Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Por
mucho que los expertos establezcan líneas de separación entre los grupos de
edad, lo cierto es que estas divisiones son tan imaginarias como los paralelos
y meridianos que dividen el globo terráqueo. La naturaleza
ignora esas distinciones tan precisas con las que los humanos manejamos
nuestros asuntos. En la sociedad no estamos separados así; estamos juntos y revueltos. Nos mezclamos en todas partes. Lo hemos podido comprobar en las residencias de mayores, un ámbito protegido aparentemente, donde se ha acabado introduciendo el virus con los efectos conocidos.
El
problema con el COVID es que le da igual nuestras suposiciones, estimaciones,
probabilidades, etc. El problema es nuestro, claro. Todas las estrategias
seguidas hasta el momento se basan en suposiciones que finalmente se ven
llevadas al terreno de lo real y esta realidad consiste en los datos de
contagios, los datos de ingresos y los datos de defunciones, los tres de nuevo
al alza en prácticxamente toda España.
Ante la
perspectiva del comienzo de nuestro apoyo a la economía acudiendo a playas y
chiringuitos, a festejos y plazas públicas para ejercer nuestro papel
sostenedor de la economía patria, es decir, la llegada del verano, las cuentas
no salen como el gobierno las contemplaba. Podemos auto engañarnos, decidir que no va con nosotros, que no estamos bajo riesgo. Es la mejor manera de que aumente el riesgo y con él los datos negativos.
La
estrategia comunicativa en el campo de la sanidad es esencial y solo puede
tener un método, decir las cosas con claridad, explicar los riesgos y hacer que
las personas asuman que en una enfermedad contagiosa todos nos ocupamos de
todos. A la vez, hay que dotar de recursos suficientes al sistema
sanitario, tanto humanos como económicos.
Pero la
división española en parcelas autonómicas y la dependencia económica de unos
sectores que necesitan del encuentro, de la celebración, de la fiesta, etc.
hacen difícil que las autoridades se enfrenten con claridad a las fuerzas
reales de la economía. Si a la pandemia le sumamos todo tipo de desgracias
naturales (de Filomena a las olas de calor actuales, de las inundaciones a los
incendios forestales), añadimos una inflación que se traga los ahorros y restringe el consumo,
etc. comprobamos que no es fácil para los políticos tomar medidas suficientes
o hablar con claridad. Es una forma errónea de enfrentarse a estas situaciones
que requieren más unidad y, sobre todo, sentido de la responsabilidad.
Lo
cierto es que el anuncio de la ministra Darias era ya un aviso de que esto no
marcha bien, que los datos no son buenos, que están en ascenso, que se ha
paralizado prácticamente la vacunación porque los que se han querido vacunar lo
han hecho y los que no han querido hacerlo no lo han hecho, es decir, hemos
llegado a un punto de casi nulo avance.
La cuarta dosis (que será tercera para otros) es una forma de intentar evitar lo que se espera para el otoño y el invierno tras lo que nos deje y traiga el verano. La exaltación constante del "encuentro", situación básica para el sector de la hostelería y el turismo, tiene sus resultados en estos datos que ahora se nos ofrecen antes del intenso verano, que quizá no lo sea tanto por la suma de la guerra, el aumento de los precios y el aumento del gasto. Pero eso no quiere decir que se eliminan los contagios. Hay formas más baratas de contagiarse porque lo peligroso no es el turismo o el precio de lo que consumamos, sino el hecho del encuentro. Es decir, uno se contagia igual en un restaurante de cinco tenedores que en un botellón playero.
En
RTVE.es nos ofrecen estos datos actualizados a día de ayer:
- La presión
asistencial en los hospitales por pacientes con COVID-19 aumenta. Este
viernes, la ocupación de las UCI supera el 4% y se sitúa en el
4,38%, medio punto más que en la última semana. Sin
embargo, se mantiene en un nivel de circulación controlada, según los
umbrales de Sanidad. La subida más alta de los últimos siete días,
sin contar con Melilla, se localiza en Castilla y León, con 1,9
puntos más. Esta región, junto con Cantabria, Castilla-La Mancha,
Cataluña, Madrid, País Vasco y La Rioja, además de Melilla, superan
el 5% y se encuentran en nivel bajo. El resto de territorios se mantienen
en riesgo "controlado".
- La incidencia
acumulada en los mayores de 60 años sube 102 puntos
respecto al último informe y 143 respecto a una semana
antes. Continúa en riesgo medio, según el semáforo de Sanidad: ahora
es de 756 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días.
Por regiones, Madrid, La Rioja y Canarias superan los 1.000 casos. De
entre la población con más de 60 años, los mayores de 80 años
son los que presentan una incidencia más alta, por encima de los 900
casos.
- En la
última semana, se han contabilizado 118.421 contagios y 317
muertes. Este viernes Castilla-La Mancha ha corregido su serie temporal de
casos y de fallecidos, mientras que La Rioja ha hecho lo propio con los
decesos. Desde que comenzó la pandemia se han comunicado más de
12,6 millones de casos y 107.799 decesos.
- La campaña
de vacunación avanza lentamente. 25 millones de
personas, el 53,5% de la población española, tienen ya la dosis de
refuerzo, según el último informe publicado por Sanidad.*
El retrato es bastante claro. Tengamos en cuenta además que se ha jugado con las clasificaciones de los datos, es decir, con el llamado "Semáforo de sanidad", que es un indicador tranquilizador para que las cifras nos resulten menos "graves" y que no se dan los datos de los menores de 60 años, de los que nos enteramos a través de nuestra propia relación personal o lo medios. De esta forma nos enteramos, por ejemplo, que cuatro integrantes de la selección femenina de Fútbol han tenido que ser apartadas de la concentración y entrenar aparte. Es un caso que trasciende a los medios, pero la mayoría de los casos no lo hacen. Yo, por ejemplo, recibo avisos de algunos de mis alumnos de que han ingresado en hospitales o que están en casa con síntomas.
La alegría de no tener que quedarse en casa pese a estar infectado si no se tienen síntomas, es un error que pagan en empresas y familias porque el coronavirus se esparce principalmente gracias a los asintomáticos, el "gran arma" del coronavirus para seguir su camino. Todas estas infecciones no controladas gracias a eso llamado "gripalización", un enorme error comunicativo, ha convencido a muchos del hecho de que ellos no estuvieran graves significaba que no lo iban a estar aquellos a los que contagiaran.
El hecho de que se extienda tiene otro factor importante, la posibilidad de nuevas mutaciones, algo que ya hemos visto. La mejor situación es que las vacunas que ya tenemos no aseguren una respuesta más débil que nos evite la gravedad de la enfermedad, pero esto puede cambiar el cualquier momento con la aparición de una mutación que sea resistente a nuestras vacunas. Hay gente que se ha infectado varias veces pese a las vacunas, con lo que la idea inicial de la "inmunidad de rebaño" ha quedado muy debilitada como argumento.
Otro factor importante es que una vez somos el paraíso de la falta de medidas para no arruinar el turismo lo tenemos ejemplificado en otras nuevas enfermedades, como ha ocurrido con la llamada "viruela del mono", de la que también tenemos el triste récord europeo. La llegada de esta y alguna otra enfermedad es el pago de la recepción indiscriminada de turistas a los que no se puede "ofender" y a los que hay que rogar que vengan, aunque sea comatosos, pues su dinero nos es indispensable para llenar las cajas registradoras de nuestros locales esparcidos por la atractiva geografía española, generalmente en "competición" de "seguridad" para atrae al mayor número posible de clientes.
Por muchos "semáforos" tranquilizadores que pongamos, la realidad se impone, nos guste o no. Con estos datos en ascenso a principio de verano y con la enorme presión para que "nos movamos", es de esperar que de nuevo las UCI lancen sus avisos, el personal se siga manifestando por el exceso de trabajo y la falta de recursos, como ya lo está haciendo.
Centrarse en unas franjas de edad ignora que el virus circula de unos a otros libremente. Se pueden entender los problemas de la "economía", pero lo que no se puede ignorar son los efectos negativos de hacer creer a la gente que por estar vacunados no hace falta tomar medidas y que por ser joven no tiene consecuencias graves (aunque infecte a otros que sí pueden tenerlas).
Lo que se ha hecho es precisamente lo que no se debería hacer: vender normalidad cuando está no es real. Los resultados los tenemos aquí de nuevo. ¿Volverán a cambiar el semáforo? Es más sencillo, desde luego, que cambiar el deseo de la gente. Pero para ganar al COVID-19 es necesario algo más que lo que hacemos ahora. Hace falta una verdadera voluntad que solo saldrá de los acuerdos para que todas las instituciones remen en la misma dirección (no unas compitiendo con otras) y que haya un mensaje unificado sobre las medidas personales y sociales. Debe ser un mensaje claro y sin las ambigüedades habituales, pasando la responsabilidad a otros.
Mientras no lo hagamos estaremos a expensas de estos crecimientos, mutaciones y protestas de los que deben dar la cara. Podemos creer que esto está vencido o que podemos seguir con este goteo de vidas perdidas que al final no importan a la mayoría aburrida. Pero no debería ser así.
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