Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Los
medios se dedican a mostrarnos "fiestas". Lo hacen también los medios
internacionales, como la CNN, que da cuenta de lo sucedido en las plazas y
calles de Madrid o en las playas de Barcelona: "Many people could be seen
without a mask, not respecting social distancing, and gathering in groups much
larger than six -- all in violation of coronavirus restrictions that remain in
place."* En los medios españoles también se recoge en su fase más visual:
las fiestas y los abrazos. Por las televisiones, además de las fiestas, los
viajes: media España sale de casa "a ver a la familia", recorriendo
media España para abrazarse.
Pero,
¿qué es lo que se "celebra"? Una vez más nuestro mal explicado
sentido del "estado de alarma" nos hace celebrar su fin, como si
fuera un castigo impuesto que se nos levantara de golpe, como si hubiéramos
estado castigados en un rincón y se nos dejara salir al recreo. Todo esto hará
que nos llegue otro "estado de alarma" si, como es previsible tras lo
visto, se vuelven a disparar los contagios.
Ver el
estado de alarma como un "castigo" es un enorme error de percepción y
uno previo de comunicación. Demuestra la
simpleza del pensamiento colectivo, alentado hacia una nostalgia del encuentro desde el dramatismo mediático —no te
pierdas un abrazo, que no se te pase una lágrima—, pero también nos muestra la
lucha política que se ha mantenido todo este tiempo.
La
portada digital del ABC se centra en el jolgorio de las calles con un rotundo
titular: "El caos llega a la noche tras la negativa del Gobierno a alargar
el estado de alarma" (ABC 10/05/2021). La estrategia política de ofrecerse
como espacio de "libertad" de Díaz Ayuso se acompaña siempre por
echar las responsabilidades negativas sobre el gobierno. Se aprovecha así la
restricción cuando interesa y se critica al gobierno por las consecuencias. De
la misma forma de ha estado atrayendo a Madrid al "turismo extranjero de
exceso" mientras se quejaban de su entrada por Barajas. Esta hipocresía le
ha dado un éxito a Díaz Ayuso, convertida en paladín de las libertades, que
queda muy bien reflejada en el artículo publicado en El País, firmado por
Manuel Jabois y titulado "Por qué voté a Ayuso", en el que una serie
de personas explican su voto, mostrando cómo la izquierda cambió su voto
tradicional y el centro se pulverizó pasándose al PP:
En Usera, donde el PP fue el partido más votado
(lo fue el PSOE en 2019), Teresa toma un refresco con su hijo y apunta, con su
cambio de voto, una ruta reconocible entre otros nuevos votantes del PP de este
distrito: “La pandemia nos agotó, nos dejó cansados, deprimidos. Tantas
restricciones, tantos encierros, tantas muertes. Y esta mujer hizo una campaña
de alegría, abrió los negocios, llenó las calles… La gente quiere un poco de
felicidad”, dice esta anciana que en las anteriores elecciones autonómicas votó
a la izquierda.**
Esas
"alegrías" serían las que se vieron en Madrid, del sábado al domingo,
y por las que ABC responsabiliza al
gobierno llamándolo "caos". ¿Con qué argumento se va a frenar la
presencia masiva en las calles si antes se ha llamado a esto
"libertad"?
La
negativa del gobierno a prorrogarlo es sobre todo cálculo político, el cálculo
del enorme desgaste cuando tus oponentes, en vez de remar en la dirección de la
salud dicen remar hacia una "libertad" que puede llenar las UCI de
nuevo.
El
socialista Emiliano García Page, presidente de Castilla-La Mancha, era crítico
con la decisión de dejar a las Autonomías sin referencia común: si tras el cese
del estado de alarma se disparan los contagios alguien tendrá que asumir la
responsabilidad.
Pero la estrategia desde La Moncloa no ha sido, una vez más, demasiado inteligente. Ahora ha dejado en bandeja la responsabilidad: si las cosas empeoran, el responsable será el gobierno central por no haber creado un instrumento para "frenar" el caos, como casi todos llaman a lo ocurrido la otra noche, anticipo de lo que seguirá ocurriendo ante la locura de que cada Autonomía tenga sus propias normas.
Una vez
más, es lamentable que se entienda el "estado de alarma" como un
castigo de un gobierno a los ciudadanos, tal como se sigue haciendo. Hay
demasiada política en esto, cuando debería haber más sentido común y más responsabilidad individual, algo a lo
que ahora apelan algunos ante el más que probable empeoramiento de las cifras,
que —no lo olvidemos— representan personas. Pero la ilógica de la enfermedad
—de los asintomáticos a los que se reinfectan tras las vacunas— hace esperar
poco de la responsabilidad de cada uno si una parte se deja de comportar con
precaución e identifica el final del estado de alarma con el fin de la
prevención.
En el
artículo de la CNN dedicado a las "fiestas" españolas por el cese del
estado de alarma una de las entrevistadas señala:
"I am a bit worried, although the most
vulnerable people are already vaccinated, I think we should still be careful of
the cases increasing again," Natalia Pardo Lorente, a biomedical researcher
at the Centre for Genomic Regulation in Barcelona, told CNN Sunday. "Even
while the curfew was still active Friday, I saw large groups of people drinking
in the Ciutadella and it was after 10 at night.
"Is there really a need to be gathering in
groups of 100 people or more in parks? Why is it not enough to meet your close
friends and that's it?" she added.*
Es la mirada y la pregunta de una persona responsable, que entiende que finalizar el estado de alarma no es reunirse cien (o miles) de personas para celebrar ¿qué? Lo que parece una obviedad es que de los cientos de miles de encuentros de estos días, de los viajes por toda España no va a salir una reducción de casos, sino lo contrario. El efecto explosivo del fin del estado de alarma se notará inmediatamente, en los cinco o seis días siguientes.
La suma de irresponsabilidad política de unos y otros jugando con la pandemia y los estados de alarma, la demagogia que provoca cambios de actitud y acusaciones de cara a la galería, sumado a esa parte importante de sectores que se creen inmunes o, peor, inmortales puede ser explosivo.
La retirada del estado de alarma significa que la responsabilidad pasa ahora a las Autonomías, que baja un peldaño. Ahora los políticos locales ya no podrán excusarse en que es el gobierno central quien les impone lo que ellos no quieren. Simplemente, como hemos visto, se acusará al gobierno por no haber dado herramientas para el combate.
Mal momento para un país cuando los votos se cruzan con las UCI, las libertades con las muertes. El discurso confuso sobre unos y otros siempre traerá malos resultados. Decir a la gente lo que quiere escuchar es siempre fácil y rentable, pero es ahí donde se demuestra la talla de los políticos. La demagogia está en manos de cualquiera. ¿Hay algo que celebrar con el fin del estado de alarma? No que yo sepa. Y celebrarlo con aquello que nos llevó a tener que declararlo es todavía más irracional. Pero ¿quién va encontrar algo de racionalidad en todo esto a estas alturas?
Deberíamos dejar alguna celebración para cuando desaparezca el coronavirus.
* Al Goodman y Duarte Mendonça "Hundreds
party in Spain as coronavirus curfew ends in most of the country" CNN
9/05/2021
https://edition.cnn.com/2021/05/09/europe/spain-covid-curfew-party-intl-scli/index.html
** Manuel Jabois "Por qué voté a Ayuso" El País 9/05/2021 https://elpais.com/espana/elecciones-madrid/2021-05-09/por-que-vote-a-ayuso.html
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