sábado, 15 de octubre de 2022

La líder efímera

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

La crisis de liderazgo abierta en Reino Unido con la primera ministra Liz Truss probablemente bate el record de desconfianza en muchos años. Ha sido llegar y hundirse sin margen para acomodarse en el 10 de Downing Street, la residencia oficial. Con las maletas a medio abrir, ya piensan que debe volver a empacar y dejar hueco al siguiente.

Recordemos que Truss ocupa el espacio dejado por las malas, es decir, por la crisis  de confianza desencadenada por el estrafalario Boris Johnson y el incumplimiento de sus propias normas a base de fiestas en la residencia oficial.

Sí, podríamos decir que el Reino Unido padece una crisis muy fuerte de liderazgo. Es algo que venía arrastrándose por las salidas de David Cameron y la posterior de Theresa May. Lo cierto es que se ha ido agravando hasta llegar a este momento efímero de Liz Truss, en el que nadie da nada por ella.

En RTVE.es nos explican sobre la crisis:

Liz Truss lleva poco más de cinco semanas en el cargo y ya se enfrenta a su primera crisis política por su gestión de la economía en un momento especialmente delicado para el Reino Unido. La primera ministra fue escogida en unas primarias convocadas en el Partido Conservador por la dimisión forzada de Boris Johnson, tras un mandato marcado por los constantes escándalos y la constante guerra interna que fragmenta al partido desde la victoria del Brexit. Cuarenta días después, Truss tiene los días contados podría caer en las próximas semanas, de acuerdo con los analistas consultados por RTVE.es. 

Y más adelante añade Paloma de Salas en el mismo artículo:

Y es que la única certeza por ahora en una era política que cambia en cuestión de minutos es que la primera ministra ya intenta aferrarse al cargo a la desesperada. Por eso no sorprende que el viernes evitase responder a los periodistas que querían saber por qué no dimite, por qué no pide perdón y por qué no asume que los errores de su plan fiscal son suyos. Un "desastre" de rueda de prensa, según varios de sus compañeros.* 

La naturalidad con la que se asume la ley de la gravedad política, la caída de los primeros ministros y cómo estos tratan de evitarlo defenestrando a sus ministros es pasmosa y nos sitúa en un contexto absolutamente caótico, un calificativo que abunda en titulares y artículos. Aquí ya no existe eso de los 100 días de prueba, etc. Se va directamente a la yugular.

No creo que haya un país tan convulso como Reino Unido en estos momentos. La sucesión de primeros ministros ha ido defraudando sin importar su modelo comunicativo. Hemos pasado de los serios y circunspectos Cameron y May al payaso Johnson y nos vamos a quedar sin conocer apenas el de Liz Truss, que va a salir en pocas horas, según anticipan los comentaristas políticos británicos.

La pregunta que surge es clara: ¿es esto normal? Es cierto que el contexto europeo es mucho más estable, con dos modelos predominantes: el poder compartido por minorías en suma, por un lado,  y las mayorías absolutas de algunos gobiernos de países donde debería haber algún cambio, por otro.

En Reino Unido se ha abierto la caza del líder. Con tantos cambios, lo que podría ser bueno a priori, lo que se ha impedido es la consolidación dentro del propio partido de figuras que demuestre su carisma y conocimiento previamente. Los líderes no son tan líderes como cabría suponer. Lo son más nominalmente que realmente, como se demuestra por sus caídas. A Johnson le aguantaron demasiado (en los dos sentidos) y eso lo va a pagar Liz Truss, la breve.

Es cierto que el sistema británico de elecciones es muy peculiar y que los diputados tienen sus distritos y los defienden del deterioro que puedan producir sus líderes, lo que facilita más las "rebeliones" que en otros países europeos. Pero tampoco es lógico que un líder elegido "por 140.000 personas" (como se nos dice en el artículo), los afiliados conservadores, dure unas semanas. ¿Qué votaron realmente los que la eligieron? ¿Sabían lo que votaban? ¿Por qué ese escándalo con sus medidas?...

Un diario británico llega a ser cruel preguntándose quién aguantará más, si la primera ministra en su cargo o una lechuga. Ellos, desde luego, apuestan por la lechuga.

Surgen toda una serie de preguntas ante la reacción generalizada por las medidas anunciadas y que ha tenido que recoger antes de que la furia estallara con más intensidad.

Las crisis que vivimos son complejas, lo suficiente como para no requerir de intervenciones alocadas, poco reflexionadas o contraproducentes. No es fácil acertar, pero tampoco se puede pretender que se realice cualquier acción desde una ortodoxia que no funciona y Truss ha dicho en titulares que ella "gobernará como una conservadora", anteponiendo la ideología a los problemas.

La política hoy requiere de una mayor flexibilidad ideológica y las fórmulas demasiado rígidas no suelen ser las mejores. Nunca se ha llegado a un grado de interconexión, es decir, de complejidad, tan elevado como en estos momentos. A una crisis sanitaria mundial (la pandemia) hay que añadir una crisis económica global más una tercera pieza que es la guerra. Cada una de ellas se puede subdividir en muchas otras que afectan a sectores específicos. Reino Unido añade, además, su salida de la Unión Europea, el Brexit, lo que ha elevado el nivel de las tres anteriores a unos niveles propios. Los británicos salieron de la Unión Europea en el peor momento, teniendo en cuenta lo que ocurrió poco después.

Los problemas políticos se agravan con los problemas de liderazgo. No es solo una cuestión británica. En España podemos recordar lo sucedido con Pablo Casado en el PP o lo que está ocurriendo con Yolanda Díaz en la izquierda. Hay más casos por toda Europa y podríamos ampliarlo a los Estados Unidos y a los países latinoamericanos, como Argentina, Brasil,  Perú, etc. Los líderes caen por muchas causas: falta de honestidad, autoritarismo, ineficacia... A Lizz Truss no le han dado mucho margen, apenas unos días y medidas.

Desgraciadamente, los modelos de liderazgo que se han ido desarrollando son bastante defectuosos y basados en la imagen mediática, como hemos podido apreciar en el caso de Boris Johnson. ¿Cuáles son las cualidades hoy de un líder que tiene bajo escrutinio todas sus acciones, que muchas veces las provoca él mismo aunque no las controle realmente? ¿Qué significa hoy ser líder? ¿Es la eficacia lo determinante? ¿Se introducen otras variables de más peso que, sin embargo, lastran el liderazgo?

Es obvio que hoy la política, por su complejidad, deja poco margen a las veleidades de otros tiempos. Es tiempo de equipos, pero ¿son los adecuados? ¿Se basa todo más en el ascenso al poder y sus estrategias, mientras que el asesoramiento para el día a día es más flojo? ¿Son los gobiernos el resultado de pactos que no resuelven los problemas reales, sino los internos, los del equilibrio político? ¿Cuesta menos embelesar que decir la verdad de las situaciones?

Podemos responder de muchas formas a todas estas cuestiones. Sea cual sea la respuesta, lo cierto es que la confianza en los gobiernos tiende a decrecer. La crisis de Reino Unido está lejos de cerrarse. Veremos si, como dicen, a Liz Truss no le da tiempo a desempacar las maletas. El problema va más allá y afecta a todo el Partido Conservador que tendrá que seguir improvisando líderes hasta que la cosa no dé más de sí y lo paguen definitivamente en las urnas. Después tendrán tiempo de pensar con tranquilidad quién es el líder. 

* Paloma de Salas Truss, acorralada por su gestión económica: "Ha perdido el control y tiene los días contados" RTVE.es 15/10/2022 https://www.rtve.es/noticias/20221015/truss-acorralada-gestion-economica-reino-unido/2406036.shtml

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