sábado, 5 de noviembre de 2022

Macarena Olona y su fundación antifeminista

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Dos son los pilares populistas: las políticas del miedo ante la inmigración y las políticas anti igualdad de género. Con ellas abarcan dos campos esenciales, los miedos laborales a la pérdida del trabajo y de la "identidad nacional" y por otro la destrucción de la estructura familiar patriarcal.

Los dos miedos se combinan. La política migratoria se presenta como la "gran sustitución", como hemos tenido ocasión de ver aquí en la política norteamericana por parte de Trump, tanto en sus seguidores como en sus propulsores. En España, ha sido voz quien ha hecho este planteamiento, por boca del vicepresidente de Castilla y León, de ese partido, al plantear que la base de la lucha política está en la "demografía": los inmigrantes tienen hijos, los españoles no. Esta diferencia reproductiva hace que se vayan percibiendo las diferencias en las escuelas, que se introduzcan variables religiosas, etc. Los españoles estarían en minoría y serían "sustituidos" poco a poco. La medida correctora es la expulsión, la reducción de las entradas, etc. Estas políticas de frontera las llevó a la práctica la administración Trump, con escándalos como la separación de las familias y el encierro de los niños.

De la segunda corriente, la anti políticas igualitarias de género tenemos hoy una nueva muestra a través de la noticia de la creación de una fundación a cargo de la ex de Vox, Macarena Olona. En RTVE.es leemos:

La exdirigente de Vox Macarena Olona ha presentado este viernes su nuevo proyecto "iberoamericano", centrado en "la batalla cultural e ideológica" contra "la criminal ideología de género". Y aunque ha asegurado que ahora mismo su camino no es político, no ha rechazado la posibilidad de presentarse en unas próximas elecciones generales. La exdiputada ha criticado también a quienes han tratado de "minar" su "credibilidad" con ataques "injustos".

Olona ha dado los detalles de su nueva plataforma, Fundación Igualdad Iberoamericana, en la Casa de América de Madrid y ha anunciado que su siguiente objetivo será recabar 500.000 firmas para registrar en el Congreso una Iniciativa Legislativa Popular que revierta las actuales leyes de género. Si lo consigue, regresará al Congreso para trasladar la "voz popular" sin "corsés políticos" y defender esta iniciativa popular.

"El partido que estoy jugando no es un partido político", ha sostenido sobre su futuro más próximo. Según ha explicado, cree que "por sentido de Estado y responsabilidad lo que necesitan los españoles en este momento no es una fragmentación adicional del tablero político".* 


Los términos "batalla cultural e ideológica" y la "criminal ideología de género" ya dejan bastante claro cuál es la visión de todo esto. Olona se pone al frente de la cruzada que considera la va a mantener en candelero durante el tiempo de su "exilio" de su partido, del que dice seguir siendo parte irrenunciable.

Más allá de las jugadas políticas que Macarena Olona esté realizando respecto a su posición en el partido político, están las causas que esgrime ante la opinión pública, una batalla abierta contra lo que considera como un atentado contra "España". La ex dirigente de Vox declara que, pese a no estar en el partido, "el amor a España que me guía sigue siendo el mismo". Hay amores que nublan el entendimiento.

Desde hace tiempo, el objetivo es lo que llaman la "ideología de género", cajón en el que se meten todo aquello que consideran que va contra la política tradicional de la familia, una etiqueta en la que se entremezclan historia, religión, dominación. La llamada "familia tradicional" es una creación en la que los roles están fijados por leyes naturales y divinas (no hay distinción pues es Dios quien quiso así a los hombres). Las mujeres y los hombres son distintos porque así han sido creados, cada uno para funciones distintas y con una jerarquía establecida con claridad. No hay mucho más.

Cuando Trump llegó a la Casa Blanca impuso una forma de vestir a las mujeres, empezando por las de su propia familia, con ropa comprada en el mismo catálogo. Impuso su modelo de "identidad femenina" y lo exportó como un formato al que se sumaron rápidamente muchas otras que estaban en línea. Pero no fue tan sencillo más allá de los modelitos estándar. Las mujeres, en la mente obsesa de Trump, eran poco más que una decoración con la que rodearse para las sesiones fotográficas. Los escándalos sexuales y las filtraciones de grabaciones y denuncias dejaron pronto claro que la derecha evangélica iba poco con su personalidad y que solo le interesaba la dominación de las mujeres, exhibirlas como parte de sus propiedades. El mundo del feminismo ha sido el que más ha cercado a Trump dejándolo en evidencia y burlándose de sus rancias ideas.


En España, país machista que ha tenido que cambiar sus propias condiciones gracias a las presiones de mujeres de tres generaciones y de los que se han sumado al esfuerzo, pensaba que se habían dejado atrás muchas de estas cosas hasta que las diferencias de género se han vuelto a poner en el programa de los partidos y en su lucha. Que una ex dirigente de Vox vea en la creación de una fundación "iberoamericana" el espacio para su pequeña zona de resistencia desde la que promocionarse, por "amor a España", no deja de ser un despropósito histórico. 

El estado de la igualdad de género no es el mismo en todos los países y es muy sencillo desde la europeizada España proponer frenar la "ideología" en países donde el desarrollo de las mujeres está mucho más limitado. Es fácil hacer propuestas a un mundo con desarrollos muy distintos. ¿Cómo se lo tomarán, por ejemplo, en México, con muertes constantes de mujeres, hechas desaparecer sin más? ¿Cómo entenderán a la señora Olona allí donde desaparecen mujeres migrantes en sus recorridos de la miseria a la muerte, del maltrato al asesinato en una cuneta? Hace falta tener muy poco sentido de la realidad para no plantearse todo esto. No, no es solo una cuestión de "ideología", sino de una peligrosa y violenta realidad que forma parte de muchas vidas.

Es fácil decir todo esto desde España y con buenas condiciones personales y de seguridad.  Una visión beatífica de la familia lleva a una enorme ingenuidad sobre las causas de la violencia. Bendice Olona eso que ella llama "valores tradicionales" que han servido para cortar las alas a millones de mujeres en todo el mundo y cuya transgresión ha llevado a muchas a la muerte o al encierro entre cuatro paredes. Ella tiene suerte, simplemente. Hasta que un día deje de detenerla y se dé cuenta del mundo en que vive.

A Macarena Olona se lo ponen en bandeja los excesos de algunos contrarios que, a su vez, se apoyan en lo que dice Olona.  Es un círculo vicioso del que solo se sale con sentido común, deseo de mejora social y reconocimiento de que la historia es un movimiento hacia delante y no un retroceso. Ir hacia adelante es reconocer la igualdad de los derechos y deberes, fomentar la igualdad de oportunidades, abrir sectores, reconocer que mayoritariamente la violencia fluye en un sentido, sin que sea exclusiva la bondad o la maldad de nadie. Pero hay maldades que se disfrazan de institucionalidad y oprimen a las personas en diferentes sentidos, uno de ellos es el género, definición y clasificación social que implica límites y restricciones para unos y derechos para otros que, según las sociedades, pueden llevar a la muerte, la violación o el encierro sin problema alguno.

Tuve ocasión de ver ayer mismo un episodio de un programa en el que unas personas que recorren África en bicicleta proyectan películas entre las aldeas por las que pasan —el programa de TCM Cinecleta— donde planteaban unas reflexiones, según sus propias palabras. Mostraban imágenes de la vida de las mujeres en la zona donde habían parado: ellas trabajaban en el campo sembrando y recogiendo, preparando las tierras con las azadas, cuidándolas; ellas se encargaban de los niños; ellas se encargaban de la casa, de cocinar, de tenerla en condiciones. ¿Qué hacían los hombres? Nada, literalmente. Se sentaban a la puerta de las casas y observaban. Cuando proyectaban las películas, solo iban los hombres. Los autores del programa se negaron a proyectarlas si no había mujeres; entonces los hombres fueron a su casa y trajeron algunas mujeres. ¿Familia tradicional? Por supuesto, para ellos así es. La tradición no es más que a lo que estamos acostumbrados. Y eso siempre ha durando porque beneficiaba a unos. Donde se modifica esto es por el deseo de cambio, no por defender lo que hay porque siempre ha sido así. Olona debería ver el programa y luego hablar. Seguro que su "fundación iberoamericana" le da ocasión de ver muchos ejemplos de lo contrario de lo que predica.

Hay que defender los cambios, lo que objetivamente puede considerarse una mejora social, que pasa por el reconocimiento de la individualidad de unos y otros. En muchos países, las personas están esclavizadas, pero los hombres conservan sus privilegios de reyes en casa. Es el truco para que todo se mantenga de esta forma.

Que Macarena Olona vaya a dedicar su esfuerzo a esa "vida tradicional" produce algo más que tristeza. Se pueden decir muchas tonterías desde el "feminismo", como desde cualquier otro campo, pero eso no elimina la realidad de que quedan muchos cambios por hacer en la "familia tradicional", en la visión patriarcal que existe tras las violaciones en grupo, el aumento de la ideología machista detectada entre los jóvenes y todas esas lacras que seguimos viviendo y que hay que combatir las llames como las llames.

Pero cada uno elige el lado en el que estar. Luego la historia nos recoloca. 

* "Olona lanza un proyecto iberoamericano contra la "criminal ideología de género" sin descartar su vuelta a la política" RTVE.es 4/11/2022 https://www.rtve.es/noticias/20221104/olona-proyecto-iberoamericano-criminal-ideologia-genero-vuelta-politica/2407943.shtml

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