sábado, 14 de julio de 2018

Los virtuosos implacables o ahora le toca a Nawal El-Saadawi


Joaquín Mª Aguirre (UCM) 
No hace mucho tiempo informamos aquí del escándalo que sacudía Egipto, cuando un abogado clamaba desde un programa televisivo por el deber patriótico de la violación contra aquellas mujeres que salían a la calle con pantalones rasgados. La respuesta fue instantánea en las redes sociales y desde todas partes se le consideraba un loco. Sin embargo, el "loco" en cuestión había sido el que años atrás se había lanzado con la misma contundencia contra la conocida feminista egipcia Nawal El-Saadawi pidiendo su enjuiciamiento.
Hay muchos locos de este tipo en Egipto. Son "virtuosos" ciudadanos cuya ocupación en la vida es ir a los juzgados a poner denuncias  con las que dicen proteger el pueblo egipcio de las malas influencias. Atacan a intelectuales, artistas, a cualquier persona que tenga una opinión propia o haga algo que no les gusta.
Con estas acciones consiguen dos cosas, llamar la atención y crearse una reputación de "virtuosos", algo que se valora mucho en la sociedad más tradicional. Hacen el trabajo sucio de los gobiernos, pues son los que se llevan en protagonismo y los jueces aceptan sus denuncias para proteger al pueblo de las malas influencias.


Pensamos que en Egipto existe un enfrentamiento entre laicos y religiosos. No es cierto. Los laicos son el objetivo de todos. La lucha se produce entre una ultratradicionalista clase política (y social), que mezcla nacionalismo y religión en forma extrema —hacia la que ha ido derivando el régimen— y la "internacional islamista", un fruto de los Hermanos Musulmanes, lo que de forma global se llama el "islam político". Los laicos y demócratas son una minoría perseguida por unos y otros, jóvenes la mayoría de ellos que quieren un Egipto diferente al que nació en los 50. Los militares les atacan porque cuestionan sus formas autoritarias, dictatoriales, sus negocios económicos, sus censuras de los medios, las torturas y desapariciones; los islamistas, por su parte, los critican porque no creen en la democracia, en las libertades individuales y no hay más ley que la coránica. Los que están en medio de ambos grupos están más tiempo en las cárceles que fuera, viven fuera del país ante la desesperación de que nada cambia.
En una sociedad altamente conservadora y sometida a la intervención religiosa constante desde arriba (Al-Azhar) y desde abajo, los predicadores islamistas, la religión se ha convertido en una obsesión social, haciendo retroceder los mínimos estándares existentes. El gobierno actual se ha caracterizado —los datos son los datos— por la persecución de intelectuales, de ateos, de reformistas, artistas, cineastas, novelistas, editores, etc. que no han seguido las pautas religiosas.


El populismo de al-Sisi se basa en religión y nacionalismo: los egipcios son únicos y son los mejores cumplidores de la ley de Dios, los más piadosos, el faro que guía al mundo desde los tiempos faraónicos primero y desde el islam después. Ellos trajeron la civilización al mundo y expandirán la luz de la verdad. Agitando estas dos ideas, se controla fácilmente y, en especial, se evitan las acusaciones de entreguismo a Occidente, por más que se sigan manteniendo las mismas alianzas, si bien bajo una discreción elevada.
La prensa egipcia recogía con esa misma discreción un nuevo caso de puesta en marcha de la piedad, de la virtud, del azote de la incredulidad. Esta vez la víctima es la mundialmente conocida feminista Nawal El-Saadawi. Es en Daily News Egypt en donde aparece recogido este nuevo caso:

A lawsuit was filed against controversial feminist Nawal El-Saadawi accusing her of “contempt of religion” over critical opinions she voiced about religious texts.
The lawsuit was filed by pro-government and politically conservative lawyer Samir Sabry, a vigorous plaintiff who files lawsuits against famous figures and trending personnel in several fields.
He accused El-Saadawi of insulting religion and “calling for atheism,” which he described as not part of freedom of speech. He sent the lawsuit to the prosecution, demanding that El-Saadawi be referred to the Criminal Court.
El-Saadawi is very well known within the Arab world and is viewed as an “outspoken Egyptian feminist.” She immigrated to the United States in 1993. Some 50 of her published works include novels, plays, and political texts. Perhaps, she is best known for her book Memoirs from the Women’s Prison. Through her works, she addresses domestic violence against women, prostitution, and religious fundamentalism.
During her interview, she said that among the objectives of the “renewal of the religious discourse” means the renewal of several of the original religious texts. She cited an example of the Quran, Islam’s holy book, saying that several verses should have been annulled, as it contradicts with “the common benefit.” She explained that the status, situation, and needs of society change, while these texts are constant.
She extended her criticism to say that changing religious texts should not be specified to Islam, but should reach other religions as well. She also described Al-Azhar, the country’s biggest Sunni institution, as a “dangerous backward and reactionary force.”
However, the writer refused any criticism directed to the government and the political leadership of the country. When asked by the BBC presenter about the freedom of speech in Egypt under President Abdel Fattah Al-Sisi, El-Saadawi angrily accused foreign media of “applying an agenda against Egypt,” and of “trying to show that Al-Sisi is a dictator who puts civilians in jails,” adding that Al-Sisi is better than former presidents.*


El texto de la noticia nos deja entrever interesantes aspectos de la situación egipcia y confirma lo señalado anteriormente, el interés del régimen en el control religioso. Recordemos que en Egipto los sermones de los viernes son escritos desde el ministerio  del ramo y son de obligada lectura. Sirve además de para el control de la mentalidad religiosa, para detectar quiénes son los que no siguen las directrices. En un país en el que todos están pendientes unos de otros, la distinción de las mezquitas pasa a ser esencial.
La lucha en Egipto no es entre moderados e islamistas, sino entre "tradicionalistas" e "islamistas". Los primeros están amparados desde el gobierno, que no quiere como ocurrió con Hosni Mubarak (o Nasser) ser acusado de irreligioso. Es lo mismo que ha hecho Putin en Rusia: mezclar nacionalismo y religión ultraconservadora. Como suele coincidir el progresismo con la democracia y el "libre pensamiento", la religión sirve de excusa doble: marca la identidad reforzando el sentido de grupo y permite convertir en enemigos (anti patriotas, traidores) a los que quedan fuera de él. Desde el principio de su mandato, al-Sisi y sus gobiernos tuvieron (como Putin) en su punto de mira a los ateos, a los reformistas, a los homosexuales y a las feministas. Si los terroristas atacan la patria en un sentido, todos estos grupos representan el peligro intelectual, la subversión, la pérdida de la identidad, de la tradición, quieren destruir lo que une, básicamente concentrado en una idea ultratradicionalista de "familia", que sirve de metáfora de la patria. Por supuesto, es un sistema patriarcal, cuyas virtudes se centran en la figura paternalista del "militar", símbolo de entrega, pureza y disciplina. Son los valores que al-Sisi pretende que la sociedad asuma como suyos. El militar, el policía, el juez, etc. son las figuras paternales y paternalistas que tiene la responsabilidad de defender a todos de los peligros.
El segundo aspecto interesante es que la denuncia se centra en el ataque a la religión y por la propagación del ateísmo, del que se dice que no entra en el concepto de "libertad de expresión". Es otra muestra clara de la tendencia expresada anteriormente. La sociedad que al-Sisi está creando no es una sociedad liberal. Es sencillamente una sociedad construida tras el exterminio de los Hermanos, pero absorbiendo su intransigencia religiosa disfrazada de moderación relativa. Solo hay un matiz: los coptos. Aquí interviene la otra parte: la idea de unidad nacional y de "protección" de los coptos, como hermanos egipcios. Los coptos siguen, por ello, siendo objeto de doble ataque, por ser cristianos y por ponerse bajo la protección de al-Sisi.


En numerosas ocasiones el presidente al-Sisi ha clamado —incluso con enfado— por la "reforma religiosa". Pero todos los casos planteados en este tiempo muestran más bien la intransigencia demostrada desde la Universidad de Al-Azhar. No existe el "islam moderado", solo existe el "islam", le han venido a decir. Lo que Dios ha dicho está escrito. Recuérdese que la denuncia contra El-Saadawi es precisamente sobre la forma de interpretar los textos antiguos en una sociedad moderna. Es un caso parecido al escándalo causado por Nasr Hamid Abu Zayd, el profesor acusado de ir contra la religión al modificar las interpretaciones, algo grave en una religión que sostiene que no fue Mahoma quien escribió el Corán, sino Dios.
La última parte contiene una gran ironía, la acusación de una "agenda internacional" contra Egipto haciendo aparecer a al-Sisi como un dictador que "encarcela a los civiles". Esperemos que Nawal El-Saadawi, que siempre ha mantenido que es Occidente el que ataca a Egipto, pese  haber vivido refugiada en los Estados Unidos, no tenga que aceptar las campañas que en Occidente se hagan para pedir su libertad en el caso de que el abogado Sabri no se salga con la suya.
Pero, ¿quién este Samir Sabri? Hace poco supimos de él por la denuncia contra la cantante Sherine por decir que no bebería agua del Nilo por estar contaminada durante un concierto. ¿Lo recuerdan?
En 2015, dos años después del "no-coup" que sacó a Morsi del poder y envió a la cárcel a miles de detenidos, con juicios masivos en pocas horas y cientos de condenas de muerte, saltó a la palestra el tal Samir Sabri, abogado impulsivo que pedía la ejecución inmediata de todos los detenidos. MEMO (Middle East Monitor) trazaba entonces un perfil espeluznante sobre este abogado:

A senior, renowned Egyptian lawyer, Samir Sabry, has exposed the Egyptian legal system by making rather frank revelations of his beliefs, and what can well be perceived as the mind-set of the Egyptian judiciary and legal system. The judiciary has been criticised internationally by human rights organisations for its politicised rulings against those who oppose the military regime in Egypt.
The Egyptian judiciary has, since the military coup on 3 July, 2013, carried out unprecedented shambolic rulings against political opponents, demonstrating the clear mockery of justice that now exists in Egypt. The grave travesty of justice has been deplored worldwide, yet no action, or condemnation on a governmental level, has been directed at the Egyptian regime and its judicial system.
“I personally do not believe in something called human rights,” Samir Sabry told Sabah Al-Assema on the Egyptian AlAssema satellite channel, “or organisations for human rights.”
The violations taking place in Egypt since the coup demonstrate clearly how the Egyptian regime and all its institutions, including the judicial system, have no respect for, or abide by, any human rights laws.**


Sabri dice "no creer" en algo que sean los "derechos humanos". Los que pierden no tienen derechos, solo ser eliminados cuando su vencedor lo considera necesario. No es una forma atípica de entender el derecho. Más de uno la entiende y la practica de esa manera rotunda. El destino del enemigo es desaparecer.
En enero de 2018, The New York Times*** le dedicó otro artículo a este personaje, mostrándolo como el azote de los intelectuales, de los famosos, de todos aquellos que se alejan de la "virtud". Ha presentado más de 2.500 denuncias de este tipo, señalaba el diario norteamericano, aterrorizando a los que temen verse envueltos en polémicas con él. Lo interesante del personaje —muy egipcio— es su notoriedad y el público que se ha hecho. Sabri se ha construido a sí mismo como una figura virtuosa, que debe velar por la moralidad pública.


El artículo de 2015 en MEMO dejaba al descubierto a este siniestro personaje en sus móviles interiores, en su dureza extrema:

In his TV interview, Sabry attacked the calls by human rights groups for a moratorium on executions. “No, we will not end executions,” he insisted. “On the contrary, we want to intensify the punishment of the death penalty… I have demanded that we execute and burn [the bodies]. We want the hearts of the mothers, and the children, of those executed, to burn with pain.”
With such vengeance and animosity towards the defendants and their families from the legal system, it is no wonder that detainees face the most horrific forms of torture and sexual assault. These are inflicted on men, women and children. Rights organisations have reported 948 cases of children being tortured by the security forces, and 78 cases of sexual violence against minors. Horrific reports claim that “anyone who hasn’t been raped is the exception.” Meanwhile, thousands lie deteriorating in solitary confinement for many months, against all international norms and conventions.
Sabry is a perfect reflection of the mind-set of the Egyptian legal system, a system which is used as a tool by the Egyptian military government to eliminate all opponents of the regime. Today, there have been 1,666 death sentences issued and referred to the Grand Mufti, including one given to Egypt’s first democratically-elected President, Dr Mohamed Morsi; 529 of the sentences have been approved by the mufti. Over 42,000 others wait in Egypt’s notorious prisons to hear their fate; many are being held without trial in conditions best described as inhumane, with police station cells filled to 400 per cent of their capacity and prisons to 160 per cent. On top of all this, detainees face torture and sexual assault as a matter of routine.**

Para el régimen todo esto son calumnias, pero aquí es Samir Sabri el que muestra esa sed de venganza que hace que Egipto siga siendo un país en el que la violencia física e institucional siga rigiendo las vidas. Ante planteamientos como este, se puede interpretar el concepto de "seguridad" de una forma confusa, alejada de los límites admisibles en la defensa.
El caso de la denuncia contra Nawal El-Saadawi tendrá repercusiones en el momento en el que un juez lo acepte. Por mucho menos de lo que El-Saadawi ha dicho hay reformistas en la cárcel desde hace tiempo. Para la feminista egipcia, todas las religiones son perversas porque todas van contra las mujeres. No sé si eso le servirá de mucho en su caso.


Mientras el abogado Samir Sabri sigue convertido en un héroe popular. Para evitar quedar en evidencia, jueces y fiscales tienen que llevar adelante los juicios y condenar. A Sherine le cayeron seis meses de cárcel por dudar de la salubridad del Nilo. No sabemos cuánto le puede caer a Nawal El-Saadawi por dudar del Corán.
No sabemos si le servirá de algo a la veterana feminista haber señalado que Abdel Fattah al-Sisi es mejor presidente que los anteriores. Hay más ministras en el gobierno, pero también hay mucha más gente en las cárceles. No sabemos si considera a Samir Sabri como un conspirador a sueldo de Occidente y si es condenada una maniobra para acusar al régimen de al-Sisi de dictatorial y de no respetar los derechos humanos, esos en los que el abogado no cree (ni el presidente, según su propia declaración).
Por supuesto, deseamos —como a todos los egipcios— que se le reconozca su libertad de pensamiento, de ser musulmana o atea según le dicten su razón y conciencia. A nadie le debería importar, pero... en Egipto todo importa a todos.




* "Lawsuit accuses feminist Nawal El-Saadawi of ‘contempt of religion’" Daily News 10/07/2018 https://eklutdvotyzsri.dailynewssegypt.com/2018/07/10/lawsuit-accuses-feminist-nawal-el-saadawi-of-contempt-of-religion/
** "Lawyer Samir Sabry: A perfect reflection of the Egyptian legal system" MEMO Middle East Monitor 5/06/2015 https://www.middleeastmonitor.com/20150605-lawyer-samir-sabry-a-perfect-reflection-of-the-egyptian-legal-system/
*** "Protecting His Nation From Puppeteers and Belly Dancers" The New York Times 12/01/2018 https://www.nytimes.com/2018/01/12/world/middleeast/cairo-lawyer-lawsuit.html


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