Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Poco
provecho parece haberles sacado Pablo Casado a su acelerada carrera de Derecho
si su propuesta fuerte es la de regalar 50 diputados como "bono" al
que gane las elecciones. Según el nuevo presidente del PP, esto llevaría a no tener que depender de los nacionalistas
o que ocurrieran cosas como las que les han pasado en la legislatura interrupta,
que se puedan ir del poder por tener un gobierno en minoría.
El
diario El País ha pillado a unos cuantos profesores y catedráticos disponibles
en vacaciones y les ha preguntado por la propuesta de Casado. La respuesta de
todos parece ser una fórmula prudente pero constante: "serias dudas".
Esto de que ganar las elecciones tenga "premio" no les parece
razonable a ellos, los expertos en este campo. Visto desde fuera no es más que
un despropósito que demuestra que ha llegado una cabeza brillante para resolver
los problemas del PP.
Las
euforias de los congresos políticos suelen estar hechas para la galería. Entre
ellos —de cualquier partido— se abrazan, emocionan y palmean. Recargan las
esperanzas y lanzan lejos de sí las frustraciones. Este no da la impresión de
que se haya recompuesto nada más que las promesas.
La
propuesta en sí muestra lo difícil que es aprender en la política, especialmente
cuando es tan embarullada como es la nuestra, tan de puñalada trapera y tan a
cara de perro.
No sé
si es cosa nuestra de siempre o ha surgido con esta política espectáculo que
obliga a salir de ronda a los partidos los fines de semana. No son propuestas
lo que hacen; son arengas con soluciones absurdas como la propuesta por Pablo Casado.
Ese quien gana se lleva el bote, como es la esencia de la propuesta, es la negación de la democracia.
Precisamente la democracia es el arte de entenderse con lo que hay, con lo que
el pueblo ha repartido en las urnas. Podrán gustarnos más o menos a cada uno
los resultados, pero lo que no se puede hacer es tergiversarlos con ese
"bote" para el ganador.
Nuestro
problema principal es la distorsión que los políticos están haciendo de la
realidad social. Ahora mismo tenemos un gobierno en el aire, que llegó al poder
mediante una moción de censura "destructiva" (pese a las
apariencias). Tiene menos diputados que el gobierno anterior. Su misión era
eliminar al gobierno de Mariano Rajoy, un señor que es ya registrador de la
propiedad en Santa Pola. Tenemos unos acuerdos entre los derrocadores que son
papel mojado porque hay por medio propuestas imposibles que afectan al estado
sin tener ninguno la fuerza para ello. Tenemos un gobierno provisional que hace
planes a larguísimo plazo sin saber cómo lo van a sostener.
Y
entonces llegó Casado con la invención de la estabilidad. Mientras nos quejamos
de cosas como las que se están haciendo en Polonia con el poder judicial o en Hungría, el
señor Casado propone una medida que daría mayorías absolutas a quien no las
tuviera. Así se gobierna tranquilo, nos viene a decir.
Pero
para gobernar con tranquilidad ya se inventó el modo: hacerlo bien y que te
vuelvan a votar. Lo perverso de la propuesta del bote es que está hecho para no
tener que hablar, para no tener que poner el diálogo sobre la mesa en ningún
momento. Y eso es terrible... y tremendamente tonto. Los profesionales del
Derecho han dicho tener "serias dudas". Han sido muy educados.
El País
recoge así la propuesta:
En su primer discurso como presidente del PP,
Pablo Casado ha marcado este sábado entre sus prioridades una reforma de la ley
electoral para establecer un bonus de 50 diputados para el partido ganador de
los comicios generales. Y ha propuesto hacerlo "sin modificación" de
la Constitución: "Ya que tenemos otros 50 escaños que se pueden plantear
hasta los 400", ha especificado el nuevo líder de la formación
conservadora, que ha admitido que lanza esta idea con el objetivo de "no
depender de bisagras nacionalistas, ni de cualquier otro partido que luego
socave nuestros intereses electorales, como ha pasado en la última
legislatura". Pero esta propuesta, según cinco constitucionalistas
consultados por EL PAÍS, plantea "serias dudas" e incluso la
consideran contraria a la Ley de leyes.*
Es una
pena que la necesaria renovación del Partido Popular se haya quedado en esta
propuesta: gobernar sin molestias. Es el deseo de cualquier amante del poder
antes que de ofrecer soluciones.
Esto
implica que el Partido Popular no ha entendido nada de cómo funciona la
política ni de cuál deben ser sus fines. Es un mal general en este país. Es la
pérdida de apoyo electoral el inicio de sus males, no el reparto de escaños.
Casado confunde el efecto con las causas. Lo que ha sacado al Partido Popular
del gobierno es: a) su incapacidad de acabar con los escándalos de corrupción;
y b) la incapacidad de convertir en mejoras reales para la población las
mejoras de los grandes números. Es más, el Partido Popular ha usado lo segundo
para defenderse de lo primero. Es decir, la corrupción en el partido se trataba
de compensar con las cifras de las mejoras económicas. Pero estas mejoras
económicas se han vuelto contra él al no llegar de forma real a la gente
transformada en el gran problema que arrastramos, la precariedad del empleo.
Esto ha sido demoledor entre los jóvenes, es decir, los que son explotados de
forma "natural" gracias a los beneficios dados para el empleo. Los
beneficios de la recuperación de la economía han estado pésimamente distribuidos
y esto ha contribuido al aumento de la desigualdad social.
El
Partido sigue insistiendo en que recogió un desastre de país y lo enderezó.
Pero las verdades en la política dura lo que duran los hechos. Los pobres y los
ricos han aumentado. Son distintos en una cosa: cada uno tiene su voto. Cuando
le va mal a muchos o ve que a otros les va mejor. Las explicaciones teóricas
dejan de funcionar y se vota de otra manera.
Es
cierto que no le han ayudado mucho desde la oposición, pero eso se compensa
gobernando mejor y para todos. El chantaje de la recuperación económica no
podía seguir exhibiéndose ante las reclamaciones sociales y sindicales. Y es
esto lo que ha dejado de funcionar y lo ha hecho por la vía de la corrupción,
de la que no han podido o sabido librarse. Es cierto que los casos en España
son eternos y producen un efecto redundante, pero están ahí.
Muchas
veces hemos insistido en la necesidad de un gran pacto de Estado para acabar con
la corrupción. Ni unos ni otros han querido y la primera víctima ha sido el
Partido Popular, metido en escándalos en comunidades, en las llamadas tramas,
además de la cuestión de su financiación oscura. Mariano Rajoy y su a mí que me registren no han sabido afrontar lo que era una enorme crisis política y de
credibilidad en un partido histórico.
Ahora Casado llega entre titulares, unos que realzan que es el heredero de Aznar otros que Franco metió a su abuelo en la cárcel. No sé qué quieren decir ambos titulares. No creo que eso le importe a nadie. Lo importante es que este país necesita ideas que se puedan llamar "útiles" para el bien de todos. ¿Es tan difícil? Hace falta menos retórica y demagogia y pensar en resolver los problemas reales con soluciones reales.
La
solución de Casado no es una solución; es una excusa que justifica en la
debilidad parlamentaria la salida del gobierno. Por más que el método haya sido
discutible y demasiado oscurantista, la solución Casado no deja de ser una
violación de la representatividad de las urnas mediante un bote para el que
gana. La democracia no funciona así. Eso no hace más que establecer un
mecanismo artificial de otorgar diputados a quien no tiene votos y quitar poder
a los votos de los que tienen menos diputados.
No sé
si el Partido Popular se toma en serio esa propuesta o es simplemente fuego de
artificio para el final de su congreso de renovación. Pero lo que tiene que ver
con la representatividad en el congreso nos afecta a todos porque es la base de
la democracia.
Corremos
el riesgo de que lo que no había ocurrido en España, la radicalización
populista de derechas, sea el camino elegido por el nuevo Partido Popular, que
se comience haciendo demagogia ahora que se está en la oposición. El populismo
de derechas que se está viendo en Europa no es el ejemplo más adecuado para
ofrecerlo como renovación. Puede que le sirva para mantener un electorado más
radical, pero no hará más que dejar el centro limpio para Ciudadanos y PSOE.
Asegurarse
un "+5" para no tener que negociar o para que no te quiten la silla
es una pretensión que tiene poco de democrática en un sentido profundo: la política
es gobernar para todos, lo que implica ser abierto. Esto es un portazo.
Sin el
gobierno, Pablo Casado se convierte en la cabeza visible del PP. Comienza una
etapa para la que no sabemos si están mentalizados o si siguen pensando fuera
del espacio y el tiempo. Las alegrías que normalmente se permite uno en la
oposición son en este caso muy delicadas, especialmente porque están ocupando
el espacio que durante décadas ocupaban en solitario.
Quizá Pablo Casado no
solo haya llegado con malas ideas, sino demasiado tarde.
* "“Serias dudas” constitucionales sobre
la primera reforma planteada por Casado" El País 21/07/2018
https://elpais.com/politica/2018/07/21/actualidad/1532183430_053878.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.