domingo, 21 de agosto de 2022

Castigos en el Museo de Cera

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Debo confesar que me he reído bastante con el reportaje del diario El Mundo sobre el Museo de Cera de Madrid. Firmado por Belén Picornell, lleva por título "El anecdotario del Museo de Cera de Madrid: del destierro de las figuras de Urdangarín y Marichalar a explosionar la de Manolo Escobar" y nos realiza un recorrido bien llevado por las salas y por las anécdotas acumuladas en sus primeros cincuenta años, que ahora se cumplen.

Ya la idea de un museo donde el baremo no sea el arte de sus objetos, sino las conductas de las personalidades reales, lo que les pasa en la vida, tiene algo de surrealista o, al menos, de diferente. Según te comportes, estarás en un sitio u otro, en una sala u otra. De esta forma el Museo de Cera se convierte en un tribunal permanente.

Un día estás arriba y al día siguiente puedes haber sido retirado de la vista o trasladado a un lugar apartado según tu comportamiento a ojos de la gente. Ya desde el mismo título se nos da una pista con la condena a destierro de Urdangarín y Marichalar, que han pasado de estar en una sala privilegiada con la familia real a ser mandados por ahí, en términos de museo. De Urdangarín, por ejemplo, se nos dice que tras conocerse su condena, en 2011, "En principio se lo llevaron a la Sala del Deporte, lejos del Rey y de la Infanta Cristina de Borbón. Pero terminó con el resto de exiliados, apartado en un cubículo al que sólo pueden acceder los trabajadores de esta empresa privada." El que la hace la paga, incluso en el Museo de Cera, que tiene algo de Palacio de Justicia. En el otro caso mencionado se nos dice:

(...) el de otro apartado de la Familia Real, Jaime de Marichalar. Su salida fue más traumática. Una vez inscrita la sentencia de divorcio de la Infanta Elena en el Registro Civil de la Familia Real, "dos operarios procedieron a llevarse en una carretilla su figura de cera", cuenta la responsable de Comunicación del Museo. Hasta esa misma mañana se encontraba detrás de un burladero en el Salón del Ruedo, contemplando una corrida de toros.*

Parece que hay cierta pauta, que los condenados son enviados a una fase intermedia antes de llegar, en algunos casos, al final. El Museo te manda a la sala deportiva en un caso y a una corrida de toros antes del exilio definitivo. La posición en el Museo hay que ganársela. Te mandan a otra sala en cuanto que hay sospechas de algún tipo sobre la conducta o, simplemente, un cambio de posición o estatus. Me imagino que es la servidumbre de tener un Museo con figuras de personas reales, personas que cambian, que actúan en la vida, que aciertan o se equivocan.

No tienen ese problema con figuras "estables", es decir, que han quedado asentadas por la Historia. Pero, me imagino, también algunas estarán expuestas a los efectos del revisionismo o de la mala prensa en ciertos momentos de la historia. Dentro de poco, no será sencillo tener personajes "claros" y sí mucha más división de opiniones, lo que puede llevar al Museo a ciertas dudas sobre dónde colocar a la gente.

El reportaje está lleno de sabrosas anécdotas, desde el perfume de Antonio Banderas hasta compartir el peluquero alguna figura con la persona real. Pero el caso que más ha llamado la atención es el siguiente:

-¿Cuál es la figura más querida?

-Trump.

"Es extraño: gusta mucho. Hay gente que lo odia y aun así se hace fotos con él. Es por el que más nos escriben en redes sociales preguntándonos si sigue para venir", cuenta Cristina Placeres, y asegura que aunque ya no sea presidente de EEUU no terminará en la sala de los desterrados.*

Debo confesar de nuevo mi sorpresa y preocupación ante este "cariño" tan peculiar de los españoles (supongo que vendrán en peregrinación también desde otros lugares del mundo) por Trump, este deseo de fotografiarse con él y con su esposa, Melania. Como se ve en las fotos que acompañan al reportaje, Trump mantiene el dedo pulgar de su mano derecha en alto, un preocupante gesto de victoria.

Esperemos que este reportaje no llegue a manos del ex presidente norteamericano, que exigirá sala propia y que le alejen de un cercano Barack Obama. Al fondo está un Abraham Lincoln fácilmente reconocible, barba y chistera. Sentado hay alguien, que si está allí es porque habrá ocupado en algún momento la presidencia, pero que no identifico. Espero que no sea Joe Biden, aunque los parecidos del museo han sido "famosos" desde su apertura. Quizá se trate de un sillón reservado para hacerse fotos con ellos y sea solo un visitante. No sé.

El sistema de mandarte a salas diferentes según tu comportamiento tiene mucho de castigo escolar (¡Marichalar, ya está bien! ¡Castigado al tendido de la plaza!, por ejemplo). Sin embargo, este tipo de castigos es ejemplarizante y sumario. El mismo día que te divorcias de la familia real, te mandan a la sala de deportes. ¡Como debe ser!

Para algunos ya ha sido una condena verse reproducidos en cera. Además, se aplica este sistema de sanciones inmediatas sin posibilidad de apelación. No es nuevo, como se puede apreciar en el texto inferior de la revista 10 Minutos, donde ya se castigó a Isabel Pantoja hace casi diez años. 

De la fama al sótano... o peor. El Museo no se anda con contemplaciones.

Diez Minutos 17/04/2013

* Belén Picornell "El anecdotario del Museo de Cera de Madrid: del destierro de las figuras de Urdangarín y Marichalar a explosionar la de Manolo Escobar" El Mundo 20/08/2022 https://www.elmundo.es/madrid/2022/08/20/62ea8cacfc6c83a97c8b457e.html

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