martes, 31 de mayo de 2022

Guerra y obsolescencia de los medios

Joaquín Mª Aguirre (UCM)

En RTVE.es titulan "Ucrania, la primera guerra en TikTok"* y dan cuenta de cómo este medio, de vídeos cortos, se ha convertido en testigo y medio de comunicación definitorio. Si, como se señala en el artículo —firmado por Europa2022—, la Primavera Árabe se definió por ser retratada en Facebook, ahora se nos dice que es TikTok, cuyos usuarios están por debajo de los 24 años es el medio elegido. Pero, ¿elegido por quién?

El fenómeno, más allá de la noticia en sí, tiene preguntas que deben ser respondidas o, al menos, planteadas. Es indudable que el medio es el que da forma al mensaje, pero también que la aceleración de los medios se traga, al quedar obsoletos, la mayor parte de la información que ha generado. Es decir, por poner un ejemplo claro que se recuerda poco: la desaparición de la plataforma Google+ supuso la desaparición de todo lo que había en ella y no se "salvó". Esto es la condena moderna de haber pasado de un medio universal, un soporte centenario, como son el papel y el formato códice o libro, a unos medios cuya vida está determinada por la moda y la competencia empresarial. En términos históricos de la Primavera Árabe a la Guerra de Ucrania van diez años aproximadamente, en término mediático son cientos de años.

Los medios y los soportes, con la tecnología necesaria para su lectura, determinan la historia que se recoge. Por decirlo claramente: de nada sirven los documentos generados si no podemos leerlos. Esto, que desde el punto de vista empresarial y económico es visto como dinamismo, es un cierto desastre histórico y memorístico. Pensemos simplemente en cuántas cosas se nos quedan en los teléfonos móviles cuando los cambiamos. Las tarjetas pueden pasar de unos a otros, pero en los teléfonos quedan muchas cosas que sencillamente quedan perdidas. Nos inventaron las "nubes" para guardar los datos independientemente de los dispositivos, pero igualmente estamos expuestos a que mañana esas empresas decidan cerrar porque no son rentables. Ya ha ocurrido en varias ocasiones y fue uno de los males de la primera fase de Internet en los años 90. Proliferaron empresas que daban alojamiento a los contenidos y estas empezaron a desaparecer por la competencia y porque cambió el "modelo de negocio".

La cuestión empezó a plantearse entre el gremio encargado de preservar y ordenar los recuerdos y rastros, los documentalistas, los archiveros, bibliotecarios... Hoy asistimos al regalo de las bibliotecas de sus libros, que son sustituidos por ediciones digitales, lo que les ahora espacio y da agilidad, pero que supone entra el terreno movedizo de la obsolescencia.

Los ordenadores, por ejemplo, han dejado de incorporar lectores de CD o DVD. Basta ver la soledad de las secciones de música en CD en los grandes almacenes y la edad de los compradores para entender bien la cuestión. Las empresas se han desprendido de los soportes materiales (del libro al CD-DVD) y han puesto el énfasis en nubes y descargas online.

La guerra de TikTok, la guerra de Ucrania; se reparte y distribuye en los distintos soportes posibles, de los periódicos a las radios y podcast, de los vídeos de TikTok a los programas televisivos. Cada uno tiene sus formas de consumo de la información y también sus días contados ante la proliferación de los medios, que reduce la rentabilidad particular de cada uno de ellos. Los públicos descienden en todos ellos. Y cuando lo hacen un nuevo medio sale a la palestra a tratar de convertirse en novedad, en tendencia y tratar de explotarla hasta que caiga en el desuso del aburrimiento o, sencillamente, sus usuarios envejezcan y sean reemplazados por otros con nuevos medios con los que han crecido.

Leía ayer un volumen de la Universidad de Valencia, de la colección de sus Doctores Honoris Causa, dedicado a Roger Chartier. Los volúmenes incorporan sus discursos, los de las autoridades y también una antología de textos de los doctores honoríficos. Tuve la ocasión de entrevistar a Chartier en el año 2000 y pedía restablecer el libro en el centro de la vida universitaria.


Ayer escuchaba a unos alumnos de mi facultad —esperando para exponer sus trabajos finales de Grado (TFG), recordando despectivamente que en los primeros años de carrera, es decir hace tres o cuatro años, "les hacían comprar el periódico" para comentarlo en clase, lo que les parecía un horror. Salgo de Metro cada día y observo cómo pasan, sin detenerse, por delante de las pilas de diarios gratuitos. Una estudiante que les doblaba en edad comentaba que ella leía el periódico los domingos; ella era la que mantenía los quioscos de prensa abiertos, decía bromeando. Eran dos generaciones y un solo objeto, el periódico, con dos actitudes distintas, del desprecio al respeto o, si se quiere, costumbre. Estos futuros profesionales descubrirán algún día que todo lo que comunicaron desapareció con los soportes y tecnologías que apenas duraron unos años antes de ser desplazados.

Todos esos teléfonos que vemos levantados en cualquier acontecimiento, aseguran mucha información, pero también que casi todo eso desaparecerá en muy poco tiempo, ya sea por olvido, imposibilidad de localización o por obsolescencia.

El mundo mediático es el de la debilidad mediática o, si se prefiere, el del registro inmediato y el olvido a medio plazo. Lo que se salva es aquello que se transfiere a otros medios, como ocurrió en la Antigüedad, con el paso del papiro al pergamino, un cambio de soporte material a otro mucho más duradero. La imprenta lo pasaría al papel, más barato y rápido, también más débil.

Hoy escuchamos que muchos de los programas de los inicios de nuestra televisión se perdieron porque se reutilizaron las cintas magnéticas en las que se grababan. Cada vez que se reutilizaba una cinta se hacía desaparecer una parte de la memoria. Lo mismo ocurrió con parte del cine mudo. Los cambios hacia el sonoro hicieron que se olvidara y destruyeran muchas cintas de las que solo se han recuperado fragmentos. Algunos han podido unirse y dar lugar a versiones aproximadas hechas de los fragmentos. En las últimas décadas, grupos e instituciones se han dedicado a reconstruir pequeñas joyas olvidadas. Las filmotecas son conscientes de estos problemas y tratan de conservar los documentos audiovisuales pasándolos a nuevos soportes que puedan ser leídos en el momento actual. ¿Significa esto que preservar la memoria necesita de una constante transcripción a los nuevos sistemas de lectura? Probablemente sí. La velocidad de sustitución lo convierte en una carrera dramática por preservar el pasado.

22/07/2016

Pero esto no resuelve el hecho del debilitamiento del propio pasado. Los vídeos que se graban no se hacen tanto con la voluntad de coleccionar los hechos como por la de difundirlos. Interesa la "tendencia", menos el legado. Lo que ha pasado queda muerto por lo que está pasando. Es la inmediatez, que supone en gran medida la pérdida del sentido histórico que ya percibimos en las nuevas generaciones, las crecidas en una percepción del tiempo muy diferente.

Probablemente sea la percepción del paso del tiempo y el valor que se le concede al pasado (un concepto relativizado) lo que establezca una de las mayores barreras generacionales. Vivimos todos sobre el planeta, pero cada generación (según el lugar donde crezca, según la cultura que la envuelva) percibe el mundo desde su propia perspectiva, estableciéndose un mundo y muchas interpretaciones y sentidos, formas de valorarlo.

¿Consumimos noticias o medios? McLuhan no diferenciaba, el medio es el mensaje. Evidentemente, nuestra percepción de las guerras o de cualquier otro acontecimiento está determinado por las posibilidades que cada medio nos ofrece. Cada medio ha aportado elementos nuevos, de la fotografía al estruendo de las bombas con la llegada de la televisión, del impacto del directo televisivo al cambio de punto de vista de un teléfono. El horror permanece, pero se muestra poliédrico. Hay una guerra descrita a través del múltiples miradas, unas profesionales otras de las víctimas que graban su propio entorno y destino; otras miradas nos llegan desde el espacio con los satélites y drones. Al final, todo se convierte en mensaje, de un tipo u otro, desarrollando como señalaba Chartier en la entrevista diferentes prácticas de consumo cultural.

Que haya "guerras de Facebook" y "guerras de TikTok", por usar los términos del artículo, debería hacernos reflexionar un poco sobre el mundo que hacemos y cómo lo vemos. Pero la primera víctima de la inmediatez es precisamente la reflexión.

27/100/2009

* Europa 2022 "Ucrania, la primera guerra en TikTok" RTVE.es https://www.rtve.es/noticias/20220530/europa-2022-ucrania-primera-guerra-tiktok/2355940.shtml

** Joaquín Mª Aguirre "Entrevista- Roger Chartier: "Hay que volver a situar al libro en el centro de la educación"" Espéculo nº 15 2000 UCM https://webs.ucm.es/info/especulo/numero15/chartier.html

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