viernes, 7 de octubre de 2022

El mal interpretado

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Se queja el Vicepresidente de la Comunidad de Madrid, señor Ossorio, de haber sido mal interpretado. He escuchado varias veces lo que ha dicho, lo he leído y pienso que se malinterpreta él solo. ¡Triste destino el del político que no se entiende a sí mismo!

Su declaraciones, cuyo sentido dice no entender cómo los demás, las ha entendido todo el mundo de la misma forma. La explicación de porqué se produce esta "disonancia" entre lo que dice, ha creído decir y cómo los demás lo entienden es sencilla: electoralismo.

No es de extrañar que en la mente del político todo sea electoralismo, pues ya no existen periodos electorales, sino existencias electorales. El político del presente ya lo ve todo en la perspectiva de encuestas. Lo que antes se hacía de vez en cuando se ha convertido en el santoral, cada día toca una y ver si se sube o se baja, si el líder avanza o retrocede y otras cuestiones de este tenor.

El señor Ossorio ha metido la pata. Lo dicen todos. Con la excepción de los miembros de su bancada en la Comunidad, todo el mundo ha interpretado lo mismo. Una gigantesca metedura de pata, un deseo incontenido de hacer comulgar al mundo con ruedas de molino que ha causado indignación, protestas y peticiones de dimisión. Es decir: todo lo necesario para que el señor Ossorio siga en su puesto y obtenga un puesto preferente en las próximas listas que toquen.

En RTVE.es nos explican lo ocurrido:

Familiares de fallecidos en residencias de mayores durante la primera ola de la pandemia de coronavirus han asegurado que no podrán pasar página hasta que no haya una comisión de investigación, se conozca la verdad de lo ocurrido, se haga justicia y se diriman responsabilidades por las muertes en las residencias de mayores de la Comunidad de Madrid.

Así han contestado las familias al vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Enrique Ossorio, quien ha opinado que la propuesta de Vox de crear una comisión de estudio de las residencias "solo tiene un interés electoral" y "no es procedente" porque "va a causar un daño innecesario" a las familias afectadas porque supone mandar el "mensaje falso" de que "las muertes que sucedieron se pudieron evitar y eso no es cierto".* 

La tesis del señor Ossorio no solo de una hipocresía buenista sin parangón, sino de una desvergüenza supina. Imagínese cualquier desastre y proponga que no se toque porque eso no dejaría pasar página a las familias. Seguro que le han llegado a la mente muchas situaciones y seguro también que no se le ha ocurrido pensar que dejándolo sin investigar se va a sentir mejor nadie. Corrijo: el señor Ossorio, si atendemos a lo dicho, sí. Él piensa tanto en los familiares de los muertos en las residencias madrileñas que quiere ahorrarles cualquier dolor, un dolor interesado de la oposición para sacarle partido electoral.

La política, es cierto, es cada vez más carroñera. Pero el caso de las residencia excede el de cualquier otro caso y el futuro electoral del señor Ossorio o cualquier otro. No se trata ya del increíble número de muertos, sino de una situación que nos ha dejado en evidencia, un sistema sin preparación, sin sentido de la responsabilidad, llevado de una forma pesetera (aunque haya cambiado la moneda, pero no hemos creado el equivalente), mezquina y ahora prepotente, que es la guinda del pastel con las declaraciones del vicepresidente madrileño.

Creo que, pasado algún tiempo, algo les pasa a los políticos que van perdiendo sentido de la realidad y solo deben de mirar gráficos, estadísticas y algún informe pasado por el gabinete de comunicación o de cualquier otro tipo. Desde ese punto, creen que la realidad es lo que ellos explican y no les entra en la cabeza nada más. Es la incapacidad de ponerse en la piel de los demás y la pretensión de que todos se pongan en la suya. 


España es un país de viejo y envejecido. Es uno de los países más viejos del mundo porque apenas nacen niños —la tasa de natalidad no repone la población— y es también un país donde, por vivirse más que en otros, estamos dirigidos a ser una gigantesca residencia de tercera edad. A esto se suma que somos el geriátrico europeo, el lugar al que vienen a vivir decenas de miles de jubilados de países como el Reino Unido o Alemana, formando colonias y ocupando pueblos enteros. Hay otros países que viven de las operaciones de estética, de la cirugía o de los trasplantes de pelo, como Turquía. Países empobrecidos han creado paraísos sanitarios para quienes se los pueden permitir e islotes de paz para sus ricos ancianos. Pero España es otra cosa. Tiene la ancianidad importada y una enorme masa de ancianos que son la materia prima para un gigantesco negocio atencional que, como el mercado, tiende a reducir costes. Mucha sonrisa en los carteles y poca humanidad en muchos de estos centros, que son puro negocio.

Lo que la pandemia ha demostrado que este modelo de atención de mercado no es el mejor, que es simplemente una forma de aparcamiento de las personas favorecido por los cambios en la vida moderna, en el trabajo, en la forma de las ciudades, en las viviendas.

En el artículo citado de RTVE.es se señala:

"La mayoría de los familiares no podemos pasar página, mientras no haya una investigación y no haya justicia sobre tantísimos fallecidos por unos protocolos indignos (de derivación de residencias a hospitales) que dejaron a miles de personas indefensas, sin sanidad, cuando era su derecho", ha subrayado Carmen López, miembro de la plataforma Marea de Residencias.

La plataforma Marea de Residencias resalta que en la primera ola del coronavirus, los más vulnerables de la sociedad eran las personas mayores, con patologías y que vivían en residencias, y precisamente a ellos se los abandonó, se les negó la asistencia hospitalaria.*

Todo el mundo es consciente de que se actuó tarde y mal, sin recursos suficientes, sin inteligencia, sin coordinación. Quedaron en evidencia los modelos subyacentes, la realidad tras las frases de bienvenida, tras las sonrisas publicitarias. Salieron a la luz muchas otras cosas, de trato indigno, de falta de preparación del personal que había en muchas de estas residencia, meros negocios.

Los fallos constantes de vigilancia en todos los ámbitos también se reprodujeron en las residencias. La falta de personal de control sobre todas estas privatizaciones es un acicate al incumplimiento. Son las quejas habituales y la forma de garantizar los negocios redondos. Las ocultaciones de las muertes o de los contagios hasta que era tarde era la forma de evitar quedar en evidencia.

La realidad de nuestras residencias es la realidad de nuestro futuro. Todo lo que se pueda arreglar en ellas repercutirá en nosotros. Si los políticos tratan de utilizar esto, harán muy mal. Pero si son incapaces de ponerse de acuerdo en tantas cosas importantes, ¿por qué iban a hacerlo ahora?

Lo dicho por el vicepresidente Ossorio es una enorme metedura y nadie le ha malinterpretado. Si no quería que se politizaran las residencias, ahora les ha puesto en bandeja con sus declaraciones, que son las realmente politizadas e inaceptables.


* "Los familiares de fallecidos en residencias durante la pandemia aseguran que no podrán pasar página sin justicia" RTVE.es EFE 6/10/2022 https://www.rtve.es/noticias/20221006/familiares-fallecidos-residencias-pandemia-justicia/2405202.shtml

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