Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Si ayer
dábamos cuenta de la obra de la autora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, Todos deberíamos ser feministas, el
título adquiere una dramática actualidad ante la noticia que nos trae Egypt Independent:
"Cairo named riskiest megacity for women, worse since Arab spring". Es un muy negativo título para una ciudad histórica.
La
información aportada no podría ser más desoladora. No queda otra respuesta emocional
que la solidaridad con las mujeres de un país como Egipto que se debate entre
la propaganda y el gasto suntuoso que intenta aparentar modernidad y la
tristísima noticia del retroceso en la situación de las mujeres.
Pese a
los cantos diarios de que todo va bien —destinados a crear la ilusión de que el gobierno es eficaz y hay que reelegir al presidente
Sisi, la mejor alternativa antes la inexistencia de cualquier otra— la
constatación es justo la contraria. Hay un enorme retroceso económico que se
traduce en desempleo, en aumentos de la inflación y abandono. Hace dos semanas, Ghada Sherief publicaba un duro artículo cuyo irónico título era ya un grito desesperado, "Why don’t you burn the poor, Minister?" (Egypt Independent 2/10/2017). La queja era la falta de sensibilidad hacia los más necesitados y la vista de la pobreza como una especie de "molestia", una "carga" para la imagen que se desea transmitir.
La
información ofrecida ayer nos muestra cómo son precisamente las mujeres las víctimas
principales de todo este deterioro en varios sentidos, Son las receptoras de la
violencia ambiental de la crisis y del machismo que se manifiesta en la sociedad con más intensidad después de 2011.
Nos introducen así en el problema:
Cairo was named on Monday as the most dangerous
megacity for women by an international poll with women’s rights experts saying
the treatment of women in the Egyptian capital has worsened since a 2011
uprising seeking social change.
Cairo came out worst when the Thomson Reuters
Foundation asked experts on women’s issues in 19 megacities how well women are
protected from sexual violence, harmful cultural practices, and about access to
healthcare and finance..
Women’s rights campaigners and commentators
said women in Cairo faced daily harassment while a weakened economy and high
unemployment since the uprising had eroded economic opportunities for women and
seen health services deteriorate.
“The economy has become so bad in the last two,
three years that we are suffering a setback in the thinking that women’s issues
are not a priority,” said Omaima Abou-Bakr, co-founder of Women and Memory
Forum, a non-government organisation set up to fight misconceptions of Arab
women.*
Es la misma idea expresada por Chimamanda Ngozi Adichie: cuando las cosas
empeoran, las que lo hacen más rápidamente son las relacionadas con las
mujeres. No solo pierden prioridades, sino que sus derechos y necesidades se
vuelven superfluos en el conjunto retrocediendo en todos los campos.
Lo más
hiriente son las imágenes de la nueva capital administrativa. Si, por ejemplo,
los ciudadanos de Brasil consideraron una afrenta que se gastara el dinero en
estadios de fútbol cuando se tenía que invertir en escuelas y hospitales, en
los cruciales problemas sociales, lo que ocurre en Egipto es totalmente
distinto.
La
propaganda gubernamental usa las imágenes lujosas de los estanques, de las
plazas, etc. construidas en mitad del desierto, a 40 kilómetros de la capital,
como un signo de prosperidad. La factura que Egipto deberá pagar a los inversores
chinos que han construido, con los militares participando como constructores, hará
sacudirse la hacienda egipcia durante décadas. Los expertos, una vez más, han
sido ignorados, pero el gusto faraónico no se pierde. El gobierno necesita
"golosinas" visuales para intentar calmar a los que se van
empobreciendo. Extraña calma, desde luego.
El
diario recoge además las declaraciones de la instituciones cuyo discurso es que
todo va mejor desde la llegada de al-Sisi al poder (¿alguien lo duda?) y que el
año 2017 ha sido declarado por el gobierno "Año de las mujeres". Se
lo podrían haber ahorrado.
Lo que
apuntan los datos es precisamente un empeoramiento de la situación de las
mujeres, más allá de la ciudad de El Cairo. Suponemos que la lujosa capital
administrativa, con sus millones de habitantes, se trasladarán dejando sus
malas prácticas solo para el mundo viejo que dejan atrás. Pronto descubrirán
que, con las cifras existentes, nadie puede escapar de esa peligrosidad para
las mujeres. La nueva ciudad será igual de peligrosa porque las ciudades
son sus habitantes; trasladando los problemas de sitio no se solucionan.
Señalan el diario:
Data on violence against women in Cairo is hard
to find but 99 percent of women in Egypt interviewed by the United Nations in
2013 reported sexual harassment and 47 percent of divorced or separated women
reported domestic abuse.
Campaigners said successive governments since
the uprising had put violence against women on the backburner, with authorities
failing to acknowledge the extent of the problem.
An outcry over attacks on women near Cairo’s
Tahrir Square during al-Sisi’s inauguration celebrations in 2014 did prompt a
new law punishing sexual harassment, with at least six months in jail.
But campaigners said convictions were few and
far between and violence against women in Cairo remained rife.*
Y de poco sirven las leyes cuando falta la voluntad, pero
este es un mal muy frecuente. Se dictan leyes que nadie quiere cumplir, de no
ser así, serían imposibles las cifras que se dan y se siguen repitiendo año
tras año, cuando no empeorando.
Pero obviamente, todo se trata de una conspiración de
Occidente para perjudicar a Egipto, especialmente en que se han planteado —sin
que le tiemble el pulso al presidente— cuestiones como participar en la carrera
espacial o demás signos mientras se ignoran las necesidades más básicas de
millones de personas que quedan desatendidas.
Señalan en el artículo de Egypt Independent:
Female participation in the workforce fell to
23 percent in 2016 from 26 percent in 1990, according to World Bank figures,
while U.S. figures show the literacy rate of women aged over 15 is about 65
percent, compared to 82 percent for men.
“This is a poor country, going through many problems,
economically and politically (and) the awareness about the importance of gender
issues is suffering,” said Abou-Bakr.*
En efecto, como señalábamos, son las mujeres las que padecen
en mayor cantidad las reducciones de las crisis. Aquí además se acumulan
problemas de aumento de la violencia, que no se consigue reducir porque forma
parte de una reducción sistemática de su poder social. Es un problema cultural
de difícil consideración si sigue sin abordarse el educativo que está
vinculado, además, con el aumento de los matrimonios jóvenes o infantiles que
aseguran a la mujer un destino de dependencia del hombre en todos los niveles y
la lleva a tener que aguantar una mayor cantidad de violencia.
The Thomson Reuters Foundation survey found
that Cairo ranked as the worst city when it came to protecting women against
potentially harmful cultural practices.
Egypt has one of the world’s highest rates of
female genital mutilation (FGM) even though it was outlawed in 2008.
About nine in every 10 girls and women are
subjected to the partial or total removal of external genitalia, according to a
2015 Egypt Health Issues Survey.
Egypt has also banned child marriage but about
17 percent of girls are wed by their 18th birthday and 2 percent before they
reach 15, with experts saying progress on reducing child marriage has stalled
and is even rising in some regions.
“Female genital mutilation still happens even
though we have a law criminalising the practice. A lot of families believe it
preserves the girl’s chastity,” said high-profile journalist and women’s rights
activist Shahira Amin, who campaigned against FGM until it was criminalised in
2008.
“It’s these age-old traditions and social norms
… in every social class. My own mother has been cut and luckily I escaped the
fate.”
Lawyer Azza Soliman from the Center for
Egyptian Women’s Legal Assistance said the only way to change was to enforce
the law and change “obsolete traditions” that degrade women.
“For me, law is very important, it is one of
the tools for change, but it is not alone,” Soliman said.*
Las leyes, efectivamente, sirven de muy poco sin esa
voluntad de cambio que brilla por su ausencia más allá de la maniobras de
propaganda. La persecución a las ONG a través de leyes que restringen sus
actuaciones, financiación, etc. ha hecho que muchas mujeres hayan visto
peligrar los apoyos que estas les brindaban.
La necesidad de cambiar las mentalidades implica un trabajo
junto a los problemas que no le gusta al gobierno. Eso se traduce en datos y
críticas a la falta de acción, denuncia de la ineficacia, etc. Es más fácil declarar el "año de la mujer" que
hacer realmente algo por ellas. Los datos recogidos así lo atestiguan.
¿Será la nueva capital, además de un infierno económico, un infierno para las mujeres? Construir edificios es más fácil que cambiar mentalidades. Mientras esos lujosos edificios se elevan para satisfacer egos masculinos, las mujeres siguen padeciendo lo peor de la crisis económica y del retroceso en las mentalidades, cada vez más conservadoras. Las campañas de estos últimos meses lo muestran. Pero todo va bien.
La coronación de El Cairo como megaciudad más peligrosa de las mujeres es un triste, triste título. El traslado de recursos a la nueva capital para mantenerla impoluta la dejará más débil.
*
"Cairo named riskiest megacity for women, worse since Arab spring"
Egypt Independent 16/10/2017
http://www.egyptindependent.com/cairo-named-riskiest-megacity-women-worse-since-arab-spring/
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