Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Hoy es
un día triste. Lo es por muchas causas y ocurra lo que ocurra —se está
intentando abrir los lugares de votación en estas primeras horas de la mañana—
supone un profundo fracaso para la convivencia y el futuro. Es la demostración
de que lo que no se arregla cuando debe, acaba pasando factura.
Hoy es
el día en el que confluye la falta de visión política e histórica; es el día de
la manipulación en el que unos políticos tratan de lavar el hecho de haber
dividido en dos a la sociedad catalana y haber pretendido crear un abismo con
el resto de España y con la realidad del mundo, que no se inmuta ante aventuras
descabelladas.
Hoy se
manifiesta con claridad la locura de una clase política que se arropa en la
gente para tapar su necedad, sus mentiras y su inoperancia. Con la mayor
irresponsabilidad tratan de ocultar su fracaso soberanista diluyendo su
responsabilidad rodeándose cobardemente de gente a la que pretenden sacar a las
calles. Así lo han hecho muchas veces anteriormente, convirtiendo sus idas a
los juzgados en orgullosas manifestaciones, rodeados de aplausos. Pero hoy no
es un día de fiesta, sino un día complicado para el que no tienen respuesta, un
salto al vacío que puede llevara a la ruina a la sociedad catalana.
Se
trata de volver de nuevo a una casilla de salida que supone ir contra la
Historia y contra el progreso de todos. Ellos mismos que se han beneficiado de
la unidad pues a Europa fuimos todos juntos. Europa ha sido muy clara, como lo
han sido todos los países cuyos dirigentes se han manifestado al respecto.
Los
riesgos de hoy son los de la paz ciudadana, los de la fractura social e
institucional. La desobediencia institucional lleva a un peligroso punto en el
que esas instituciones en su conjunto se encuentran defendiendo una ilegalidad
y provocando una situación de conflicto. Los dirigentes catalanes que se han
puesto al frente de lo ilegal se han situado ellos mismos en la ilegalidad,
poniendo en peligro el sistema. Hasta ahí ha llegado su irresponsabilidad.
La
buena organización del separatismo ha llevado su activismo más allá de la
cuestión catalana, que no es más que una versión débil del imperialismo: la
aspiración a los "países catalanes". Los focos están plantados desde
hace mucho tiempo. La creencia en que no se podría llegar hasta este punto
debería servir de lección: se ha llegado. La mayoría de la sociedad catalana no
está por la aventura secesionista, pero estas cosas no son solo cuestión de
números, sino de oportunidad.
El
momento elegido es la legislatura con menor poder del partido gubernamental y
de mayor debilidad en la oposición —atrapada entre la crisis de liderazgo y la
presión por su izquierda del populismo callejero antinacional y antieuropeo—.
Igualmente, la debilidad de los partidos tradicionales catalanes ha hecho que
está presos de grupos independentistas, de antisistema y de presión callejera.
El
momento elegido es también el de la revancha de una clase política catalana
acorralada por la corrupción y cuya venganza es esta, la demolición del estado
de derecho para poder seguir con sus andanzas.
Las
noticias de problemas se van acumulando ante la desidia de unos y los deseos de
crear conflictos por parte de otros. El nacionalismo callejero secesionista
necesita, como es propio de todo nacionalismo, las víctimas con las que
convertir el 1 de octubre en punto de partida de los nuevos mitos.
Será un
largo día, un día nefasto porque no tiene salida. Un día de rencor que es lo
que se iba buscando, abrir una sima profunda entre Cataluña y el resto de
España convirtiendo la vida en común en un conflicto diario y reivindicativo.
Los nacionalistas buscan lo que no han conseguido pese a inversiones multimillonarias:
protagonismo extranjero, comprometer a España internacionalmente.
Pueden
estar tranquilos, cuentan con el apoyo de Maduro, la escocesa Nicola Sturgeon (que ha enviado un tuit preocupada por lo que ve, lo que nos pasa a todos) y Vladimir Putin, cuyas "brigadas
internacionales" informáticas han funcionando dando la cobertura. ¿Piensa
la burguesía catalana que puede sobrevivir a una confluencia como esta? ¿Creen
que el poder de los antisistema se va a disolver tras estos días de
demostración de fuerza? La principal víctima va a ser una sociedad que va a ver
reducidas sus expectativas.
La
entrada en Europa debía haber hecho dejar atrás todas estas aventuras que
acumulan odio y habernos centrado en una unidad proyectada hacia la Unión. Pero
el ansia de protagonismo del nacionalismo secesionista logró la cantidad
necesaria de autosugestión para lanzarse a una aventura sin respaldo, respuesta
a la pérdida de influencia.
El otro
día tuve ocasión en encontrarme con uno de tantos momentos en que la democracia
española ha permitido expresar las intenciones e ideas de los nacionalistas. Se trataba
del nacionalista vasco Anasagasti, otro de los que han vivido muy bien en
España jugando contra ella. Ante la pregunta de qué querían, le respondió al
periodista: «Mire, se lo voy a explicar como me lo explicó a mí
un profesor de Derecho. El estado nacional es como una manzana; tiene su piel y
todo es compacto; el estado federal, en cambio, es como una naranja, bajo una
sola piel están los diferentes gajos iguales; nosotros queremos un estado
confederal que es como un ramo de uvas.» Hay que ser poco avispado para no
darse cuenta que lo que piden es la desaparición de España, la piel que cubre
tanto la manzana como naranja.
El propio Anasagati lo tiene recogido en su blog personal con el título y nos
Ante el intenso debate catalán, la respuesta
del Partido Socialista en boca de su secretario general Alfredo Pérez Rubalcaba
ha sido la de plantear un estado federal, sin explicar en qué consiste el
mismo. Si lo que propone se trata de un estado centralista y centralizado
podría ser una manzana, un estado federal sería una naranja.
Todos los gajos iguales rodeados de una
gruesa piel que lo cubre todo. Esta corteza sería el estado y los gajos las
distintas comunidades. No sé en que se diferenciaría del actual estado
autonómico uniformizado por el espíritu de la Loapa, y con todas las autonomías
consideradas ya comunidades históricas con parlamentos, televisiones y competencias
en educación, justicia, acción social y búsqueda casi todas de una apuesta
arquitectónica tipo Guggenheim. ¿Resultado?. Lo que se vive en la actualidad.
Un estado inviable. Ese ha sido el resultado del ''café para todos”. Y a
nosotros que nos registren. Los culpables del desaguisado, que respondan.
Lean con detenimniento: el pronblema de españa es que somos iguales. Ellos quieren ser distintos, superiores. No les vale, como dice el "café para todos". El nacionalismo vive la más absurda de las fantasías, la de los "pueblos" y la desigualdad, la superioridad, de unos sobre otros. Desconocen o quieren desconocer los principios fundamentales de igualdad. Su problema no es lo que tienen, sino que todos tienen lo mismo que ellos, lo que les provoca una especie de alergia. Es lo que ha justificado durante años el mal trato y el desprecio que muchos han padecido. Los nacionalistas quieren privilegios; necesitan una España pobre y desigual para seguir viviendo sus mitos fundacionales: la del libro y la rosa frente a los incultos taurinos; la del trabajador incansable frente a los vagos del sur, la del honesto comerciante frente a los ladrones e incumplidores. Y eso lo han llevado a las instituciones y a la educación.
No tuvieron bastante con nuestro modelo autonómico o
federal, que nos obligó a dividirnos para su satisfacción secesionista; necesitan
que España desaparezca, que España sea una uva más, como la suya, a ser posible
pequeñita y seca. El modelo de unos y otros secesionistas es una quimera a la que España no
se va a plegar. Es una fantasía vengativa y rencorosa que se revuelve contra los millones
de catalanes que están a gusto en el marco del Estatuto, que es el que ellos
mismos votaron y ahora se encuentra en el aire por la osadía de
unos cuantos.
Su propia autonomía la han aprovechado no para
trabajar por Cataluña sino para trabajar contra España, sembrando el odio e
inventando una historia y una realidad que causan sonrojo. Y de eso no
se come. Al señor Romeva le han sacado los colores en la entrevista francesa.
No ha conseguido convencer a nadie y sí, en cambio, le han pillado las mentiras.
Francia sabe que no puede ser indiferente a lo que pueda ocurrir. Tampoco
Europa. Al Brexit le siguen ahora los intentos de desmebración que buscan, externamente, deshacer la Unión. Europa paga su éxito; España, también.
Será un largo día en el que, al contrario de lo que
algunos pregonan ufanos, todo el mundo ha perdido: legalidad, credibilidad y
razón. El gobierno catalán ha logrado estar en boca de todos internacionalmente.
¡Por fin! Pero lo ha hecho en un sentido negativo que les pasará factura. La
Historia nos muestra que nunca se puede partir de cero.
La teoría enunciada por Anasagasti es la misma que vemos hoy. Se trata del derecho de los nacionalistas a decirdir —como bien expresan sus palabras— sobre el resto, sobre qué derechos deben tener y de la solidaridad entre regiones. Lo que se admite en Europa, la reducción de desigualdades, es lo contrario de la doctrina secesionista. Mañana las uvas no es una ficción; es un deseo, un deseo malsano y destructivo.
Hoy suenan los cláxones bajo mi ventana reclamando
en las calles unidad. Como ayer, pedimos inteligencia. La ley garantiza el estado de derecho. Y la ley se llama Constitución Española, que es válida más allá de las opiniones de los que no la reconocen.
* Iñaki Anasagasti "Elija usted entre una manzana, una naranja o un racimo de uvas" 10/03/2012 http://ianasagasti.blogs.com/mi_blog/2012/10/elija-usted-entre-una-manzana-una-naranja-o-un-racimo-de-uvas.html
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