Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
En un
sentido opuesto, tiene razón Carmen Forcadell: "Europa ya no puede mirar a
otro lado". Y no va a hacerlo. Lo peor para ella es que no va a hacerlo
como a ella le gustaría. El catalanismo secesionista, por el contrario, ha sido
considerado como un ataque a la Unión Europea por todos aquellos que se han
manifestado desde las instituciones comunitarias y desde los gobiernos de los
países. Tanto han tirado de la cuerda y con tan poca inteligencia que al final
han hundido sin remedio lo que llevaban décadas tramando y trabajando desde el
poder. Efectivamente, Europa no puede dejar de ver lo que el secesionismo
pretende en su alocada falta de sentido común, de la Historia europea y,
especialmente, su odio a lo que España representa en su mentalidad.
La
señora Forcadell ha dicho sus palabras tras considerar a los llamados "los
Jordis" como "presos políticos". Un intento muy triste y que
deja en evidencia de nuevo las estrategias de la "pena universal".
Esos patéticos manifestantes con sus carteles de "Help!" resultarían
cómicos de no ser por la seriedad de la situación.
Las
cartas mismas de Puigdemont son un monumento ridículo a la falsedad, cuyas falacias
son desmontadas una a una pocos minutos después de hacerse públicas. Con estos
personajes, Cataluña no se desconecta de España, sino de la realidad, de la
Historia y de Europa.
No solo
es que estén errados en sus juicios, sino que tratan de convencer a otros de
que lo que tienen ante sus ojos es otra cosa. Y TV3 no llega a todas partes,
algo que se pierde el resto del mundo. El adoctrinamiento escolar y televisivo
afecta a los que han crecido en este entorno cautivo, pero no más allá.
Intentar
convencer al mundo de que son un país oprimido no solo es retorcer mucho la
realidad sino convertirla en un chiste grueso. El Diario recoge las
afirmaciones de Forcadell en el Frankfurter Allgemeine Zeitung:
"¿Cuánto tiempo esperarán las instituciones
europeas ante la flagrante violación de los derechos fundamentales en uno de
los Estados miembros de la Unión Europea?", se pregunta.
Asegura que el presidente de la ANC, Jordi Sánchez,
y el de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart, son "presos políticos", y
defiende que se trata de una situación intolerable que no se puede seguir
defendiendo como un asunto interno de España.
Forcadell también se refiere a las cargas
policiales contra el referéndum del 1 de octubre como la "culminación de
una espiral de opresión por parte del Estado español" que hace años que
dura.*
Penoso
y ridículo. Bastaría para ir a la hemeroteca para acumular testimonios de lo
contrario. Intentar convertir a los "Jordis" en "presos
políticos" es, como muchos han señalado, un insulto a los presos políticos
que de verdad padecen esta situación. La felicidad con la que saludaban y
levantaban pulgares no hace temer por su vida. Están donde están por las mismas
decisiones que dejaron libre a Trapero, el Mayor de los Mozos. La desobediencia
y la obstrucción a la ley son delitos. Para ellos no, porque no reconocen la
"autoridad española", pero ahí se ve su pérdida de realidad.
El
catalanismo separatista no ha podido superar que España entrara entera en la
Unión Europea. Su sueño de una Cataluña independiente vetando la entrada de
España en la Unión no se pudo producir, En décadas ellos fijaban la diferencia
en el aspecto de la democracia: ellos eran "demócratas" y los demás
eran "fascistas". Y así les hubiera gustado que siguiera porque
tendrían el escenario perfecto para su entrada solitaria.
Por
ello, todos sus intentos pasan por presentarse como "demócratas",
"dialogantes" y "europeos". Enfrente proponen una imagen
solanesca de "fascistas", "dogmáticos" y
"retrógrados". Afortunadamente, la gran mayoría de voces europeas y
así lo manifiestan respaldan la Constitución que nos dimos, la democracia que
hemos construido entre todos, el estado de derecho que ha permitido que los
secesionistas, por ejemplo, lleguen al poder. Pero estar en el poder sigue
exigiendo cumplir las leyes que te han llevado hasta allí. Y es lo que no
quieren.
Sigo
pensando que el nacionalismo secesionista ha buscado una huida hacia adelante porque
ha pensado que ha tocado techo, una vez que en las últimas elecciones no
lograron obtener una mayoría social de más del 50%, solo un 47'7%. Solo los
acuerdos electorales les dio la mayoría en el parlamento. Los intentos de
fundamentar la decisión secesionista en un referéndum ilegal y manipulado, del
que cada día salen noticias más raras, y en el que no salen las cuentas, pero
tomado por el gobierno catalán como un mandato divino que el parlamento
aceptará para declarar "otra vez" la independencia son ridículos a
los ojos de cualquiera. El temor de los tradicionalistas de secesionismo a que
les desborden por la izquierda antisistema es real.
Carmen
Forcadell pide a Europa que mire a Cataluña, pero ¿mira Cataluña a Europa? Si
lo hiciera se daría cuenta del profundo rechazo al proyecto secesionista. El
diario El País publica un artículo de Joschka Fischer, el que fuera ministro de
Exteriores del gobierno alemán, con el título "Atacar a Europa desde
dentro", desde el cual ya se nos ofrece el cambio profundo de percepción.
Se conecta el desafío secesionista catalán con el Brexit, como un desafío a la
Unión en su conjunto. Se habla del Brexit como de un retroceso al siglo XIX. Tras
esta introducción de los desafíos europeos se entra en la consideración de
España y de lo que ocurre en ella:
En España, el Gobierno de la comunidad
autónoma de Cataluña ahora pide soberanía también, aunque el actual Ejecutivo
nacional no está enjuiciando, encarcelando, torturando ni ejecutando al pueblo
catalán, como lo hiciera la dictadura del generalísimo Francisco Franco. España
es una democracia estable y miembro de la Unión Europea, la eurozona y la OTAN.
Durante décadas ha mantenido el Estado de derecho de acuerdo con una
Constitución democrática negociada por todas las partes y regiones, incluida
Cataluña.
El 1 de octubre, el Gobierno catalán celebró
un referéndum de independencia en el que participó menos de la mitad (algunas
estimaciones señalan que un tercio) de la población de esta comunidad. Según
los estándares de la UE y la Organización para la Seguridad y Cooperación en
Europa, la votación jamás habría podido aceptarse como “justa y libre”. Además
de ser ilegal según la Constitución española, el referéndum ni siquiera contó
con un padrón de votantes para determinar quién tenía derecho a votar.
El referéndum “alternativo” catalán causó
medidas drásticas del Gobierno del primer ministro español Mariano Rajoy, que
intervino para cerrar mesas electorales y evitar que la gente votara. Fue una
tontería política mayúscula, porque las imágenes de la policía reprimiendo con
porras a manifestantes catalanes desarmados otorgó una engañosa legitimidad a
los secesionistas. Ninguna democracia puede ganar en este tipo de conflicto. Y
en el caso de España la represión conjuró imágenes de la Guerra Civil de
1936-1939, su más profundo trauma histórico hasta la fecha.**
Que la
encerrona (con los Mozos en retirada) del 1 de octubre se acabe calificando de
"engañosa legitimidad" ya es una advertencia de que la "pena
universal" de la mañana y las declaraciones emocionadas del presidente
Puigdemont diciendo que "Cataluña se había ganado el respeto de Europa",
son una clara muestra de que se vio rápidamente el burdo juego, la estrategia
infantiloide del movimiento secesionista. La "engañosa legitimidad de los
secesionistas" es una expresión lo bastante clara como para establecer
dónde está la legitimidad real, en la Constitución y en quienes la respetan.
Pero
los argumentos de Fischer van más allá:
Si Cataluña lograra la independencia, tendría
que encontrar un camino hacia adelante sin España ni la UE. Con el apoyo de
muchos otros Estados miembros preocupados por sus propios movimientos
secesionistas, España bloquearía cualquier apuesta catalana por ser miembro de
la eurozona o la UE. Y sin ser parte del mercado único europeo, Cataluña se
enfrentaría a la oscura perspectiva de pasar rápidamente de ser un motor
económico a un país pobre y aislado.
Además, la independencia de Cataluña
plantearía un problema fundamental para Europa. Para comenzar, nadie quiere
repetir una ruptura como la de Yugoslavia, por obvias razones. Pero, más
concretamente, la UE no puede permitir la desintegración de sus Estados
miembros, porque estos componen los cimientos mismos sobre los que está
formada.
La UE es una asociación de naciones-Estado,
no de regiones. Si bien estas pueden desempeñar un papel importante no pueden
participar como alternativa a los Estados. Si Cataluña sentara un precedente de
secesión, estimulando a otras regiones a imitarla, la UE entraría en una
profunda crisis existencial. De hecho, se puede decir que en el caso de
Cataluña hoy se juega nada menos que el futuro de la Unión Europea.
Más aún, el propósito original de la UE fue
superar las deficiencias de las naciones-Estado mediante la integración, lo
opuesto a la secesión. Se diseñó para trascender el sistema de Estados que tan
desastroso demostró ser en la primera mitad del siglo XX.**
¿No es
claro el argumento? Como el cristal. Lo que ocurre es que desmonta todas las
falsedades sobre las que se ha construido el nacionalismo y el secesionismo. El
problema real del catalanismo secesionista es su profundo anacronismo, como
ideología surgida en el siglo XIX, romántica, uniendo lengua y tierra, sangre y
sentimentalismo. Existen grandes trabajos fuera de España desmantelando las
falacias románticas del nacionalismo de todos los colores. Pero se lee poco y
lo poco que se lee es para reafirmar lo propio. La fuerza del nacionalismo
secesionista es la fuerza de la exclusividad de mentiras y falacias sin
posibilidad de contestación en un mundo adoctrinado. No conozco el caso de
ningún español que se haya tenido que refugiar en Cataluña; pero todos
conocemos catalanes a los que el nacionalismo ha hecho irse de Cataluña
haciéndoles la vida imposible, acosándolos, impidiéndoles trabajar en cuanto
que denunciaban el pensamiento único. Esos sí son, señora Forcadell, exiliados
políticos. Los "Jordis" son los privilegiados de su régimen, los
favorecidos por las instituciones públicas que fomentaban la expulsión de
muchas voces discrepantes.
El
nacionalismo marrullero volverá a rasgarse las vestiduras después de que la ley
tenga que intervenir ante la desobediencia. Un parlamento en rebeldía queda
fuera de la legalidad y, por utilizar la expresión de Joschka Fischer, en una
"engañosa legitimidad".
Pero no
hay que engañarse. Al igual que hay una parte del catalanismo secesionista que
cree en la integración europea, están los sectores antieuropeísta cuyo interés
es precisamente el contrario. Ese escenario caótico y destructivo para Europa
es una feliz imagen para los grupos antisistema que han trabajado día a día en
favor de su debilitamiento. Para ellos, la aspiración europea es ridícula
porque Europa son bancos y empresas que reprimen a los pueblos. La descripción
de la república catalana hecha por la diputada de la CUP, Ana Gabriel, era lo
bastante clara como para ver que no había sentido europeista ni de la realidad,
sino más bien una "república okupa". Hay que elegir los compañeros de
viaje, porque hoy son estos grupos a los que temen y los que les controlan. Los
tienen de "fuerza de choque", pero no es la primera vez que el perro
muerde al amo. Igualmente, el único apoyo que han logrado es el de un patético
Pablo Iglesias empeñado en robar votos al PSOE, con una teatralidad creciente y
asombrosa. Sí, también Iglesias ha conseguido su puesto en el reparto del
disparate, un papelito oscuro y monótono.
Teniendo
la ley, la razón y el apoyo internacional en las manos, es importante atender
las palabras de Fischer y no cometer errores que puedan ser aprovechados, tener
cuidado con las zancadillas y los quejumbrosos. No se deben cometer errores
políticos porque no hay margen de rectificación. Y uno de ellos sería no poner en su sitio a los intentos de la extrema derecha, arrinconada desde hace tiempo, por capitalizar una situación como esta creando más tensión en la calle. No solo Pablo Iglesias pretende sacar tajada.
Carmen Forcadell
pide a Europa que mire a Cataluña.
Creo que es Forcadell la que no está entendiendo o no quiere hacerlo el nítido
mensaje que Europa le está mandando todos los días. El texto de Fischer, lo
dicho por Juncker, Tusk, Macron, Merkel, etc. hacen ver que es el secesionismo lo que amenaza a la
Unión Europea.
¿Más
claro?
¨"Forcadell
reclama la intervención de la UE: "Europa ya no puede mirar hacia otro
lado"" El Diario 19/10/2017
http://www.eldiario.es/politica/Forcadell-reclama-intervencion-UE-Europa_0_698881173.html
**
"Atacar a Europa desde dentro" El País 20/10/2017
https://elpais.com/elpais/2017/10/18/opinion/1508350313_648066.html
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