Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Rusia
sigue desconectándose del mundo, distanciándose de los demás países con los que
rompe lazos y escenarios comunes. Se está deshaciendo de todo aquello que no
sea el mandato de Putin. Con cada lazo que suelta, Rusia cae en un vacío
autorreferencial. Pronto Rusia no tendrá más horizonte que mirar que el espejo
que le devuelva su propia imagen.
La
noticia que nos traen los medios sobre su desconexión del Tribunal Europeo de
Derechos Humanos es preocupante para los rusos que conserven cierto sentido del
mundo que les rodea, no solo el de la propaganda. En RTVE.es leemos:
"El TEDH se ha convertido en un instrumento para ejercer la presión política contra nuestro país desde Occidente. Algunas de sus decisiones directamente contradicen nuestra Constitución, nuestros valores y nuestra tradición", ha asegurado el presidente de la Cámara Baja del Parlamento, Viacheslov Volodin, según recoge la agencia de noticias TASS.*
Ese énfasis en el "nuestro" nos permite observar con claridad la etapa aislacionista que se abre y de la que solo serán conscientes aquellos que la padezcan directamente. Con ese "nuestros" por delante, Rusia se convierte en ente autónomo separándose del resto, de los que mantienen —pese a las diferencias— aspectos en común, referencias compartidas.
Desde el final de la II Guerra Mundial se han creado instituciones comunes que permitían corregir un desarrollo divergente en cuestiones importantes sobre lo que era la justicia.
La Justicia puede ser un mero instrumento del poder, una forma de controlar a los ciudadanos, o puede aspirar a tener una visión compartida que tienda a corregir esa tendencia del poder a convertirlo en herramienta de control. Recordemos que hoy vemos también la noticia de la crisis por la manipulación del sistema judicial puesto al servicio del poder en Polonia. No recibirán más fondos mientras no lo solucionen, han señalado Ursula von der Leyen.
El caso de Rusia va más allá. Deja de reconocer a los Tribunales comunes, los que ejercen una doctrina común y velan por un sentido más universal de la Justicia, lo que equivale a decir una mayor protección de los ciudadanos.
Nos explican:
El pasado 15 de marzo, Moscú anunció formalmente en plena guerra de Ucrania su retirada del Consejo de Europa y del Convenio Europeo de Derechos Humanos, si bien aseguró que cumpliría con las decisiones del TEDH que no contradijeran la Carta Magna rusa, pero ahora va un paso más allá y decide romper cualquier relación con el tribunal europeo.
Rusia es ya "otro planeta", confirmando no compartir nada con todo lo que esté más allá de sus fronteras, primer problema que Rusia plantea. La guerra que Rusia no ha declarado de forma oficial, pero sí practica, es una primera demostración de ignorar todo del otro, empezando por sus fronteras.
Auto aislada del mundo por ese "nosotros" absoluto, Rusia puede decidir dónde empieza y acaba Rusia, qué legislación se les aplica y cuáles son los males que les achaca. Hay muchos países en conflicto por cuestiones fronterizas, pero muy pocos hacen lo que hace Rusia y, desgraciadamente, seguirá haciendo. El razonamiento es sencillo: adopta una visión unilateral del mundo y actúa en consecuencia. Rompiendo con los foros e instituciones internacionales, Rusia se aísla y actúa unilateralmente.
Desde su unilateralidad, Rusia le dice al mundo cómo tiene que actuar, en qué moneda le deben pagar, a que instituciones pueden o no pertenecer, a quién y cómo se puede ayudar, etc. Todo eso y mucho más debe ser aceptado o, en continua amenaza al mundo, atenerse a las consecuencias.
Ente esto solo caben dos posibilidades, aceptarlo o plantar cara y demostrar que no puede decidir sobre los destinos ajenos, sobre su propia identidad territorial, como hizo con la anexión de Crimea. En este sentido el "nosotros ruso" incorpora un sentido "imperial" y "autoritario", al que se le suma un perverso y retroactivo sentido de la Historia. El que Rusia controlara en la época de la Unión Soviética la mitad de Europa, hasta Alemania, nos muestra el rostro ruso autoritario e imperial. El hecho de que haya "nostálgicos" de la época soviética no lo es por el Partido Comunista en sí, sino por la capacidad de anexionarse el hemisferio norte euroasiático. Rusia ha tenido y tiene siempre conflictos en sus fronteras, de China y Japón a Ucrania. El miedo fronterizo es consustancial a su propia mentalidad imperial. Cuando las cosas son tan grandes que apenas se pueden abarcar, surge el miedo al ataque. Sin embargo, nadie ataca a Rusia; son sus amenazas constantes las que provocan la defensa ante sus constantes deseos de expandirse.
Lo que quería evitar, tener a la OTAN a sus puertas, se ha visto acrecentado por su propio miedo agresivo. Es lo que ha conseguido, lo contrario de lo que se proponía. Solo le quedan las constantes amenazas fuera y el involucionismo retrógrado dentro. Desconectada del mundo, a Rusia solo le queda intensificar sus "valores patrios" y convertirlos en diferenciales e identitarios simultáneamente: somos así y no somos como los demás. En esto la religión y las tradiciones se elevan a principios mágicos que les convierten en reserva histórico espiritual, en un destino de salvaguarda de lo divino y humano entremezclados, es decir, la Santa Rusia.
Queda por dilucidar el sentido de todo esto, qué sentido tiene aislar a Rusia del mundo, convertirla en un enemigo común y crear una crisis que pagará el pueblo ruso junto al resto del planeta. En la medida en que se han cerrado las puertas, dónde se podrá debatir una solución a algo cuya realidad se niega (no hay guerra ni invasión), cuyos escenarios de mediación se destruyen y con principios que se declaran incompatibles con los demás.
*
"La Duma rusa elimina la jurisdicción del Tribunal Europeo de Derechos
Humanos en Rusia" RTVE.es 7/06/2022
https://www.rtve.es/noticias/20220607/guerra-ucrania-rusia-duma-elimina-jurisdiccion-tribunal-europeo-derechos-humanos/2367783.shtml
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