía no" porque ese era su argumento, prepotente, narcisista
y machista. Decir "no" a Warda era un riesgo.
La readmisión fue una
decisión en la que pesó la opinión de Mo Salah, la gran estrella del fútbol
egipcio. Su teoría, expresada en sus tuits, es que había que darle una "segunda oportunidad",
algo que Warda no tenía con sus víctimas, que sufrían constantes amenazas. Como ya advertimos, Salah se había metido en
un agujero del que no le iba a ser fácil salir dada la contradicción en un país
que padece uno de los índices más altos de acoso sexual del mundo, considerado
según diversos índices como "uno de los peores para vivir las
mujeres". No era un buen ejemplo lo que se daba.
La copa
de África sigue con su organizador, Egipto, intentando dar una imagen de
modernidad a los visitantes, pero ¿qué modernidad es la que "perdona"
a un acosador que duró ¡un día! en su equipo portugués por acosar a las esposas
de dos de sus compañeros? Los casos, como era previsible, han seguido saliendo.
Resulta que a Warda se le han dado "más oportunidades que a El Platanito",
que era un aprendiz de torero bastante malo que se paseaba por Madrid con un
cartel "pidiendo una oportunidad".
Amr Warda
es un "mal ejemplo" y un "buen ejemplo". Es malo porque es
un acosador y es "bueno" porque muestra los vicios del sistema al enfrentarse
el acoso en Egipto. El error de Salah al comprometer su prestigio respaldando
públicamente lo pagará, como anticipábamos.
Y ha
empezado a hacerlo ya. Ahram Online reproducía ayer, con el logo de la Copa de África, un artículo
publicado en Ahram Weekly con el título "Navigating the Warda
storm", firmado por Marwan Ekshafei. El titular ya nos indica mucho al calificar como
"tormenta" el caso. Es evidente que el propio evento, la Copa de
África, genera una atención que no iba a poder disimularse por las palabritas
de Mo Salah y su teoría de la "segunda oportunidad".
Gracias
al artículo, podemos apreciar el error de cálculo cometido al meter a Salah por
medio. La intención, evidentemente, era jugar con su prestigio: si Mo Salah,
que va por la vida como santo en pantalones cortos, pide que se perdone a
Warda, la gente lo aceptará. Puede que en una parte de Egipto funciones, pero
no, desde luego en el exterior, en donde en vez de tener un acusado ahora tienen
dos por el mismo hecho.
El
artículo recoge las reacciones de periodistas de medios internacionales ante la
"tormenta":
The story of Egyptian national football team
player Amr Warda couldn’t go peacefully without a response by the international
media. The Greek-based winger had been sending inappropriate messages on social
media to at least two women. Warda released a video to offer his apologies but
not before the Egyptian Football Association (EFA) banned him from the current
Africa Cup of Nations (AFCON) tournament before deciding to reinstate him.
Warda has the backing of Egyptian team captain
Ahmed Elmohamady and Liverpool star Mohamed Salah.
Al-Ahram Weekly spoke to foreign journalists for
their opinion. “It was a great decision to cut Warda off the national team
based on the available evidence,” Nick Ames of the Guardian newspaper
said. “If I was one of the Egyptian national team players I would have asked
the EFA to investigate and based on the answers of this investigation whether
to accept the EFA’s decision or not.
“I think what Mohamed Salah did was so unusual.
Salah isn’t the kind of player who gives strong opinions. He is very calm and
well behaved and normally he doesn’t like to involve himself in these things,”
Ames added.
“I really believe that neither Elmohamady nor
Salah could have shown the same support if one of their teammates in England
had done the same thing.”*
La cosa se sigue enredando porque nunca se sale bien de las
contradicciones. A la contradicción institucional egipcia (y social, pues
muchos apoyaron a Warda y atacaron a la víctima, como ya comentamos), le sigue
la del propio Salah. La cuestión que plantea Ames no es trivial: ¿hubiera
reaccionado Salah de la misma manera si se hubiera dado el caso entre sus
compañeros en el equipo británico en el que milita?
No me interesa saber el grado de voluntariedad de la
decisión de los futbolistas para pedir una "segunda oportunidad". No
vamos a saber el presión o no que hayan podido tener. Las intenciones son una
cosa y los resultados otra.
El caso Warda es un inmenso error que vuelve a dejar en
evidencia al régimen egipcio y que fractura a la propia sociedad entre los
patriarcales, que todo lo perdonan por un buen resultado, y los que no quieren
que en su equipo nacional haya un acosador compulsivo, denunciado durante años.
Las opiniones de los
medios internacionales se suceden negativamente:
“I think it is very controversial in the sense
that at the beginning the EFA made a statement that what Warda did was
unacceptable and they decided to suspend him from the national team,” Buster
Kirchner, of the Danish sports magazine Tipsbladet, said. “Then they brought
him back to the squad. I am so surprised that Salah, Elmohamady and (teammate)
Baher Al-Mohamadi reacted the way they did. It would have been a great story
for Egypt to promote themselves to the world that even if they have an
important tournament, ethics and gender equality come first. It is so strange
that the role models are defending a guy who has been accused of sexual
harassment a lot of times.”
This was not Warda’s first time to be accused
of sexual harassment. In 2013 he was suspended from the Egyptian youth national
team for the same reason.
“I also criticise the EFA because at first they
said that Warda must leave the squad immediately, then they brought him back.
It Is good that the players support a friend who is also a good player but this
is bigger than football. Here in Egypt football players are the real role models
of youth,” Kirchner said.
“I think what Salah did wasn’t something he did
on his own. I think it was a group decision to put some pressure on the EFA.
There is a big difference between supporting Warda and forcing the EFA to bring
him back,” he added.*
Los intentos de salvar a Salah no son muy convincentes
precisamente porque aunque la decisión haya sido tomada por el grupo (todavía
peor, porque entonces no se libra nadie), la cara que se utiliza es la del
jugador del Liverpool. Desde que se produjo el caso, los medios, como el mismo
artículo que citamos, no dejan de mostrar fotos de ambos juntos, como si el
contacto o la simple proximidad purificaran al acosador.
Un enorme error, ya lo advertimos, que solo oscurece la
imagen de Egipto. Cuanto mayor sea el éxito —la paradoja de la comunicación—
más se hablará del caso. Los medios de Oriente Medio y del resto del mundo
reproducen los tuits de los seguidores defraudados o de los defraudados a
secas. Los mensaje de Salah pidiendo respeto por las mujeres y contra el acoso
han quedado en un gasto inútil de la campaña de relaciones públicas. Ha dado el
peor mensaje a la sociedad que espera de él firmeza antes que solidaridad con
el acosador constante, expulsado de la selección juvenil, expulsado del equipo
portugués y denunciado múltiples veces, Amr Warda.
Warda es el ejemplo negativo de lo que se puede hacer en
Egipto si eres un jugador famoso o si tienes quien te cubra las espaldas. Lo
acaban de confirmar las propias instituciones. Ha arrastrado, además, a los
compañeros.
Pero la cosa ha ido más lejos, como nos explicaban en el Middle
East Eye hace una semana. Tras recoger la incongruencia de Salah, escriben:
Dar el-Ifta, Egypt's central authority for
issuing religious edicts, was caught up in the debate when it tweeted a message
praising those who protect offenders from scandal which some interpreted as
siding with Warda.
دار الإفتاء المصرية 🇪🇬
✔
@EgyptDarAlIfta
الستر على
عباد الله من
صفات الأنبياء
6,292
9:07 PM - Jun 26, 2019
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1,639 people are talking about this
Translation: Shielding Allah's followers (from scandal) is a trait of
prophets.**
¡Mala ocasión para la piedad! La verdad es que aquí no hay mucha defensa que hacer. La institución dedicada a la
emisión de fatwas se ve así arrastrada hasta niveles absurdos por su propia
mano. Todo esto tiene sus consecuencias, evidentemente, en la imagen
internacional de Egipto, en la confianza en sus instituciones y en la absurda
jerarquía establecida en la que ser jugador de fútbol en la selección te da
derecho a todo, al aquí no ha pasado nada, y hasta tienes el beneplácito de las
autoridades religiosas, las mismas a las que se les pide que reformen el
discurso religioso una y otra vez por parte del presidente. La Copa de África,
un evento propagandístico para el régimen, se está convirtiendo en una
pesadilla cada vez más oscura.
Queda una cuestión en el aire: el hecho mismo del artículo
de Ahram Weekly y su reproducción en Ahram Online, ambos medios estatales. Las
críticas internacionales a la decisión de incluirlo son claras. ¿Benefician o
debilitan a alguien?
* Marwan
Ekshafei "Navigating the Warda storm" Ahram Online 5/07/2019
http://english.ahram.org.eg/NewsAFCON/2019/337294.aspx
* "Amr
Warda: Sexual harassment claims against Egyptian striker spark row" Middle
East Eye 27/06/2019
https://www.middleeasteye.net/news/sexual-harassment-story-egypt
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