Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Contra
el triunfalismo local y el pesimismo deslocalizado, la realidad es tozuda y no
deja mucho lugar a la especulación. La noticia está como un islote. La rodean
muchas otras que tampoco nos permiten muchas alegrías. El titular de RTVE.es
nos explica la situación: "Los accidentes de trabajo mortales suben un 18
%, con 394 fallecidos hasta junio."* Es triste estar sin trabajo, pero lo
es más fallecer en el trabajo. Esos malos datos no son mera
anécdota sino una consecuencia de una situación cada día más complicada en las
condiciones de trabajo:
Los accidentes laborales causaron 394
muertes en el primer semestre de este año, un alza del 18 % frente
al mismo periodo del año pasado, lo que en números absolutos supone
60 fallecidos más, según los datos actualizados por el Ministerio de
Trabajo.
De esos accidentes mortales, 320 fueron en la
jornada de trabajo, 43 más (15,5 %); mientras que 74 fueron en
desplazamientos al trabajo, los denominados "in itinere", 17 más que
en el mismo periodo del año pasado (29,8 %).
Por causas, y dentro de los accidentes en
jornada, infartos, derrames y otras causas naturales fue la primera con
126 fallecidos, 19 más que en la primera mitad de 2021. No obstante, otras
causas como golpes o ahogamientos sufrieron subidas importantes con 15
fallecidos más en cada una de esas clasificaciones.
Por sectores, los servicios acapararon el
mayor número de accidentes mortales en jornada con 137, aunque
los mayores incrementos fueron para la agricultura con 58 fallecidos, 32 más
que en la primera mitad de 2021; y en construcción, con 70 accidentes mortales,
19 más.
Del total, 353 accidentes mortales fueron entre asalariados y 41 entre trabajadores por cuenta propia y, por sexo, 362 fueron hombres y 32 mujeres.*
Habrá
algunos optimistas que digan que los accidentes laborales aumentan porque hay
más trabajadores activos. No es cuestión del vaso lleno o vacío sino de las
condiciones reales en las que se está trabajando y en dónde se está ahorrando, que
es indudablemente en los trabajadores.
Las pancartas sindicales piden que no hay ni un muerto más, pero esas pancartas pueden ser reutilizadas en el siguiente accidente fatal. La lista no cesa porque no se ven llegar esas medidas que se piden en cada protesta por el fallecimiento de los trabajadores. Ahora, con las medidas de ahorro energético, se ha escuchado más la protesta por cómo puede afectar a los clientes que a los trabajadores y sus condiciones de trabajo.
Son
muchas personas las que te dicen que en sus empresas han reducido personal y
que lo que antes hacían cuatro, ahora lo hacen dos a destajo y por el mismo sueldo,
cuando no por menos. Esta larga crisis se está saldando con una carga constante
sobre los trabajadores y una enorme demagogia desde parte del empresariado que
cada vez que debe aportar algo contesta lo mismo, "no es el momento",
sin explicación alguna de cuándo llegará ese momento. Las amenazas contra
cualquier medida que favorezca a los trabajadores se salda con la amenaza de
que así se aleja a los inversores,
que verán reducidos sus márgenes de beneficios. En algunos casos, como está
ocurriendo con la energía, los márgenes de beneficio son escandalosos. Los
números son los números. También los de las muertes de trabajadores.
Hablar
aquí de "causas" de los accidentes es delicado porque lo que aparece
no explica nada; nos dan detalles pero no los que realmente explican por qué
hay ese aumento en tan poco tiempo. Los errores cometidos por agotamiento, por falta
de protección eficaz, falta de formación, etc. son frecuentes.
Hemos
tenido estos días los escándalos de las muertes de los barrenderos por los golpes
de calor y la polémica sobre si el traje estaba homologados. En años anteriores
hemos tenido noticias sobre las malas condiciones de los temporeros, con
muertes igualmente por el calor.
Que los
sistemas de prevención se vean como "antieconómicos", que se reduzcan
tiempos, etc. son una muestra más de esta deshumanización que nos está
definiendo cada día. Se ha perdido cualquier atisbo de sentido social del
trabajo hasta reducirlo a un puro sistema de beneficio donde los medios
importan poco.
Esto afecta, por ejemplo, a los comisionistas del "pa'la saca" y demás, capaces de enriquecerse sin problemas ante la necesidad de mascarillas durante una pandemia o los que obligaban a ir a comprarlas a Francia y Portugal ante los precios abusivos de nuestras farmacias; afecta a las personas muertas en una mesa de operaciones de estética o cualquier otro incidente que nos muestra cómo se anteponen los intereses económicos ante cualquier principio laboral o ético.
Los sindicatos vienen denunciando desde hace meses el incremento de la siniestralidad laboral. Desde UGT han subrayado que las cifras "ponen de relieve que la seguridad y salud en el trabajo se está dejando en un segundo plano en las empresas y no funcionan los mecanismos preventivos" y que "en cuanto aumenta la actividad, aumenta la siniestralidad".
Y han reclamado al Gobierno "actuar" abriendo una mesa de diálogo social en materia de siniestralidad laboral donde se acuerden medidas urgentes y se articule un plan de choque.*
¿"Actuar"? En este clima de enfrentamiento por todo, es difícil que nadie pueda poner algo realmente eficaz y no solo, en el mejor de los casos, unas medidas improvisadas para las empresas. Con la precariedad de los contratos, por mucha fórmula imaginativa que se cree, los trabajadores se ven obligados a aceptar lo que hay, aunque repercuta en su salud y seguridad.
Las
cifras de accidentes laborales son algo muy serio, tanto por las muertes como
por lo que representan de tendencia, de camino en la dirección contraria a la
que se debería emprender. Pero este es el destino de esta España enfrentada por
todo y en la que cada uno vela por lo suyo sin sentido de comunidad o, si se
prefiere, social. Basta con escuchar un poco y se comprueba que las relaciones laborales están siendo realmente perversas.
Hemos
visto cómo durante la pandemia normas de seguridad se quedaban en frases
vacías, ambiguas con las que las empresas intentan lavar su responsabilidad dejando
en manos de los demás las decisiones. Bajo un confuso "se recomienda"
en cualquier tipo de circunstancia, poco o nada se hacía. Las situaciones de explotación se saldan con un "si no te gusta, ya sabes", típico de la prepotencia del que sabe que hay cola de gente para hacerse con un trabajo sin protestas.
Vamos
hacia una sociedad atomizada donde cada uno vive em un área de la jungla donde
intenta sobrevivir. Quizá lo estemos ya. El informe de Funcas de este año nos decía ya que España estaba por encima de la media europea en cuanto a accidentes de trabajo.
Informe de Funcas 2022 (descargar)
*
"Los accidentes de trabajo mortales suben un 18 %, con 394 fallecidos
hasta junio" RTVE.es 10/08/2022
https://www.rtve.es/noticias/20220810/accidentes-mortales-trabajo-suben-dieciocho-ciento/2395630.shtml
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