Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Sin
duda alguna, la Inteligencia Artificial es un campo en el que se debe ahondar.
La afirmación parecerá una obviedad a muchos, pero no lo es tanto si tenemos en
cuenta el debate paralelo que hay sobre sus efectos en un mundo sensibilizado
por los efectos de las crisis económicas.
Una de
las formas de sustraerse a los grandes debates sobre nuestro futuro (incluso
sobre nuestro presente) es plantear la inevitabilidad de los acontecimientos.
Frente a los azares de la existencia, cada vez más se nos ofrece un panorama de
lo inevitable, especialmente en el campo del desarrollo en donde el "destino",
ya escrito, se nos presenta como inevitable. Mucho de nuestro "destino"
pasa por la Inteligencia artificial.
El
"destino", es decir, lo que algunos han decidido que va a ocurrir
pasa por el beneficio previsto por el desarrollo de ciertos campos. Le llamamos
"destino" cuando es posible obtener cierto beneficio directa o
indirectamente. Los humanos hemos ido desarrollando la tecnología desde el
principio de nuestra existencia como grupos y la hemos aprovechado de
diferentes formas, en especial librándonos
de trabajos duros. Todo el mundo puede entender que una palanca reduce nuestro
esfuerzo para levantar objetos pesados, por recurrir a un ejemplo básico. Pero
la Inteligencia Artificial afecta a algo más que ahorrarnos esfuerzos físicos o desagradables.
El
diario ABC publica un artículo sobre la IA, con el título "Qué es la
Inteligencia Artificial y por qué me debería interesar", en el que además
de darnos una definición se plantean los campos de trabajo y algunos debates
abiertos sobre lo que significa y significará en el futuro humano.
Pese a
lo eufórico de su presentación, el artículo comienza con una queja:
La visión negativa que tiene la sociedad
sobre la inteligencia artificial (IA) está marcada por la ciencia ficción, pero
no se corresponde con la realidad, como ha señalado la compañía Microsoft, que
se ha propuesto explicar los conceptos básicos de esta tecnología.
La ciencia ficción, a través de la
literatura, el cine o los videojuegos, entre otros, ha generado una inquietud
sobre la inteligencia artificial, sobre la pérdida de puestos de trabajo o el
daño que pueda llegar a hacernos. En este contexto, la compañía, busca
«fomentar un debate público positivo» para poder «comprender y anticipar el
gran impacto que tendrá la IA con el paso del tiempo». Y para ello, ha iniciado
una serie de artículos con los que espera explicar qué es la inteligencia
artificial y progresivamente ahondar en los planteamientos éticos y los
aspectos que «más preocupan a la gente».*
La
ciencia-ficción suele ser el aguafiestas del progreso. Se empeña en señalar que
el mundo no será tan bonito como nos cuentan las empresas o los estados y
advierten de sus peligros. La ciencia-ficción se empeña en plantear rebeliones
de máquinas, malos usos de las mismas y distopías en las que las personas son
sometidas a la vigilancia y al control asistido por automatismos inteligentes.
Unas veces son las máquinas y otras la conversión de la vida en una tecnología
a través de la genética, las clonaciones, etc.
Aquello
que los que trabajan en estos campos no suelen decir, los escritores de la
buena ciencia-ficción, muchas veces científicos (como A. C. Clarke, Asimov,
Lem, etc.), lo convierten en oscuros relatos de futuros opresivos apoyados en
tecnologías de control.
No hace
mucho, Donald Trump les lanzó unas bombas a los sirios presumiendo de lo "inteligente"
que era el artefacto. La exhibición tecnológica del manejo de drones, de las
formas de reconocimiento facial para la seguridad, de la realidad virtual para
las simulaciones, etc., son terreno abonado para una especulación mínima
respecto a lo que hoy ya tenemos y al uso que ya le damos.
No es
demasiado justo echarles la culpa de la mala imagen de la Inteligencia Artificial
a los escritores de ciencia-ficción, cuando son los propios estados los que
presumen de esa tecnología y de otras ya en el presente. La guerra es
tecnológica ya y la Inteligencia Artificial tiene una presencia importante.
Siempre ha sido la tecnología militar la que ha servido de motor a muchas
otras.
Pero
puede que sea el otro factor, el económico, el que está sembrando mayor rechazo
o crítica a una tecnología que se percibe como intrusa en lo último que le
quedaba al ser humano, la inteligencia en cualquiera de sus manifestaciones. El
manejo de ingentes cantidades de información en tiempos muy breves ha hecho que
las máquinas se hayan ido colocando en los centros estratégicos de las tomas de
decisiones. También que controlen a las propias máquinas, eliminando el factor
humano, que pasa a ser percibido como fuentes de errores. Fue el filósofo
polaco Günther Anders quien señaló el complejo del hombre ante la máquina, que
le supera, y la obsolescencia de lo humano.
La
sociedad no solo tiene máquinas, sino que la ideología triunfante es la que la
hace funcionar con "eficiencia", como una gigantesca máquina
productiva y consumidora. Esa ideología "maquinal" se ha ido
implantando en todos los sectores, "deshumanizando" nuestras vidas,
tomando decisiones por nosotros, que debemos rendirnos ante su eficacia.
La
máquina suscitó rechazo con la revolución industrial. Ahora, con la llegada de
la Sociedad de la Información, se produce una nueva oleada o, si se prefiere,
la culminación de la oleada que comenzó hace décadas con la informatización.
Se
señala en el artículo de ABC:
Otro de los debates sociales en
los que se posiciona Microsoft es el futuro de los trabajos, puesto que hay
muchos ciudadanos que creen que la IA restará puestos de trabajo a los humanos.
Para la compañía, esta visión es «simplista», ya que si bien es cierto que la
inteligencia artificial podría realizar algunas tareas que hacen los humanos,
por ejemplo, aquellas tareas que son rutinarias, las personas todavía podrían
dedicarse a tareas más relevantes.
Microsoft admite que
probablemente la IA revolucionará los trabajos, eliminará algunas profesiones
que hoy en día desempeñan personas, pero también se crearán nuevos puestos que
aún no existen. La compañía entiende como una ventaja que en la Cuarta Revolución
Industrial que estamos viviendo, «somos capaces de planificar el cambio con
mucha más perspectiva», y añade que «la creación de políticas y la reconversión
profesional pueden hacer que la creación de empleo supere al reemplazo de
puestos».
Pese a esto, la firma declara que
estos cambios laborales tan bruscos se producirán dentro de muchas décadas,
cuando la inteligencia artificial esté mucho más avanzada, momento en el que
habrá que tomar decisiones sobre si es correcto o no el reemplazo de humanos
por máquinas. En la actualidad hay que centrarse en los retos de hoy en día
adoptando un planteamiento responsable.*
Lo
primero que no nos llama la atención
es que quien hable en este caso sea una empresa, Microsoft, y no un ser humano.
Que las empresas "hablen" debería llamarnos la atención, pues son los
humanos los que hablan. Como "empresa", Microsoft no es un "humano".
Es otra cosa y sus intereses no son "humanos", sino corporativos.
Tampoco es un grupo de "humanos" que deliberan, sino una institución
cuyos intereses responden a su futuro como empresa. Microsoft tiene una
"voz artificial" que responde a sus propios intereses.
Pero
los humanos tenemos memoria y sentido de la Historia. Los argumentos sobre las
"tareas rutinarias" han sido los empleados tradicionalmente para
sustituir al hombre por máquinas y reducir puestos de trabajo. ¿Por qué pagar
más por lo que una máquina puede hacer?
La
ideología reinante hoy es solo una: la fabril-gestora. La entrada de Inteligencia
Artificial en muchos sectores no es por amor a la ciencia, sino por reducción
de costes. Los argumentos de los grandes beneficios siempre son engañosos
mientras no se especifiquen quien se los llevará. Y eso, aunque no se
especifique ahora, está meridianamente claro para todos.
Los
párrafos citados hablan de esa Cuarta Revolución Industrial en marcha. Poco se
puede hacer en ella porque quienes la organizan y teorizan ya están donde
deben, en la toma de decisiones. Microsoft la vocea porque forma parte de ella.
Por muchas ventajas que tenga en muchos campos, siempre es la sustitución de lo
humano lo que la lleva adelante. Y eso se hace desde una visión gerencial de la
vida y la sociedad. "Eficiencia", "competitividad",
"liderazgo", etc. son parte de ese vocabulario que busca el mayor
rendimiento del mínimo gasto.
No es la ciencia-ficción la responsable actual del debate sobre la IA. Está repartido por miles de artículos publicados en los últimos dos o tres años en los que se ha puesto sobre la mesa. El debate es necesario, pero también se prevé inútil. Nadie va a parar su avance y no se trata de eso sino de una incongruencia el sistema en su conjunto que va minando su propia eficacia global. Está por ver si la historia termina con una lánguida decadencia o con una interrupción súbita.
El
debate sobre la Inteligencia Artificial no es una cuestión de explicar, sino de cómo llegar a tener
una visión de que la Historia no se rige por el beneficio sino por el
compromiso social, es decir, con aquello que nos facilite un futuro habitable y
responsable. No es cuestión de saber qué futuro nos espera, sino de qué futuro
queremos. Pero sobre eso no se pregunta a las máquinas ni a nosotros.
*
"Qué es la Inteligencia Artificial y por qué me debería interesar"
ABC - EFE 3/07/2018 https://www.abc.es/tecnologia/consultorio/abci-inteligencia-artificial-y-deberia-interesar-201807030216_noticia.html
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