domingo, 19 de junio de 2022

Citas para la salud mental

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Hace tiempo que el término se repite en nuestros noticieros: salud mental. El diputado que le gritó entre risas "¡Vete al médico!" cuando escuchó plantearlo en el Congreso debe estar escondido en algún sitio profundo para que no se lo recuerden. Sin embargo y a su pesar, parte del problema está en ese "ir al médico", una tarea casi imposible y prácticamente ineficaz teniendo en cuenta lo que los propios facultativos señalan.

En RTVE.es leíamos ayer el siguiente titular sobre este problema de la atención médica: "Detectar depresiones o posibles suicidios en cinco minutos, el reto de la atención primaria que "cuesta vidas""* La clave está, evidentemente, en esos "cinco minutos" que son los que se conceden para la consulta y en los que los médicos deben tratar de conocer y reconocer a su paciente. Uno no lleva los problemas mentales de la misma manera que los de rodilla, por ejemplo; aquí no hay un "le duele a usted aquí" mientras te aprietan. ¿La solución dada? También nos la daban: el aumento de las recetas de ansiolíticos, algo en lo que estamos a la cabeza del consumo mundial. Cuando no hay tiempo para saber, la pastilla lo arregla todo. Sedados por la vida, anestesiado emocionales, es la respuesta que el sistema da a los que no siguen el aumento de presión que estamos padeciendo en estos últimos tiempos (y lo que tenemos por delante).

"No pensé que fuera tan grave", le dijeron no hace mucho un conocido tras una atención telefónica. Los teléfonos se han convertido en la herramienta de muchas consultas. Te escuchan, pero hay un límite en un campo donde es imprescindible captar todos los gestos, movimientos, miradas. Es un campo en el que el cuerpo dice tanto como las palabras, a veces más que ellas.

La presión de la pandemia, la economía y, sobre todo, el ambiente laboral nos está sometiendo a unas presiones que nos hacen estallar. Primero es una implosión, todo se vuelca hacia adentro; después el riesgo de la explosión, el segundo movimiento, el que se puede dirigir contra ellos mismos o contra otros.  

Es fundamental que la persona se sienta escuchada porque muchas veces esto es parte del problema, el silencio que nos rodea, la incapacidad de poder expresar las debilidades tras la máscara de fortaleza e indiferencia que muchos están obligados a llevar día y noche.

Nos dicen en el texto de RTVE.es:

De cinco a ocho minutos. Ese es el tiempo que un médico de familia suele tener por consulta en gran parte de los centros de salud en España. En menos de lo que duran algunas conversaciones de pasillo, la atención primaria afronta el diagnóstico de todo tipo de patologías. Algo que quema y sobrecarga a los profesionales, pero que, además, puede perjudicar gravemente a los pacientes. Y la presión del cronómetro, opina el coordinador de Salud Mental de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (Semg), Antonio Torres, se nota especialmente en la salud mental. "La falta de tiempo está costando vidas y mucho sufrimiento", insiste a RTVE.es.

La atención primaria es el primer eslabón del sistema sanitario. Estos profesionales son los primeros a los que acude la mayoría de los pacientes antes de ser derivados a los distintos especialistas y con los que más confianza suelen tener. La cercanía hace que su función sea crucial y que su posición sea la mejor "para diagnosticar los problemas de salud mental más frecuentes", opina el coordinador del Grupo de Trabajo de Salud Mental de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen), Vicente Gasull.

Pero en la detección de un trastorno psicológico suele hacer falta algo más que la confianza. "Por eso es una pena que tengamos tanto déficit de tiempo", apunta. Como recuerdan los expertos, el estigma y el desconocimiento, aunque cada vez menores, suponen que muchas veces se somaticen este tipo de dificultades. La clave, entonces, está en observar los pequeños detalles. Pero en cinco minutos, resulta una tarea más que complicada.*

Volvemos otra vez a la especialidad que actúa de primer frente, los Médicos de Familia, esa especialidad que, nos dicen, se queda sin cubrir porque los médicos prefieren estar en la segunda línea, la de las especialidades. Se comprende cada día más esas decisiones.

De la misma forma, se comprenden las protestas de los profesionales de la Salud ante el abandono en que se encuentra sumidos por la dejación del sistema, que aplica una y otra vez elemento que reducen el tiempo disponible para los diagnósticos en un país en el que cada vez hay más personas mayores que atender, donde la salud empeora precisamente por la falta de atención adecuada, por los retrasos en la atención y donde muchos mueren cada año esperando a que les llegue la cita.

Las enfermedades mentales, con la excepción de las de origen orgánico, son fruto del ambiente, del mundo que nos rodea, de las presiones que nos van dejando cada vez más exhaustos y tocados. Los remedios son complejos pues muchos de ellos implican un cambio en nuestra forma de ver el mundo, de asimilar los problemas porque el "mundo" apenas va a cambiar.

La forma de ver el mundo requiere de tiempo para adaptarse a las circunstancias. Muchas veces lo que hace falta es liberar las tensiones que se producen de forma natural, pero esto es cada vez más difícil. Aumentan los bestsellers de autoayuda, que son el gran negocio cuando nadie te ayuda. Forman parte de esa política de sacarle provecho a las necesidades de otros, de venderles —con mejor o peor voluntad y fortuna— soluciones a sus problemas, que son escollos inevitables.

La cuestión de la salud mental está empezando a ser muy preocupante. Lo es sobre todo por la indiferencia del sistema, que no mueve un dedo pese a las protestas de los profesionales y de las personas afectadas, entre las que por cierto, se encuentran ya los propios profesionales sometidos a un fuerte estrés en su trabajo.

Hay un aumento de la visibilidad porque uno de los campos de mayor proyección mediática es el deporte, donde vemos que muchos deportistas han roto el silencio y la vergüenza o estigma que significa hablar de ello, como ocurrió con Naomi Osaka o con otros deportistas de élite. Llegó a los titulares y, tras los primeros ataques, se ha visto la gravedad y extensión del problema, algo que nadie quería ver.

Los dos espacios más conflictivos son la familia y el trabajo. Estamos viendo situaciones familiares violentas y un enorme aumento de la violencia fuera de casa en edades muy tempranas. Peleas, violaciones en grupo, aumento de la violencia de género, etc. están empezando a ser suficientemente importantes como para pensar que existe una fuerte tensión que se deriva hacia la violencia. En el trabajo aumenta igualmente la tensión del estrés. Te sorprende escuchar de muchas personas el mal clima que se genera en los trabajos. Todo son indicadores de un ambiente negativo que se va extendiendo ante la falta de salidas o remedios. Hay una enorme agresividad latente que estalla en cuanto tiene ocasión.

Estamos creando una jungla violenta con una vegetación cada vez más espesa que nos impide ver los peligros. Vemos sus efectos en la violencia, la agresividad, en los suicidios, las depresiones, en el estrés... El suicidio ya es la primera causa de muerte entre jóvenes y los datos que nos dan sobre cuántos piensan en él asustan.

Me siento en un banco del parque a leer. La mayoría de los grupos que pasan junto a mí exhiben unas actitudes de desahogo, lo ves en sus gestos, en el tono de su voz. Se desahogan unos con otros y contra otros. Al menos se escuchan. No sé si les sirve de algo y liberan tensión.

Nos dicen en RTVE.es:

Solo en 2020, la atención primaria recibió 243,5 millones de consultas y, según estima el portavoz de Semergen, alrededor del 30% de las visitas suelen estar relacionadas con la salud mental. De hecho, las personas con trastornos psicológicos van de media unas 13,1 veces al año a los centros de atención primaria. Pero en España hay únicamente 36.259 médicos de familia y pediatras en la Seguridad Social, de acuerdo a los últimos datos del Ministerio de Sanidad. "Yo he llegado a tener hasta 29 personas en una hora", explica como la principal consecuencia de esta disparidad. * 

Los datos hablan por sí solos. Están claras dos cosas: que hay que cambiar el sistema para ajustarlo a la realidad y que se necesita mucho más personal en ese punto que nadie quiere. Pero mucho me temo que el caos sanitario sea demasiado fuerte, incapaz de atender lo que se nos viene encima.

No somos capaces de mejorar nuestro entorno laboral, pese a lo que nos cuentan; no somos capaces de mejorar la enseñanza, otra fuente de conflictos en varios niveles; y no somos capaces de atender ni detectar los efectos de todo ello sobre la salud mental.

Somos una sociedad fiestera, pero no una sociedad feliz. En nuestras fiestas desahogamos nuestras múltiples frustraciones, nuestras heridas diarias. Esos cinco minutos de consulta para detectar trastornos, enfermedades, tendencia al suicidio, agresividad, depresiones, estrés, etc. son una carrera contra reloj que acaba muchas veces de forma trágica, para los pacientes o para los que les rodean.

Las risas del hemiciclo al plantear en el Congreso la cuestión de la salud mental fueron claras. El "¡Vete al médico!" era una ironía mucho más real de lo que el poco sensible "padre de la patria" quiso expresar. Los médicos reclaman poder dedicar el tiempo necesario a los pacientes. No es motivo de risas. No es solo revisar la cuestión de la atención a la salud mental, sino la mejora del conjunto del sistema sanitario que no está atendido como debe.  


* Laura Gómez Sánchez "Detectar depresiones o posibles suicidios en cinco minutos, el reto de la atención primaria que "cuesta vidas"" RTVE.es 18/06/2022 https://www.rtve.es/noticias/20220618/atencion-primaria-suicidio-depresion-salud-mental-tiempo/2384027.shtml

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