Joaquín Mª
Aguirre (UCM)
Se
preguntan en el diario El País "¿Y ahora qué?". El "qué" se
refiere esta vez, por supuesto, a la retirada de Sheldon Adelson de la
Comunidad de Madrid, en donde iba a construir una parcela más de sus casinos
para Europa. Va a tantear Asía, nos
dicen, aunque —como todos sabemos— la tiene ya más que tanteada con sus casinos
chinos. La banca siempre gana, aunque para ello se tenga que ir a otro lado. Parece que con
la excepción de Alcorcón, que deseaba tener sobre su suelo el megaproyecto del
juego, las demás administraciones no estaban dispuestas a acceder a las escandalosas condiciones de este señor, el rey de facto de la Comunidad, que lo del
humo en las salas no era más que la punta de sus peticiones.
Más
vale salvar la honra que caer en una distorsión del espacio y el tiempo como la
que iban a producir esas instalaciones dedicadas al negocio menos limpio de los
que están legalizados. La perspectiva de tener ludópatas que fueran a Alcorcón
y al Museo del Prado; a Alcorcón y al Museo de Cera, a Alcorcón y al Palacio de
Oriente, etc., etc., siempre pasando por Alcorcón a echarse unas manitas, no era la más brillante
para una capital europea del calibre de Madrid. Ahora Barcelona queda sola en su carrera por hacerse con ludópatas y tahúres. ¡Suerte!
Me
alegra profundamente que no haya salido este Eurovegas que pensaban ponernos
aquí. Lo hemos dicho muchas veces: sería acabar de enterrarnos en vida, una
larga agonía con la erradicación de un futuro para los del futuro. Ese empleo del que se hablaba era realmente una
condena.
En
Valencia, como una nueva epifanía, se han estado realizado estos días casting masivos para la aparición en una
película de nombre revelador: Tomorrowland.
Que la "tierra del mañana" nos acoja como extras es de un simbolismo
que abruma y asusta. Que la Ciudad de la Artes y la Ciencias se convierta
además en plató de ese mundo ficticio es demasiado para una sensibilidad
entrenada en las alegorías baudelerianas, que ven al hombre moviéndose por entre los símbolos del bosque. Entrar en la "tierra del mañana" es como saltar
nuestra propia valla melillense, huir
del ninot castizo, y entrar en la tierra prometida en alguna campaña electoral
de una vida anterior.
La España
soñadora ha invertido la dirección de aquella famosa película de Woody Allen:
ya no sale la gente de la pantalla para convivir con los seres reales, sino que
por el contrario, los seres reales se apuntan y hacen cola para poder meterse
en las pantallas y compartir destino comercial con George Clooney y Hugh
Laurie, protagonistas del futuro filme. Esto no es escapismo; esto es "la gran evasión".
Las
Vegas de Alcorcón —Eurovegas— y los casting valencianos para Tomorrowland no son más que los sueños
de una España que se debate entre la realidad del juego y la fantasía
cinematográfica, pues ¿qué otra cosa más que una fantasía cara son los palacios
de Adelson, verdaderos burdeles genetianos,
en los que se cumplen los sueños perversos?
Cuando
leemos y nos muestran el entusiasmo de esos aspirantes a pasarse al otro lado,
no podemos dejar de emocionarnos con el destino de esta Ciudad emblemática de
Artes y Ciencias, ambos campos de capa
caída en esta España plana en lo cultural y exportada en lo científico.
Pero nos quedan, eso sí, los espacios que como ocurre en este caso han sido
seleccionados «[...] por la "imagen futurista" que proyecta el recinto para
grabar algunas de las localizaciones» de la Tierra del Mañana.
En Valencia están muy contentos con el provecho que
le sacan a un escenario tan bello y futurista:
El complejo ha recordado que la imagen
futurista que proyecta ya sirvió "de inspiración" para la serie 'V',
donde los edificios representaban naves espaciales y también ha sido
localización para números musicales de películas 'Bollywood'
'Tomorrowland' cuenta la historia de un
adolescente inteligente y optimista lleno de curiosidad científica y un antiguo
niño prodigio inventor hastiado por las desilusiones que se embarcan en una
"peligrosa" misión para desenterrar los secretos de un enigmático
lugar localizado en algún lugar del tiempo y el espacio conocido en la memoria
colectiva con ese nombre.*
Me emociona y enorgullece servir de inspiración a alguien. Entre
"V" —¡cuánto lagarto!— y "Bollywood"... Lo siento, pero
todo me resulta demasiado alegórico, digno de leerse entre líneas; me produce incontinencia semiótica. Pienso que ese "adolescente
inteligente y optimista" y ese otro "niño prodigio inventor",
hastiados y desilusionados, son nuestras próximas generaciones frustradas y
expulsadas de este extraño país innombrable y fagocitero.
¿Se
embarcarán todos al espacio tras la decepción de "Eurovegas", tras el
fiasco reiterado del imposible olimpismo
madrileño? ¿Cuáles son los caminos que se nos abren hacia la "tierra del
mañana"? ¿"Y ahora qué?", se seguirán preguntado los de El País?
"Se
buscan trescientos figurantes para hacer de extras", nos explica en
maravillosa redundancia inútil el artículo de EuropaPress, anticipando que nuestro estado inicial es el mismo que
el final y viceversa, que ya no sabemos si somos sombras o sombras de sombras. Felicidades a esos "trescientos" espartanos. ¡Enorme suerte la suya poder ver tan de cerca el mañana!
Ahora,
huérfanos del juego y del juego olímpico ¿qué nos espera en la "tierra del mañana"? Pondremos
un San Cristóbal en el salpicadero de
la nave espacial, aunque sea de cartón piedra.
*
"Centenares de personas en el casting de 'Tomorrowland' en Valencia"
Europa Press 11/12/2013
http://www.europapress.es/cultura/cine-00128/noticia-centenares-personas-casting-tomorrowland-valencia-20131211123846.html
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