viernes, 5 de agosto de 2022

Noticias de alto riesgo

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Debería haber algún tipo de estudio sobre las respuestas emocionales ante las noticias. Podría hacerse mediante el control cardiaco, la presión, etc. de personas expuestas a las noticias. Es un estudio barato, no necesita más que una aplicación en nuestros relojes inteligentes que registre nuestros cambios a lo largo de una sesión de noticias. Sería sencillo comprobar cuál es el recorrido emocional que hacemos sobre lo que se nos ofrece del mundo.

Tenemos incendios, viruela del mono, hepatitis aguda, COVID, calentamiento global, inflación, guerra, tensiones internacionales, expertos pesimistas sobre cualquier cosa, algún cohete que se nos puede caer encima... y las dos últimas adquisiciones en la ya larga lista negra: el hielo y los pinchazos. Son los últimos, por ahora. Pero no desesperemos, seguro que habrá algunos más en días, incluso en horas.

Vuelvo a insistir en la idea de que la comunicación, en este caso, a través de las noticias debe "informar" y no "asustar", "escandalizar", "teatralizar", etc. Sin embargo, los nuevos sistemas de contabilidad de las noticias buscan la atracción, compiten por nuestra atención, por lo que cada vez se hacen más llamativas, más "impactantes". ¿Dónde "impactan"? Pues en nuestras mentes, que es como decir en nuestra vida, en nuestras relaciones con los demás, en nuestro mal humor o irritación.

Puede que alguien se pregunte —con razón— ¿cómo se puede informar "positivamente" de una guerra, de un accidente, una epidemia o de la inflación sin causar inquietud? Es una buena pregunta para la que solo tengo una respuesta: en muchas situaciones no es posible, pero sí es posible no cargar las tintas más de lo debido, en unos casos, y eliminar pseudo noticias que solo buscan paralizar a lectores, oyentes y espectadores, dejarles sin respiración y sin conciliar el sueño.


No es sencillo y, sobre todo, no está al alcance de cualquiera. La noticia más leída en el diario ABC es "Los científicos, desconcertados al comprobar que la Tierra gira cada vez más rápido", en donde se señala que ya en los últimos meses "ha habido dos días que han durado menos de 24 horas". ¿Otra nueva preocupación? ¿Saldremos a la calle armados de micrófonos a preguntar sobre si lo hemos notado o si tendrá repercusiones laborales? ¿Se quejará el "ocio nocturno"?

Las otras noticias científicas más leídas del mismo diario son: 

2 El científico español que vivía obsesionado con las aberraciones de la naturaleza

3 'Resucitan' los órganos de un cerdo una hora después de su muerte

4 ¿Hasta cuándo se mantendrá unido el Sistema Solar? 

No sé cuál es más inquietante, la verdad. Un lector común se sentirá perplejo porque el mundo gire más rápido, la naturaleza esté plagada de aberraciones, "resuciten" los órganos porcinos o la posibilidad de que cada uno se salga por su cuenta del Sistema Solar. La angustia es un gancho informativo. Las noticias son mucho más tranquilizantes que los inquietantes titulares, por supuesto. Alguien con formación científica podrá navegar a través de ellas sin pensar en aberraciones, cerdos zombis o planetas a la deriva. Pero habrá otros poco dispuestos a aumentar su nivel de estrés con más preocupaciones añadidas.

Antes se contaba con la curiosidad ante este tipo de planteamientos, pero ahora son un riesgo y el equilibrio mental ya no es lo que era entre calores, crisis económicas y amenazas de guerra. Es difícil mantener la mente sobre lo único que debería preocuparnos, el turismo.

Nuestro abanico de preocupaciones va ya de la temperatura local al sistema solar (¡Cuidado con los agujeros negros!), pasando por el planeta en su conjunto (¡Baja el aire acondicionado!"), de los polos ("¡Se descongelan más rápido!") al ecuador (¡Se desertiza!") pasando por nuestros respectivos pueblos que se quedan vacíos o se ven deteriorados cuando están llenos. Demasiadas preocupaciones para una mente  sencilla.

Cada vez hay más gente que te lo cuenta. Han dejado de escuchar las noticias. No sé si es bueno o malo, pero si no estar informado permite vivir en lo que ante se llamaba una "feliz inconsciencia" y se consideraba inmadurez, mucha gente se decantará por aislarse en sus burbujas, en filtrar. Hoy estar informado, estar bien informado, es casi un deporte de alto riesgo mental. Empezar el día con las noticias es empezar con mal pie, algo que ya piensan muchos.

No se trata de ignorar lo que ocurre en el mundo, sino de ofrecerlo con rigor informativo y no con truculencia. Se trata de dejar de meter noticias tremendistas como lonchas en un bocadillo. Pasado cierto límite, la gente se protege de unas informaciones que solo le aportan angustia. Es un espacio amplio para que los buenos profesionales muestren que lo son dejando en evidencia a los meros vociferantes y escandalosos.


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