Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El caso
del apuñalamiento de Salman Rushdie sigue mostrando cómo malinterpretamos este
tipo de situaciones, qué significa una fatwa, y las personas que consideran su
cumplimiento como una vía al Paraíso. Si no entendemos bien de qué estamos
hablando, difícilmente podremos prevenirnos de sus efectos u objetivos. Ya el otro día hablábamos de equívocos, pero estos se siguen acumulando.
En
RTVE.es leemos el siguiente titular: "El agresor de Rushdie niega
contactos con Irán y reconoce no haber leído 'Los versos satánicos'"*. En
el titular están implícitas varias cosas. La primera de ella se contradice con
la realidad: el atacante no es iraní, sino un norteamericano de origen libanés.
El punto de partida, regido por una lógica estricta es que ha sido Irán quien
promulgó la fatwa pidiendo la cabeza de Rushdie. Nuestra lógica de interpretar
las cuestiones como diferencias entre países nos lleva a malinterpretar las
situaciones.
El
segundo elemento que se introduce es la "incongruencia" de cometer un
atentado sin haber leído realmente el libro de Rushdie, Los versos satánicos. Esto es igualmente presuponer la misma lógica
que otra persona fuera del ámbito en el que el tal Hadi Matar, que así se llama
el perpetrador del atentado. Suponer su lectura es absurdo, pues hacerlo le hubiera
hecho incurrir en una falta grave. La fatwa no iba solo contra Rushdie, sino
contra sus editores, traductores... y lectores. El edicto religioso condenaba a
todos los partícipes en la difusión de la obra de Rushdie.
En El Universal de México encontramos la
siguiente relación de algunos de los incidentes ocurridos desde la emisión de
la fatwa:
Este es el ataque del que viene huyendo
Salman Rushdie desde hace 33 años, cuando se le condenó a muerte con una
“fatwa", decreto religioso dictado por el ayatolá Ruhollah Jomeiní, líder
religioso de Irán, por blasfemias sobre Mahoma, escritas en su libro “Los
versos satánicos” (1998). Este decreto fue leído en la radio pública de Teherán
el 14 de febrero de 1989. Incluso una organización religiosa semioficial de
Irán ofreció una recompensa de 3.3 millones de dólares por su cabeza.
La condena de muerte no sólo ha afectado la
vida del escritor, sino también la de otras personas que se han involucrado con
su obra y la polémica, algunas con resultado mortal.
Poco después de la publicación del libro, en
Pakistán, miles de personas atacaron el centro cultural de Estados Unidos al
grito de "¡Perros americanos!" y "¡Hay que colgar a
Rushdie!". Cinco personas murieron por disparos de la policía.
En febrero de 1989, más de mil personas
musulmanas protestaron en Bombay, ciudad natal de Rushdie, contra el escritor.
La demostración había sido prohibida por la policía, sin embargo, siguió su
curso. El enfrentamiento con las autoridades dejó un total de 12 muertos y 40
personas heridas.
En julio de 1991, Histoshi Iragashi, el
traductor japonés de Rushdie, murió apuñalado. Sus heridas fueron en su rostro,
brazo y cuello. El asesinato ocurrió afuera de su oficina como asistente de
profesor en la Universidad Tsukuba, en Tokyo.
La policía japonesa dijo que no había pruebas
de que el asesinato de Iragashi estuviera vinculado con la condena de muerte
Rushdie. Sin embargo, el editor que publicó “Los versos satánicos” en japonés
ya había recibido amenazas de muerte.
Antes, el gobierno de Japón había prohibido
la publicación del libro por ser “antiislámica”.
Un mes antes del asesinato de Iragashi,
Ettore Capriolo, traductor al italiano de “Los versos satánicos” fue atacado en
su departamento en Milán: fue apuñalado en los brazos y el tórax, recibió
varios golpes en la cabeza, pero sobrevivió, pues sus heridas fueron
“superficiales”. Su traductor al noruego
también fue agredido.
Dos años más tarde, en Turquía fallecieron 37 personas al ser incendiado el hotel donde se encontraba su traductor turco, que sobrevivió.**
Como
puede apreciarse, la fatwa iba más allá del propio Rushdie y, desde luego, del
mismo Irán. Pensar que esos manifestantes o agresores habían leído todos Los
versos satánicos es de una ingenuidad pasmosa. Es más, es no entender el
funcionamiento personal, social y cultural que hay detrás.
Como en
el caso de los llamados "lobos solitarios", este tipo de personas no
necesitan ningún tipo de grupo, que es lo primero que se nos dice siempre que
se está investigando. Entendemos que se haga, pero no tiene por qué haber nadie
más que la persona a la que se le ha ofrecido la oportunidad de hacerlo.
Después
se trata de explicar desde algún proceso de radicalización, otro absurdo en la
mayoría de los casos, pues hacerlo así es incurrir en una tautología. Se
radicalizó porque atenta, atenta porque se radicalizó.
La
lógica de la fatwa es la de la obediencia o sumisión, por lo tanto, no hay que
considerarse un "radical" (es una percepción exterior) sino un ferviente
y piadoso creyente, alguien que sigue los mandatos de las autoridades
religiosas. No debe chocarnos pues, que
una vez detenido el atacante este se declare "no culpable". En su
mentalidad no ha hecho nada malo; se ha limitado a hacer lo que sus dirigentes
le han dicho. De nuevo se enfrenta esto a nuestra lógica de pensamiento crítico
o de cuestionamiento del poder. Dentro de la tradición islámica, la única
autoridad que se cuestiona como tal es la que se aleja de Dios, que es donde se
producen los conflictos, ya que los rivales se acusan unos a otros de no
hacerlo o de hacerlo mal. Las autoridades iraníes supremas son ayatolas, lo que
quiere decir que todo se resuelve de forma interna y que existe un líder
supremo, que es quien lanzó la fatwa contra Rushdie.
Muchas
veces nos empeñamos en interpretar la realidad desde parámetros culturales
diferentes a los que motivan los actos. Para entender el sentido del ataque hay
que entender todo lo que lo rodea. El otro día ya hablamos de esto, pero los
medios prefieren muchas veces interpretar sobre plantillas prefabricadas que
poco aclaran.
El
gobierno iraní se alegra de lo ocurrido y dice que el culpable es Salman
Rushdie. El atacante señala que es no culpable y por muchos lugares del globo
se celebra al ataque a la vez que los gobiernos más censores del planeta hablan
de la libertad de expresión como un argumento en contra de Rushdie. ¡Todo un
disparate cultural que muestra que el pensamiento tiene límites y barreras que
circunscriben su eficacia a las raíces de la propia cultura en que se los
formula!
No se
trata pues de decidir quién tiene razón,
ya que unos considerarán que hizo muy bien y otros que hizo muy mal. Al final
yo lo tengo claro y ellos también. Lo que acabará decidiendo en dónde te
juzgan. Me imagino que el jurado que tenga que juzgar a Hadi Matar, ciudadano
norteamericano, de 24 años, y ascendencia libanesa, se quedará estupefacto
escuchando sus razonamientos sobre la "obediencia debida" a las
autoridades religiosas.
12/07/1991 |
En un
problema de orden intercultural, como es este, los individuos actúan conforme a
sus propios marcos. Rushdie lo hizo desde un marco de libertad de expresión;
los otros lo vieron como un ataque, como una ofensa a millones de personas que
no tenían porqué leer el libro en cuestión porque para esos estaban sus
autoridades, los eruditos que tratan de ahorrar el trabajo intelectual a los
demás, a los que un Libro les basta.
En
cambio, según nos informan en el artículo citado en RTVE.es señalan:
Escritores como Paul Auster y Gay Talese leerán en público el viernes en Nueva York extractos de la obra de Rushdie. El evento, organizado por la Biblioteca Pública de Nueva York (NYPL), el PEN America y la editorial Penguin Random House, llevará por título "Apoyemos a Salman: Defendamos la libertad de escribir", y se celebrará en el céntrico Bryant Park, cerca de Times Square.
Durante dos horas, escritores entre los que se cuentan también Tina Brown, Colum McCann, Siri Hustvedt y Andrew Solomon, entre otros, leerán extractos elegidos de la prolífica obra de Rushdie.
La NYPL ha hecho la convocatoria en un comunicado público en el que su presidente recordó que "en un mundo cada vez más dividido, es crucial que escritores como Salman Rushdie se sientan seguros para compartir sus visiones y hacer oír sus voces", y ha subrayado que Rushdie "siempre fue un defensor de la libre expresión, y sus escritos aportan al mundo una percepción única sobre nuestra humanidad compartida". *
Dos
visiones tan diferentes del mundo, de la vida, de la cultura, etc. difícilmente
pueden ponerse de acuerdo sobre casi nada. El problema es que el mundo se nos
ha hecho muy pequeño y superpuesto. Ya no están lejanos los pueblos o las
culturas, sino que lo que ocurre hoy en un pueblecito de los Estados Unidos
puede causar un asalto a una embajada a miles de kilómetros de distancia, como
ocurrió cuando un pueblerino pastor norteamericano decidió quemar ejemplares
del Corán en la puerta de su sede.
La
tendencia universal a la expansión comunicativa, el contacto instantáneo sobre
cualquier cosa que ocurre es un doble aliciente, para provocar y para
responder. Los escritores que se reúnen hoy para leer a Rushdie no tienen
intención de provocar, sino de defender el derecho a la libertad de expresión,
algo que en un mundo regido por el deber de la obediencia piadosa no se
entiende.
Como
habitante de una parte del mundo que tiene la suerte de poder leer sin que me
lo reprochen lo que me apetezca y si me lo reprochan pasar olímpicamente debo
ser consciente de mi fortuna, pero también de que las provocaciones, como la
del párroco incinerador, las acaban pagando personas inocentes en cualquier
lugar del mundo. Fue mi argumento cuando ocurrió y lo recuerdo ahora.
Rushdie
es un objetivo y lo seguirá siendo hasta que muera de forma natural o consigan
alcanzarle finalmente. Se ha convertido en un símbolo de la libertad de
expresión, pero también de una advertencia sobre cómo funcionan ciertas partes
del mundo y de los riesgos que conlleva. El mundo no es tan grande como
pensamos y anunciar una conferencia de Rushdie un mes antes y negarse a poner
arcos metálicos en la entrada se nos muestra cada vez más como una peligrosa
ingenuidad, como se ha demostrado.
El caso está lleno de ironías y paradojas, como hemos señalado estos días. Mejor irían las preguntas si se dedicaran a saber por qué este ciudadano norteamericano se sentía tan poco favorable a la libertad de expresión y dado al atentado. En un momento en el que crece la radicalización en términos políticos internos, a lo mejor es interesante hacerse preguntas, por ejemplo ¿a quién votó, dónde estudió, cómo fue tratado, su historial de actividades, de lecturas...?, e ir estableciendo un perfil. Tendría algún sentido y quizá serviría para prevenir otros casos en vez de tratar de convertirlo en agente iraní. Me mucho me temo que, desde esa perspectiva, la tendencia a la violencia se aprende por el entorno y no hay que irse para eso a Irán. Ejemplos tenemos todos los días.
* "El agresor de Rushdie niega contactos con Irán y reconoce no haber leído 'Los versos satánicos'" RTVE.es / EFE 17/08/2022 https://www.rtve.es/noticias/20220817/agresor-rushdie-niega-contactos-iran/2396772.shtml
*
"Salman Rushdie: Traductores apuñalados, el daño colateral de la “fatwa”
del escritor" El Universal (México) 13/08/2022
https://www.eluniversal.com.mx/cultura/salman-rushdie-traductores-apunalados-el-dano-colateral-de-la-fatwa-del-escritor
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