Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El conflicto desencadenado por Trump y sus seguidores se va haciendo más
complicado para él y más complejo para el sistema democrático norteamericano,
que es lo que realmente está a prueba. Habrá un día en que Donald Trump, aunque
le pese, no estará sobre la superficie del planeta, pero la Historia es la
memoria de los vivos y allí seguirá estando lo hecho por Trump, para bien o
para mal.
Lo que va saliendo a la luz no hace sino oscurecer la democracia
norteamericana y mostrar que los límites de los sistemas de libertades son
inestables, borrosos y reducidos cuando el poder es ocupado por alguien cuya
sola finalidad es permanecer en él a todo trance. Si Trump ha hecho una favor a
la democracia es mostrar su debilidad cuando no reside como un valor en el
corazón de los pueblos, cuando estos se dejan seducir —"abducir"
decíamos ayer al tratar el acuerdo aprobado por los republicanos tejanos— por cierto
tipo de personalidades.
El mandato de Donald Trump no puede ser ignorado en el análisis histórico
político de la democracia. Hay que revisar cómo la democracia más vieja del
mundo, en un país poderoso, un líder mundial, con riqueza, etc. se convierte en
espacio de prácticas fascistas desde el propio poder y describir la épica lucha
de personas e instituciones para salvar sus conciencias y los fundamentos en
los que se basa su vida diaria, para oponerse a un poder que se vuelve
irracional y violento, mentiroso en grado sumo y que se niega a reconocer una
derrota en las urnas. Es necesario comprender esto para poder evitarlo.
Hasta el momento se han analizado cómo países en crisis se han ido
deslizando de la democracia hasta sistemas dictatoriales, a planteamientos de
corte fascista. Se achacaba la pérdida del rumbo democrático a crisis
económicas, resentimientos por situaciones de debilidad exterior, etc. Pero el
caso de los Estados Unidos de Trump es muy diferente y no se pueden buscar ni
encontrar excusas que liberen al pueblo de la responsabilidad de seguir a un
líder corrupto y mentiroso, que subvierte el orden constitucional y democrático
ante el aplauso de millones de seguidores.
En La Vanguardia se ha publicado por parte de su corresponsal en
Washington, Fernando García, un demoledor artículo que lleva por titular
"Altos cargos republicanos acusan a
Trump de graves amenazas para que anularan las elecciones". Los testimonios
de las autoridades republicanas de diversos estados sobre las presiones
recibidas por Trump y su equipo, encabezado por el ex alcalde de Nueva York y su
abogado personal, Rudy Giulani, es realmente revelador del extremo de violencia
que se llegó a desatar contra los que se oponían a su voluntad:
La audiencia comenzó con la
poderosa declaración del presidente de la Cámara estatal de Representantes de
Georgia, Rusty Bowers. El parlamentario, que hizo campaña por Trump y votó
por él, desmintió la afirmación del exmandatario de que en un momento dado
reconoció que los resultados de las elecciones eran fraudulentos. "Es
totalmente falso que yo dijera que las votaciones fueron manipuladas",
aseguró Bowers para empezar.
El veterano político de Arizona recordó cómo el
entonces abogado de Trump, el exalcalde neoyorquino Rudy Giuliani, le dijo en
una llamada junto al entonces presidente que 200.000 inmigrantes sin papeles y
"5.000 o 6.000 personas muertas" habían votado en las elecciones
ilegalmente, y por tanto había que descontar decenas de miles de papeles a
favor de Joe Biden. Bowers pidió pruebas al letrado, pero Giuliani "nunca
las aportó".
El abogado del presidente incluso propuso a Bowers
que, sin más ni más, cambiara a los electores intermediaros del estado -los que
proclaman el voto estatal en función de los resultados en las urnas- para
designar a partidarios de Trump que alterasen el resultado. El presidente de la
Cámara también se negó. Indicó que hacer lo que le pedía Giuliani equivaldría a
"traicionar mi juramento a la Constitución", y eso no lo haría jamás.
"No quería ser utilizado como un peón", dijo al comité.
Después de su negativa, partidarios de Trump empezaron
a hostigar a Bowers y su familia ante su vivienda. Los manifestantes le
lanzaban gritos insultantes, discutían con los vecinos y le acusaban de
pedófilo y pervertido, relató. Al menos uno de los alborotadores mostró una
pistola. "Fue muy perturbador", afirmó el testigo, muy afectado. Su
hija estaba "muy enferma", recordó, y de hecho fallecería a las pocas
semanas, en enero del 2021
La oficina de Bowers recibió "más de 20.000 correos electrónicos y decenas de miles" de mensajes de voz y de texto" con quejas y amenazas por negarse a lo que Trump le pedía. "No podíamos trabajar", señaló.*
Es difícil identificar lo relatado como propio de un país democrático, es más, de un país que se presenta como adalid de la democracia, como el defensor internacional de la libertades frente a otros a los que considera "autoritarios". La democracia americana se salvó gracias a la resistencia de aquellos que se negaron, como expresa bien Bowers, como "peones" de Donald Trump.
Nos vienen a la mente figuras sencillas —de algunas dimos cuenta aquí— que se habían opuesto a secundar las maniobras de Trump a lo largo de su mandato y habían dimitido de sus puestos para salvar sus conciencias. Han sido personas que se han negado, pese a ser republicanos o ser simples funcionarios, a cumplir las órdenes del hombre más poderoso del mundo, el presidente de los Estados Unidos, que en este casó creyó estar por encima del bien y del mal.
Hay que analizar cuáles han sido los mecanismos sociales que han permitido que una personalidad patológica llegue a canalizar el voto primero y a seducir las voluntades después haciendo que la credibilidad del sistema se hunda, que se desvíe su comportamiento hacia uno más propio del fascismo.
El control de una parte de los Estados Unidos sigue en manos de Trump. Es otra realidad que no se puede ignorar. Lo vimos ayer en los acuerdos republicanos en Texas, en los que se afirma que a Trump se le arrebató el poder de forma fraudulenta, la mentira que él sigue sosteniendo y con él millones de personas que lo creen y están dispuestos a actuar, como ocurrió con el asalto al Capitolio para impedir la proclamación de Biden.
Hay que profundizar, no se puede ignorar lo ocurrido. Es un peligro que acecha en muchos lugares, más allá de los Estados Unidos.
* Fernando García "Altos cargos republicanos acusan a Trump de graves amenazas para que anularan las elecciones" La Vanguardia 21/06/2022 https://www.lavanguardia.com/internacional/20220621/8357108/trump-golpe-asalto-capitolio-comite-amenazas-presiones-republicanos-georgia-arizona-bowers-raffensperger-sterling.html
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