domingo, 5 de abril de 2020

El fastidio chino

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Como estaba previsto, conforme Estados Unidos avanza hacia el caos crecen las críticas hacia China. El caso de la pandemia era considerado como un ejemplo de la "inoperancia" de la China comunista —el blanco de sus ataques desde que estaba en la campaña para las elecciones presidenciales que le llevaron a la Casa Blanca. El tono va subiendo de tono en las acusaciones cada vez más virulentas contra China. Lo que antes era ejemplo del mal funcionamiento chino y mostraba la superioridad del sistema y de la forma de vida norteamericana, dejando claro el liderazgo mundial, irresistible, de los Estados Unidos, ahora es ahora presentado con una nueva narrativa.
El espectáculo dado por Trump a lo largo de esta crisis es tan penoso que no resiste más allá de las fronteras mentales republicanas, cada vez más encastilladas. Sin embargo, el movimiento anti chino va más allá de Trump y es sostenido por los medios no necesariamente favorables a Trump. Ven cuestionado, más allá de Trump, el papel de los Estados Unidos. Y lo cierto es que lo está, pero esencialmente por su propia inoperancia. Si Estados Unidos cree que su imagen mejora solo por criticar a China, es muy libre de creerlo, pero no es así como funciona el mundo.


El liderazgo mundial no se logra echando la culpa a los demás, sino demostrado el verdadero potencia, la generosidad del que tiene poder. Sin embargo, no es eso lo que vemos. Como en otros lugares, la pandemia deja en evidencia las retóricas huecas y enseña que el futuro no es de los cañones, sino de la Ciencia, algo que el propio Trump y su administración ha estado hundiendo en su propio espacio mediante recortes y cierres. Entre ellos está, aunque no le guste que se lo repitan, el centro de investigación que se dedicaba a estas cosas, cuya investigadora fue retirada de China, donde trabajaba, en julio de 2029. Ella podría haber dado datos de primera mano sobre los casos del inicio, advirtiendo. Pero a Trump le van más los brujos que los científicos.
Y ahora se encuentran con un problema de narrativa a escala interior y exterior. En esto colaboran los medios y analistas que sin tener a Trump como amigo si ven a China como enemigo.
Los tres titulares de la CNN que copan la primera línea en su página de apertura son: "Taiwan's stellar virus response", "Trump put American lives in China's hands" y "Asian men’s hairlines are receding faster than ever before. Here's why".
El primero de ellos pondera el papel de Taiwán en la lucha contra el coronavirus. Por supuesto, se recalca el papel negativo de China sobre Taiwán, a la que veta en todas las organizaciones mundiales, incluida la Organización Mundial de la Salud. Como es sabido, China considera la isla de Taiwán como un territorio propio, una enajenación fruto de la guerra civil, que llevó hasta allí a millones de chinos nacionalistas que huían del ejército popular, el bando triunfador que dio nacimiento a la república comunista.
En el artículo, firmado por James Griffiths, podemos leer:

In particular, Taiwan's rapid and transparent response -- with medical officials holding daily briefings on the matter -- has been held up as an example of how democracies can still rein in epidemics, even as some were claiming only an autocratic government like China's could effectively control such a rapidly spreading virus. Taiwan also avoided the type of strict lockdowns that characterized the response in China and many other countries.
Taiwan is in such a strong position now that, after weeks of banning the export of face masks to ensure the domestic supply, the government said Wednesday that it would donate 10 million masks to the United States, Italy, Spain and nine other European countries, as well as smaller nations who have diplomatic ties with the island.*


Como puede apreciarse, la propuesta trata de combatir lo que temen desde hace tiempo: los efectos de una mala influencia china al ver que han conseguido salir de la pandemia con una serie de medidas que fueron calificadas como "autoritarias", características de un sistema represivo comunista, pero que después hemos tenido que tomar todos los países, confinando a las personas en sus casas para evitar la extensión del COVID-19, el "virus chino" para Trump, que es ya hoy universal (la Antártida que libre por ahora, nos dice hoy mismo).
Si hay que tomar algún "modelo asiático", tomemos a Taiwán, parecen decirnos. Cualquiera antes que a China. Todo forma parte del nivel de combate que la administración norteamericana desarrolló en plena guerra comercial contra China, previa al COVID-19. La guerra de Trump contra todos —China, Europa, Irán, Corea del Norte...— formaba parte de su estrategia de mostrarse ante los estadounidense como el verdadero amo del planeta, capaz de poner de rodillas a sus socios de la OTAN, a sus vecinos del Sur a base de muros o los europeos diciéndoles que redes 5G debían instalar en sus países.
El fragmento citado es un canto a la eficacia de Taiwán, a su democracia (las primeras elecciones presidenciales democráticas fueron en 1996), pero es sobre todo una crítica a China. Se trata por todos los medios de que nadie vea que China ha vencido a la enfermedad, sino que fue China la que la causó.
Sigue sorprendiendo este juego retórico en la "nacionalidad" del virus, esta insistencia en la narrativa del origen y del retraso de la información. Pero es más insistente cuanto mejores noticias lleguen de China. Si Estados Unidos vence a la enfermedad, es un éxito de la democracia y del liderazgo en todos los órdenes; por el contrario, si China lo hace se trata de propaganda, desinformación y con toda probabilidad de datos falsos, dada la opacidad, tendencia natural a la mentira, etc. del gobierno comunista.


Todo esto lo hemos visto anteriormente, pero sigue creciendo y lo seguirá haciendo conforme Estados Unidos se hunde en su propio caos, producido por factores como la propia falta de preparación ante los que se consideraba un problema chino. Pronto se vio que no era solo chino. Todavía en los Estados Unidos siguen debatiendo si se quedan en casa o cualquier otra medida. Como a muchos otros países, les ha pillado desprevenidos, pero en el caso norteamericano son los "últimos desprevenidos". Alegar que no han sido informados es ciertamente un abuso. Da igual cuándo lo hubieran hecho. Las fases recorridas y la falta de preparación hubieran sido las mismas. El problema ya no es cuándo China informó, sino cuándo reaccionó Estados Unidos. Y eso es responsabilidad exclusiva suya.
Los intentos de Trump y de la Fox en borrar los rastros de su negacionismo son hoy frutos irónicos que cuelgan maduros en los árboles mediáticos. Los medios recogen la trayectoria de declaraciones de Trump, desde presumir que nadie muere en los Estados Unidos hasta hoy que pide al pueblo que se prepare para cifras espectaculares de muertos. En medio, las acusaciones de la Fox a los medios de comunicación de exagerar o de conspirar contra la Casa Blanca para desalojar su sabio inquilino. No, Estados Unidos no necesita invocar la maldad china para explicar lo que ocurre; le basta con mirar a la Casa Blanca y ver reflejado en ella la propia estupidez de las decisiones, la presunción, la prepotencia en los planteamientos. Tanta retórica para nada.
El segundo de los artículos está firmada por Samantha Vinograd, asesora de seguridad de la CNN, ex miembro del consejo de seguridad de la administración Obama y también de la George Bush. El título del artículo es "Trump put American lives in China's hands" y supone el más virulento ataque contra China que he podido observar, usado además para arremeter contra Trump. La narrativa que se propone en este caso es que si China es malísima, Trump es un incompetente peligros que, desde el título se nos advierte, ha puesto el destino de América en manos de los chinos, el enemigo.
De nuevo, el argumento del que se parte es que China no informó, algo que según los propios datos norteamericanos se hizo el día 1 de enero con recepción oficial el 3 de enero. Mencionamos de nuevo que es en plena guerra comercial iniciada por Trump.
El artículo de Sam Vinograd es directo y arremete contra Trump desde el inicio, dando una voz de alarma:

American lives are in China's hands.
China: A country that the White House has called a "strategic competitor"; a country engaged in active influence operations against us; a country the State Department describes as an authoritarian state that engages in gross human rights abuses; a country that the White House said has "consistently taken advantage of the US economy"; a country whose leadership Secretary of State Mike Pompeo described as a "substantial threat to our health and way of life"; a country Trump administration officials are blaming for covering up the truth about the coronavirus outbreak.
China: The country the United States is relying on to supply equipment to save American lives.
In a perverse -- and avoidable -- twist of fate, the country that was arguably responsible for the virus' spread because of its attempts to cover up the initial outbreak is now the one best positioned to profit from its fatal impact.
The US intelligence community has warned that China is intent on expanding its global economic reach. Now, as the epicenter of the pandemic has shifted to the United States with more than 300,000 confirmed cases of Covid-19 as of April 4, Trump's lack of preparation has given China an opening to expand that reach quickly.
The Trump administration should have had a strategy in place to adequately stockpile and distribute key supplies before the pandemic hit the homeland. It did not.
To make matters worse, President Donald Trump hesitated for weeks to use the Defense Production Act, which he finally invoked to help direct materials and other resources to domestic manufacturers to produce ventilators and N95 masks. On Friday, he moved to curtail the export of lifesaving personal protective equipment -- after more than 7,000 Americans already died.**


¿Podrían estar las vidas de los americanos en "peores manos"? La respuesta norteamericana es, desde luego, que no. Que los respiradores se fabriquen en China (también antes se hacían allí) parece el destino más cruel y peligroso al que se enfrenta el pueblo, arrojados a las crueles fauces del dragón rojo.
Con Trump, los Estados Unidos se han contagiado de su narcisismo. Necesitan mirarse al espejo —espejito, espejito— y verse la más bella. Cuando esto no ocurre, se desatan las iras, las amenazas, como sucedió hace unos días cuando Trump afirmó enfadado que la normativa europea de calidad estaba pensada para rechazar los productos norteamericanos, que son —¿alguien lo duda?— los mejores. Eso afecta al tratamiento que se da; si compras, todo va bien. ¡Great Job! Los dictadores de todo el mundo lo aprendieron rápido.
Trump sigue empeñado en que el COVID-19 es una competición por el prestigio y no una cooperación por salvar vidas. Y ha contagiado al país, cuyos votantes han estado alimentados con un revanchismo contra el mundo, llamados a hacer una "América grande de nuevo", lo que todos entendieron como la necesidad de humillar al mundo, ese conjunto de parásitos que se alimentan del genio y generosidad estadounidenses. La idea de Trump es que paguen por ello. Este era el escenario que Trump vendía y vende en sus mítines semanales recorriendo el país con su "Travelling Show". Pero los sueños que vendía mientras todos movían la cabeza asintiendo no se corresponden con la realidad. De la creciente influencia rusa en Oriente Medio a la crisis del COVID´19, no es liderazgo lo que se aprecia. La retórica de la grandeza contrasta con la realidad de la pérdida de credibilidad por una política agresiva hacia sus propios aliados. Es lo que ocurre con la Unión Europea; respeto, ninguno. En todo caso, temor a las arbitrariedades y amenazas que Trump ha lanzado unilateralmente.
El artículo de Vinograd es un ataque a Trump por cometer el mayor error: ponerse en manos de China. Pero para mostrar el error de Trump necesita la condena sin paliativos de China, convertirla en un monstruo aprovechador de los males que ha desencadenado en el mundo. El artículo va creciendo en su retórica condenatoria volviendo a los peores tiempos de la Guerra Fría:

In a perverse -- and avoidable -- twist of fate, the country that was arguably responsible for the virus' spread because of its attempts to cover up the initial outbreak is now the one best positioned to profit from its fatal impact.
The US intelligence community has warned that China is intent on expanding its global economic reach. Now, as the epicenter of the pandemic has shifted to the United States with more than 300,000 confirmed cases of Covid-19 as of April 4, Trump's lack of preparation has given China an opening to expand that reach quickly.
The Trump administration should have had a strategy in place to adequately stockpile and distribute key supplies before the pandemic hit the homeland. It did not.
To make matters worse, President Donald Trump hesitated for weeks to use the Defense Production Act, which he finally invoked to help direct materials and other resources to domestic manufacturers to produce ventilators and N95 masks. On Friday, he moved to curtail the export of lifesaving personal protective equipment -- after more than 7,000 Americans already died.
Despite Trump's latest moves, the United States is still not producing enough equipment to meet the needs of health care workers and the sick.
The administration's failure to prepare for the pandemic has left people with no other choice than to find supplies where they can. New York Gov. Andrew Cuomo, who said Saturday that the Chinese government helped facilitate the donation of 1,000 ventilators to the state, already ordered 17,000 ventilators from China. Meanwhile, private citizens such as Patriots owner Robert Kraft have desperately sourced masks from China.
China's top medical device maker said that the demand for ventilators, for example, is now 10 times higher than what's available at hospitals globally. While data from Chinese sources is far from reliable, a Chinese government official indicated that China has 21 invasive ventilator makers and that Chinese manufacturers have orders for 20,000 ventilators from abroad. At this rate, orders for Chinese products will continue to surge.
China is cashing in on a crisis they played a large part in creating.**

Quizá preferirían que no hicieran ventiladores o que se negaran a venderlos o a regalarlos y se los quedaran ellos. Si los venden están haciendo "cash"; si los regalan, están haciendo "propagando comunista"; si no los dan, son "perversos egoístas" que buscan hundir el sistema. La retórica norteamericana de Vinograd parte del principio de la necesidad de la supremacía norteamericana en el mundo. Sin embargo, sus amistades con dictaduras autoritarias populistas no son la mejor garantía; su apoyo a la desunión de Europa tampoco es un buen inspirador. El mundo ya se estaba preparando para una menor dependencia de Estados Unidos (la necesidad de un ejército europeo, por ejemplo) mucho antes de la pandemia. Ahora, irónicamente, dependen de los respiradores, mascarillas, etc. importados de China.


Estados Unidos es muy libre de ver el mundo desde su perspectiva frentista, de súper depredador vigilante del planeta. Trump se ha presentado —y lo sigue haciendo— como el enmendador de la política de los presidentes anteriores de los Estados Unidos, todos equivocados. Debió ser un error la "diplomacia del ping-pong" de los 70. Todo ha sido un error... todo lo que él no haya hecho está mal. Debe ser enmendado para que prevalezca el control real de los Estados Unidos, no para que el mundo vaya a mejor. Cualquier escenario en el que Estados Unidos no esté en la cima es, de hecho, malo.
El ejemplo más claro lo tenemos en el negacionismo del cambio climático o de las mismas vacunas, no lo olvidemos. H. Holden Thorp escribía en The Guardian el día 13 de marzo un artículo titulado "Trump’s rhetoric will make the pandemic worse. Words are now a matter of life and death", que llevaba una clara entradilla: "Trump used to flirt with anti-vaxxers. Now he is demanding a coronavirus vaccine". ¿Se nos ha olvidado? ¿No nos acordamos de la revista norteamericana Scientific American, que publicó —por primera vez en su larga historia— un editorial mostrando su preocupación científica por las opiniones que sostenía el candidato a la presidencia, Donald Trump? ¿Se han olvidado los norteamericanos, el resto del planeta, de esto?
En el artículo, Thorp escribe:

China has rightfully taken criticism for squelching attempts by scientists to report information during the outbreak. Now, the United States government is doing similar things. Informing Fauci and other government scientists that they must clear all public comments with Mike Pence, the vice-president, is unacceptable. This is not a time for someone who denies evolution, the climate crisis and the dangers of smoking to shape the public message. Thank goodness Fauci, Francis Collins, the director of the US National Institutes of Health (NIH), and their colleagues across federal agencies are willing to soldier on and are gradually getting the message out.
While scientists are trying to share facts about the epidemic, the administration either blocks those facts or restates them with contradictions. Transmission rates and death rates are not measurements that can be changed with will and an extroverted presentation. The administration has repeatedly said – as it did last week – that virus spread in the United States is contained, when it is clear from genomic evidence that community spread is occurring in Washington state and beyond. That kind of distortion and denial is dangerous and almost certainly contributed to the federal government’s sluggish response. After three years of debating whether the words of this administration matter, the words are now clearly a matter of life and death.***


¿Debemos creer todos seriamente que lo que ocurre en Estados Unidos es culpa de China? Las maniobras de distracción de la propia inoperancia son obvias. Pero los votantes y el colegio electoral, con los votos republicanos, han colocado en la administración actual a personas que no creen, como señala Thorp, en la ciencia, en la sanidad pública, en la evolución, en el cambio climático..., personas fuertemente imbuidas de un radicalismo político poco dúctil y adecuado para enfrentarse a una crisis de este tipo en el que se nos trata de convencer de que los virus son comunistas y que con oraciones y rezos se pueden parar, como señalaban los propios medios norteamericanos enfrentados a la realidad de las congregaciones contagiándose unos a otros en el nombre de un Dios que les debe inmunizar. Pero ni la religión ni la ideología tienen mucho que ver con los coronavirus. Sí nuestros prejuicios, capaces de llevarnos a la tumba.


El artículo de Samantha Vinograd es digno de la peor época de la Guerra Fría. Es xenófobo, radical y populista; se centra en eso que se ha dado llamar los "intereses norteamericanos", una expresión que ha ido ganando terreno en los discursos y supone una justificación universal. 
La preocupación de que China tome ventaja es una preocupación suya, puesto que se trata de una carrera que les ha gustado empezar y que querían ganar, mostrándose en cambio en pobre forma atlética. Y eso es demasiado para la autoestima norteamericana, cargada con la retórica populista de Trump.


Por el contrario, se ha perdido una enorme ocasión de haber recuperado el prestigio dando muestra de lo que debe ser un aspirante a líder: una fuente de inspiración para los demás. Pero el liderazgo de Trump es sumisión y humillación, retórica hueca patriotera y supremacismo norteamericano, destino manifiesto. El liderazgo del "mundo libre" o del "mundo a secas" lo había perdido ya anteriormente con su forma de enfocar las relaciones. La crisis del COVID-19 solo ha hecho confirmar esta falta de cualidades para el liderazgo.


¿El tercer artículo en la CNN? Sí. Pues es sobre los problemas de la calvicie en China y cómo la generación de los que tienen ahora 35 años van perdiendo pelo más que antes y se plantean tratamientos estéticos Ocurre tanto en China como en países vecinos como Vietnam, Corea o Japón. Un problema que preocupa y mucho.
Sí, para Trump, China es un fastidio. Más allá del problema que creyó que nunca sería un problema, deja en evidencia su falta de perspectiva, lo limitado de su capacidad de reacción, lo prejuicioso de su comportamiento. Y algo peor: que el mundo no está de su lado, como se vio en la última reunión de G7, en donde se negaron a ser firmantes de sus declaraciones sobre el "virus chino". Nadie quiere ser cómplice de una política en estos momentos absurda. La idea de que sí China vence a la pandemia o encuentra una vacuna o fabrica respiradores necesarios esto se va a interpretar como un triunfo ideológico, una victoria del comunismo, es infantil y digna del peor escenario macartista que tanto daño hizo, incluidos los Estados Unidos. Pero el mundo de Trump es simple. La retórica del dominio asoma las garras en muchos artículos. Estos artículos no solo aparecen en USA, sino también se encuentran alineamientos parecidos en función de la influencia del trumpismo que ha prendido en los grupos nacionalistas y populistas, además de otros meramente económicos. Deberían ser más sensatos y entender que no es momento de esto y que el futuro debe ser redefinido en la cooperación y no en la competencia por la cima.
Debemos estar preparados porque cuando esto empiece a "normalizarse", la presión norteamericana sobre Europa va a ser muy fuerte. Si antes había amenazas para comprar, ahora serán con sanciones a los que se alejen de su influencia y mercado. La excusa china entrará en juego forzando a los países a quedar bajo el ala norteamericana. Es el fondo que hay tras todo este "fastidio chino", un futuro de dependencia. Los europeos, los demás países, deberán elegir lo que Washington diga bajo amenazas de nuevos aranceles y volver a la guerra que el COVD-19 tapó. No se ha ido, solo ha sido sustituida por nuevos tipos de episodios.
Es el momento de la Ciencia y de la solidaridad entre países. Los que no vean más allá, tendrán un problema.



* James Griffiths "Taiwan's coronavirus response is among the best globally" CNN 5/04/2020 https://edition.cnn.com/2020/04/04/asia/taiwan-coronavirus-response-who-intl-hnk/index.html
** Samantha Vinograd "Trump put American lives in China's hands" CNN 5/04/2020 https://edition.cnn.com/2020/04/04/opinions/presidential-weekly-briefing-trump-american-lives-china-vinograd/index.html
*** H Holden Thorp "Trump’s rhetoric will make the pandemic worse. Words are now a matter of life and death" The Guardian 13/03/2020 https://www.theguardian.com/global/commentisfree/2020/mar/13/trump-coronavirus-antivaxxer-vaccine
**** "With hair loss on the rise, Asia's men grapple with what it means to be bald" CNN 5/04/2020 https://edition.cnn.com/style/article/asia-men-hair-loss-bald-scn-wellness/index.html








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