miércoles, 5 de mayo de 2021

Madrid y lo que hay

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)



Más sorprendentes que los análisis preelectorales suelen ser los postelectorales. Es como intentar ajustar todas las piezas de dos puzles en uno. Uno de los puzles es lo que hay; el otro, lo que queremos ver. No es fácil interpretar unas elecciones cuando hay tantos intereses en presentarlas como la vida de unos y la muerte de otros fuera del propio momento electoral. 

Y lo que hay es muy simple: el aumento de unos y el descenso de otros en un momento determinado. Hay momentos en que el voto se produce "en circunstancias normales", como se decía del comportamiento de los gases. En otros momentos, es como intentar dibujar líneas rectas en un barco en plena tormenta. Hay que asumir que las turbulencias afectan al dibujo y que interpretar este tiene una dificultad proporcional al movimiento del barco. La "tormenta" se llama hoy "pandemia" y eso lo saben todos. Los que quieran interpretarlo en términos ideológicos, que lo hagan. Al fin y al cabo ese es el color del cebo lanzado al agua. Pero es el hambre del pez el que le lleva al anzuelo.



Creo que el método Díaz Ayuso —si podemos llamarlo así— está pragmáticamente vinculado a la pandemia y la campaña se la han hecho los demás al denunciar su relajación de medidas, las llegadas de franceses a las juergas madrileñas y a negar la mayor responsabilizando al gobierno de las medidas, llamándolo "dictador" y ofreciéndose como "libertad", lema simple pero que en la mente de la gente que se siente desde hace más de un año "encarcelada" funciona. Con Casado en La Moncloa, esto no habría pasado; pero esto no es más que un absurdo juego mental. La política juega con muchos posibles, pero al final está la realidad y lo que hay es lo que hay

A Juan Tezanos se le ha criticado el artículo publicado un día antes hablando de "tabernas", pero mucho me temo que haya sido el momento de máxima sinceridad sociológica en su vida. ¿No llevamos más de un año bombardeando a todos, desde todos los ángulos, con la importancia de las "terracitas", del "cafelito", del "ocio nocturno", de las salidas playeras, los puentes y fines de semana, etc.? ¿Qué tiene de extraño que sea todo eso lo determinante ante un espectáculo cambiante y poco convincente de los políticos intentando parecer coherentes mientras cambian cada día de criterio?



La campaña de Díaz Ayuso ha sido, en este concierto del "complejo carcelario", simplemente "libertad" y ha dejado que la mente de cada uno llenara el hueco con aquello que le iba mal o de lo que carecía, lo que echaba en falta, responsabilizando al gobierno central —como hace siempre— de todos los males. Lo suyo, más que "libertad" es "laissez faire", es decir, intervenir lo menos posible y que cada uno se busque la vida.

Todos han planteado sus ejercicios de estrategia política. Pero lo que ha dado finalmente el poder es lo básico, lo que la gente quiere oír. En otras circunstancias, la abstención habría penalizado a todos los políticos por convocar anticipadamente sin causa justificada. Pero la estrategia solo ha beneficiado a Díaz Ayuso —quien las convocó— frente a la caída de todos. El resultado ahora es que la izquierda está más fraccionada (con el ascenso de Más Madrid) mientras que en la derecha y el centro se ha producido el efecto contrario, se ha reducido con la desaparición de Ciudadanos —otro objetivo de Díaz Ayuso y de la sombra de Aznar— tras su intención política de alianza con unos u otros, justo lo contrario de lo que quería escuchar el electorado, sordo a razones.



Estas han sido las elecciones menos políticas en la vida madrileña. O quizá todo es ya político y el nuevo arte sea transformar cualquier cosa en política. Las grandes palabras se transforman en cosas pequeñas y las cosas pequeñas adquieren un insólito aire transcendente. "Bebo, luego existo", "Yo soy yo y mis colegas", "No preguntes qué puede hacer la economía por ti, sino tú por la economía"...

Los que quieren extrapolar las cifras de Díaz Ayuso fuera de Madrid y a la política nacional, tienen que ser conscientes que tendrán que convertirse en ella, algo que no está al alcance de cualquiera. Tendrán que simplificar al máximo, reducir el discurso a un maniqueísmo agresivo. Tendrán que ser populistas pragmáticos, de verbo contundente y creyentes en que cada cual se busque la vida.

Los votos dan el poder, no la razón. Hartos de pandemia y de sus gurús, cualquier acto se convierte en reivindicativo. Hartos de pasar de la variante británica a la sudafricana, de esta a la brasileña y ahora a la india, el ciudadano desconecta y se pasa al negacionismo relativista e interesado de facto, fórmula larga pero descriptiva del fenómeno: el que más me deje hacer. Es pura psicología; se va disolviendo lo que nos afecta y se va aceptando lo que deseamos. 

El mapa electoral de Madrid está teñido de azul y solo en su esquina superior derecha, El Atazar, un pueblo en el que han votado 62 personas ha ganado el Partido Socialista, una mota roja simbólica. Es la "aldea de la Galia" madrileña, la resistencia al imperio de Díaz Ayuso.



Se puede hablar de todo, de "cambio de ciclo", de "principio del fin", etc. Sin embargo, me temo que los mayores efectos se produzcan en el interior de los partidos, como cambio de fuerzas y de algunas caras. La reducción de Ciudadanos, el centro oficial, era un objetivo para despejar la derecha y el centro. ¿Resistirá? ¿Qué pasará en el Partido Socialista? ¿Tendrá que tener cada partido su Díaz Ayuso?

Los intentos de sacar la política de la pandemia y la pandemia de la política se han demostrado inútiles. Saber cabalgar la ola, ajustarse a lo que venga y llevarlo a tu terreno es el futuro, según los resultados. Pero en algún momento, el barco dejará de moverse y no valdrán excusas ni acusaciones. La esperanza de un mar tranquilo ya solo anida en unos cuantos espíritus sensibles. Ahora se lleva el surf extremo.

Hay voto por ideas y voto práctico. Se puede votar con la cabeza, con el corazón o con el bolsillo. En algunos casos, las tres cosas coinciden; en otros se debaten agónicos. No hay que darle muchas más vueltas. Sin embargo, se las daremos. 

Para mí, es la primera y última.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.