martes, 7 de junio de 2022

Boris Johnson y la moción de confianza

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Si hay un ejemplo de político que dilapida los votos que le llevaron a la presidencia del gobierno de un país es el británico Boris Johnson. De los males con los que podemos dibujar el perfil del dilapidador político, Johnson los posee todos con enorme claridad.

Johnson es un político nacido de la negación, es decir, asciende con las desgracias ajenas convirtiéndose en azote antes que en superador de problemas. Esto forma parte del perfil ascendente en la política. El aspirante al poder es capaz de hundir a su adversario con sus ataques, pero, una vez llegado al poder, el panorama cambia. El modelo del político ingenioso se muestra incapaz de resolver los problemas del gobierno del país, es incapaz de mantener un discurso constructivo y solo se le dan bien las palabras de ataque. Con la llegada al poder le desaparecen sus aceradas críticas a los problemas y todo es logro incomprendido.

Johnson es el ejemplo más claro de un modelo político basado en comunicación y resistencia. La cuestión es que desde hace tiempo ya no se enfrenta a los laboristas sino a su propio partido.

Los noticiarios televisivos de ayer por la noche intentaban mantener sus conexiones para dar la noticia sobre la votación para saber si el propio partido conservador le retiraba a Johnson el liderazgo y le forzaba a dimitir. Finalmente nos llegaban las noticias. En RTVE.es se nos cuenta lo ocurrido —una votación de 211 a su favor frente a los 148 diputados en su contra— y las reacciones de Johnson: 

Tras la votación, Boris Johnson se ha mostrado satisfecho con el resultado obtenido. "Creo que es un buen resultado", ha dicho el líder de los conservadores, que ha calificado la votación de los 'tories' de "convincente" y "decisiva", y ha querido agradecer el apoyo recibido por sus colegas de partido. 

El primer ministro británico se ha mostrado dispuesto a "centrarse en lo que es importante" y ha mencionado que este resultado les permite "dejar atrás eso en lo que los medios se han centrado". 

"Lo que debemos hacer ahora es unirnos, como gobierno y como partido", ha dicho Johnson. "Ahora podemos centrarnos en lo que estamos haciendo para ayudar a la gente de este país", ha añadido.

Asimismo, al ser preguntado por unas posibles elecciones anticipadas, el primer ministro ha dicho no estar "interesado" en ello. Johnson ha asegurado que su victoria es "convincente" y que su plan es continuar al frente del Ejecutivo. * 

El discurso es característico del que niega la realidad a la que Johnson se está enfrentando desde que comenzó su mandato, error tras error. El primer ministro británico presenta como una "gran victoria" lo que es una enorme derrota. Ha sido siempre la estrategia de Johnson frente a la dificultades, negarlo todo y darle la vuelta. Los medios recuerdan que Theresa May, con un margen más amplio, acabó saliendo de la residencia de Downing Street poco después de la moción que llevó a Johnson al poder. Pero eso no parece afectarle porque la victoria por un solo voto habría sido recibida como "grandiosa".

Johnson no ha "ganado" nada; ahora tiene una doble oposición, los laboristas, por un lado, y su propio partido por otro. En el sistema británico los partidos son importantes, pero los candidatos mantienen un cara a cara con sus electores. Estos no se van a jugar el puesto ante los votantes defendiendo la gestión de un Boris Johnson que atrae elementos negativos en su propio partido y, con ello, el rechazo del electorado.

Ninguna de las afirmaciones de Johnson en los párrafos citados responde a la realidad de lo ocurrido o de lo que pasará. No hay nada cerrado, sino todo lo contrario. Pero es la respuesta de Johnson a los problemas: negarlos. Cantar como una victoria lo que es la vergüenza que sea tu propio partido el que te someta a una moción es excesivo y le pasará nueva factura por parte de los que no le han votado, confirmando que se trata de una persona que no solo no entiende (o no quiere entender) los mensajes, sino que les quiere dar la vuelta. Pero no hay muchas vueltas que dar a lo que los británicos ven. Y ven hipocresía, inmadurez y un deseo de poder contra viento y marea.

Que no "le interesen" la cuestión de unas "elecciones anticipadas", como señala, es otro golpe de la estrategia del calamar practicada por el primer ministro británico. Esta estrategia la sigue manteniendo bajo cualquier circunstancia. No recuerdo un dirigente británico en el poder que haya tenido que recurrir tanto a la negación como Johnson. Las extravagancias graciosas se convirtieron pronto en máscaras para los problemas que no lograban engañar a nadie.

Los dos grandes problemas de Johnson han sido su desastrosa gestión de la pandemia, que todavía padecemos, y la cuestión del Brexit, del que ha sido ferviente defensor, y que no ha tenido los efectos esperados sobre la economía británica, sino más bien los contrarios, acentuados por la pandemia, que ha tenido efecto sobre todas las situaciones, especialmente las económicas.

Las payasadas de Johnson han pasado a ejercer un papel diferente al inicial. Lo que se vía como desparpajo e informalidad frente a la estirada Theresa May pronto se dio la vuelta conforme la realidad se hacía más evidente: Johnson no deba la talla ante los problemas reales y sus decisiones traían nuevos problemas.

La imagen de un Johnson incumpliendo sus normas —además de los incumplimientos de algunos ministros— ha sido cada vez más precisa. Una de las fotografías nos lo muestra elevando un bote de bebida junto a los participantes en las supuestas reuniones de trabajo que han dado lugar al conocido como "partygate". Pese a sus errores, Johnson no es juzgado por ellos, sino por haberse burlado del pueblo británico poniendo cara de gravedad ante las cámaras mientras que su comportamiento era otro en el interior de su residencia. El privilegio de reírse, de poder celebrar fiestas frecuentemente en la residencia oficial, se le ha acabado.

El pueblo británico y su propio partido han visto ese privilegio del gobernante llevado a extremos cuando se les exigía a los ciudadanos lo contrario. Cuando la gente estaba confinada y con sus familias lejos, los ministros de Johnson eran sorprendidos en viajes. La normas no iban con ellos. Tampoco iban con Johnson, incapaz de cumplir las mismas normas que exigía.

El efecto de esto es mucho más destructivo de lo que el propio Johnson quiere admitir. No quiere oír hablar de elecciones anticipadas —dice que el resultado de la votación ha sido "muy bueno"—  pero veremos si no se ve obligado a ellas cuando los que ahora le apoyan comiencen a darse cuenta de que es un lastre que les quitara argumentos y votos. La conducta de Boris Johnson es un hecho que no podrán rebatir ante sus electores distrito a distrito.

El modelo Johnson tiene otros nombres, pero él es el más descarado de todos los políticos que lo practican. Johnson se agarra al poder con uñas y dientes a la espera de un golpe de suerte que le suba las encuestas. El tiempo que pueda mantenerse así no será mucho. Él seguirá confiando en sus discursos de negación de los hechos o relativizando su importancia. Cree que con disculparse ya ha hecho bastante, lo que equivale a un insulto más a los que se sacrificaron en la pandemia. Cada nueva foto aparecida es un insulto a la opinión pública británica, al electorado en su conjunto y, sobre todo, carece de cualquier tipo de defensa posible. Es injustificable. La cuestión ahora es cómo lo "justifican" esos 211 diputados británicos que le han respaldado con su voto de confianza. 

* "Boris Johnson salva la moción de confianza por el 'partygate' y seguirá al frente de un Partido Conservador muy dividido" RTVE.es 6/06/2022  https://www.rtve.es/noticias/20220606/boris-johnson-gana-mocion-confianzatories/2366602.shtml

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