lunes, 22 de agosto de 2022

Lo que enseña la dependencia alemana

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Siempre es una tentación valorar lo que se hizo mal entonces a la vista de los malos resultados hoy. Pero, en ocasiones, la evaluación se hizo ya negativa en su momento y eso es lo que se puede medir hoy. Me estoy refiriendo a un caso claro entonces y ahora, el de la dependencia creada en Alemania del gas ruso.

Cuando en el mundo todo eran sonrisas (en una parte del mundo), los acuerdos para importar gas barato de Rusia parecían saludables: más barato y entre amigos. Pero, como se suele decir, lo barato acaba saliendo caro y los amigos de hoy pueden ser enemigos mañana. No digo ya rivales, que circunscribirnos demasiado al mercado, sino directamente "enemigos", como ocurre con Rusia en esta Europa que quiere doblegar mediante inflaciones y cortes energéticos.

En RTVE.es se recoge un artículo publicado en Alemania, en BR24, con "La miseria del gas: cómo Alemania cayó en una dependencia fatal", lo firman Hans-Joachim Vieweger (e Ina Krauß, en el original alemán). En el artículo se hace un recorrido hasta el origen del problema: 

La crisis del gas tiene una larga historia, está convencido Jürgen Kühling, presidente de la Comisión de Monopolios, que asesora al Gobierno alemán. Y esta historia está estrechamente ligada a la aparición de la empresa Uniper. "Creo que todo el desastre empezó cuando se concedió el permiso ministerial a E.ON-Ruhrgas", dice Kühling.

Eso fue en 2002, cuando el grupo eléctrico E.ON quiso hacerse con Ruhrgas, el mayor proveedor de gas de Alemania. La Oficina Federal de Cárteles se opuso, pero el gobierno federal rojiverde del canciller Gerhard Schröder hizo caso omiso de todas las preocupaciones. Y emitió un controvertido permiso ministerial:

"En el caso de E.ON, concedí el permiso a pesar del voto negativo de la Comisión de Monopolios y, como resultado, sujeto a condiciones de gran alcance", explicó entonces Alfred Tacke, del SPD. Era secretario de Estado y representaba al ministro de Economía Werner Müller, que no era del partido y que se había declarado parcial. Tanto Müller como Tacke se unieron al grupo de empresas afectadas por la controvertida decisión poco después de que se tomara.* 

Como sabemos hoy, la crisis con Rusia ha dejado en evidencia el extraño papel, por decirlo finamente, jugado por el ex canciller del SPD Gerhard Schröder y que acabó con su colocación en empresas vinculadas con Rusia tras su salida de la política activa.

Un poco más adelante se nos explica en el artículo alemán: 

Pero la decisión no fue sólo una mancha: según Jürgen Kühling, presidente de la Comisión de Monopolios, también tuvo consecuencias económicas fatales. Se juntaron muchas cosas difíciles, dice Kühling: la presión por un lado y el hecho de que la gente creyera que todo sería mejor con un proveedor de gas alemán muy grande. Eso fue un completo malentendido, dijo: "Lo que hemos construido es un monopolio. Este monopolio pasó a depender de las empresas rusas", analiza Kühling.

Por ejemplo, E.ON Ruhrgas participa en el Nord Stream 1 y más tarde en el Nord Stream 2. El fortalecimiento de los lazos con Rusia no fue un descuido, sino que fue planificado y deseado por los políticos. Tacke, el secretario de Estado responsable de la aprobación ministerial, dijo en 2002 que la fusión pondría a Ruhrgas en condiciones "no sólo de importar gas, sino también de participar más en Gazprom, por ejemplo".

No se promovieron alternativas al gas ruso, aunque la aprobación ministerial en 2002 se justificó con el argumento de que así se garantizaría el suministro de gas. "Con eso, no se han hecho muchas otras inversiones alternativas, como en el suministro de gas licuado de petróleo y cosas así más", dice Kühling.* 

Todos los pasos dados iban llevando a la situación final que hoy tenemos: un monopolio que depende del gas ruso. Alemania está atada de pies y manos, lo que condiciona toda su política. Tras 2013, año en el que desaparece la empresa inicial, disuelta en el macroorganismo monopolístico, se produce la invasión rusa de Crimea en 2014. El resto lo conocemos y lo padecemos.

En ocasiones anteriores, habíamos especulado sobre cómo las subidas del precio de la energía, vinculadas al gas, había creado unas situaciones de crisis económicas en Europa previa a la invasión de Ucrania. Es decir, que se había manipulado el mercado para elevar las condiciones críticas europeas, su margen de resistencia. Cuando se llegó a un punto alto y de poco margen para las economías, que crearía una situación límite en muchas economías, es cuando se produce ya la invasión final de Ucrania por parte de las tropas de Putin.

Eso implica que no ha sido casualidad, sino la creación de condiciones de debilidad a través de la dependencia energética, que tiene repercusiones en todos los campos y conlleva una crisis económica y la consiguiente fragilidad social, que padece las consecuencias de la inflación. Hay ya varios países fuera de Europa que se han lanzado a las calles ante las subidas de los precios o la falta de elementos de primera necesidad. El acuerdo para la salida del grano de Ucrania, cercado por Rusia, nos muestra la forma de establecer estrategias de control mediante la manipulación de la economía. Eso se puede hacer en el caso de una economía manipulada, controlada como es la rusa por una serie de oligarcas y una capacidad alta de represión y de propaganda desinformativa para contrarrestar los efectos sobre la propia población y seguir con el control social.

La creación de unas condiciones de crisis mediante cortes y subidas se está viendo muy claro en el caso ruso y hace mirar con recelo muchas decisiones del pasado que parecieron entonces muy fáciles y favorables, cuando se trataba de trampas.

En RTVE.es tenemos hoy las declaraciones del jefe del gobierno alemán:

El canciller alemán, Olaf Scholz, ha manifestado este domingo la expectativa de que las dificultades de abastecimiento de gas por las que está pasando Alemania tras la reducción del suministro de gas ruso terminen a finales de 2023.

A inicios del año próximo empezarán a funcionar las primeras terminales de gas natural licuado (GNL) en las costas alemanas, ha afirmado durante un encuentro con los ciudadanos con motivo del Día de puertas abiertas de la Cancillería, en Berlín, y el resto se sumará a lo largo del año.

"Si logramos esto, nuestro problema de seguridad energética estará solucionado hasta finales de año. Seguirá costándonos caro, pero ya no se planteará la pregunta de cómo lo conseguiremos", ha dicho.

Junto a la construcción de terminales para importar GNL por barco, la otra medida emprendida por el Gobierno ha sido el almacenamiento de gas, ha recordado el canciller, puesto que los depósitos existentes en Alemania, algunos de ellos propiedad de la empresa estatal rusa Gazprom, en ocasiones no se llenaban.

Ahora, los operadores están obligados por ley a que en ciertas fechas los depósitos estén llenos a un determinado porcentaje de su capacidad y lleguen al 95 % antes de comenzar el invierno.** 


Anteponer el precio a la seguridad del acceso es esencial para evitar ser rehenes de quienes te están atacando por todas estas vías. El plan ruso, es evidente, incluía hacer una Europa altamente dependiente, lo que limitaría mal su capacidad de respuesta ante la invasión ucraniana o cualquier otro objetivo que Rusia se haya planteado a corto, medio o largo plazo.

Al reducirse los valores neoliberales de la globalización por las estrategias de determinados países cuyo control de la economía (y demás) es autoritario, dependiente de las autoridades y no de los movimientos del mercado, la economía se vuelve ,más política de lo que ya es. Lo es, además, en un sentido agresivo, lo que hace que se hable de "guerra híbrida", incluyendo todas estas acciones manipulativas sobre bienes necesarios, del grano que puede causar hambrunas y revueltas sociales en áfrica a las crisis energéticas en países avanzados donde se pueden crear millones de desempleados y crear enorme inflación encareciendo cualquier producto, de la leche a los pollos, pasando por las fábricas o el transporte. Todo está ligado a la energía en los países desarrollados y el arma que se usa es la más eficaz.

En estos tiempos vemos muchas "huelgas selectivas", es decir,  en sectores estratégicos, como ha ocurrido en España con las huelgas de transportistas, donde un sector clave puede poner en jaque toda la economía. Un buque que se atasca en el canal de Suez acaba creando, como un efecto mariposa, una crisis al impedir durante unos días todo el tráfico marítimo que nos llega desde Asia. Rusia, casualmente, nos tienta con el paso del norte, el del Ártico, lo que dejaría bajo su control todo el flujo de mercancías. De nuevo, la tentación de lo barato puede resultar muy cara.

La única solución es diversificar y hacer recuento de los escenarios posibles, de sus probabilidades y de sus peligros en ciernes. Si no lo hacemos nosotros, los europeos, el futuro nos lo seguirán dibujando, planificando desde fuera en función de intereses geopolíticos que no nos atrevemos a mirar.

Lo mismo que ocurre con la energía dependiente de países como Rusia o del norte de África (ya sea gas o petróleo), nos ocurre con dependencias de productos que nos llegan desde China, Singapur o Taiwán. Nos sucede con la defensa, que nos hace depender de las maniobras e intereses norteamericanos por todo el mundo.

Si somos dependientes de la energía, de la defensa y de lo que se fabrica fuera, ¿dónde está nuestra capacidad de decidir, nuestra independencia? Nosotros, además, hemos construido una dependencia de un factor, el turismo, que obliga a que todo vaya bien el mundo para que la gente venga a gastar y divertirse o, si se prefiere, divertirse gastando. Una Europa en crisis, de elevada inflación y desempleo consiguiente, no es el escenario para tanta fiesta y tanta playa como ofrecemos. Habrá que irse preparando o corremos el riesgo de peores respuestas a los problemas que sin duda se avecinan. Ignorarlos, actuar como si no fueran a ocurrir, como si el mundo solo nos sonriera no parece lo más sensato. Para ello es esencial activar los mecanismos de prevención; analizar cuáles son nuestros puntos más flojos y tratar de modificar la situación. No parece que sea eso lo que hacemos.

Hace unos días nos daban la noticia de que el clima extremo que padecemos estaba haciendo que se arrancaran olivos, que necesitan más agua y cuidados, y que se plantaran pistachos, que son más duros y necesitan menos cuidados. Habrá que ver cuánto nos cuesta el aceite de nuestras ensaladas dentro de unos pocos años.  Una dependencia más.


* Hans-Joachim Vieweger & Ina Krauß "La miseria del gas: cómo Alemania cayó en una dependencia fatal" RTVE.es /Br24 17/08/2022 https://www.rtve.es/noticias/ [original: "Die Gas-Misere – Wie Deutschland in fatale Abhängigkeit geriet" BR24 17/08/2022 https://www.br.de/nachrichten/deutschland-welt/die-gas-misere-wie-deutschland-in-fatale-abhaengigkeit-geriet,TEgFeeF]

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