sábado, 19 de noviembre de 2022

La zanahoria de la trivialidad o el nuevo hedonismo

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Polémica —¡otra más!— por la EBAU. A las muchas polémicas en escena, se añade una más por la enseñanza y sus contenidos, sobre todo porque reflejan el modelo de persona y de sociedad que se proyecta hacia el futuro. El empobrecimiento cultural observable de muchas formas nos remiten a lo mismo, al embrutecimiento, a la falta de sentido crítico (¿para qué sirve eso?), a la ignorancia camuflada, a la trivialidad constante.

El otro día, hablando de la memoria, se me ocurrió preguntar por la "magdalena de Proust". No tenía la pretensión de que hubieran leído a Proust, sino simplemente que supieran a qué fenómeno me refería. El silencio fue la respuesta. No me rasgo las vestiduras. El problema de la educación, en cualquier escenario, es siempre que el ignorante no se percibe a sí mismo como tal.

Este fenómeno se agrava más cuando se lleva, como llevamos, la zanahoria de la trivialidad por delante, donde los flujos informativos solo te llevan a un consumo absorbente, que requiere de ti las 24 horas del día, los 7 días de la semana y los 365 días del año. Nuestro problema es ese, que nada te distraiga de tu destino, ocupar sitio en todo tipo de festejos, salir con la maleta puesta los jueves (no ya los viernes) al destino más barato que te ofrecen, empezar a pensar el lunes lo que vas a hacer el finde. A esto lo llaman "ocio" y algunos "felicidad".

Hay muchas formas de ocio, un concepto que se ha ido degradando, de la ocupación en uno mismo al mero consumo de entretenimiento. Hemos pasado de una idea formativa del ocio, un tiempo que uno dedica a formarse como persona a crecer, al mero paso del tiempo. Y es aquí donde se crea el problema: el ocio de unos es el negocio de otros. En una sociedad mercantilizada no importa lo que eres si no lo que consumes y produces.

Las quejas de la RAE lo son por cómo se organizan las pruebas de la EBA, algo que afectara a las propias asignaturas que se evaluarán:  

En un documento, colgado por la institución en su web, explica que "comparte" el malestar que le han trasladado un grupo de coordinadores de las pruebas de acceso a la universidad de varias comunidades autónomas acerca de las "insuficiencias" que tiene la propuesta ministerial.

En concreto, critica que la nueva prueba de acceso a la Universidad "reduce considerablemente los contenidos de Lengua y Literatura que los estudiantes deben dominar, con el argumento de que han de potenciarse en su lugar las competencias que supuestamente han de adquirir".

En este sentido, la RAE asegura que en la nueva propuesta el hecho de los alumnos tengan que contestar a 25 preguntas tipo test, sin poder sobrepasar las 150 palabras en los textos que redacten, hace que pierda "el lugar preponderante que hasta hace poco tenían la reflexión y la argumentación lingüística, la capacidad para compendiar y ordenar discursos, así como la interpretación, la valoración y el análisis de los textos literarios".

Critica que se evalúen conjuntamente diversas materias

También ha alertado de que la prueba de acceso evalúa conjuntamente competencias de "múltiples" materias: Lengua, Literatura, Historia y Filosofía, además de las que corresponden a la lengua extranjera elegida y a la lengua cooficial de las comunidades autónomas que la posean.

Según la RAE, aunque el texto ministerial reitera en varias secciones la importancia de "enseñar y evaluar de modo competencial", "no aclara" cuáles son exactamente las competencias que se suponen esenciales, y "tampoco explica por qué su adquisición se habría de oponer al conocimiento de los contenidos que hasta ahora se consideraban imprescindibles".

Asimismo señala que entre otras "ausencias notables" se pasa "por alto el hecho de que las capacidades argumentativa y crítica no pueden ser adquiridas en ninguna materia sin el conocimiento profundo de los contenidos a los que hayan de aplicarse".*

La valoración de la pruebas acaba afectando a la valoración de las materias en sí, ya que todo se enfoca al resultado final, el de la EBAU. Lo que queda diluido en las pruebas, lo hace en el proceso previo. La evaluación es selectiva y marca la orientación y valoración de todo. La cuestión es que eso tiene otro tipo de efectos en la formación global.

La incultura solo resalta en un entorno culto. La solución del problema es convertir a todos en ignorantes de la misma clase. Una vez que empieza la caída, esta arrastra a todos.

Las personas que se resisten y tratan de mantener un estado de cultura se enfrentan al grupo, a las malas miradas, al silencio, son apartadas o acaban haciéndolo ellas mismas. Necesitan desesperadamente entornos en los que poder desarrollarse y disimular en otros ocultando su deseo de leer, de profundizar en las cosas.

Somos la segunda generación, es decir, la de hijos que tienen padres que no han crecido en muchas dimensiones y que, por ello, consideran natural la ignorancia sobre muchos aspectos. Se les ha enseñado (vertical u horizontalmente) a que no necesitan todas esas cargas para ser "felices" en una sociedad del ocio consumista. No tienen modelo de referencia. Las escuelas dejan de luchar, las familias viven ya de otra forma, en un mundo sin libros, presidido por el teléfono, punto de convergencia de todos los flujos que caracterizan esta sociedad. Basta con usar el transporte público para comprobar esto.

Hace unos días, aparecía un artículo en el diario El Mundo con el titular "Uno de cada dos jóvenes españoles preferiría estar en el paro antes que ser infeliz en su trabajo". El reportaje se hace eco de la encuesta de Sigma Dos y establece que según se avanza en la edad, este deseo de "felicidad" se tiene que ajustar a la realidad laboral, es decir, a tener que hacer trabajos que no te gustan para poder vivir, una necesidad que excepto algunos privilegiados, tienen el resto de los mortales. ¡Pero se lo pasa uno tan bien viviendo sin preocupaciones y divirtiéndose gracias al trabajo ajeno!

La idea de "felicidad" se asocia con la falta de responsabilidad, de un hacer sin finalidad más que esa diversión que llena los días ante la incapacidad de llenarla con otras cosas. Espero que haya pronto estadísticas sobre el uso real del "bono cultural" ofrecido por nuestro gobierno.

El estudio de Sigma Dos hace referencia a otros anteriores y señala:

Nuestro sondeo aporta nuevos puntos de vista. Sólo el 6,7% de los jóvenes cree que su trabajo le define como persona. Se acabó aquello de ser "alguien" en la vida determinado por un empleo. La diferencia con las generaciones anteriores es abismal. El 22% de los mayores de 45 años y casi el 30% de los mayores de 65 sí se identifican personalmente con su profesión. 

Seguramente tiene mucho que ver que son también los más jóvenes los más descontentos con su situación laboral. 

Si nos dan a elegir entre trabajo y ocio, las diferencias también son significativas. Para el 64% de los menores de 30 años el ocio es prioritario frente al trabajo (29,1%), una brecha que se reduce con la edad. Entre los mayores de 65 años, la distancia entre trabajo y diversión es mínima (45,9%-48,6%).**


El problema, claro está, es que para poder divertirse se lo tiene uno que pagar, aunque se hayan buscado fórmulas cada vez más baratas, como el botellón, alternativa al ocio de los bares, generador de un nuevo tipo de economía ajustada a las posibilidades. La pandemia ha servido para dejar en evidencia cuáles son las prioridades sociales: el ocio en sus diversas variantes. Es lo que centraba la atención. Incluso la vacunación ha estado determinada en gran medida por las posibilidades mayores de "salir de marcha", como refería un entrevistado en un canal televisivo.

Ante todo este imperio del ocio consumista, la cultura entendida de otra forma se convierte en un obstáculo en varios sentidos. El mismo desarrollo del sentido crítico, una mejor comprensión de los mecanismos sociales y personales, se convierte en un obstáculo cuando la persona descubre cuál es realmente su valoración y posición social, lo que se espera que haga.

En la generación joven de los 70, la lectura era una forma de distanciamiento de la generación anterior, mucho más dogmática y con menor educación. El acceso mayoritario a las universidades que se produjo desarrollo un modelo muy distinto, con lecturas más allá de las nacionales tratando de superar el "casticismo" tradicional de una parte mayoritaria de la cultura española. Se trataba de leer más y de leer distinto, lo que afianzaba el sentido crítico y la distancia. Entre sus objetivos, estaba claramente el sentido anticonsumista de la cultura. En España proliferaron editoriales que lanzaban miles de títulos al año convirtiéndonos en la cuarta potencia editorial mundial, especialmente en variedad de títulos, más que en cantidad.

Pero todo eso ha quedado cortado de raíz. El consumo se dirige al ocio, con el que se nos bombardea cada día a través de los medios, especialmente de la televisión, que se dedica a informar sobre todo esto. Quizás algún día alguien haga una tesis doctoral tratando de explicar los conceptos de "ocio", "ocio nocturno", "terrazas", etc. durante la pandemia, cómo se convirtieron en obsesión informativa. La economía que necesita que nos concentremos en determinados puntos de consumo se vio dificultada por los riesgos para la salud de las concentraciones. La idea del "X es seguro" se repetía como un mantra cuya finalidad era evitar que toda la estructura consumista se viniera abajo ante las necesidades del confinamiento. En otros países se ha producido, pero en pocos tan desequilibrados como en España.

La preocupación de la RAE por la lectura, por las Humanidades, por la disolución de unas en otras, su forma de evaluarse, etc. es real. Pero no debe verse como una cuestión de gremio, que es uno de los errores capitales en esto. El problema es la sociedad que estamos generando, su profunda incultura y, por ello, por nuestra enorme capacidad de ser manipulados. No se trata de oponer trabajo y diversión (como se hace en la encuesta), sino un tipo de diversión improductiva frente a un ocio constructivo que haga avanzar a la persona, algo que se debe fomentar desde familia y escuela, es decir, crear un ambiente favorable. El problema es que cada vez más las instituciones educativa, del colegio a la Facultad, se ven más como lugares de encuentro, como formas laborales, como obstáculos a esa diversión, nuevo motor de la vida. La palabra hedonismo se inventó hace ya algunos siglos. Hoy lo practicamos.

El deterioro de la enseñanza es el deterioro de la sociedad y viceversa. Con la mediocridad es suficiente. Esa extraña relación que se ve entre la diversión y el trabajo no solo habla de la mala condición del trabajo (real), sino de la baja condición de la diversión, de su vacío profundo al servicio de las fuerzas económicas que lo sostienen como forma de producir y que no quieren ver como se vacían los saraos, deportes, viajes... 

Poco pan y mucho circo. Los dos fenómenos que hemos unidos están relacionados. Las escuelas, el profesorado, están empezando a cansarse de luchar por convencer al alumnado y a los políticos de que la formación requiere otros planteamientos. La falta de valoración de la cultura acaba en desprecio por el trabajo y por todo lo que requiere algún tipo de esfuerzo, ya sea de pensamiento o laboral, que son los dos elementos de los que se nos habla. Cada vez queda más en que se produzca esa epifanía, ese momento de revelación en el que alguien se "cae del burro", se da cuenta que es su vida la que pasa cada día y que esta se gasta de forma trivial. Pero la zanahoria es poderosa si se ha construido una sociedad trivial, basada en el entretenimiento en vez de en la ocupación en los valioso como legado. Somos parásitos de nosotros mismos siguiendo esa zanahoria que se nos ofrece cada día. Si la zanahoria hacía avanzar al burro, ahora le pide que se detenga y evite pensar en todo lo demás.

Si lo hicieran, a lo mejor sentirían la tentación de cambiar el mundo trivial que les rodea. Y eso parece peligroso.

* "La RAE ve "insuficiencias" en la EBAU: "Reduce considerablemente contenidos de Lengua y Literatura"" RTVE.es 18/11/2022 https://www.rtve.es/noticias/20221118/rae-advierte-insuficiencias-nueva-ebau-lengua/2409472.shtml

** "Sigma Dos: Uno de cada dos jóvenes españoles preferiría estar en el paro antes que ser infeliz en su trabajo" El Mundo 13/11/2022 https://www.elmundo.es/papel/historias/2022/11/13/636e9ac7e4d4d80a128b4590.html


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