domingo, 29 de julio de 2018

La presión sobre la prensa extranjera en Egipto


Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Tras el golpe propagandístico de la 6ª Conferencia Nacional de la Juventud, que se inició ayer, tras las promesas del futuro a los jóvenes, la realidad se impone en su crudeza. El régimen no puede imponer al mundo la misma percepción que construye en el interior. Pese a los esfuerzos, lo que se ve desde fuera no es lo mismo. El alcance de la maquinaria de propaganda es insuficiente y las embajadas no tienen poder suficiente para cambiar la percepción de medios e instituciones, que critican al régimen.
Para conseguir reducir la salida de información negativa o crítica, el régimen de al-Sisi cuenta con diversas estrategias. La primera —hemos tenido ocasión de verlo aquí en diferentes ocasiones— son los monumentales enfados del Ministerio de Asuntos Exteriores, con Shoukry al frente y su activo portavoz. Son ellos los que lanzan las protestas internacionales contra los medios o países que se atreven a discrepar de la visión egipcia. Se muestran indignados ante lo que consideran es una conspiración contra Egipto. En realidad, esta hecho más para el consumo interior, para que los egipcios vean que el régimen está sometido a acoso por oscuras fuerzas manejadas por sus enemigos, la Hermandad, junto con sus valedores, Qatar, Turquía y, según toque, Irán y Occidente.
El régimen de al-Sisi tiene que mantener la idea heroica, la idea de que han sido "salvados" por el Ejército de una conspiración para destruirles. Es ese miedo el que hay que mantener para que crezca la imagen del "salvador", cabeza visible de un Ejército que se convierte en la imagen de una entidad fusionada, pueblo y ejército. Para esto se desarrolló la llamada "sisimanía", programada para crear la imagen del "enviado", alentada por el propio al-Sisi al hablar del "sueño profético" en el que el asesinado presidente Sadat  le había "pedido" que se presentara a la presidencia. Es importante recordar que el golpe recibió el apoyo de todas las fuerzas políticas en la confianza de que se cumpliría lo que el pueblo mayoritariamente había solicitado, elecciones generales y, evidentemente, un presidente que no fuera militar a la cabeza del país. Pero, como sabemos, se incumplieron las dos cosas: se celebraron primero las presidenciales, lo que le permitió gobernar por decreto y diseñar una ley electoral que le beneficiara posteriormente debilitando a los partidos políticos, cuya representación se perdía, y favoreciendo a los viejos amigos del régimen y caciques locales. El régimen volvía.


Ya entonces era fundamental el papel de los medios. Y Egipto se ha construido durante décadas sobre un sistema de adulación del poderoso. Los medios que apoyaron al régimen fueron incrementando su poder, alentados desde arriba y comenzó la caza de los independientes una vez que no aceptaron la propuesta de dejar las manos libres, es decir, no criticar, al Ejército, la Policía y los jueces, los instrumentos necesarios para la "limpieza" del país. Desde entonces hasta ahora, la prensa es un obstáculo, con el agravante de ahora la información fluye por muchos otros canales, entre otros, las redes sociales.
En las últimas semanas hemos visto la oposición a un sistema institucional, a base de Consejos reguladores, diseñado para la represión de la prensa, de medios y profesionales. Incluso, se han equiparado las redes sociales, por lo que cualquiera que dé información desde una página web puede ser juzgado si se considera que está actuando como un medio y expande "difamaciones". La idea de "noticias falsas" ha sido magnificada con la idea de "difamación" que no solo contempla la falsedad sino el ánimo de atacar a Egipto, es decir, formar parte de la conspiración.
Ayer comentábamos la nota del Ministerio de Asuntos Exteriores británico en la que recomienda a los turistas nacionales que no "comenten negativamente" aspectos de Egipto, lo que puede ir del problema del tráfico al mal estado de una habitación en un hotel. Una turista libanesa ha sido condenada a pena de cárcel por hacerlo, iracunda después de haber sufrido acoso en la calle.


La pieza que no consigue encajar el régimen es la prensa internacional. Ha tratado de cortar sus fuentes de información, que solían ser los activistas de la ONG sociales y de derechos humanos. Lo ha hecho mediante una ley que considera "conspiradores", pagados por países extranjeros, a cualquiera que recibe donaciones desde el exterior.
El periódico Mada Masr también lo ha sido. Este último publicó ayer un artículo sobre el trato dado por las instituciones de control a la prensa extranjera en Egipto. Lo firma Heba Afify y lleva el título "Permits, penalties and paranoia. Foreign media under Rashwan's State Information Service":

Diaa Rashwan, head of the State Information Service (SIS), the government body tasked with overseeing foreign media in Egypt, is outspoken about his belief that the Egyptian state is in open conflict with the international press.
“We are facing the fiercest foreign media smear campaign that Egypt has encountered throughout its modern history,” Rashwan said in a television interview on the privately owned Al-Haya television station in February. He went on to detail the steps the SIS is taking in response, including issuing written reports denouncing “offensive” coverage and summoning journalists for closed-door discussions.
Over the last few years, and particularly since Rashwan was appointed SIS head in June 2017, working conditions for foreign reporters in Egypt have gone from being difficult to a grueling daily battle with authorities, as international journalists are forced to endure an increasingly suffocating bureaucracy, public shaming, backroom intimidation and the looming threat of deportation.
The SIS is an oversight body established in 1954 that defines its role as “the nation’s main informational, awareness and public relations agency” and closely monitors foreign media activities in Egypt. Although initially formed under the now disbanded Information Ministry, it has been operating under the office of the presidency since 2012.
Rashwan’s tightened grip on the foreign press comes in the context of a wider state crackdown on all media, which dramatically intensified following the military-backed ouster of President Mohamed Morsi in 2013 as part of a campaign to silence any and all opposition voices. Authorities have since taken unprecedented measures against press freedoms in an effort to control the narrative about Egypt, both at home and abroad.
Egyptian journalists working for local media outlets have borne the brunt of the state’s repression. Local reporters have been forcibly disappeared, prosecuted and imprisoned; critical voices have been purged from the airwaves; and the public prosecutor has called for legal action over what he calls “fake news,” saying the “forces of evil” are undermining the Egyptian state. While the foreign media has generally been spared from the state’s worst abuses, authorities are increasingly targeting international correspondents in a variety of ways, creating a pervasive climate of harassment and intimidation.
Half a dozen foreign journalists in Egypt spoke to Mada Masr about the unprecedented challenges they face in reporting from the country. They all asked to remain anonymous for fear that revealing their identity would attract further harassment from authorities.*


La descripción del panorama es desoladora. Sigue siendo imposible entender la pretensión del régimen de mantener un silencio de dictadura en un mundo abierto como el actual en el que los accesos a la información son imposibles de frenar. Ni prohibiendo aplicaciones ni creando sus propias redes sociales, como se pretende con su Facebook, etc. podrá conseguirlo.
El papel de los medios internacionales es importante desde el momento en el que los medios locales se encuentran cercados con la estructura diseñada por el régimen de al-Sisi, cuya mentalidad militar no se ha visto modificada por quitarse el uniforme. Egipto es visto como un espacio militarizado en el que solo se debe escuchar una voz. La pretensión es ingenua, pero lo es más pensar que el favor internacional se va a recuperar con el silencio impuesto y la represión social, que se ha ampliado cada vez a más grupos de riesgo político. La situación no solo es poco inteligente sino poco favorecedora. Solo trae condenas y los aplausos son pocos, pese a ir por delante siempre con el papel esencial de Egipto contra el terrorismo internacional. Ese es el argumento, pero a nadie se le escapa que los países lo falaz del argumento. Por protestar por las subidas de los precios ya caes dentro de la acusación de ser miembro de la Hermandad, como ocurrió con las protestas por las subidas del Metro de El Cairo.
Algún corresponsal español en Egipto fue advertido tiempo atrás, de que era mejor que regresara y otros que tenía sede en El Cairo, informa desde la periferia. Lo ocurrido con Giulio Regeni debe pesar en el ánimo de algunos. Además de su tesis doctoral, Regeni escribía artículos sobre la situación egipcia para el diario italiano Il Manifesto. Su cuerpo apareció, tras las presiones de Italia, torturado.


Han sido puestos en la frontera algunos periodistas y a otros no se les ha dejado entrar. La campaña electoral para la presidencia se hizo bajo la amenaza de monitorear la información de cada periodista en sus países para comprobar si informaban "profesionalmente" o no. Al director de un medio nacional —como comentamos en su momento— le costó el puesto un titular de portada señalando que se presionaba a la gente para ir a votar para evitar la abstención. Nada más cierto, pues la Junta Electoral amenazó con multas importantes a los que no fueran a votar tras ver los resultados de la primera jornada. También eso esa expandir falsas noticias o difamación.
Recordemos los "21.000 rumores" solo en un trimestre, la cifra dada por el presidente hace unos días para justificar la situación egipcia. Esos rumores son propagados, claro está, por los medios falaces y los conspiradores. Así crece el egipcio, con la creencia de que todo es una conjura contra ellos, una conspiración que abarca todo el planeta y todos los siglos, pasado, presente y un futuro que depende de respaldar al régimen salvador de sus enemigos.
El artículo de Heba Hafify en Mada Masr se cierra con la constatación de la futilidad de la idea rectora:

Ultimately, however, while foreign journalists’ work has been hampered by new restrictions, intimidation, and continuous vilification by both state and private media institutions, the government’s efforts to control the narrative presented to foreign audiences have largely backfired. The media crackdown has become a big story in and of itself and is commonly cited, both by international media organizations and human rights advocacy groups, as a glaring example of the regime’s repressive and undemocratic ways.*

Se cosecha precisamente aquello que se trata de evitar. Pese a ello, creo que gran parte del esfuerzo está destinado al control del interior, a aislar a los egipcios que no creen que este sea el camino. El régimen exhibe músculo porque no tiene más salida una vez que se ha comenzado este camino. No se trata de la verdad o de la mentira, sino del poder de imponer el discurso y la narrativa inherente.


Tampoco debe descartase el móvil de la "eficacia".  Los desvelos de los funcionarios encargados del control y la censura son formas de promocionarse ellos mismos ante los ojos superiores. Hacer méritos es un móvil importante en un régimen que paga a los fieles y persigue a los críticos. Si todo se hace en nombre del "patriotismo", mejor. Esto llevaría al exceso constante pues cada cierre, bloqueo o detención serviría como forma de promoción interna.
Frente a ellos, están todos aquellos buenos periodistas egipcios que siguen con el arriesgado empeño de tratar de decir lo que ven y piensan. Los medios independientes están permanentemente expuestos a las arbitrariedades de las instituciones, que les acusan de difamación a las primeras de cambio. Como veíamos ayer en palabras del editor de Al-Borsa, "no toda crítica o disidencia son el mal".  Dicen en Mad Masr que los periodistas que se quedan en Egipto para informar lo deben hacer por su gran amor a la "historia". El riesgo que corren es grande y los obstáculos a su trabajo incontables.
La idea de ponerle puertas al campo de la información solo es posible como ceguera. Egipto, como cualquier país que sufra el acoso terrorista, tiene el respaldo y la solidaridad de la comunidad internacional. Pero no es esto lo que hay sobre la mesa, sino el uso del "terrorismo" como excusa para deshacerse de toda oposición.


* Heba Afify "Permits, penalties and paranoia. Foreign media under Rashwan's State Information Service" Mada Masr 26/07/2018 https://www.madamasr.com/en/2018/07/26/feature/politics/permits-penalties-and-paranoia/

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