viernes, 28 de octubre de 2022

Virus y guerras

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Esto es muy raro. Nos dice por un lado que tenemos temperaturas casi veraniegas, pero también que los niveles víricos gripales son de diciembre. Pese al aumento de los contagios, del que advierten ya con insistencia los expertos del campo sanitario, la gente se ha tomado poco en serio los avisos y se observa una tendencia clara: los mayores siguen con las mascarillas en ciertos lugares, mientras que la gente joven ha enterrado la mascarilla. Incluso en los lugares en los que es obligatoria, se observa cierto desafío en no llevarla.

Queda muy claro que la información  llega a muchos ciudadanos, pero a muchos no les "afecta". Los intentos de silenciar las informaciones por aquello de la economía se han vuelto contra la eficacia de los mensajes. Pero, ¡terrible ironía!, lo que está afectando a la economía no es el coronavirus, sino la guerra creada por ese otro virus llamado "guerra". 

Al no conectar la economía con el ascenso del coronavirus, sino con los efectos de la guerra, corremos un grave riesgo de indefensión, de que no sea efectiva ninguna medida de prevención ante las infecciones que tenemos por delante y que, como señalan, se están adelantando por nuestra falta de prevención, algo que señalamos hace unos días.

En RTVE.es se titula «Los virus respiratorios se adelantan tras la pandemia: "Estamos en niveles propios de diciembre"».

Hay dos razones que explican este adelanto. Por un lado, “se están disminuyendo las medidas de prevención que estamos utilizando para la Covid-19” como, por ejemplo, el uso de las mascarillas o la ventilación en los espacios cerrados. 

El segundo motivo es que, por la pandemia, hemos pasado dos años en los que no han circulado prácticamente los virus de la gripe porque se ha reducido el contacto entre la población que más se infecta: los niños y los menores de 15 años. “Como la gripe circula más por ellos, acaban, entre comillas, vacunados, pero al no haberla pasado en estos dos años ahora son una población más vulnerable y está más predispuesta a infectarse más rápidamente que otros años, y con ello a transmitir el virus más frecuentemente a los adultos, que son los que realmente sufren más las consecuencias a pesar de su vacuna”, explica el doctor. * 

Si circula con intensidad la gripe, como se afirma, circulará cualquier otra forma de contagio respiratorio existente en el ambiente, pues las formas son las mismas y los problemas iguales: estrecho contacto, poca circulación del aire, ausencia de mascarilla.

Como por arte de magia, las palabras debían detener los efectos. La palabra mágica era "gripalización", que más allá de su sentido "técnico", quería tener un efecto de trivialización del problema, una forma de atenuación para transmitir "tranquilidad". A esto se le añadía la desaparición de los datos, escamoteados en el camino, reducidos a los mayores de 60 años, una especie de "excedente social" que llega hasta edades poco prudentes, donde se puede uno morir de varias cosas. De ahí la famosa distinción entre "morir de COVID" y "morirse con COVID", sutilezas solo al alcance de los forenses. Se empieza jugando con las palabras y se acaba jugando con otras cosas. Hablamos de "virus respiratorios", que diluye la memoria de las diferencias.

Ahora nos encontramos con un problema doble: la gente se ha relajado gracias a nuestros esfuerzos por relajarla en pos de la Economía y el gasto, y, por otro lado, con el aumento de las infecciones. Cuando los contagios se disparan —como vimos hace unos días— en países como Alemania, Francia o Reino Unido, nosotros quitamos cualquier prevención en las fronteras, dejamos de exigir vacunación, certificados, etc. Si a Díaz Ayuso le fue bien ¿por qué debemos de preocuparnos?

Lo que nos cuentan ahora los expertos es que debido a no haber tenido una fuerte incidencia anteriormente por la medidas de prevención, los virus vienen en plena forma, con fuerza que todavía no acaban de llamar pandémica, pero que no descartan el término. 

Es evidente que nuestros dirigentes y expertos comunicadores han fallado estrepitosamente al no poder establecer un discurso estable y coherente sobre lo que supone el COVID, un discurso capaz de adaptarse a los cambios y momentos del desarrollo de una pandemia. Pero los discursos, más que dirigirse a la consciencia del problema, han ido más al olvido o la relativización del problema.

La cuestión ahora es que las mascarillas vuelven a ser necesarias justo cuando la corriente social (vamos a llamarla así) va en dirección contraria. El final del artículo de RTVE.es es el siguiente: 

Las mascarillas no es una medida que venga asociada al coronavirus”, ha recalcado el Dr. José María Molero, “nosotros llevamos recomendando su uso todos los años cuando llega la epidemia de gripe porque es una medida que se ha demostrado eficaz.” Por lo que aconsejan el uso de medidas sobre todo con grupos vulnerables. Molero no es partidario de quitar las mascarillas en el transporte ni a nivel normativo ni personal.* 

Covid y gripe, da igual por lo que te puedas poner la mascarilla; lo importante es que te la pongas, pero no será sencillo ahora ir en la dirección contraria, algo que debería preverse en cualquier incidencia que tiene carácter estacional, como la gripe, o que ha provocado olas a lo largo del año gracias a nuestras "relativizaciones" de su importancia y a la necesaria "reactivación" de la economía.

Cierto es que hay medidas que no gustarán a todos, pero los contagios no son cuestiones de gusto. Si cada uno se contagiara por incumplir las medidas preventivas, quedaría en el grado de riesgo que cada cual desee asumir. Pero el problema es otro: lo que yo hago afecta a otros, a los que están a mi alrededor. Este problema nos ha estado sobrevolando de forma constante. Por eso las relajaciones en la prevención lo son también en el incumplimiento de la vigilancia. Por ejemplo, en el Metro de Madrid, en la Renfe, escuchamos constantemente que el uso de la mascarilla es obligatorio dentro de los trenes y que en los andenes se debe llevar allí donde no se puedan cumplir las distancias. El problema es que nadie se encarga de que esto se cumpla y nadie explica cuál es la distancia, por lo que se deja abierto el conflicto social, la discusión sobre si la llevo o no a manos de los viajeros, algo que ya ha desembocado en situaciones peligrosas y algunas trágicas.

Si los demás no se preocupan por usted, tendrá que hacerlo usted mismo y tomar algunas medidas, como ponerse la mascarilla y alejarse de la persona que va sin ella y está a escasos centímetros de usted echándole el aliento a las narices.

Si los efectos económicos negativos de la guerra no van a poder ser detenidos con mascarillas sino, por el contrario, evitando las medidas de prevención ante los efectos de los virus respiratorios sobre la salud, relajando medidas para compensar los problemas de la invasión de Ucrania, nos encontraremos en una situación absurda y peligrosa.

Las mascarillas pararon a todos los virus respiratorios. Por el mismo motivo, sin ellas estamos descubiertos. Los problemas se entremezclan. Puede que no podamos frenar pronto a Putin, pero frenar los virus está en nuestra mano.

 

* Marta Rodríguez (RNE) "Los virus respiratorios se adelantan tras la pandemia: "Estamos en niveles propios de diciembre"" RTVE.es 26/10/2022  https://www.rtve.es/radio/20221026/virus-respiratorios-se-adelantan-tras-pandemia/2407101.shtml

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