domingo, 22 de julio de 2018

Bote, no gracias o a cada uno lo suyo


Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Poco provecho parece haberles sacado Pablo Casado a su acelerada carrera de Derecho si su propuesta fuerte es la de regalar 50 diputados como "bono" al que gane las elecciones. Según el nuevo presidente del PP, esto llevaría  a no tener que depender de los nacionalistas o que ocurrieran cosas como las que les han pasado en la legislatura interrupta, que se puedan ir del poder por tener un gobierno en minoría.
El diario El País ha pillado a unos cuantos profesores y catedráticos disponibles en vacaciones y les ha preguntado por la propuesta de Casado. La respuesta de todos parece ser una fórmula prudente pero constante: "serias dudas". Esto de que ganar las elecciones tenga "premio" no les parece razonable a ellos, los expertos en este campo. Visto desde fuera no es más que un despropósito que demuestra que ha llegado una cabeza brillante para resolver los problemas del PP.
Las euforias de los congresos políticos suelen estar hechas para la galería. Entre ellos —de cualquier partido— se abrazan, emocionan y palmean. Recargan las esperanzas y lanzan lejos de sí las frustraciones. Este no da la impresión de que se haya recompuesto nada más que las promesas.
La propuesta en sí muestra lo difícil que es aprender en la política, especialmente cuando es tan embarullada como es la nuestra, tan de puñalada trapera y tan a cara de perro.

No sé si es cosa nuestra de siempre o ha surgido con esta política espectáculo que obliga a salir de ronda a los partidos los fines de semana. No son propuestas lo que hacen; son arengas con soluciones absurdas como la propuesta por Pablo Casado.
Ese quien gana se lleva el bote, como es la esencia de la propuesta, es la negación de la democracia. Precisamente la democracia es el arte de entenderse con lo que hay, con lo que el pueblo ha repartido en las urnas. Podrán gustarnos más o menos a cada uno los resultados, pero lo que no se puede hacer es tergiversarlos con ese "bote" para el ganador.
Nuestro problema principal es la distorsión que los políticos están haciendo de la realidad social. Ahora mismo tenemos un gobierno en el aire, que llegó al poder mediante una moción de censura "destructiva" (pese a las apariencias). Tiene menos diputados que el gobierno anterior. Su misión era eliminar al gobierno de Mariano Rajoy, un señor que es ya registrador de la propiedad en Santa Pola. Tenemos unos acuerdos entre los derrocadores que son papel mojado porque hay por medio propuestas imposibles que afectan al estado sin tener ninguno la fuerza para ello. Tenemos un gobierno provisional que hace planes a larguísimo plazo sin saber cómo lo van a sostener.
Y entonces llegó Casado con la invención de la estabilidad. Mientras nos quejamos de cosas como las que se están haciendo en Polonia con el poder judicial o en Hungría, el señor Casado propone una medida que daría mayorías absolutas a quien no las tuviera. Así se gobierna tranquilo, nos viene a decir.
Pero para gobernar con tranquilidad ya se inventó el modo: hacerlo bien y que te vuelvan a votar. Lo perverso de la propuesta del bote es que está hecho para no tener que hablar, para no tener que poner el diálogo sobre la mesa en ningún momento. Y eso es terrible... y tremendamente tonto. Los profesionales del Derecho han dicho tener "serias dudas". Han sido muy educados.
El País recoge así la propuesta:

En su primer discurso como presidente del PP, Pablo Casado ha marcado este sábado entre sus prioridades una reforma de la ley electoral para establecer un bonus de 50 diputados para el partido ganador de los comicios generales. Y ha propuesto hacerlo "sin modificación" de la Constitución: "Ya que tenemos otros 50 escaños que se pueden plantear hasta los 400", ha especificado el nuevo líder de la formación conservadora, que ha admitido que lanza esta idea con el objetivo de "no depender de bisagras nacionalistas, ni de cualquier otro partido que luego socave nuestros intereses electorales, como ha pasado en la última legislatura". Pero esta propuesta, según cinco constitucionalistas consultados por EL PAÍS, plantea "serias dudas" e incluso la consideran contraria a la Ley de leyes.*


Es una pena que la necesaria renovación del Partido Popular se haya quedado en esta propuesta: gobernar sin molestias. Es el deseo de cualquier amante del poder antes que de ofrecer soluciones.
Esto implica que el Partido Popular no ha entendido nada de cómo funciona la política ni de cuál deben ser sus fines. Es un mal general en este país. Es la pérdida de apoyo electoral el inicio de sus males, no el reparto de escaños. Casado confunde el efecto con las causas. Lo que ha sacado al Partido Popular del gobierno es: a) su incapacidad de acabar con los escándalos de corrupción; y b) la incapacidad de convertir en mejoras reales para la población las mejoras de los grandes números. Es más, el Partido Popular ha usado lo segundo para defenderse de lo primero. Es decir, la corrupción en el partido se trataba de compensar con las cifras de las mejoras económicas. Pero estas mejoras económicas se han vuelto contra él al no llegar de forma real a la gente transformada en el gran problema que arrastramos, la precariedad del empleo. Esto ha sido demoledor entre los jóvenes, es decir, los que son explotados de forma "natural" gracias a los beneficios dados para el empleo. Los beneficios de la recuperación de la economía han estado pésimamente distribuidos y esto ha contribuido al aumento de la desigualdad social.


El Partido sigue insistiendo en que recogió un desastre de país y lo enderezó. Pero las verdades en la política dura lo que duran los hechos. Los pobres y los ricos han aumentado. Son distintos en una cosa: cada uno tiene su voto. Cuando le va mal a muchos o ve que a otros les va mejor. Las explicaciones teóricas dejan de funcionar y se vota de otra manera.
Es cierto que no le han ayudado mucho desde la oposición, pero eso se compensa gobernando mejor y para todos. El chantaje de la recuperación económica no podía seguir exhibiéndose ante las reclamaciones sociales y sindicales. Y es esto lo que ha dejado de funcionar y lo ha hecho por la vía de la corrupción, de la que no han podido o sabido librarse. Es cierto que los casos en España son eternos y producen un efecto redundante, pero están ahí.
Muchas veces hemos insistido en la necesidad de un gran pacto de Estado para acabar con la corrupción. Ni unos ni otros han querido y la primera víctima ha sido el Partido Popular, metido en escándalos en comunidades, en las llamadas tramas, además de la cuestión de su financiación oscura. Mariano Rajoy y su a mí que me registren no han sabido afrontar lo que era una enorme crisis política y de credibilidad en un partido histórico.
Ahora Casado llega entre titulares, unos que realzan que es el heredero de Aznar otros que Franco metió a su abuelo en la cárcel. No sé qué quieren decir ambos titulares. No creo que eso le importe a nadie. Lo importante es que este país necesita ideas que se puedan llamar "útiles" para el bien de todos. ¿Es tan difícil? Hace falta menos retórica y demagogia y pensar en resolver los problemas reales con soluciones reales.
La solución de Casado no es una solución; es una excusa que justifica en la debilidad parlamentaria la salida del gobierno. Por más que el método haya sido discutible y demasiado oscurantista, la solución Casado no deja de ser una violación de la representatividad de las urnas mediante un bote para el que gana. La democracia no funciona así. Eso no hace más que establecer un mecanismo artificial de otorgar diputados a quien no tiene votos y quitar poder a los votos de los que tienen menos diputados.
No sé si el Partido Popular se toma en serio esa propuesta o es simplemente fuego de artificio para el final de su congreso de renovación. Pero lo que tiene que ver con la representatividad en el congreso nos afecta a todos porque es la base de la democracia.

Corremos el riesgo de que lo que no había ocurrido en España, la radicalización populista de derechas, sea el camino elegido por el nuevo Partido Popular, que se comience haciendo demagogia ahora que se está en la oposición. El populismo de derechas que se está viendo en Europa no es el ejemplo más adecuado para ofrecerlo como renovación. Puede que le sirva para mantener un electorado más radical, pero no hará más que dejar el centro limpio para Ciudadanos y PSOE.
Asegurarse un "+5" para no tener que negociar o para que no te quiten la silla es una pretensión que tiene poco de democrática en un sentido profundo: la política es gobernar para todos, lo que implica ser abierto. Esto es un portazo.
Sin el gobierno, Pablo Casado se convierte en la cabeza visible del PP. Comienza una etapa para la que no sabemos si están mentalizados o si siguen pensando fuera del espacio y el tiempo. Las alegrías que normalmente se permite uno en la oposición son en este caso muy delicadas, especialmente porque están ocupando el espacio que durante décadas ocupaban en solitario.
Quizá Pablo Casado no solo haya llegado con malas ideas, sino demasiado tarde.


* "“Serias dudas” constitucionales sobre la primera reforma planteada por Casado" El País 21/07/2018  https://elpais.com/politica/2018/07/21/actualidad/1532183430_053878.html

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