viernes, 12 de agosto de 2022

El empeoramiento de la salud mental en el sistema educativo

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

En estos días pasados hemos hablado varias veces de la correlación entre las informaciones negativas y la recepción por parte de la gente. Podríamos hablar del efecto estresante de la información, diferente al de los hechos. Podemos sentirnos más o menos afectados por los hechos, pero su descripción en forma de noticias puede contribuir a un estrés añadido.

En los últimos meses ha hablado con bastante intensidad y desde distintos espacios del empeoramiento de la salud mental, especialmente entre los jóvenes. No son los únicos, las perspectivas de empeoramiento de la situación futura son cada día más palpables entre la población. El titular preferente en estos momentos en el diario ABC señala " Crecen un 11% las jubilaciones a partir de los 65 años para cobrar más pensión", lo que nos indica claramente que la percepción del futuro inmediato es negativa. Y cuando la gente percibe un futuro peor es cuando se desencadenan los factores estresantes, angustiosos, de ansiedad que minan nuestras posibilidades de una estabilidad a juego con unas expectativas positivas. Como en otras ocasiones, aclaramos desde el principio que no se trata de practicar una política del avestruz escondiéndonos de la realidad, sino de actuar sobre ella.

Me interesa centrarme en un espacio social que está recibiendo grandes presiones, me refiero a la enseñanza, que comprende una amplia franja de edad, que padece con especial intensidad la presión estresante y que desemboca en diversas situaciones negativas, como es el crecimiento de suicidios entre los jóvenes.

En abril, la Asociación Española de Pediatría, publicó un comunicado del Grupo de Trabajo Multidisciplinar sobre Salud Mental en la Infancia y Adolescencia en el que señalaba en su titular "La pandemia ha provocado un aumento de hasta el 47% en los trastornos de salud mental de los menores"*. Como resumen de la situación, se nos resaltaban dos puntos en el inicio:

·    Alertan de que los casos de ansiedad y depresión y los diagnósticos de TDAH se han multiplicado por tres o cuatro desde 2019, y los comportamientos suicidas han aumentado hasta un 59%

·    La Sociedad de Psiquiatría Infantil, la Sociedad Española de Urgencias Pediátricas y la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria reclaman un aumento de recursos, la incorporación de psicólogos clínicos en los centros de salud y la mejora de la coordinación con escuelas y familias, con los pediatras de AP como pieza clave.*

 

Las cifras, se nos avisa, son altas sobre una situación anterior ya alta, que la pandemia y sus circunstancias no han hecho sino aumentar. Se nos dice en el comunicado: 

La Sociedad Española de Urgencias de Pediatría (SEUP) ha analizado la evolución de los diagnósticos de salud mental en los SUP españoles desde marzo de 2019 a marzo de 2021, con la participación de quince SUP. Globalmente, los diagnósticos relacionados con trastornos mentales en Urgencias Pediátricas aumentaron un 10%. En un análisis desglosado, los diagnósticos que más se incrementaron fueron: “Intoxicación no accidental por fármacos” (122%), “suicidio/intento de suicidio/ideación autolítica” (56%), “trastorno de conducta alimentaria” (40%), “depresión” (19%) y “crisis de agresividad” (10%).*

Un título del texto nos simplifica la situación: más casos, más jóvenes y más hospitalizaciones. En el comunicado se exigen determinados tipos de intervención: un aumento de los recursos para dedicar a la atención a la salud mental, más formación específica, detección precoz, incorporación de especialistas en salud mental en Atención Primaria, mejora de la coordinación y, el último de ellos, al que me quiero referir, " Formación en salud mental en colegios e institutos, dirigida tanto a profesores como a padres en relación con identificación y regulación de emociones, respeto a la diversidad, etc."*

Las primeras demandas son para la formación y dotación de la atención, mientras que el último queda un tanto desdibujado, pese a ser esencial. En términos de incendios forestales, un tema muy presente, la diferencia es invertir en bomberos, dotaciones, materiales, coches, helicópteros, etc. por un lado, y, en el otro extremo, invertir en limpieza de los montes, sistemas de vigilancia, es decir, todo lo que es prevención.

Hay, indudablemente, muchos factores personales, hasta hereditarios, en la cuestión de la salud mental, pero también es cierto que el estado de nuestra propia salud mental depende de las presiones que recibimos del exterior y de nuestra forma de respuesta.

Si nos centramos más en evitar ciertas situaciones, quizá podamos rebajar mucho los estados de ansiedad, el estrés que el propio sistema educativo produce. Sin embargo, aunque esté en la lista de peticiones que las escuelas, colegios, etc. puedan recibir formación sobre los efectos sobre la salud mental de los alumnos, creo que eso queda muy lejos.

Una concepción "sistémica" del sistema educativo debería considerar como un espacio de interrelación en unas determinadas condiciones que afectan, en mayor o menor medida, de una forma u otra, a los que intervienen. Si esto ocurre claramente dentro del sistema laboral —que puede ser descrito de una manera muy similar—, ¿por qué no entender que el aumento de la presión en el sistema educativo se produce y que afecta a los integrantes?

Mucho me temo que, por muy buenas intenciones que haya, se sigue priorizando la llegada de las personas en estados ya complejos sin incidir en cómo se llega a ese estado, algo que debería rastrearse. Desgraciadamente, cuando se buscan causas, las más de las veces se deriva hacia factores que tienden a evitar la determinación en el sistema y hacen recaer en la tendencia de la personas y no en lo que les lleva a reaccionar de una determinada manera. Por poner un ejemplo, es sencillo contabilizar el número de suicidios juveniles, pero no lo es tanto saber cuáles son las causas que han llevado a esa acción de acabar con su vida. No siempre será sencillo, pero lo cierto es que en muchos casos, dentro del sistema educativo, desconocemos las causas. Puede que no haya una causa directa, pero sí puede haber un cierto clima de presión que acaba llevando a ciertas soluciones drásticas.

El suicidio es un caso creciente, muy grave. Hay que encontrar soluciones más allá de indicar el número, el incremento, etc. Se trata de evitarlo. Toda otra solución no es más que un parche a una situación cada vez más preocupante y a la que nadie se quiere enfrentar.

El País 5/08/2022

Pero más allá del suicidio, o si se prefiere, antes está el sufrimiento. No hay una respuesta a muchas situaciones "normalizadas" respecto al sufrimiento, si se quiere estado de ansiedad, angustia, etc. que el propio sistema produce y que convierte el hecho de estar en un centro educativo, de la escuela a la universidad, en un espacio de creciente ansiedad.

Por más que lo neguemos, seguimos con el viejo principio de "la letra con sangre entra". Esa "sangre" es un principio de sufrimiento asociado al acto de aprendizaje y, por supuesto, una forma de establecer las distancias que la institución educativa establece. Parece que el suicido, el "fracaso escolar", etc. son siempre fallos de la personas y no del sistema. Las explicaciones se centran en el tratamiento de las personas, en la busca de problemas de la persona y no de espacio en el que se encuentra. El principio es sencillo: son muchos los que están, pero solo algunos llegan a esas situaciones extremas. Pero esto contiene un enorme grado de hipocresía, porque basta con investigar un poco, basta con rascar la superficie para que la insatisfacción salga.

También hay que poder ampliar nuestra percepción. El sistema educativo no está aislado, forma parte de algo mucho más amplio que se va reflejando en su condición de alumno, pero que está influido por las múltiples interconexiones que pueden llevar tensión a su vida, desde las presiones económicas sobre la familia a la salud del propio grupo.

Sería ingenuo pensar que desde el sistema educativo podemos eliminar los puntos de fricción en la vida, pero lo que sí se puede hacer es ser conscientes de que podemos ser una gota fatal en la vida de las personas, una gota que desborde el vaso. También que el propio sistema educativo puede ser "gratificante" y "liberador" de muchas tensiones recogidas. A muchos de mis alumnos les ha extrañado que les dijera que podían divertirse trabajando, investigando, etc. Por eso era importante que ellos estuvieran a gusto en lo que hacía, que no fuera una parte negativa en sus vidas, sino lo contrario, una forma de abrir perspectivas, ilusiones, seguridad en sí mismos, etc. que son valores que podemos transmitir a través del sistema educativo.

El problema grave es que vamos en la dirección opuesta. Estamos convirtiendo la educación es una especie de sistema robótico evaluador, salpicado por todo tipo de limitaciones. Se han confundido los obstáculos con la "calidad", que es algo que viene definido por esos límites artificiales, tomados de los peores sistemas de control y gestión. A todo este sistema de vigilancia constante, cada vez más impersonalizado y burocrático, lo confundimos con ser "objetivo". Es triste, pero es cada vez más aceptado, a la vez que se traslada el estrés a los propios docentes que, de forma casi inevitable, lo acaban trasladando al alumnado.

No sé si las instituciones educativas reflexionan sobre el componente de ansiedad y estrés que generan con sus acciones cotidianas, las más sencillas y diarias. No sé si se plantean realizarlas de otra forma evitando en lo posible ese estrés. En lo que respecta a la Universidad, son muy pocos los que han intentado desde algunos centros dar cuenta del problema. Hay algunos investigadores que han tratado de abrir líneas para tratar sobre esto, pero mucho me temo que el propio sistema las acabe rechazando, como es propio del que rechaza la autocrítica.

Creo que he comentado que he dirigido algún Trabajo de Fin de Grado sobre la cuestión de la salud mental en la Universidad. La propuesta ha dado un resultado suficiente como para intentar tratar de convencer a los compañeros durante el próximo curso que la rebaja de tensiones en este mundo tensionado por pandemias, guerras, inflación, crisis económicas, etc. es necesaria. Sobre todo, que debemos ser conscientes de no ser nosotros los que hechos más leña al fuego de la ansiedad y el estrés, algo difícil porque, como digo, se confunde la eficiencia con la tensión permanente, con esa robotización preprogramada que vivimos en nuestros centros.

Unos alumnos me comentaron que había profesores que les lanzaban en clase discursos sobre lo inútil que era estar en las aulas, las pocas perspectivas de trabajo, etc. ¿Son conscientes de lo que hacían o se trataba de un juego irresponsable? ¿Qué se busca hundiendo a los alumnos, quitándoles la razón de estar allí?

Creo que necesitamos una reconsideración del sistema educativo y de qué esperamos crear a través de él. Hace tiempo que se perdió la perspectiva de la persona en beneficio de una serie de parámetros evaluativos que nos dan vacíos número con dos decimales. Nada más. Los números parece que nos eximen de responsabilidad. Pero la tenemos. Hay muchas cosas que se pueden hacer desde las aulas antes que sembrar el pesimismo en un mundo tenso.

Nuestra precaria salud mental en infancia y juventud se merece algo más que nuestras pobres, inútiles y muchas veces inexistentes respuestas. El problema está ahí; es real y requiere algún tipo de respuesta más allá de cumplir los estándares mínimos o crear servicios de atención sin preguntarnos por nuestra propia responsabilidad docente, sobre cómo nos organizamos, qué exigimos, que plazos damos, cómo trabajamos, etc. Creo que hay muchas cosas que se podrían hacer y muchas otras que se podrían evitar si ponemos un poco de atención en nuestro trabajo y entorno. 

La vanguardia 23/06/2022

"La pandemia ha provocado un aumento de hasta el 47% en los trastornos de salud mental de los menores "  Comunicado del Grupo de Trabajo Multidisciplinar sobre Salud Mental en la Infancia y Adolescencia 7/04/2022  https://www.aeped.es/sites/default/files/20220407_np_salud_mental_infancia_y_adolescencia.pdf

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