Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El
reciente encuentro del presidente egipcio, Abdel Fattah al-Sisi, con su colega
francés, Emmanuel Macron, se saldó además de con una sustanciosa venta de
armas, con una declaración de este último señalando que "él no era quien
para decirle a los demás cómo debían gobernar en sus países", según
informaba la prensa. Los grupos de derechos humanos han criticado su falta de
gestos ante una crisis que la mayoría de las instituciones internacionales dan
por cierta. Las mismas fuentes señalan que, en privado, el presidente francés
si se ha interesado, con nombres y apellidos, por la suerte de personas en el
Egipto de al-Sisi. Sin embargo, los gestos públicos en política —especialmente
en el caso de las violaciones de derechos humanos— son importantes, más que la
venta de armas. Pero nuestros gobernantes no entienden muchas veces que la
ciudadanía espera de ellos que sean algo más que vendedores o quizá sus
asesores les digan que vende más un titular de un contrato de ventas millonario
que una declaración de principios, ¡quién sabe!
Lo que
no sabemos es cómo reaccionará Macron ante la noticia que Egypt Independent nos
trae como secuela del ondear de unas cuantas banderas irisadas levantadas
durante el concierto de la banda libanesa en Egipto, que ha dado ya con personas
en la cárcel y una ola de homofobia sin precedentes. La noticia del diario
egipcio lleva por titular "MP drafts homophobic law to jail LGBT people or
‘promoters’ in Egypt" y nos cuenta lo ocurrido y las nuevas reacciones:
In the wake of the Lebanese band Mashrou
Leila’s concert in Egypt where some people raised rainbow flags, an
unprecedented crackdown has taken place against the country’s LGBT community.
As part of the homophobic trend, MP Ryad Abdel
Sattar on Wednesday introduced to the parliament’s speaker Ali Abdel Aal a
draft law entailing five main articles to criminalize homosexuality.
The draft law would pave the way for strict
punitive measures against the LGBT community in Egypt, in addition to restricting
the presence of homosexuals inside Egyptian society, Abdel Sattar said in media
statements dedicated to local outlets.
The draft law has received approval from a
number of the parliament’s members who asserted their readiness to approve it —
the draft law is expected to be discussed inside the parliament after being
reviewed by the speaker Ali Abdel Aal.*
Una vez más, el parlamento egipcio trata de realizar un
gesto "populista" que define una sociedad homofóbica. Es el mismo
parlamento ante el que se ha pedido a las mujeres que acepten de buen grado la
ablación por bien del hombre egipcio o se ha propuesto test de virginidad para
ingresar en las universidades, por señalar solo un par de ejemplos. Prosperen o
no, se presentan y nos muestran las figuras disponibles de la política egipcia.
Pero el ataque a la comunidad homosexual egipcia —calificada
por muchos como "sin precedentes"— es la culminación de una serie de
hechos y manifestaciones que sí se han producido, como han sido los
encarcelamientos de decenas de personas tras el concierto de la banda libanesa y
su sentencia de cárcel tras ser rastreados.
El gobierno egipcio se lo ha tomado como una afrenta
personal o como una ocasión de sintonizar con la parte más retrógrada de la
sociedad egipcia —la misma que llevó a Mohamed Morsi hasta la presidencia— ante
una próxima campaña presidencial en 2018 con al-Sisi como candidato
previsiblemente único.
El diario ha tenido acceso a la propuesta y estos son sus
términos:
The first article defines homosexuality as any
person engaging in sexual intercourse with someone of the same sex.
The second article clarified that any person
engaging in homosexuality in a public or private place should be subjected to
punitive action that should be no less than one-year and not exceeding three
years in jail.
It added that in case those jailed homosexual
people repeated having sex after being freed, then the punitive action should
be five years in jail.
The third article highlighted that any
“supporter” of homosexuality or someone who calls for the acceptance of
homosexuality, even if he or she is not a “practitioner of homosexuality,”
should be jailed for no less than one year or no more than three years.
The fourth article paid attention to media
coverage to parties organized by homosexual people, stipulating that any
representatives of the media that “promotes” LGBT parties would be jailed for
three years.
Moreover, the article also noted that
organizers or participants of such parties would be jailed for the same period.
“It is prohibited to show any sign or symbol of
homosexuality or to promote it, all violators will be jailed for no less than
one year and no more than three years,” the fifth article read.*
La propuesta sitúa a Egipto como uno de los países más
retrógrados y autoritarios en este terreno (que se suma a otros). Algo profundo
ha tocado en la mentalidad egipcia el concierto de Mashrou Leila y aquellas
pocas banderas para provocar una reacciones de este tipo que ponen de nuevo a
Egipto en el punto de mira de todas las asociaciones de derechos humanos, que el presidente siempre ha señalado que son cosa de Occidente.
Por muy moderna y luminosa que luzca la nueva capital
administrativa, financiada por los inversores chinos y construida por las
empresas militares, la imagen que Egipto de nuevo transmite al mundo es
negativa. Esta nueva acción tendrá mucha más repercusión que el terrorismo, por
ejemplo, en el sector turístico. Uno puede solidarizarse con un pueblo que
sufre ataques, pero no con un gobierno y parlamento que hacen sufrir a los
demás.
El tratamiento dado a los homosexuales es prácticamente una
persecución guiada por un odio irracional. No llegan al exterminio nazi, pero
sí comparten el mismo odio y negación de las personas. Con ello, de nuevo,
Egipto y su gobierno quedan al descubierto y el poco sentido que tiene la
palabra "modernización" o "renovación de los discursos" en
el contexto social.
De salir la ley adelante, Egipto se enfrentará a nuevas
recriminaciones. El presidente está tirando mucho de la cuerda de la
inestabilidad de la zona, algo que le ha servido de escudo frente a sanciones.
Los ataques a la comunidad LGTB son esta vez legislativos, más allá de la
cuestión de las actuaciones policiales. El parlamento, por muy pintoresco y
diseñado para al-Sisi, tiene nominalmente la representación del pueblo egipcio.
A muchos les parecerá muy bien.
La próxima vez que al-Sisi y Macron se encuentre, ya tendrán
de qué hablar.
* "MP
drafts homophobic law to jail LGBT people or ‘promoters’ in Egypt" Egypt
Independent 25/10/2017 http://www.egyptindependent.com/mp-drafts-homophobic-law-jail-lgbt-people-promoters-egypt/
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