Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Con
cierta periodicidad, nos vuelven a contar lo de las diferencias entre el
cerebro "femenino" y el cerebro "masculino", y otra vez con
la pretensión de confirmar si los estereotipos sociales sobre
"hombres" y "mujeres" se confirman, es decir, si el catálogo
de dichos populares son verificados por los descubrimientos científicos. Que
los cerebros son diferentes es de una obviedad insultante, ya que ese
"homo sapiens" que hemos dibujado no es más que una abstracción con
barba, como lo es el "homo economicus", que también tiene barba,
casualmente; como también la tiene Dios, por cierto. Demasiadas barbas.
Realmente
no sé muy bien si son siempre los mismos estudios los que se citan o que ya
solo se financian estudios de este tipo porque van a ser posteriormente citados
por los medios de comunicación, uno de los grandes alicientes para la
financiación.
En cualquier
caso, lo más preocupante es la forma de interpretar y de manejar conceptos
entrelazados, unos provenientes de la "cultura popular" y otros
llegados de los campos científicos en cuestión. Parece que la idea final es
confirmar los estereotipos, una práctica que satisface a los lectores que se
ven así ratificados en lo que ellos habían supuesto toda la vida porque lo
vieron ellos mismos o porque se lo contaron sus abuelas, por ejemplo. Se saca
la conclusión así que somos todos muy listos, que las cosas son como son y no
pueden ser de otra manera, porque lo que antes se pensaba que "era
así" ahora la Ciencia lo demuestra.
En el
artículo del diario El Mundo se hace repaso de diversas investigaciones
realizadas a lo largo del planeta que parecen confirmar todas lo que ya
sabemos. Podemos leer, por ejemplo:
Neurocientíficos estadounidenses investigaron
el año pasado por qué los hombres parecían tener más facilidad para procesar
información abstracta que las mujeres, por ejemplo, a la hora de leer mapas.
Para ello, pidieron a grupos de ambos sexos que analizaran un complejo diagrama
y dibujaran cómo quedaría si le dieran la vuelta. El resultado fue que los
hombres lo hicieron más rápido que las mujeres. Más tarde, bajo el escáner, se
comprobó que los varones desplegaban una mayor actividad en cuatro áreas del
cerebro asociadas a la toma de decisiones, el enfoque en una sola tarea, y la
visualización. Según Richard J. Haier, neurólogo pediátrico, los hombres son
mejores que las mujeres en determinadas habilidades de visualización espacial.
Esta podría ser la causa de que el número de damas en la ciencia, que es de un
50% de media, sobre todo en ciencias de la vida, se reduzca al 95% en
ingeniería, matemáticas o física, tal y como explica el neurólogo español David
Pérez. En cualquier caso, la ventaja que tienen los varones para leer mapas
podría desvanecerse si tuvieran que hacer algo más al mismo tiempo. El mayor
número de conexiones en el cerebro femenino permite a las mujeres afrontar más
desafíos a la vez. Hay estudios que señalan que ellos tienen la misma capacidad
pero simplemente se ponen de peor humor enfrentados a la situación.*
En el
párrafo recogido —titulado "El gran conductor", sin que se especifique
si se trata de coches, de masas o de corriente eléctrica— se puede comprobar
esa habitual mezcla extraña de datos y conclusiones. Siempre parecen sancionar
el orden existente que sería el mejor de los mundos posibles. En ese afán
explicativo más allá de los datos, se incurren muchas veces en interpretaciones
dudosas que tienden a marcarnos las líneas de la eficiencia social dentro de
esa aspiración a la perfección del diseño de nuestra vida. Cada uno a lo que
mejor le va, parece ser el mensaje que se transmite.
Lo que
los experimentos nos transmiten es que hemos hecho un mundo diferenciado y que
esas diferencias han sido consideradas determinantes dentro de un círculo
vicioso. El ejemplo de la lectura de "mapas" es uno de los más
citados siempre porque la gente entiende eso de que "las mujeres se pierden
más" y que los hombres llegan antes a los sitios porque son capaces de
imaginar recorridos con más facilidad. Se invoca aquello de que ellas se
quedaban en la cueva al cuidado de los churumbeles mientras que ellos partían a
la caza del bisonte seguros de regresar con las presas que servirían para
alimentar a las familias. Es una explicación sencilla y a ver quién dice que
no.
De ser
cierto, no quedaría excusa alguna a que —por ejemplo— el plano del Metro de
Madrid se haya vuelto más abstracto de lo que era, eliminando las referencias
al espacio real, lo que permitía calcular las distancias entre estaciones y los
lugares más próximos a tu destino. Las líneas
ya no se corresponden con los recorridos; solo son la distancia entre dos
marcas, no entre dos lugares. Con los mapas actuales, es más difícil realizar
este tipo de cálculos: ¿están desarrollados por hombres "abstractos"?
¿Perjudican a las mujeres "concretas"? ¿Diseñan los hombres mapas discriminatorios?
En
general, el mundo cavernícola sigue
siendo la referencia detrás de nuestros datos y estudios: tras la ingeniería
actual, la fabricación de flechas de piedra; tras nuestros modernos GPS, la
orientación del cazador. Da cierto miedo sacar consecuencias paralelas al mundo
actual por temor a ser acusados de sexistas, algo que efectivamente suelen
reafirmar las conclusiones de algunos en la larga cadena que va del experimento
al salón de la casa donde el hombre
abstracto reposa su día de caza.
La
conclusión final del párrafo de la que las
mujeres pueden hacer varias cosas a la vez —¿una ventaja o una maldición?—
y que existen estudios que demuestran que los hombres poseen la misma capacidad pero que "se
ponen de mal humor" si tienen que hacerlo es el típico ejemplo de estas
cosas. ¿Han preguntado a las mujeres de qué humor están cuando tienen que hacer
varias cosas a la vez? ¿Se ha preguntado alguien si la división de tareas no
supone que el hombre realizaba "un" oficio y la mujer se ocupaba de "todo"
o casi todo lo demás? Probablemente no. Es un ejemplo típico de la mezcla que
suele hacerse en estos textos.
Gran
parte de nuestras habilidades
cerebrales se deben a nuestro entrenamiento diario y este está fijado por la costumbre, que es lo que decide qué
hacemos y qué no hacemos, con el visto bueno o la reprobación social. Se nos
permiten hacer ciertas cosas, otras se nos prohíben mediante la costumbre: eso no se hace. La sociedad refuerza
ciertas acciones, que quedan marcadas como masculinas o femeninas, de ahí el
empeño de la educación no sexista, de no repetir los estereotipos para poder
salir de ese "destino social" que tiene poco de cerebral.
Pero
donde se suelen reunir todos los tópicos confirmados es en el terreno
emocional. La larga tradición de que el hombre es la "razón" y la
mujer la "emoción", que el hombre es la "idea" y la mujer
la "naturaleza" se lleva al extremo en estos estudios. Nos cuentan en
la síntesis del diario:
Más complicado que interpretar mapas puede
resultar para un hombre entender las emociones de quienes le rodean, incluso de
sus propios hijos. Investigadores italianos han certificado científicamente
otro de los estereotipos entorno a los hombres, más concretamente en relación
al subgrupo de padres primerizos. Los mismos a los que muchas madres achacan
falta de reacción ante las necesidades de sus retoños. Para establecer si esta
poca reactividad es pura dejadez o responde a factores neuronales, escanearon
los cerebros de hombres y mujeres que oían el llanto de un niño hambriento. Y
descubrieron que cuando llegaba a oídos de la mujer, la actividad en dos zonas
del cerebro se reducía inmediatamente; concretamente en las áreas donde
divagamos, donde dejamos el pensamiento a la deriva, y hacemos planes o soñamos
despiertos. De esta manera se desactivan las partes que pueden distraer la
mente, lo que permite a la madre pasar a la acción inmediatamente. En los
hombres, sin embargo, como anunciaba el estereotipo, no se daba dicha
desactivación. Aun así, hay una manera de hacerse perdonar esta incapacidad por
parte de las mujeres: haciéndolas reír. Las féminas son capaces de olvidar todo
si un hombre les ofrece una de las cualidades que más aprecian, el sentido del
humor. La Universidad de Medicina de Stanford, California, ha detectado que la
risa provoca en las damas una mayor actividad en las regiones del cerebro en
las que se registran sensaciones como el aprecio a otra persona.*
¿Hay
mejor abogado defensor que los genes? Por fin queda "certificado
científicamente", señala el artículo, que no es "dejadez"
escurrir el bulto, que no levantarte si el niño llora es simplemente que "no
se te desactiva" tu capacidad soñadora. ¡Qué bonito! ¿Y lo de la sonrisa?
"Las féminas son capaces de olvidar todo" si un hombre —¿por qué no
una mujer?— las hace reír. A los hombres les gustan las medallas y honores; a
las mujeres que las hagan reír. Eso explica porqué el voto femenino suele ser
más fiel que el masculino, supongo.
Habrá
quien sostenga que la Ciencia es la Ciencia y que sus resultados son los que
son y que no tienen porque gustarnos nada. Pero no deja de ser curioso que
siempre que se dan estos datos se dan como un destino inevitable, como algo que
no tiene arreglo y que mejor no perder tiempo y dinero en intentar corregirlo.
Eso va de la segregación educativa a la discriminación laboral, metas poco
respetables que para algunos "naturalistas sociales" son el fin de
sus acciones.
«Hombres y mujeres han pasado 100.000,
200.000 años, desempeñando roles y funciones diferentes en las diferentes
sociedades que han existido, que básicamente han sido las mismas hasta hace 30
o 40 años: el hombre salía a cazar fuera del poblado, y la mujer se quedaba en
él con el resto de mujeres y niños», explica el neurólogo David Pérez,
presidente de la Fundación Cerebro. «Esto ha hecho que el hombre sea más
agresivo y menos convivial, y la mujer más apta para socializar y estar rodeada
de personas».
Esto
sirve para explicar, por ejemplo, los ultras futbolísticos y los harenes, las
patrullas de vigilantes y los conventos de clausura, los verdugos y las enfermeras.
Mandar el mensaje de que hasta hace treinta
o cuarenta años el mundo era "natural" y que ahora no se siguen
esas pautas, es reducir el mundo a la máxima simpleza, un mensaje tópico y
peligroso que se enmascara bajo el barniz de lo científico y que muchos
interpretan como una confirmación del status quo. ¿Para qué cambiar la naturaleza, lo que es así? ¡Todos a la
caverna!
El
mensaje de lo "complementario" es el final del proceso de adoctrinamiento científico. Cada uno
tiene sus funciones específicas en el orden natural y no hay que deshacer el
equilibrio. «[...] las diferencias entre el cerebro de hombre y
mujer resultan tan sorprendentes como lo bien que se complementan, explican los
científicos.» Que se lo expliquen a los millones de mujeres maltratadas,
violadas, acosadas repartidas por todo el mundo, que se lo cuenten a ellas; que
les expliquen que los hombres son así
—¡qué se le va a hacer!—, violentos, insensibles emocionales, abstractos e
imaginativos, mientras que a ellas les ha tocado el complemento armónico:
víctimas, exceso emocional, apego a lo concreto, sean pañales o cazuelas.
Mientras no asumamos que nuestra evolución nos ha
llevado a ser seres culturales, y que esto implica precisamente nuestra
capacidad para modificarnos a través de nuevas formas de convivencia, de
voluntad y de conciencia de libertad, que nos alejamos de nuestros destinos
violentos, de mera reproducción y supervivencia, mediante el Derecho, el Arte,
la Ética, la Cocina, la Medicina, etc., de todo aquello mediante lo que podemos
convertirnos en seres de cultura, estaremos tirando piedras a nuestro propio
tejado. Lo que aprendemos de nosotros mismos debe servir para corregirnos y
mejorarnos, no para condenarnos a una vida cerrada que nuestra propia evolución
nos abre.
No, pese a lo que afirma con rotundidad el titular del artículo, "Hombre/Mujer somos dos
mundos aparte" (algo que cualquier talibán aceptaría sin problemas),
vivimos en el mismo mundo. Y cuanto más hagamos por comprenderlo, mejor.
*
"Hombre/Mujer somos dos mundos aparte" El Mundo 8/12/2013
http://www.elmundo.es/cronica/2013/12/08/52a3332961fd3dbc0a8b456a.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.