Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El
aviso de la ministra Carolina Darias de que habrá cuarta dosis de vacunación
anti covid-19 ha sido un anticipo de la noticia que nos llega el paralelo: la
subida de la incidencia en los mayores de 60 años, la subida de los ingresos y
la subida de las muertes. Lo acabamos de escuchar en RTVE.es y era de esperar
tras el aviso de la ministra optimista. La dosis de refuerzo (tercer refuerzo)
de la vacunación es la confirmación, por si hacía falta algo más que lo que se
nos ha dicho responde más a las intenciones que a la realidad.
Los
cambios en los datos, haciendo desaparecer a los menos de 60, renombrando
situaciones, recalificando la gravedad, etc. no logran tapar la realidad: el
virus sigue entre nosotros y hay que seguir tomando medidas y, sobre todo,
tratar de mantener la conciencia en la gente para tratar de evitar lo que ha
sido el rasgo definitorio de España, la subidas y bajadas para acomodarnos a
nuestros calendarios nutricios del turismo, los festejos, el ocio (nocturno y
diurno).
Las
televisiones y la prensa se llenan de estallidos emocionados de júbilo cada vez
que los costaleros del Rocío, los corredores de San Fermín, los cantaores de
saetas, los celebradores de ligas, etc., es decir, todos los españoles, salen
de nuevo a las calles con nuestro jolgorio habitual. ¡Por fin!, claman todos.
Los rostros emocionados, las voces quebradas cantan el regreso a una ficticia
normalidad, a una normalidad aparente que el acto mismo de la celebración crea.
"¡Si podemos celebrarlo es que no hay bicho!! Es el razonamiento
invertido. Creemos lo que queremos creer y lo que una industria del fuera de casa quiere que creamos.
¡Celebremos!
Pero la
realidad nos vuelve a lo que se niega: siguen los contagios y con ellos nuevas
variantes que hacen menos útil las vacunas recibidas. Aquello de la
"inmunidad de rebaño" pasó a mejor vida cuando el rebaño veía que una
persona vacunada y contagiada volvía a tener síntomas "compatibles con la
enfermedad" (todo antes de decir que se ha vuelto a contagiar).
La
novedad importante para nuestra economía festiva es que si te contagias los
síntomas son menos graves gracias a la vacunación, lo cual es un detalle.
Bueno, te puedes morir, pero eso es "mala suerte" como decía aquel especialista
sobre entrar con mascarilla o no en el ascensor. Groso modo, las personas se
pueden clasificar en 1) los que suben varios en el ascensor sin mascarilla; 2)
los que suben con otros y se ponen la mascarillas; 3) los que esperan para
subir solos; 4) los que se ponen la mascarilla incluso para subir solos; y 5)
los que sube por la escalera con o sin mascarillas. Cada uno de ellos
representa una forma de ver el mundo muy diferente y de pensar, por ello, en la
pandemia de forma distinta.
En RTVE.es entrevistan a varios expertos con opiniones distintas porque se ha trasladado la diversidad política a la diversidad de opiniones sanitarias. Nadie quiere tener un experto, sino varios en pantalla. De esta forma, ante la duda, tenemos un amplio abanico de expertos. Cada uno que elija el que le parezca más simpático o le convenzan los razonamientos expresados. Nos señalan en la página de la cadena:
España experimenta un nuevo repunte de COVID por dos subvariantes de ómicron: BA4 Y BA5. Son más transmisibles que las anteriores, que ya eran muy contagiosas. Se están imponiendo porque son capaces de saltarse la inmunidad. Sonia Zúñiga, viróloga del CSIC, ha señalado que "todo el mundo vacunado y que haya pasado la enfermedad va a estar bien protegido frente a la enfermedad severa pero no frente al contagio". En Madrid o Cataluña las dos subvariantes ya superan el 40% de los nuevos casos. Las autoridades sanitarias creen que van a ser dominantes en toda Europa.*
Es en
este contexto en el que Carolina Darias avisa que habrá que vacunarse.
Siguiendo la pauta de la diversidad, se nos muestran a varias personas
opinando: "Si hay que vacunarse, habrá que hacerlo" dice una
fatalista buena ciudadana; "¡Con tres ya es suficiente, no hace falta una
cuarta!", sentencia una díscola joven. Las rutinas informativas siguen
preguntando al primero que pasa, a unos cuantos y luego se seleccionan tres o
cuatro variados.
Para
que la ministra del "ha llegado el tiempo de las sonrisas" que acabó
volviendo todos a ponernos las mascarillas por el brutal repunte, diga que
tendrá que vacunarse todo el mundo, las perspectivas deben ser muy malas. Una
cosas es sonreír en pantalla y otra cosa encontrarte con un otoño desbordante,
con los padres exigiendo medidas en los colegios ya en agosto, a los rectores preguntando qué
hacen, con los empresarios que no viven del ocio quejándose de las bajas, la sanidad en pie de guerra por colapso, etc. y
todo ello en un otoño de nervios a punto de estallar por la creciente
inflación, los costes de la energía —la luz, el gas y la gasolina— que no logran
hacer bajar, la amenaza de una huelga del transporte y la cercanía de unas
elecciones en la que los socios se dirán finalmente que se odian responsabilizándose unos a otros de todo lo que ha fallado.
Si no
gobernáramos a golpe de campaña mediática, las autoridades deberían haber
establecido medidas prácticas y no convencer que ir sin mascarillas es un
"logro", un triunfo político. Seguimos transmitiendo que cualquier
medida es negativa y que se trata de
evitarlas, cuando la realidad es que la modesta mascarilla (excepto las que
permitieron que se ganara "pa' la saca" 6 millones de euros) es el
enemigo y no la herramienta para evitar los contagios.
Nuestras
olas son el resultado de jugar con
los contagios y con la economía sin reconocerlo en una falsa dicotomía debido
al peso del ocio en nuestro país. Hay una economía posible, una economía
responsable de las vidas de las personas que junta.
El
argumento de que como son más leves se puede "ignorar" y "asumir" el
porcentaje de enfermos y muertes es realmente perverso. La obligación de
proteger la salud pública es una prioridad de las autoridades.
El
aviso de la variantes llega tras un periodo de silenciamiento de los casos que
solo ha hecho creer (de nuevo) que solo es cosa de los mayores de 60 años. Esto
hace que la incidencia acumulada esté por encima de 700 y que se haya producido
el repunte de muertes e ingresos. Y estamos a principios de verano, de un
verano en el que se nos anima a "recuperar lo perdido".
Seguimos
sin saber los datos del resto de la población. Pero, por el anuncio de vacunas
después del verano para todos, no deben ser demasiado buenos. Recordemos que en
estos momentos nadie tiene obligación de hacer cuarentena, salvo que tengas
síntomas fuertes puedes ir al trabajo, etc. La propia OMS ha señalado que la
falta de datos es un problema para poder saber el estado real de la enfermedad
en el mundo.
Afortunadamente,
por motivos no siempre claros, somos uno de los países con mejores cifras de
vacunación. Lo que está claro es que el virus muta, que se vuelve uno a
contagiar una o varias veces, pese a estar vacunado. De ese porcentaje, los que
fallecen empiezan a crecer de nuevo. Que las cifras sean diferentes a las de la
primera ola, no debe hacernos olvidar que la mayor circulación del virus hace
que mute y puedan llegar variantes muy peligrosas para las que las vacunas
puedan no hacer nada.
Vivir
con el virus no es olvidarse de que el virus está entre nosotros. Es más bien
lo contrario, ser conscientes del peligro y no bajar las medidas, convivir con
ellas en vez de ignorarlas. El "son más contagiosas pero menos
graves" es un signo claro de las medidas para evitarlo. Lo de la mayor o
menor gravedad dependerá de su organismo, de su estado de salud, de su
resistencia; pero lo que es el contagio, depende de todos.
Antena 3 18/06/2022 |
* "Nuevo repunte de COVID por dos subvariantes de ómicron" RTVE.es 17/06/2022 https://www.rtve.es/play/videos/telediario-2/repunte-covid-subvariantes-omicron/6629233/
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