Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Con una
guerra en su esquina este, Europa vive momentos complicados. "Crisis"
es un término que puede describirla globalmente, pero tampoco nos dice mucho
sobre los detalles. Y las crisis europeas necesitan de detalle y conjunto, de
ambas perspectivas porque estamos apretados en un espacio pequeño. Nuestra
superficie continental no se sabe hasta dónde llega, mientras que nuestra
"superficie política", la Unión, llega hasta donde coexisten las
libertades, funcionan los acuerdos y aceptamos las reglas.
En
estos momentos, el Reino Unido —tras la salida de la Unión tiene su propia
crisis, la del Brexit— no parece tener solución rápida a su propia crisis de
gobierno conservador, con la oposición —más de treinta puntos por encima—
pidiendo adelanto electoral y un nuevo experimento de gobierno. Con la libra
empantanada, un débil liderazgo, con problemas secesionistas por parte de
Escocia, etc., Reino Unido tiene un futuro complicado, pese a tener en el
gobierno a "alguien más rico que Carlos III", un título que no sirve
demasiado, pero que se repite con insistencia además del de ser "hijo de
inmigrantes indios".
Si pasamos al otro lado del Canal de La Mancha, el gobierno francés superó ayer dos mociones de censura, una de la ultraderecha de LePen y otra de la izquierda radical de Mélenchon, lo que no está mal para cualquier país. En El Mundo nos explican por qué no se sumaron otros:
El partido de derechas Los
Republicanos pudo haber sido la clave para que sí prosperara el intento de
hacer caer al Ejecutivo, ya que, con sus votos sí se podría haber superado la
barrera de la mayoría absoluta. Sin embargo, también se había negado a votar
porque "Vivimos una crisis económica y energética desde hace algunos meses
(...) Añadir a eso una crisis política e institucional sería
irresponsable", según una carta firmada por la mayoría de
los diputados de esta formación conservadora, recogida ayer en Journal
du Dimanche.
El debate parlamentario reflejó la fractura entre oposición y Gobierno. En esta ocasión, el desencadenante ha sido un artículo concreto de la Constitución, el 49.3, que permite al Gobierno aprobar por la fuerza -saltándose las votaciones y las deliberaciones en la Asamblea- los presupuestos de 2023.*
No les falta razón a los firmantes de la carta, son demasiadas crisis ya para seguir sumando. Pero también es cierto que la aplicación de ese artículo 49.3 es una fuente de mociones de censura porque es casi obligado si se soslaya la opinión de la Asamblea, que pasa a ser decorativa. Este "gobernar por decreto" será fuente de inestabilidad futura y de discrepancia constante que de alguna manera se tiene que manifestar. La inestabilidad, aunque de una forma diferente a la del Reino Unido, con gobiernos débiles, se acabará manifestando en el momento en que Los Republicanos se cansen de evitar lo que el gobierno provoca. Es cuestión de tiempo y de estrategia.
De Italia, qué vamos a decir. Cuando se nos han dado las líneas programáticas de Georgia Meloni, ya se nos decían que no todos sus socios estaban de acuerdo con todas. Hablar de Italia y de crisis es una forma de redundancia. Aunque Meloni transmite firmeza, veremos cómo sus socios empiezan a hacer la guerra por su cuenta en las diversas áreas encomendadas. Habrá que ver cómo se resuelve su europeísmo declarado ahora con las veleidades y amores putinistas declarados por Berlusconi y Salvini, cada uno a su manera.
Las crisis alemanas son de otra categoría, pero no por ello menos crisis. En las últimas semanas se habla sobre todo de una posible entrada en recensión. Las crisis económicas fuerzan las políticas, que el gobierno alemán ya tiene iniciadas. Son básicamente las que le llevan a entrar en conflicto de intereses con los socios europeos. Alemania tiene su propia política en muchos casos y mira hacia el interior. La política energética, unida fuertemente a la energía rusa, es una herencia de la época Merkel, que entendemos ahora con más claridad.
Por el resto de Europa se reparten las crisis con la economía como fondo y con conflictos en la propia Unión, como son los casos de Hungría y Polonia. Esto se da dentro de unas crisis económicas que nos afectan a todos por el marco global de la guerra de Ucrania.
La guerra, en un sistema de interconexiones y dependencias fuerte, es un factor decisivo ya que las economías se manejan hoy en función de las expectativas de estabilidad y bajo o alto riesgo de las inversiones. La posibilidad de un empeoramiento de la economía si esta situación dura mucho es un factor de inestabilidad que aprovecharán, como ya hacen, los movimientos populistas para moverse y conseguir más poder e influencia. Cada vez son más los países en los que la caída en el populismo es un riesgo elevado. Son tiempos favorables a las explicaciones fáciles, al juego con las desgracias económicas, del desempleo creciente y del endeudamiento excesivo.
¿Y España? ¿Estamos en crisis? Como ocurre con cada uno de los países señalados, tenemos las propias y las sobrevenidas por la situación bélica y económica. Tenemos un grave problema de dependencia por nuestro propio modelo, algo que hemos tratado muchas veces aquí y se confirma: para ir bien, los demás tienen que ir bien... y viceversa. Los datos españoles nos muestran siempre como más afectados que el resto precisamente por ese factor. Seguimos con un desempleo enorme, con sueldos débiles, lo que induce a crisis que van desde la natalidad a las hipotecas. Nosotros tenemos riesgos mayores porque somos más débiles y eso hace que nos vemos más afectados antes y que tardemos más en recuperarnos. Todo ello en un clima de confrontación directa en el que todos luchan contra todos tratando de obtener en este diálogo de sordos algún rendimiento político electoral. España es débil porque su sistema político lo es, cada vez más atomizado y más sometido a esa forma de poder que concede a los que son necesarios para gobernar un poder excesivo para su representación, tanto por la derecha como por la izquierda.
El panorama del invierno por llegar, marcado por la guerra —que nos dicen que puede ser larga—, por la economía y la energía, no es nada bueno. Nos decían ayer que los españoles hacen acopio de edredones, bolsas de agua caliente, leña y similares. Me imagino que por toda Europa se estarán dando movimientos similares. Europa está agitada y eso se traducirá en movimientos políticos, en presiones electorales que se trasladarán a los gobiernos provocando más crisis. Eso tendrá consecuencias que es necesario prever y tratar de reducir las tensiones innecesarias en los niveles locales porque está claro que la única forma de salir lo menos dañados posible.
* María Crespo "Fracasan las mociones de censura contra el Gobierno francés" El Mundo 24/10/2022 https://www.elmundo.es/internacional/2022/10/24/635620f0fc6c837b2f8b457f.html
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