Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
El
editorial del diario El Mundo se pregunta sobre los resultados de los análisis
del ADN del fémur de Atapuerca, el más antiguo que ha conseguido ser descifrado, y que
plantea —como no podía ser de otro modo— nuevos interrogantes. Su párrafo
final, en cambio, plantea otro tipo de dudas:
Podemos conocer la estructura de lejanas
estrellas, penetrar en los secretos de la física cuántica y viajar por nuestro
Sistema Solar, pero sabemos muy poco sobre por qué y cómo hemos llegado a ser
lo que somos. No faltará quien argumente que la respuesta a estas preguntas no
nos va a aportar nada esencial, pero eso constituye un error porque sólo
podremos resolver muchos de nuestros problemas cuando sepamos cómo hemos
llegado hasta aquí.*
Creo que es tan malo negar la importancia de los conocimientos científicos como extenderlos más allá de lo razonable, es decir, de lo propiamente científico e invadir campos en los que el conocimiento funciona de otra manera. No soy yo —como se cura en salud el editorialista— de los que digan que "no nos va a aportar nada esencial", nada más lejos de mi intención. Pero hay que tener sentido de la medida y de la adecuación en tiempos en que no siempre se entienden bien los avances científicos.
Poéticamente
el párrafo está muy bien, pero la falta de definición de lo que considera
"muchos de nuestros problemas" le resta cualquier tipo de profundidad real.
No sé, sinceramente, a qué tipo de "problemas" se refiere, más allá de las cuestiones que este campo
de la Ciencia se plantea respecto a sus propias hipótesis de trabajo y teorías
admitidas hoy. Lo que hay entre ese hueso analizado y
nosotros son demasiadas cosas. Y nuestros problemas son nuestros. No los resuelve un ADN. No hay que confundir las respuestas a las preguntas con las soluciones a los problemas. Pueden coincidir o no. Un problema se puede plantear de muchas formas, haciéndose diferentes preguntas y estas pueden tener muchas posibles respuestas.
El ser
humano no es un amnésico que se levanta cada día de la cama preguntándose dónde está, cómo ha llegado hasta allí, sino que tiene memoria suficiente como
para tener una cierta idea de sí mismo y de los problemas que se le plantean.
Todo conocimiento es poco, pero no todo vale para lo mismo, y pensar que la
resolución de "nuestros problemas" (los que sean, los que tenga en
mente el que lo ha escrito) dependen de un ADN es sembrar poesía, mito, falsas
expectativas o petición de ampliación de presupuestos. Ese conocimiento
obtenido ahora es importante, muy importante, pero no porque nos resuelva ninguno
de nuestros
problemas actuales.
"¿Por
qué se parece el ADN de Atapuerca más al encontrado en una cueva siberiana y
menos a los neandertales?", es una buena pregunta. El descubrimiento realizado
obligará a un replanteamiento de las teorías y escalas temporales sostenidas
hasta el momento, sí. Pero así trabaja la Ciencia diariamente, reconfigurándose
con cada nuevo dato. Lo triste sería que no lo hiciera. La Ciencia,
precisamente, problematiza el mundo
para comprenderlo provisionalmente. Los investigadores responsables de los equipos coinciden en una cosa: esto vuelve todo más complejo. No saben cómo, pero sí que la respuesta anterior queda en entredicho. Plantea, pues, nuevos problemas más que resolver los que tenemos.
Lo
esencial de los seres humanos es precisamente que estamos llenos de problemas. Somos el ser problemático; no hay otro igual. Porque un "problema" es la
consideración insatisfactoria de una situación determinada. Es un acto de encuadre, analítico. Requiere de un planteamiento evaluado y en ese planteamiento se maneja la
información disponible en cada momento. Plantearse una "situación"
como un "problema" es un avance inmenso en la evolución frente a los
manejos simples de información de otras especies.
Pensar
en un mundo humano sin problemas es absurdo. Pensar en un mundo en el que se hayan
resuelto todos los problemas, además de un absurdo, es ingenuo e infantil.
Nuestra cultura consiste precisamente en
el establecimiento de formas de plantear problemas —la Ciencia, la Filosofía...
la Cocina— y una memoria registro para almacenar las soluciones o las respuestas provisionales
a ellos.
Hay
problemas con soluciones temporales y otros con soluciones que pensamos definitivas,
pero nunca un mundo sin problemas. Esencialmente por dos motivos, el primero es
que implicaría la muerte de la curiosidad,
el auténtico motor de nuestra evolución cultural y de nuestra supervivencia. Un
mundo sin problemas es un mundo sin preguntas; no sería humano. El segundo
motivo es que habríamos abandonado lo que nos hace espirituales: el enfrentamiento a problemas sin solución, las
preguntas abiertas sobre nosotros mismos y nuestra relación con lo que nos rodea. El ser humano se
vuelve espiritual cuando él mismo se
vuelve "problema", cuando se convierte en su propio objeto de reflexión.
Gracias
a nuestra capacidad simbólica —al lenguaje, al arte, a las matemáticas...— somos capaces de preguntarnos
por lo que no tiene existencia más
allá de nuestras preguntas. Es lo que no vamos a encontrar nunca en el ADN más
que como capacidad material de albergar lo inmaterial: dudas, preguntas,
problemas, respuestas provisionales, deseos insatisfechos, sueños... En última
instancia es lo que define nuestros
problemas —estos sí: libertad, justicia, amor, solidaridad...—, los que
condicionan nuestra vida individual y colectiva, más allá del ADN. No luchamos
solo contra el medio, sino también
con nuestra conciencia.
Me
resultó entrañable el comentario de un presentador televisivo al dar la noticia
señalando que el ADN "descubierto" era "euroasiático". No
hace muchos días hablábamos aquí del libro de Jack Goody, "El milagro
euroasiático", en el que sostenía lo erróneo de nuestra consideración
diferenciada de lo "europeo" y lo "asiático", que no son
más que dos distinciones "culturales" (Europa es una idea, Asia
otra) para dividir un espacio y a los que viven en él, para establecer "diferencias"
históricas, que justifiquen posteriores distinciones, traducidas en rivalidades, enfrentamientos, superioridades,
inferioridades, colonialismos, etc. Todo ello ejemplo de cómo los problemas no están solo en el ADN.
También me vinieron a la mente, al escuchar al comentarista televisivo, los manifestantes ucranianos con
sus pancartas de "somos europeos, no asiáticos", confirmación de que
el hallazgo de Atapuerca no va a resolver ninguno de sus problemas. ¿Cambiará en algo la actitud de Putin saber que los huesos emparentan los restos de Atapuerca con los de una cueva de Siberia, más próximos entre sí que con los neandertales?
Las
preguntas "qué somos" o "cómo hemos llegado hasta aquí",
que se hacía el editorialista de El Mundo,
solo son parcialmente científicas y mucho más complejas de lo que parecen a simple vista. Tenemos muchos problemas que se escapan a lo
que la Ciencia puede manejar, por más que trate de establecer campos de
análisis diversos para comprender la Historia o la Cultura, es decir, "lo
humano".
Hay preguntas importantes que no tienen por objeto ser
resueltas, sino solo mantener en forma nuestra capacidad reflexiva, que no
dejemos de preguntarnos por nosotros mismos y por nuestros actos y su significación. En ese
sentido, no solo la "evolución" del hombre es un "enigma",
como reza el título del editorial, sino el "hombre" mismo, pues es
ese carácter enigmático lo que nos define ante nuestros propias inquisiciones,
siempre incompletas e insatisfactorias.
Edgar
Morin señalaba que la respuesta a la pregunta "¿qué es la Ciencia?"
no es "científica". En el mismo sentido, tampoco lo es "qué
somos". El ADN nos puede aclarar muchas cosas, muchas preguntas, pero no la
pregunta sobre lo qué somos más que
con un gran esfuerzo reduccionista aplicado sobre el verbo "ser", el
más intrigante y engañoso de nuestra lista de verbos.
Es tan
malo despreciar las preguntas sin respuesta final como pensar que pueden ser
sustituidas por otras resolubles.
*
"La evolución del hombre sigue siendo un enigma" El Mundo 5/12/2013
http://www.elmundo.es/opinion/2013/12/05/52a0dc41684341395f8b4583.html?a=eec0037a0c3524b4473c71044be68276&t=1386320386
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