Joaquín Mª Aguirre (UCM)
¿Es posible
dar la espalda a Rusia? ¿Es posible vivir ignorando que tienes un país de sus
dimensiones y actividad internacional? ¿Es posible ignorar la geografía? Tendrá
que ser así, sea posible o no.
Proximidad
y distancia son dos factores que aluden al espacio, pero van mucho más allá; ese
espacio puede estar poblado de muchas otras cosas, tanto de las que unen (los
lazos) como de las que separan. Hay países que se tratan de ignorar en lo
diplomático y retiran sus embajadores y hasta cierran sus fronteras. Nuestra
crisis con Marruecos, nos lo muestra. Pero lo de Rusia es otra cosa.
Uno
elige las amistades, pero con la Rusia de Putin, la cuestión es más profunda.
Hemos elegido no depender, una fórmula extraña que implica una serie de
situaciones complejas y complicadas. Uno elige las amistades, como decimos,
pero no tanto las dependencias, porque depender implica una debilidad, una
asimetría. Sin embargo, la Unión Europea lo ha decido así. Se trata de cortar
lazos hasta el máximo porque son precisamente esos lazos los que han
configurado la dependencia haciendo que la poderosa Europa se vea sometida a
las imposiciones y trágalas rusas.
Está
claro que Putin calculó mal. Pero no está tan claro qué ocurrirá en la Unión y con la Unión. En el proceso de independencia de Rusia queda por
saber dos cuestiones esenciales: ¿hasta dónde y desde cuándo?
Las
preguntas sobre el pasado con Putin no son triviales. El control que tiene sobre
Rusia no tiene nada que ver con la libertad de mercado con la que Europa ha
tratado con Putin. Putin controla el sistema directamente o a través de sus
piezas cuidadosamente seleccionadas en cada aspecto de la vida rusa y de las
relaciones con el exterior. Eso que llamamos los "oligarcas" son una
estructura económica que debe su riqueza a su fidelidad al Kremlin. No hay más
autonomía que la que Putin quiere conceder.
Tengo
mis sospechas sobre las crisis previas a la invasión de Ucrania. Puede que
Putin aprovechara unas crisis del sistema, pero también que fuera él quien las
creara para llevar a Europa a una situación muy complicada que la invasión
elevara. ¿Manipuló Putin los mercados para que la capacidad de resistencia
europea tuviera un margen mucho más reducido? Sabiendo cómo afecta la energía
al conjunto del sistema y teniendo en cuenta cómo están ligados los precios energéticos,
con provocar escasez de lo que controlas, el efecto se reproduce por todo el
sistema.
Hoy nos
explican que es la guerra en Ucrania la que eleva la inflación y reduce nuestro
crecimiento y recursos. Son los precios los que bombardean nuestras economías y
bolsillos, reservando las bombas reales para los ucranianos.
Putin
esperaba una guerra rápida contando
con dos errores: Ucrania sería conquistada en horas y la Unión Europea se
disolvería ante los conflictos de intereses. De hecho, los países que más
conflicto han planteado ante la Unión son los más "pro rusos", como
es el caso de Hungría y su populista Víctor Orbán. Putin contaba con la
debilidad europea que implica la necesidad de tomar decisiones unánimes. Una
sola pieza que se oponga, hace fracasar al conjunto. Vemos lo que ocurre en el
otro pilar, la OTAN, con Turquía vetando la admisión de los países que han
manifestado su deseo de entrada, Suecia y Finlandia. El "autónomo
Erdogan" hace también de las suyas.
Putin
ha estado apoyando durante años la creación de focos de desunión, apoyando las
crisis y provocándolas. Esto vale para el Brexit, con el debilitamiento de la
Unión sacando a un socio esencial en la cuestión defensiva, como eran los
británicos. Putin ha financiado y apoyado candidaturas que apoyan el
"cambio" y desunión de Europa, como ha sido la de la derrotada Marine
LePen. Europa se ha tenido que blindar ante las campañas de manipulación
informática que se planteaba con los hackeos ante cada elección. En el caso del
secesionismo catalán, la sombra de Putin también ha sido resaltada. Lo mismo
con los independentistas del norte de Italia y todos aquellos que podían
debilitar a Europa fomentando la desunión.
Para
esto es esencial un control brutal de Rusia, la anulación de cualquier tipo de
disidencia, lo que va de Navalni a las Pussy Riot, pues la percepción que Putin
tiene de un país no admite la más mínima salida. Los disidentes no solo tienen
que salir de Rusia, sino que mueren envenenados con polonio o cualquier otro
método.
Hasta
la invasión de Ucrania, muchas de estas cosas se han pasado por alto, mirando
hacia otra parte. Eran "asuntos internos de Rusia", por decirlo así,
cosa de "ellos". Pero la invasión y guerra de Ucrania ha revelado lo
peligroso de dejar crecer la dependencia de un país que se maneja en estos
términos y que ya una vez se comió media Europa tardando décadas en liberarla.
Rusia
no tiene tradición democrática alguna y sí un largo historial de totalitarismo
que va de los zares autoritarios a Stalin. En Rusia, el poder no da
explicaciones ante nadie y menos que nadie ante el pueblo. Putin ha elaborado
una mezcla con todos los autoritarismos previos para crear esa sociedad y su
capa controladora. Con la imagen de Stalin en las manifestaciones y la
bendición del Patriarca de Moscú, Putin ha devuelto al pueblo ruso al lugar
mental de hace décadas cuando todo el orgullo se cimentaba en controlar medio
mundo.
Hoy
Putin ha convencido (porque quieren creerlo) al pueblo ruso de que son víctimas
de una conspiración mundial para evitar lo que es su versión del "destino
manifiesto" norteamericano, ser la cima de Eurasia. Justifica de nuevo la
invasión y guerra diciendo que va a "desnazificar" el país salvando
al pueblo ucraniano. Es la culminación de una serie de operaciones de distinto
nivel y en campos distintos, de la economía a la intervención en elecciones, de
la financiación de radicales y separatistas, etc.
¿Le
compensaba a Putin la oscura ganancia que pudiera obtener la situación creada?
Es ahí donde se puede empezar a especular sobre sus objetivos reales, los
existentes más allá de Ucrania, el resto del paquete, su visión del futuro.
Alguien
que realiza una guerra devastadora, destructiva, contra civiles vecinos,
sembrando la escisión del país y enfrentándose a la vecindad europea,
amenazando con el botón nuclear, etc. no es de fiar.
Es tan
sencillo como esto. No se trata de una crisis, es una separación continental,
la elevación de un muro defensivo de contención y la ruptura absoluta con un
país que no respeta ninguna regla y que lo deja todo en manos de la fuerza. La
reacción lógica es romper las dependencias y rearmarse, que es lo que realmente
ha conseguido Putin.
En
Europa, la creación de la Unión fue un movimiento centrífugo, cada nacional de
un país podía sentirse europeo, recorrer Europa. En Rusia, el movimiento ha
sido en sentido contrario, centrípeto, una involución hacia un nacionalismo
supremacista, hacia una forma anticuada de imperialismo zarista. La confianza
que Putin tiene en la debilidad de occidente se basa en su sentido de la
necesidad de la fuerza para mantener un país. Occidente dialoga y discute; él
ordena y se le obedece. No hacerlo es la muerte.
¿Cuánta
confianza, cuánta soberbia, cuánta ceguera es necesaria para comenzar una
guerra así? ¿Cuánta locura es necesaria para forzar a un continente a
establecer una barrera por encima de las fronteras? ¿Piensa Putin llegar hasta
París, Madrid, Londres... y repoblarlos con rusófonos, como se hizo con países en
siglos anteriores? Un día llegaron hasta Berlín y se quedaron.
Romper
las diversas dependencias rusas es esencial. Está claro que Putin las percibe
como debilidades occidentales frente al autoritarismo ruso. Son dos visiones
del mundo que no pueden convivir y que nos dejan bajo los peligrosos instintos
depredadores de quienes se consideran destinados a gobernar, directa o
indirectamente, Eurasia.
El 19
de marzo, el diario El País recogía un artículo sobre la huida progresiva de
ciudadanos rusos ante el cariz que tomaban los acontecimientos y la creciente
represión, con las palabras de Putin:
El miércoles, el presidente ruso denunció a
los “quintacolumnistas” que “viven mentalmente” en Occidente: “El pueblo ruso
siempre será capaz de distinguir a los verdaderos patriotas de la escoria y los
traidores, y escupirlos de la misma forma que se escupe un mosquito que
accidentalmente te entra en la boca”.*
La retórica empleada es lo suficientemente clara como para entender el mensaje. La boca de Putin está pronta a tragarse países enteros y escupir cuantos mosquitos se le presenten. Ese "occidente contaminante" es la causa de todos los "males" rusos ante los que Putin tiene que dar muestras de fuerza. Es una peligrosa espiral que Rusia solo resuelve incrementando la manipulación sobre la dependencia. Esto tendrá consecuencias por décadas y marcará la hostilidad de las relaciones con gran parte del resto del mundo. Por ahora lo que está haciendo es romper con sus mejores clientes, los europeos. Pero si Occidente extiende las sanciones a los que colaboren con Rusia, se le pondrá difícil encontrar muchos clientes.
Veremos cómo se puede realizar esta desconexión y cuáles son sus efectos reales. Está claro que Putin no va a ponerlo fácil. Conforme Rusia quede más "desconectada" lo previsible es que se redoblen sus esfuerzos para obstaculizar la vida normal de los países, desde dentro y desde fuera, fomentando crisis y presionando.
* Andrés
Mourenza "Decenas de miles de
profesionales huyen de la Rusia de Putin a Turquía" El País 19/03/2022
https://elpais.com/internacional/2022-03-19/decenas-de-miles-de-profesionales-huyen-de-la-rusia-de-putin.html
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