lunes, 1 de agosto de 2022

La creciente esfera rusa

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Las noticias de ayer nos mostraban a un triunfal Putin en las celebraciones gloriosas del Día de la Armada, otro festín militarista, esta vez naval, para enseñar músculo al mundo y al propio pueblo ruso, una parte del cual le sigue en el proceso expansionista. Esta vez tocan los mares del planeta.

Las imágenes propagandísticas rusas muestran algo más que un desfile. Preocupados por nuestras terrazas veraniegas y la ocupación turística, por los fichajes veraniegos y demás cosas de suma importancia, como si la corbata de Sánchez logrará bajar algunos grados la temperatura del planeta, desatendemos cuestiones esenciales que ven quedando fuera, en la superficie que rodea a nuestro agujero de avestruz.

En ocasiones hemos tratado aquí la necesidad de una defensa europea propia y no prestada. La cuestión se ha planeado con intensidad en varias ocasiones a lo largo de la última década, casi siempre coincidiendo con movimientos de Rusia, pero también con los condicionamientos de los Estados Unidos, cuya política es evidenciar la dependencia europea en defensa y el incremento del negocio del armamento, como vimos especialmente con Donald Trump.

La táctica de Trump era crear conflictos y desafíos para luego ofrecer "seguridad" a buen precio. La de Vladimir Putin ha sido responder a estos desafíos ganando terreno y quedándose en los lugares que la incompetencia de la diplomacia norteamericana ha ido haciendo imposibles. De esta forma, los rusos llegaban con buenas ofertas allí donde los norteamericanos ponían problemas de diverso tipo.

El Día de la Armada, Vladimir Putin ha aprovechado para manifestar sus aspiraciones navales por todo el mundo. RTVE.es y EFE nos dan cuenta de los movimientos navales rusos: 

Rusia ha anunciado este domingo planes para crear nuevas bases militares en el mar Mediterráneo, la región de Asia-Pacífico, el océano Índico y el golfo Pérsico en el marco de la nueva doctrina naval aprobada por el presidente, Vladímir Putin, y que considera a Estados Unidos como la mayor amenaza para su seguridad.

Moscú ve como el "principal riesgo" para su Armada la falta de suficientes bases fuera de sus fronteras que puedan recibir y abastecer a sus buques y realizar labores de reparación y mantenimiento técnico.

Además de garantizar la presencia permanente de la flota rusa en la base naval de Tartus, en Siria, Moscú quiere desarrollar centros de mantenimiento naval "en territorio de otros países de la región", lo que incluye a países africanos y de Oriente Medio.

Esas bases se abrirán también en países de la cuenca del Pacífico e Índico, y en el mar Rojo, con cuyos países Rusia intenta desde hace años forjar una cooperación estratégica como alternativa a sus tradicionales socios europeos, a los que está enfrentado por la guerra en Ucrania.*

 

La "nueva doctrina" no es más que un paso más en la que ya venía dando desde hace tiempo, cuando Rusia, con Putin al frente, decidió volver a una política de bloques en enfrentamiento permanente, a la idea del "enemigo al otro lado" que es la que caracteriza esta guerra de límites o fronteras "seguras". Es interesante comprobar cómo es el concepto de "seguridad" el que se esgrime en cada caso, lo que supone la necesidad de anticipar el conflicto futuro, el que se da por hecho.

Para los olvidadizos de la Historia quizá sea bueno recordar que hasta hace poco más de tres décadas, desde 1989, Rusia seguía controlando la mitad de Europa, la que ocupó en su avance hasta llegar a Berlín. Si hubiera podido llegar a París, lo habría hecho. Para Rusia y su mentalidad, la forma más segura de estar es mantener un cinturón de países ocupados cuanto más ancho mejor. La ocupación no supuso más que miseria, represión y, sobre todo, espacio defensivo. Es cierto que el concepto de "distancia" en materia defensiva ha cambiado conforme ha aumentado la velocidad y precisión del armamento posible. La II Guerra Mundial comenzó con un cambio en la velocidad del desplazamiento, la llamada "Blitzkrieg" o "guerra relámpago, que hacía que los carros de combate y la aviación ocuparan un país en horas. La finalización de la guerra fue también con un salto en el orden de la destructividad, las bombas atómicas. Todos estos factores hacían que el concepto de seguridad adquiriera otro carácter. Esto se pudo apreciar en la llamada "crisis de los misiles" de Cuba, otro problema de distancias.

Los países de Europa que quedaron bajo el control ruso, con el establecimiento de dictaduras comunistas, en realidad eran una franja que habría que sobrevolar para llegar a Moscú. El tamaño de Rusia la hace inabarcable y, por ello, imposible de invadir en su totalidad. Moscú es el centro obvio antes que la periferia.

Tras la caída del muro y de todos los países que actuaban como barrera imponiendo distancia, la Unión Soviética desapareció, dejando, pasado el tiempo, el modelo neozarista que vemos hoy con Putin, una Rusia imperial, que vuelve a temer por su "seguridad", lo que no deja de ser una estrategia de conquista de territorios, que son primero arrasados, después despoblados y finalmente repoblados. Es lo que se hacía en el S. XIX y lo que se ha vuelto a hacer en el XXI. No son otra cosa los rusófonos, los prorrusos, etc.  Rusia no quiere tener que estar invadiendo constantemente para poner orden, como ocurrió, por ejemplo, con Hungría o Checoeslovaquia, donde la gente se sublevaba. La inmensa Rusia se lleva a sus prisioneros muy lejos de sus tierras y los "rusifica" allí, mientras que coloca colonos en las tierras conquistadas.

La estrategia de la vigilancia del otro implica zonas de seguridad y desarrollo del armamento, que debe ser más rápido y poderoso que el de tu enemigo. Es lo que Putin planea con el desarrollo de los portaviones y la expansión por puertos de todo el mundo, que llevan muy lejos de Ucrania, que no es más que un pequeño botón en la muestra.


Ucrania no es más que una venganza de Putin contra aquellos países que se salieron de su órbita soviética y que considera "regalos" de Stalin. Putin quiere ver a Ucrania como otra Bielorrusia, sumisa y con un fantoche al frente. Pero no le ha salido bien la operación, al menos, no como pensaba. Ha decidido ampliar su zona de protección mediante la creación de bases por todo el mundo que le permitan asentarse en zonas de todo el mundo, pues Rusia tiene fronteras prácticamente con todo el mundo, ya sea por tierra o por mar, como ocurre en su parte oriental, disputado territorio con Japón.

La alianza con China complica las cosas, ya que es el resultado de la política norteamericana de declarar a China un "peligro", "un rival sistémico", etc. Próximo a Putin, del que se declaró admirador de su inteligencia y decisión, Donald Trump recogió la frustración del pueblo medio norteamericano y declaró a China culpable de todo lo malo que le ocurría a Estados Unidos. China, con su producción barata y la deslocalización de las empresas norteamericanas era la responsable de la decadencia; la culpó de "inventarse" el "cambio climático" como forma de frenar el desarrollo industrial y tecnológico de USA, etc.

Pero el papel de Rusia y el de China son muy diferentes. Rusia tiene energía y la utiliza para asfixiar a Europa, tiene materias primas; China, en cambio, produce para el mundo, necesita de materias primas para poder producir y después vender. La creación de un inmenso mercado interior al elevarse la riqueza del pueblo chino, el que más multimillonarios nuevos produce al año, el mayor consumidor de productos de lujo -de joyas y ropa a exclusivos modelos de Lamborghini- puede absorber parte de lo que se produzca, pero necesita un alto índice de crecimiento constante, con cifras muy diferentes a las occidentales.

De China dependemos para fabricar casi todo, como hemos apreciado en varias crisis recientes. Las fábricas de coches se pueden paralizar porque no nos lleguen los chips o cualquier pieza indispensable. No tener mascarillas hizo notar de forma muy directa la dependencia de China. De Rusia, en cambio, dependemos de la emergía, como estamos comprobando ahora directamente; dependemos del grano que producen y que consumen millones de personas por todo el mundo. Esto le permite crear crisis mundiales con cerrar los grifos. Hará como ya hacía Trump: primero se crea una crisis y luego doy una solución en la forma más favorable.


La noticia de que Rusia está dispuesta a establecer alianzas para controlar los mares y, con ello, el comercio mundial no es buena porque se hace en un contexto de enfrentamientos y uso de todo tipo de armas o si se prefiere de cualquier cosa convertida en arma. Si Rusia tiene la posibilidad de hacer en otros frentes lo mismo que ha hecho cortando la energía a Europa, no tardará mucho en crearse una crisis de imprevisibles (más bien al contrario) consecuencias.

Rusia está creando las condiciones para organizar un conflicto de enorme complejidad. Busca lo mismo que Trump, hacer que los países entren bajo su esfera y así poder controlar más parcelas. El deseo de cambiar la ruta de Suez por la ruta del Ártico es un síntoma de claro de su deseo de tener los diferentes grifos que controlan los flujos energéticos y de materiales, tanto de materias primas como de productos elaborados. Esto es un desafío que requiere mucha reflexión y mejorar las relaciones con muchos países a los que se empuja, de una forma u otra, hacia la esfera rusa.

 

* "Rusia creará nuevas bases militares en el mar Mediterráneo, el golfo Pérsico, el océano Índico y la región de Asia-Pacífico" RTVE.es 31/07/2022 https://www.rtve.es/noticias/20220731/rusia-creara-bases-militares-mediterraneo-persico-indico-asia-pacifico/2393220.shtml

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