Joaquín Mª Aguirre (UCM)
En el
día de hoy se han celebrado manifestaciones, pero los políticos deberían mirar
atrás, a la época de la pandemia y ver dónde estábamos y lo que ocurre en estos
momentos.
Hace
unos días hablábamos aquí de un gran excedente de mortandad inexplicable, uno de cuyos factores,
según se barajaba, habría sido la falta de seguimiento y atención por falta de
recursos. El hecho de que la España de hoy sea un país viejo, uno de los más
viejos del mundo, nos debería advertir de lo que ocurre con la sanidad.
ABC |
Como se lleva diciendo desde hace muchos años y hoy se ha repetido en los informativos de diversas cadenas, estamos formando médicos que se van a otros países por lo precario del empleo, lo bajo de los sueldos y las malas condiciones. Formamos médicos y personal para la Sanidad que luego se nos van porque somos incapaces de incorporarlos y retenerlos. Es así de sencillo. ¿Para qué quedarte en España donde te tratan mal, te insultan, te pagan poco y te tienen con contratos temporales? La cuestión es tan sencilla como eso.
¿Por qué entonces montar esta guerra ideológica y económica sobre unas condiciones que debería ser prioritario mejorar por el bien de todos?
El deterioro de la Sanidad es palpable; es una queja real y constante. Se mide en tiempos de espera para ser recibido, en cierres de los centros que quedan sin personal, en intentos peregrinos como la atención por pantallas, en la reducción del tiempo de atención a duraciones ridículas... Podríamos seguir.
Todo
esto ocurre con unos políticos que hunden los dos pilares de lo público, la
Sanidad y la Educación. No voy a entrar en las intenciones, pero sí en los
resultados. Los motivos reales de la Sanidad están ahí, más allá de corear
eslóganes o tocar el tambor. Los problemas son reales y la gente necesitará
cada vez más atención. Primero por la edad, pero también por desoír las
advertencias de que esta pandemia no será la última. Podemos camuflar la cifras
—como se ha hecho—, pero no podemos camuflar la realidad, que sobresale por
esas cifras de mortandad inexplicable.
Ellos
ya nos advirtieron que agradecían los aplausos, pero que con ellos no se
arreglaba la situación, que venía de lejos. Pero no se hizo caso. La
preocupación de este país son los bares, los puentes y fines de semana, la
celebración de fiestas para que esta economía del ocio y del chiringuito que
tenemos siga en marcha.
Los políticos siguen haciendo demagogia con la salud y es inaceptable. En Madrid, la demagogia ya es insufrible. Las inversiones deben ir allí donde son necesarias, no donde benefician a algunos. La cuestión no es bajar impuestos, sino emplearlos bien, allí donde son necesarios. Y la salud es, sin duda, uno de esos puntos. Ignorar a los sanitarios e insultarlos es tener muy poca vergüenza y muy poca memoria. También nulo sentido de futuro.
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