Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Debo
confesar que me he reído bastante con el reportaje del diario El Mundo sobre el
Museo de Cera de Madrid. Firmado por Belén Picornell, lleva por título "El
anecdotario del Museo de Cera de Madrid: del destierro de las figuras de
Urdangarín y Marichalar a explosionar la de Manolo Escobar" y nos realiza
un recorrido bien llevado por las salas y por las anécdotas acumuladas en sus
primeros cincuenta años, que ahora se cumplen.
Ya la
idea de un museo donde el baremo no sea el arte de sus objetos, sino las
conductas de las personalidades reales, lo que les pasa en la vida, tiene algo
de surrealista o, al menos, de diferente. Según te comportes, estarás en un
sitio u otro, en una sala u otra. De esta forma el Museo de Cera se convierte
en un tribunal permanente.
Un día
estás arriba y al día siguiente puedes haber sido retirado de la vista o
trasladado a un lugar apartado según tu comportamiento a ojos de la gente. Ya
desde el mismo título se nos da una pista con la condena a destierro de Urdangarín
y Marichalar, que han pasado de estar en una sala privilegiada con la familia
real a ser mandados por ahí, en términos de museo. De Urdangarín, por ejemplo,
se nos dice que tras conocerse su condena, en 2011, "En principio se lo
llevaron a la Sala del Deporte, lejos del Rey y de la Infanta Cristina de
Borbón. Pero terminó con el resto de exiliados, apartado en un cubículo al que
sólo pueden acceder los trabajadores de esta empresa privada." El que la
hace la paga, incluso en el Museo de Cera, que tiene algo de Palacio de Justicia.
En el otro caso mencionado se nos dice:
(...) el de otro apartado de la Familia Real, Jaime de Marichalar. Su salida fue más traumática. Una vez inscrita la sentencia de divorcio de la Infanta Elena en el Registro Civil de la Familia Real, "dos operarios procedieron a llevarse en una carretilla su figura de cera", cuenta la responsable de Comunicación del Museo. Hasta esa misma mañana se encontraba detrás de un burladero en el Salón del Ruedo, contemplando una corrida de toros.*
Parece
que hay cierta pauta, que los condenados son enviados a una fase intermedia
antes de llegar, en algunos casos, al final. El Museo te manda a la sala
deportiva en un caso y a una corrida de toros antes del exilio definitivo. La
posición en el Museo hay que ganársela. Te mandan a otra sala en cuanto que hay
sospechas de algún tipo sobre la conducta o, simplemente, un cambio de posición
o estatus. Me imagino que es la servidumbre de tener un Museo con figuras de
personas reales, personas que cambian, que actúan en la vida, que aciertan o se
equivocan.
No
tienen ese problema con figuras "estables", es decir, que han quedado
asentadas por la Historia. Pero, me imagino, también algunas estarán expuestas
a los efectos del revisionismo o de la mala prensa en ciertos momentos de la
historia. Dentro de poco, no será sencillo tener personajes "claros"
y sí mucha más división de opiniones, lo que puede llevar al Museo a ciertas
dudas sobre dónde colocar a la gente.
El
reportaje está lleno de sabrosas anécdotas, desde el perfume de Antonio
Banderas hasta compartir el peluquero alguna figura con la persona real. Pero
el caso que más ha llamado la atención es el siguiente:
-¿Cuál es la figura más querida?
-Trump.
"Es extraño: gusta mucho. Hay gente que lo odia y
aun así se hace fotos con él. Es por el que más nos escriben en redes
sociales preguntándonos si sigue para venir", cuenta Cristina
Placeres, y asegura que aunque ya no sea presidente de EEUU no terminará en la
sala de los desterrados.*
Debo confesar de nuevo mi sorpresa y preocupación ante este "cariño" tan peculiar de los españoles (supongo que vendrán en peregrinación también desde otros lugares del mundo) por Trump, este deseo de fotografiarse con él y con su esposa, Melania. Como se ve en las fotos que acompañan al reportaje, Trump mantiene el dedo pulgar de su mano derecha en alto, un preocupante gesto de victoria.
Esperemos que este reportaje no llegue a manos del ex presidente norteamericano, que exigirá sala propia y que le alejen de un cercano Barack Obama. Al fondo está un Abraham Lincoln fácilmente reconocible, barba y chistera. Sentado hay alguien, que si está allí es porque habrá ocupado en algún momento la presidencia, pero que no identifico. Espero que no sea Joe Biden, aunque los parecidos del museo han sido "famosos" desde su apertura. Quizá se trate de un sillón reservado para hacerse fotos con ellos y sea solo un visitante. No sé.
El sistema de mandarte a salas diferentes según tu comportamiento tiene mucho de castigo escolar (¡Marichalar, ya está bien! ¡Castigado al tendido de la plaza!, por ejemplo). Sin embargo, este tipo de castigos es ejemplarizante y sumario. El mismo día que te divorcias de la familia real, te mandan a la sala de deportes. ¡Como debe ser!
Para algunos ya ha sido una condena verse reproducidos en cera. Además, se aplica este sistema de sanciones inmediatas sin posibilidad de apelación. No es nuevo, como se puede apreciar en el texto inferior de la revista 10 Minutos, donde ya se castigó a Isabel Pantoja hace casi diez años.
De la fama al sótano... o peor. El Museo no se anda con contemplaciones.
Diez Minutos 17/04/2013 |
* Belén
Picornell "El anecdotario del Museo de Cera de Madrid: del destierro de
las figuras de Urdangarín y Marichalar a explosionar la de Manolo Escobar"
El Mundo 20/08/2022
https://www.elmundo.es/madrid/2022/08/20/62ea8cacfc6c83a97c8b457e.html
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