Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Nos
debatimos entre los puentes, las temporadas turísticas, el cierre y apertura de
terrazas, etc. como aspectos que nos devolverán a una "normalidad"
que no podrá ser la misma. Las teorías especulativas y políticas sobre el
COVID-19 han ocultado la realidad de una situación llevada al límite en donde
lo que creíamos controlado, nos ha demostrado la fragilidad de nuestra
situación y, sobre todo, el pago que supone no rectificar una situación, la del
final de la era industrial, aquella que supuso una enorme transformación del
mundo desde mediados del siglo XVIII, pero cuyos costes, por más que estén
entre nuestros ojos, no queremos asumir en una irresponsable ceguera.
Es más
fácil echarle la culpa a un país concreto, China, como hizo Trump y sus imitadores,
que entender que lo que está ocurriendo es un aviso del camino que nos queda
por delante si no realizamos cambios importantes en nuestra gestión del
planeta. Esto conlleva importantes cambios que ni la personas ni los gobiernos
parece que estén dispuestos a realizar.
El pasado día 30, la CNN publicaba un artículo de opinión firmado por Chandran Nair, con el título "The Covid disaster in India shows that the future is biological, not digital". Nair es fundador y CEO del Global Institute For Tomorrow, un "think tank" establecido en Hong Kong. Partiendo de las desgarradoras imágenes que nos llegan de la India, un país productor de vacunas para el mundo en el que hay que convencer a la gente para que se vacune, Nair hace una serie de reflexiones que creo que tienen interés. Es necesaria la reflexión pues, pese al anuncio de las vacunas, el futuro es mucho más oscuro de lo que pensamos y es urgente afrontar los cambios necesarios para evitar que esto se siga propagando y, esencial, que estemos preparados para los casos futuros para reducir su impacto global demoledor.
Lo ocurrido ha mostrado la importancia de la Ciencia, pero también sus límites. Recurrimos a ella a hora, pero lo ciertos es que hemos ignorados todos aquellos avisos que se nos han estado dando sobre los efectos del crecimiento incontrolado y sus efectos sobre el entorno en que vivimos. Preferimos creer (interesadamente, desde luego) que la pandemia tiene su origen en una fuga de un laboratorio bacteriológico, antes que aceptar que los cambios que realizamos en nuestro entorno lo está estresando y desequilibrando. Solo nuestra soberbia humana, por un lado, pero también una codicia sin límites han creído que el medio ambiente no iba a responder a toda esta presión a través de sus respuestas naturales. Es necesario liberarnos de la mentalidad maniquea ante las enfermedades y empezar a pensarlas como efectos sistémicos en el organismo planetario en su conjunto. Nuestro planeta se ha hecho pequeño y cada decisión que tomamos en forma de acciones tiene unos efectos imprevisibles. Esto os lo llevan diciendo hace mucho tiempo algunos de los científicos a los que ahora pedimos que nos saquen de esta situación, pero no hacemos mucho más. Todo se ha centrado en la aparición de las vacunas para que regrese la vieja normalidad, la que ha estado ignorando las señales de aviso del planeta.
El complejo "tecnológico", nos dice Nair, ha funcionado con eficacia dando soluciones a problemas anteriores, pero esas mismas soluciones han generado nuevos problemas cuyas soluciones puede que ya no se encuentren en la propia tecnología sino en la reducción de su impacto sobre el planeta en su conjunto. Escribe Chandran Nair:
After years of being told that digital
technologies would lead us to a post-scarcity future, the reality of the
pandemic has been a sharp reminder of how the real world can upend idealistic
and utopian fantasies.
The idea that technology will solve major
problems has become an article of faith among many. A whole new generation has
been led to believe that every challenge has a technological solution and
educated to think of problem-solving through a technological fix rather than
through addressing root causes and fundamentals.*
Efectivamente hay una gran diferencia entre "arreglar" y "solucionar" los problemas. Buscar soluciones en la propia tecnología no ha frenado su impacto, sino que lo ha intensificado. Lo que se arreglaba por un lado, salía por otro.
La sociedad se ha acostumbrado efectivamente a la solución tecnológica. Todo se puede resolver con las soluciones que la tecnología aporta. Y esa cierto que funciona, pero la tecnología no puede resolver el problema que ella misma crea al eliminar los límites y aumentar el desequilibrio natural.
La combinación tecno-científica no ha hecho avanzar a gran velocidad, pero eso no significa que los resultados sean inocuos. Más bien, como señala Nair, la seguridad en que se resolverá el problema desarrolla una confianza peligrosa. Un problema se ve como algo que tiene una forma de resolverse, pero se pierden muchas veces los efectos indirectos o sistémicos.
Hay un punto importante en el texto de Chandran Nair, el referido al olvido biológico. El mundo no es una máquina; nosotros tampoco. No lo somos en el plano individual ni como especie:
Human society is a biological entity: one that
affects the real world and, in turn, is affected by it. Now is the moment where
we should remember that our future is not digital. It is biological.
La idea de futuro biológico es una forma de enfocarlo o, incluso, un recordatorio. No hemos dejado de ser biología en ningún momento; otra cosa es que lo hayamos ignorado.
Uno de los movimientos de moda estos años atrás ha sido el post humanismo, y anteriormente el denominado "complejo prometeico". Este último, cuya idea desarrolló el filósofo Günther Anders, se centra en la inferioridad creciente del ser humano ante la máquina, que le supera ya en todos los órdenes, en fuerza, precisión y con una capacidad de "inteligencia" debido al aumento de la capacidad de cómputo desarrollada en las últimas décadas. Fuerza, precisión y cálculo han sido los elementos que han aumentado la capacidad humana de producción y por ello de transformación del mundo, entidad biológica en la que todo está vinculado por lo que toda acción tiene efectos a corto, medio o largo plazo, de forma directa o indirecta, visible o imperceptible.
El otro movimiento, los post o trans humanismos directamente abogan por la superación de la dimensión biológica y caducable, sometida al entorno, del cuerpo humano y aspiran a ser máquinas mediante la sustitución progresiva de órganos por piezas o la implantación de todo tipo de dispositivos que reducen la dimensión biológica humana. La máquina es el modelo: es más potente, más rápida y sus piezas son sustituidas. Sus éxitos no son muchos, pero es reveladora su visión de la vida como algo en continuo proceso de degradación frente a la máquina inmortal.
Si a estas corrientes de pensamiento les sumamos la distancia del ser humano de su propio medio, convertido en una materia para la producción constante, para el enriquecimiento sin límites, etc. el estrés planetario produce respuestas que nos llegan a nosotros en forma de enfermedades y desastres. La codicia hace que los ricos no quieran que el proceso pare o se reduzca, como se puedo ver perfectamente en el apartamiento de los Estados Unidos de todos los foros sobre decisiones sobre el cambio climático, algo que ha sido negado por las clases poderosas y considerado como un "invento" destinado a frenar su poder mundial y su capacidad de desarrollo.
El cambio climático es el más evidente de los efectos del sistema global. Pero hay muchos otros, como son la aparición de enfermedades y su rápida transmisión. Los cambios en la alimentación, cada vez sometida a mayores procesos de degradación, provocan cambios en nuestro organismo haciéndonos más frágiles ante las nuevas situaciones epidemiológicas o la proliferación de alergias, por ejemplo, en cada nueva generación.
Escribe Chandran Nair en el artículo:
If there is any hope of avoiding another global
health disaster, human beings need to restrain their development and stop
assaulting natural and biological systems based on an arrogant assumption that
all other forms of life are subordinate to the quest for human progress.
Economic imperatives have destroyed so much of the natural world, and events
like the Covid-19 pandemic will only become more likely as human populations
and desires grow and snatch more from the biosphere. It is time to pull back
from our assault on nature.
Our survival depends on maintaining the integrity and vibrancy of natural systems and the biological processes within. That includes the environments we live in, the objects that invade our bodies (such as pollutants and viruses), the things we consume (water, air and food) and the biological consequences of the waste we produce.*
Los avisos nos llegan desde hace tiempo con todo tipo de indicadores, de los microplásticos en los alimentos a la contaminación del aire. Pero lo ignoramos por la conjunción de soberbia y codicia que nos domina. La separación de la naturaleza o, si se prefiere, el ignorar nuestra propia naturaleza y sus vínculos sistémicos con el planeta se pueden pagar muy caros. De hecho, esto no es más que un aviso cuyos latigazos futuros pueden todavía más demoledores. Las terribles imágenes que nos llegan de la India, el segundo país más poblado de la tierra y la necedad de países como Brasil bajo Bolsonaro o los Estados Unidos bajo Trump muestran retazos de futuro, anticipaciones de lo que puede ser la ignorancia del desastre.
El control de lo económico es una pieza clave. Las expectativas se basan en vacunas y pasaportes para regresar a un sistema que es difícil de mantener y que debería buscar nuevas formas sostenibles y menos dependientes.
No toda la tecnología, como actividad humana transformadora, es negativa, por supuesto. Chandran Nair cierra su artículo en la CNN señalando:
Digital technology can play a role in
mitigating and fighting these threats, but they will only serve this purpose if
we return to a basic understanding that human survival is fragile and wholly
dependent on a viable biosphere. The sooner we realize that fact, the sooner we
can ensure that our tech efforts and resources are placed into avenues that
actually help human welfare, and not in utopian schemes defined by narrow
definitions of human progress.*
Lo esencial, pues, es la actitud, los principios que deben dirigir el desarrollo. El pensarnos biológicamente es pensarnos conjuntamente con nuestro entorno. Somos seres biológicos, en interacción con otros —incluidos los coronavirus— aunque nos lo pensemos de esta manera.
El pensamiento occidental se percibe como de una naturaleza distinta a la propia Naturaleza. Pese a la naturalización darwiniana del hombre en el siglo XIX, pesa más el sentido de la distancia respecto a lo natural, que consideramos que nuestro intelecto desborda. Creemos que el aumento de las expectativas de vida, la erradicación de ciertas enfermedades, la explotación de los recursos naturales, la manipulación de la genética, etc. tenemos pleno control de la Naturaleza. Sin embargo, como estamos viendo ya, no siempre es así y puede ir a peor.
Pensar en la vacunas como unos instrumentos que nos permitirán seguir haciendo lo mismo es un enorme error que pagaremos todos, incluidas las próximas generaciones. La superpoblación, el problema del trabajo, la eliminación de las barreras naturales por los medios de transporte, etc. nos hacen más débiles y expuestos a estas sacudidas globales.
Si el conocimiento y la tecnología no se ponen al servicio de la supervivencia y seguimos usándolos solo como salvamento temporal de un sistema cada vez más alterado, las consecuencias se presentarán bajo diversas formas. Nosotros las llamamos "enfermedades", "pandemias", etc. , pero son formas biológicas de respuesta en un planeta cada vez más pequeño y con menos recursos. Muchas especies desaparecen día a día; nunca pensamos que podemos seguir el mismo destino.
Hasta el momento, hemos sido nosotros los favorecidos gracias a la técnica que ha ampliado nuestros limitados recursos. Somos una especie débil dotada de una gran inteligencia. ¿Puede ser esta inteligencia la que se convierta en nuestro propio verdugo?
Un "futuro biológico" es el producido por nuestra capacidad de atender la biodiversidad como garantía de salud planetaria. Solo trabajando para mantener el planeta en condiciones podremos vivir en él. De otra forma, lo que estamos pasando será solo el primer capítulo de un oscuro futuro.
* Chandran
Nair "The Covid disaster in India shows that the future is biological, not
digital" CNN 30/04/2021
https://edition.cnn.com/2021/04/30/opinions/covid-disaster-india-global-biological-future-nair/index.html
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