miércoles, 10 de agosto de 2022

Sandy, oh, Sandy

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

La muerte de Olivia Newton John ha servido para dejar clara la separación generacional existente en el mundo cultural. Hay una especie de línea que se abre en los 70 en donde se cierra un periodo y se abre otro. Las artes marcan las líneas temporales a través del fenómeno del gusto. Olivia ha tenido el reconocimiento de ser, a su muerte, una de esas figuras icono de la cultura diferenciada.

Esa barrera la vemos claramente cuando nos damos cuenta de que las películas que han sobrevivido que forman parte del repertorio de la cultura popular son unas frente a las anteriores. La repetición es un fenómeno de la vida cultural popular en una sociedad determinada por los medios.

La muerte de Olivia Newton-John ha estado abriendo los medios de todo el mundo, de la prensa a la televisión. Esto es posible no por su popularidad actual o por su trayectoria posterior, sino por el papel que juega Grease, una película musical, en su vida y en la vida cultural de varias generaciones. Es una de las piezas importantes en el muro generacional que se empieza a levantar con los años 70.

Curiosamente, la muerte de Olivia Newton John ha servido para ponerle "historia" a una cara en la pantalla o una voz en las canciones. Grease (Randal Kleiser 1978), no lo olvidemos, es una película que no representa a su tiempo, los años 70, sino que parodia los 50.  Grease no habla de su tiempo, de sus problemas, sino que es un puñado de canciones alrededor de una historia de pandillas y parejas, muy convencional. Grease ya fue un enorme éxito en su tiempo, pero no reflejaba su tiempo.

Es un caso contrario a lo que supuso otro éxito para su compañero, John Travolta, Fiebre del Sábado Noche (Saturday Night Fever, John Badham 1977), una película que reflejaba los problemas del momento, pero que quedó en la cultura popular mediante unos gestos de baile y una música de los Bee Gees, cuya carrera de éxitos fue eclipsada, históricamente hablando, por esta banda sonora que les condenó a copiarse a ellos mismos. Unas pocas notas del Stayin' Alive nos bastan para identificarla. Eso "signos" identificativos se transmite a través de las décadas. Hasta el apellido del protagonista, "Travolta", pasó a tener un sentido como "ser un travolta" o "hacer el travolta"; incluso la expresión "fiebre" quedó asociada al baile discotequero. La película y sus signos han quedado aunque no se vea en reposiciones del filme.

Como musical, Grease ha pasado una y otra vez por los escenarios precisamente por su atemporalidad artificial. Es su irrealidad lo que la hace seguir siendo popular. De la misma forma, la escena que se recuerda de Fiebre del Sábado noche es la ficción de la discoteca. Ni Fred Astaire quedó tan vinculado a una escena de baile. ¿Quién es Fred Astaire, por cierto? Alguien del otro lado de la frontera generacional, ya no es de los padres sino de los abuelos.

El cine negro fue borrado en los 70 por El padrino (F. Ford Coppola 1972), otra película que quedó convertida en icónica en la cultura. La voz de Brando susurrando y el tema compuesto por Nino Rota bastaron para identificarlo en el futuro. Era fácilmente parodiable. Se vea o no, forma parte de esa primera frontera que nos distancia de lo anterior impulsándonos hacia el presente. Grease, El padrino, Fiebre del sábado noche... son nuestro pasado o, al menos, el pasado remoto de las generaciones actuales, que ya lo ven como algo asociado a sus padres, cuando no a sus abuelos.

Me viene a la memoria una anécdota que me contó un compañero, profesor de Historia del Cine. Un día se lamento ante sus alumnos "¡No os gusta el cine clásico!" "¡Sí!"—le contestaron ellos. "¡Nos encanta Grease!". Creo que han debido pasar más de diez años desde que me la contó en las confidencias de un café entre clases. Lo hizo con un cierto tono de derrota. No era culpa de nadie que el tiempo pase y que lo que fue un amado presente, pasado un tiempo, sea algo distante para otros. Grease ha sobrevivido en el tiempo, quizá porque hoy las cosas resisten si son rentables y Grease lo fue en muchos sentidos, incluido el de la moda.

Cuando te dan ataques de melancolía propios de la edad, me recuerdo haciendo cola con mis primos para ver la primera de las entregas de la Guerra de las Galaxias, de haberme asustado con Tiburón o de ver el dedo de ET señalando hacia el espacio por primera vez. Me siento satisfecho por haber vivido esos momentos en los que Indiana Jones saltaba de un automóvil o de haber escuchado la música de Wagner asociada a un bombardeo en Vietnam. Me siento feliz por haber sufrido viendo al alien acorralando a Sigurney Weaver en tan poco espacio, por haber vivido el momento en que los extraterrestres pacíficos se comunicaban con nosotros a través de la música. Me siento feliz de haber podido escuchar tantas canciones con las que se ha ido construyendo una vida de recuerdos. Hoy puedes volver a ellas. Olivia Newto

Se nos ha ido Olivia Newton-John. Es un aviso para las generaciones de que comienza a desaparecer un tiempo, que la distancia se amplía. Las obras permanecen, reinterpretadas, pero permanecen. Aquellas que son arrastradas y forman parte de un pasado, de ese "clasicismo" que gustaba a los alumnos de mi amigo. Lo que para él era Lo que el viento se llevó, era Grease para ellos.


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