lunes, 30 de julio de 2018

La retro renovación

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La llegada de Pablo Casado a la dirección del Partido Popular plantea algunos interrogantes preocupantes. Cualquier cambio en los partidos es saludado como un salto hacia el futuro, hacia una victoria que se muestra como inevitable. La victoria interna presagia la victoria exterior; quien gana, ganará. El mundo es de los jóvenes y eso ya es una garantía. Así lo afirman los tópicos recurrentes y manidos que se han producido con cada una de las varias defenestraciones reales o simbólicas en los partidos españoles en los últimos tiempos.
Que los jóvenes lleguen con ideas "nuevas" es mucho suponer, más bien un estereotipo sobre el liderazgo político. No voy a cometer el error simplista de pensar que los jóvenes carecen de experiencia y que los viejos atesoran sabiduría. No, la realidad nos dice que los jóvenes llegan con la capacidad de exigir porque no cargan con los errores del pasado del que carecen, y que los viejos cargan con el lastre de sus errores, de los que no se pueden librar. Ser "joven" puede ser un argumento, pero no una solución. Lo mismo es válido para la experiencia de la vejez.
Lo preocupante de Casado no es la falta de sabiduría del que carece de experiencia, sino los efectos de los tópicos sobre la política que ha acumulado en tan poco tiempo. Enseguida le han salido cantores que pretenden llevarle por el camino de los nacientes derechismos de Europa (el otro día le mentaban al líder austriaco) y ese no es buen camino para nadie.
La prensa de hoy recalca el discurso de Casado sobre la inmigración, teñido de "realismo político", nos dice, aunque "no sea políticamente correcto" expresarlo. Los políticos que presumen de decir lo que no es "políticamente correcto", eligen una mala senda. Los populistas se presentan como "no políticos", como "uno de los nuestros", alejados de los vicios de la "clase" en la que muchos, sin embargo, se han criado desde su más tierna adolescencia, como es el caso de Pablo Casado.


Radicalizar el mensaje del Partido Popular a costa de la inmigración me parece un inmenso error de planteamiento, más en estos tiempos en que se le va a jalear desde diferentes puntos para que lo haga. Hoy el espectro mediático lo ha interpretado como un preocupante populista antiinmigración (El País) o en un "salvapatrias" (ABC). El Mundo, por su parte, recoge informaciones de los grupos de activistas sociales que le califican como "lepenista" a la española. Hay para todos los gustos.
Una cosa es el beneficio electoral que te lleva al gobierno y otra el desvío hacia el extremismo, que tiene sus costes sociales negativos. La democracia no es una forma de asalto al poder, sino de mantenerlo abierto a la sociedad para la convivencia. Por ello las soluciones extremas solo acaban matando la democracia ya que, como vemos en Polonia o Hungría, por poner dos ejemplos cercanos, se usa el poder pare obtener más poder.
La solución que Casado daba el otro día para poder tener mayoría absoluta sin tener mayoría absoluta, regalar 50 diputados de "bono" al que ganara, además de una barbaridad, es tergiversar los resultados de las urnas que si dan mayoría pues muy bien; pero que si no la dan, hay que lidiar con ello. Eso es ser político realmente, ser capaz de manejarse con lo existente.
Preocupantes han sido las manifestaciones hechas sobre el funcionamiento interno del partido popular: una sola voz. Parece que Pablo Casado tiene algún tipo de fijación obsesiva con las mayorías o, lo que es lo mismo, la manía de quererlo todo controlado y silenciar las discrepancias. Es sana la divergencia cuando es leal.


Los partidos políticos no pueden ser monolíticos. Y deberíamos acostumbrarnos a que sean el primer escalón en los debates. Se antepone aquí el penoso argumento de la consabida unidad para alcanzar el poder. Las discrepancias, debates, críticas, etc., nos dicen, debilitan al partido y se pierde eficacia comunicativa. Aquí la "comunicación política", como tarea, ha hecho mucho daño, pues les ha convencido que lo mejor para alcanzar el poder (siempre esa es la meta, nos dicen) es la unidad sin fisuras. Las "fisuras", es decir, las variaciones dentro de los partidos, son precisamente las garantías de la diversidad.
Con partidos más abiertos y variados, por ejemplo, es más fácil detectar la corrupción y sacarla a la luz. Los intereses entrelazados dificultan que esto ocurra, como el propio Partido Popular ha experimentado en carne propia.
Que la primera (o la segunda) medida interna de Casado como presidente del Partido Popular sea decir que no quiere corrientes o grupos no es bueno. Es tratar de imponer la uniformidad allí donde debe haber riqueza de ideas y contrastes. Si los propios partidos no son capaces de diálogo interno, ¿cómo va a hacerlo en la política nacional? Se explica así la petición del bono de los 50 diputados al que gana. Es la forma —como vimos el otro día— de no tener que dialogar con nadie.


Convertir un partido político en un espacio de unanimidad no solo es negativo para los partidos, lo es para la sociedad en su conjunto, que pierde detalle en la representación. Internamente, lleva a acallar cualquier voz disidente o crítica con los postulados oficiales. También crea un problema de liderazgo, que se eterniza.
El aislamiento del que tanta veces se habla de los líderes políticos españoles tiene que ver mucho con esta falta de diferencia y de escuchar opiniones diversas. Al final, solo escuchan a los que les dicen lo que quieren escuchar. Miren lo que ocurre en democracias como la británica, la alemana o la francesa; hay divergencias y hasta conflictos. No se barre debajo de la alfombra.
Una sociedad democrática necesita partidos democráticos, capaces de basarse en el diálogo. Esa teoría, esgrimida por Pablo Casado (y muchos otros) de se discute cuando no hay más remedio y después, ¡todos a una! es de lo más pedestre, democráticamente hablando. Uno no hace política para renunciar a lo que piensa o para estar callado en su propio espacio. 
Otra cosa es la lealtad, que no debe ser nunca sumisión o abandono de lo propio.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.