lunes, 6 de abril de 2020

COVID-19 y la complicada política egipcia

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Hemos tratado aquí en varias ocasiones la cuestión de las diferencias culturales y sus efectos sobre la percepción y reacción ante la pandemia misma y sus efectos. Las diferencias son grandes ya que si el COVID-19 es un elemento de la naturaleza, las condiciones en las que este se propague y la forma en que se enfrente son decididamente culturales. Dentro de las sociedades puede haber grandes diferencias en función de una serie de factores, de la religión a la política, de la educación al sistema sanitario, etc. que diversifiquen las reacciones. En este sentido, parece obvio que las respuestas se pueden confrontar en aquellas sociedades en la que existen grandes diferencias en algún sentido que llegue a las raíces de las diferencias. Esto lo estamos viendo, por ejemplo, en una sociedad como la norteamericana en donde la extrema polarización provocada por la elección de Donald Trump ha hecho que la mitad del país decidiera que la pandemia era un invento de los demócratas para desalojar a la Casa Blanca a su actual inquilino. Las cifras de hoy mismo demuestran que las diferencias son más reales que la realidad misma.

Me ha llamado la atención que, en la situación mundial en la que nos encontramos, el diario Egypt Today  "Egyptian Awqaf Min. launches initiative to promote Islam's moderate teachings". La noticia es de agencia y escueta en sus explicaciones: 

CAIRO, April 6 (MENA) - The Ministry of Awqaf has launched an initiative that intents to promote the moderate teachings of Islam through various media outlets, including the website of the ministry.
Titled "Towards an Enlightened Religious Discourse", the initiative falls within the framework of the ministry's intensified efforts to renew the religious discourse and promoting the moderate teachings of Islam, said Minister of Awqaf Mokhtar Gomaa on Monday.
The initiative is a part of cooperation between the ministry and the national media institutions towards promoting the wise religious culture, correcting misconceptions surrounding Islam and boosting the religious coexistence, the minister added.*



Como saben los hipotéticos seguidores de estas páginas, el mensaje de la "moderación del islam" o de la "renovación del discurso religioso" es una constante en el periodo de al-Sisi y también uno de sus motivos de choque y enfado ante la resistencia que ofrecen básicamente los eruditos de la Universidad de Al-Azhar, centro de orientación de todo el islam, pero que ejerce una función importante dentro de la política religiosa y la política a secas en Egipto, que es quien la controla.

La peticiones de modernización del discurso religioso por parte del presidente egipcio se realizan año tras año y la institución islámica hace oídos sordos, por lo que el gobierno usa sus propios clérigos, situados en diversos ministerios, para poder ofrecer una serie de mensajes que contrarresten el gran peso social de los islamistas, que continuamente tratan de socavar el prestigio de las autoridades mostrándolas como irreligiosas o heréticas. El control se hace a través de la red de mezquitas oficiales, que están obligadas a impartir sermones comunes dictados desde el ministerio. No hacerlo significa problemas.
La pandemia del COVID-19 ha afectado al turismo, como era de esperar, pero también ha creado una serie de problemas añadidos que afectan a los confinamientos de las personas en lo que respecta a los rezos de los viernes en las mezquitas, que son masivos. Igualmente ha a las misas y celebraciones de la Semana Santa de los coptos. Se ha intentando inicialmente evitar las concentraciones, pero el aumento de los casos y la vigilancia internacional ha hecho que se tengan que tomar medidas más allá de mostrarnos a personas barriendo las pirámides, como se hizo, en un intento fallido de transmitir tranquilidad hacia el exterior.


Los medios egipcios tratan de centralizar todo en la figura de al-Sisi, como el líder que vela y se preocupa por la salud de sus hijos, el pueblo egipcio. Las informaciones resaltan que es él quien está al mando para reforzar la figura presidencial. Las noticias se dan con sordina con unas cifras bastante "atípicas", teniendo en cuenta que se han puesto decenas de aldeas en 10 provincias bajo aislamiento total, habiéndose producido en alguna de ellas manifestaciones, como salieron a la luz a través de las redes sociales y de los propios medios que tuvieron que sacarlas a la luz. Las protestas, se nos dice, son debidas a la estigmatización que supone para esas poblaciones respecto al resto. La imagen del pueblo como "marcado" hace mucho en un sistema social de estas características.

En el diario estatal Ahram Online apareció ayer domingo un artículo que vinculamos con la noticia de la modernización del pensamiento islámico. Lo firma Ahmed Kamel Al-Beheiri, un experto en terrorismo del "Centro de Estudios Políticos y Estratégicos Al-Ahram" lleva por título "Extremist exploitation of Covid-19". En su inicio se señala:

Natural disasters and epidemics bring out many people’s tendency to search for divine explanations and cures. The phenomenon creates ideal soil for extremist religious groups which leap upon the opportunity to exploit such crises for recruitment, mobilisation and disseminating their ideologies. The phenomenon is particularly prevalent in the Third World, and the Arab region above all, where fundamentalist groups proliferate and general educational levels are low. As the numbers of Covid-19 infections and victims rise in the Middle East and elsewhere, the region has seen a growth in both Sunni and Shia radical groups’ attempts to exploit the novel pandemic.
Many Islamist fundamentalist groups have attributed it to the wrath of God for straying from strictures, and issued calls for religious processions of penance and divine adoration (as have been seen in Morocco, Algeria, Egypt, Iraq, Iran, Afghanistan and Pakistan). Radical groups have also rejected the temporary closures of mosques, suspension of mass prayers and other such measures taken by Arab governments in order to prevent the spread of the virus. They even rejected the fatwas from major religious authorities sanctioning such measures, such as those issued by Al-Azhar and the International Federation of Muslim Scholars supporting the legality under Islamic law of suspending prayers and Friday sermons in mosques until the coronavirus epidemic is brought under control. Some extremist and fanatical preachers issued counter fatwas claiming that the suspension of prayers and sermons helped the spread of the virus, it being a manifestation of divine wrath for deviating from God’s Law that only struck non-believers. The counter fatwas have lured some believers into doing exactly the opposite of what government and health authorities advise.**



Hemos tratado aquí las dos variantes, con una misma raíz, que es la aceptación (Dios lo quiere). La primera es la que anotamos del islamista egipcio que desde Nueva York lanzaba llamamientos a contagiar a los enemigos, a correr a abrazarlos, a estrechar sus manos aprovechando aquel "regalo" que Dios les enviaba. "¡No mueras solo!", les pedía a los infectados. La otra variante es considerarla un castigo contra aquellos que no siguen los mandatos claros de Dios. De ahí el temor a la estigmatización de las aldeas aisladas y sus protestas por ser "marcadas".
Las cifras egipcias no tienen mucha lógica, sobre todo teniendo en cuenta que ha sido lugar de infección, como mostraba The Washington Post, siguiendo el rastro del crucero del Nilo, en el que se dieron muchos infectados. La contabilidad egipcia puede estar alterada o ser poco fiable por diversos motivos, no todos achacables al celo gubernamental.


Las noticias de hoy hablan de haber llegado a los mil infectados. Egipto es un país con cien millones de personas y un intenso tráfico turístico y comercial; con una ciudad, El Cairo, con más de veinte millones de personas. Esos mil contagios no son nada. Pero el gobierno avisa que hay que prepararse para una avalancha de casos.
En Egypt Independent se da la noticia del cierre y aislamiento de un hospital, el Instituto Nacional para el Cáncer (NCI) debido a la detección de contagiados entre su personal. El cierre del artículo es en estos términos:

Egypt on Saturday confirmed five additional deaths and 85 new coronavirus cases, bringing the country’s number of confirmed total cases so far to 1,070. Seventy-one people have died from the virus in Egypt.
Health officials in Egypt have warned of the dangers of hitting 1,000 cases. The head of the Egyptian Cabinet’s Crisis Management Chamber, Mohamed Abdel Maksoud, has said that Egypt would enter the third stage of coronavirus transmission soon afterwards.
Once the number of infections reaches 1,000 and Egypt enters into stage three, he said, infection rates will skyrocket. Worse still, infection sources will become untraceable to diagnosed cases.***



La conversión del número 1.000 de casos en una especie de frontera mágica no tiene demasiado sentido, dado lo que vamos sabiendo de la evolución en otros países. No puede decirse que las condiciones egipcias sean especialmente buenas por muchos factores. Los médicos han contestado con demandas de aumentos de sueldo como respuesta a las demandas de más acciones para frenar la extensión, lo que no es un buen síntoma ni ejemplo, y muestra una actitud que puede determinar el grado de la extensión. Ponerse a negociar los sueldos en estas condiciones no parece lo más adecuado. Al principio de la pandemia, el gobierno egipcio decidió subir el sueldo a los funcionarios, que suele ser una práctica ante conflictos a la vista, una forma de acallar y sobre todo de controlar lo que puede hacer estallar la vida social.


La situación social de Egipto hace complicadas las medidas de control y pueden llegar a un punto que sean, como siempre, de fuerza. El artículo de Ahram Online hablando de cómo los islamistas pueden tratar de aprovechar la situación usando la idea del "castigo" al régimen por su impiedad no es una novedad. Ya fue algo que hicieron para arremeter contra Nasser cuando este fracasó militarmente contra Israel. La derrota era un castigo, según la interpretación islamista fomentada por los Hermanos Musulmanes. ¿Ocurrirá ahora lo mismo, se venderá como un castigo contra el gobierno?


De hecho, el régimen ya ha tenido mucha contestación con la supresión de las concentraciones de la oración de los viernes o cualquier otra concentración con fines religiosos (musulmanes o coptas), desde el 11 de marzo. Ha tenido que obtener apoyo de los religiosos para contrarrestar tanto el "Dios lo quiere" como la acusación de impiedad cada vez que se suprimen rituales y celebraciones religiosos, como ha ocurrido con la supresión de las tradicionales comidas comunales caritativas del Ramadán. Las fuerzas religiosas de apoyo sirven para convencer a todos de que estas medidas son excepcionales, pero acordes a la ley islámica. De otra manera, los problemas crecen, como ha ocurrido también en otras comunidades islámicas, tanto del mundo chiita como del suní. Ahmed Kamel Al-Beheiri escribe al final de su artículo tras repasar las contestaciones radicales:

Similar responses came from radical Sunni leaders. In response to the Egyptian government’s decision to suspend mass prayers until the virus is brought under control, Wagdi Ghoneim, a Salafi preacher close to the Muslim Brotherhood, announced: “I ask people to worship collectively in the streets in front of the mosques.” Salafi sheikhs in Alexandria issued similar calls. Some also advocated religious processions, a call supported by some Muslim Brotherhood leaders abroad as part of their bid to exploit the crisis, attract new followers and pressure ruling regimes.
The current exploitation of the Covid-19 crisis by radical Islamist groups (both Shia and Sunni) follows a historical pattern that sometimes culminates in the rise of extremist groups. The Muslim Brotherhood, for example, emerged from the womb of the 1920s global economic crisis that struck in the aftermath of the Spanish flu pandemic (1919-1921). The terrorist Islamic Jihad organisation took off in the aftermath of the Arab defeat in the 1967 War which the organisation’s ideologues also attributed to deviation from the faith. The Muslim Brotherhood in Egypt was quick to take advantage of the 1992 earthquake, creating relief committees in the syndicates it controlled and that served as a major vehicle for recruitment. Indeed, that crisis marked the beginning of the resurgence of the Egyptian Muslim Brotherhood, which exploited it for mobilisation and electoral purposes.
Because of the impetus that extremist religious trends and groups stand to gain from exploiting major crises of this sort, the urgency of focussing on fighting the spread of Covid-19 should not blind authorities in the Arab region or elsewhere to the need to monitor developments in that end of the political spectrum. In light of historical precedents, there is a possibility that some Salafi groups’ exploitation of the coronavirus crisis could precipitate an organisational and ideological shift giving rise to the emergence of new and possibly fiercer jihadist organisations or militias after the crisis passes.**

El artículo plantea cuestiones razonables e históricamente ciertas: los islamistas aprovechan cualquier circunstancia externa para presentarla como un desafío. El nivel de ignorancia solo es superado por el maquiavelismo mostrado. Lanzar a la gente al incumplimiento de las normas para evitar contagios es un ejercicio perverso que revela la mentalidad que impera en ellos: nadie vale nada, solo conseguir el fin. Las víctimas son mártires y ya tienen bastante premio con llegar al paraíso. Desde ese presupuesto, todo lo que pueda hacer caer al régimen es considerado positivo, incluidos los miles de muertos que pueda haber por delante. Son meros sacrificios para obtener el objetivo final.
Se entiende desde esta perspectiva los esfuerzos del régimen en tratar de "moderar" el discurso religioso, es decir, evitar el atractivo de los que se presentan como defensores de la "voluntad de Dios" y aceptan sumisamente sus designios. La locura islamista no tiene fin y, como señala Al-Beheiri, se crece en estas situaciones de dificultad reinterpretando las situaciones.
Hemos visto otras formas de "integrismo" cristiano en los que predican la misma forma de aceptación en grupos norteamericanos. Si se tratara de suicidarse, allá ellos; pero la falta de medidas no es solo un suicido, sino una transmisión de la enfermedad a otros que pueden tener otro sentido de la vida y que se ven contagiados. El islamista, en cualquiera de sus formas, lo da por hecho y lo ve bien.


En estos días puede haber un cambio de rumbo en la pandemia en Egipto y ese miedo a lo que pueda pasar tras los 1.000 primeros contagios parece una forma de prevenir por aviso lo que pueda llegar. Las medidas egipcias, que siempre se atribuyen a las decisiones presidenciales, son dudosas en muchos casos en cuanto a su eficacia e intensidad. Esperemos que no se paguen entre todos con una avalancha de casos, en cuyo caso el problema social podría tener dimensiones grandes y de enorme gravedad. Por eso, estas informaciones nos parecen avisos de este futuro que puede ser muy complicado al entremezclarse todos los conflictos, es decir, sanitarios, políticos, económicos y religiosos.
Habrá que seguir con cuidado las noticias de Egipto y tratar de encontrar entre ellas las líneas de los escenarios posibles. Como siempre, desear lo mejor a Egipto.



* "Egyptian Awqaf Min. launches initiative to promote Islam's moderate teachings" Egypt Today - MENA 6/04/2020 https://www.egypttoday.com/Article/1/83398/Egyptian-Awqaf-Min-launches-initiative-to-promote-Islam-s-moderate
** Ahmed Kamel Al-Beheiri "Extremist exploitation of Covid-19" Ahram Online 5/04/2020 http://english.ahram.org.eg/NewsContentP/4/366327/Opinion/Extremist-exploitation-of-Covid.aspx
*** "President Sisi orders coronavirus testing for staff and patients at Egypt’s National Cancer Institute" Egypt Independent 5/04/2020 https://www.egyptindependent.com/president-sisi-orders-coronavirus-testing-for-staff-and-patients-at-egypts-national-cancer-institute/

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