Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Dentro
del elenco internacional de presidentes, uno de los más dignos de estudio es
Recep Tayyip Erdogan, un visitante frecuente de estas páginas durante años por
motivos muy diversos, por un lado, pero perfectamente unidos por otro. Lo que
da unidad a la diversidad de acciones es el propio Erdogan o, si lo preferimos,
sus juegos constantes para extender su poder dentro de Turquía y en la zona.
Erdogan tiene siempre una dirección en sus acciones, lo que le convierte en un
político que ha aprendido en adaptarse a lo que los otros quieren escuchar para
conseguir siempre lo que se propone. Es un ejemplo de una forma de hacer
política internacional, pero es a la vez un caso único, ya que no se dan las
circunstancias que le caracterizan en otros. No es posible entender la moderna
Turquía sin entender o intentar entender a Erdogan. Tampoco es posible entender
muchas de las cosas que han ocurrido en la región desde hace una década casi
sin la pieza del tablero que supone el presidente turco.
Tras
una serie de enfrentamientos con otro caso único, Trump, los dos dirigentes se
han reunido en la Casa Blanca. La CNN nos dice: «Lawmakers on both sides of the aisle have
called for Trump the rescind the White House invitation to Erdoğan entirely. The White House declined to do
so.»* Las dos frases resumen las circunstancias y las características de
estos dos dirigentes y su forma de hacer política.
Lo que
podríamos llamar la "agenda turca" ha sido diseñada por Recep Tayyip
Erdogan con dos propósitos claros: aumento del control de Turquía en la región
(que podemos considerar en estos momentos llega hasta Egipto) y desaparición de
cualquier tipo de disidencia u oposición en Turquí con el desvelamiento
progresivo de su programa islamista.
La
astucia de Erdogan ha consistido siempre en convertirse en pieza imprescindible
para poder hacer lo que ha querido después. Miembro de la OTAN y aspirante
improbable a la Unión Europea, Erdogan ha sabido jugar con ambos y con lo
contrario para conseguir lo que ha querido, que siempre tiene un punto común:
su permanencia en el poder. Como otros políticos autoritarios (Erdogan lo es),
sus proyectos son suyos, se presentan
como imprescindibles. Se beneficia aquí de elemento carismático del dirigente
en los países musulmanes, más cercano a la persona que a las ideas, que en
última instancia provienen de sus lecturas e interpretaciones coránicas. El
programa islamista, en cualquier versión, es la traducción política (no serán
idénticos los modos) de su camino hacia una sociedad fijada previamente. Se
trata de caminar por un mundo con líneas que no se deben propasar e intentando
jugar con aquello que es posible hacerlo.
En los
últimos tiempos, tras la Primavera Árabe, se ha producido un fuerte
enfrentamiento con Egipto. Erdogan fue el máximo defensor de los Hermanos
Musulmanes, pertenecientes a los mismos coros políticos. El enorme error de Mohamed
Morsi fue intentar hacer en un año lo que a Erdogan y los suyos les había
llevado décadas. La presuntuosidad de los islamistas egipcios se pagó duramente
con muertes, la salida del poder y la salida del país. Muchos se refugiaron en
Turquía, bajo las alas de Erdogan que les protegió y dio amparo. De esta forma
se fortalecía frente a un Egipto que recibía críticas internacionales, mientras
que él se ofrecía como paladín poderoso del islamismo frente a un Occidente al
que empezó a presionar con las amenazas que ha ido acumulando.
La
estrategia de conflictos de Erdogan tiene varias caras (1) armamento y OTAN,
(2) la presión migratoria sobre Europa, (3) la presión de Estado islámico y (4)
la alianza rusa, conectada con la primera. Es este último punto el más
llamativo, pues los enfrentamientos con Rusia se resuelven siempre en "intensos"
lazos si le favorecen frente a terceros.
Entre los
motivos esgrimidos por los legisladores norteamericanos contra la visita de
Erdogan, la CNN recoge las ideas básicas: «GOP
Sens. Lindsey Graham, Jim Risch, Ted Cruz, Joni Ernst and Rick Scott all
attended and reporters were invited in to see the lawmakers raise their foreign
policy concerns with Erdoğan -- specifically addressing the sale of Russian
weapons to Turkey and Turkey's conflicts with the Kurds.»*
Misiles
rusos y ataques a los kurdos son motivos de preocupación directa norteamericana
(no necesariamente de Trump). Rusia ha descubierto que la irritación con Trump
se desahoga en muchos comprando armamento a Rusia, como acaba de hacer, por
ejemplo, el gobierno egipcio, que copia al turco en el mecanismo de negocios y
celos.
Si a
Trump le interesan los negocios del armamento, a la opinión pública
norteamericana le interesa el destino de los kurdos, aliados hasta que el
Ejército les dejó tirados, en manos de Erdogan, siguiendo las órdenes de Trump.
Esto —hemos tenido ocasión de hablar de ello en varias ocasiones— se ha
recibido muy mal por el propio ejército y la misma ciudadanía (recordemos la
carta de la esposa de un militar norteamericano pidiendo perdón a los amigos
kurdos por el abandono a su suerte).
Erdogan
no cierra puertas; las deja abiertas porque sabe que mientras sea necesario
entrarán por ellas las respuestas a sus demandas. Por eso ha conseguido
sobrevivir a las críticas europeas a las brutales y masivas depuraciones frente
a lo que llamó "golpe de estado" de los acusados de ser seguidores de
su antiguo amigo, el clérigo Gulen, residente en Estados Unidos y que Erdogan
ha usado tanto para la depuración de decenas de miles de persona, de
periodistas a jueces, militares, abogados, profesores... El mundo de Erdogan es
muy maniqueo: conspiradores y terroristas, es decir, los gulenistas y los
kurdos.
Las
amenazas a Europa son muy reales: no detener la inmigración (por lo que ha
recibido millones de euros) y soltar los miembros del Estado Islámico. La
polémica europea actual sobre la OTAN le perjudicará o beneficiará, según
prospere. La opinión de Macron declarando la OTAN muerte, debilita a Erdogan,
pues prosperaría la de un ejército de la Unión Europea. Como miembro de la
OTAN, Turquía hace muchas jugadas. Fuera, sería otra la situación.
No creo
que el objetivo de Erdogan sea una cada vez más imposible pertenencia a la Unión Europea. Le
interesa sacar todo lo que pueda y liderar la zona. En sus planes de futuro,
por supuesto, no entra abandonar el poder, que será la prueba de fuego si lo
pierde. Entonces se verá el alcance de las purgas realizadas en el Ejército
turco, la judicatura, etc.
La foto
de Erdogan con Trump se verá con ojos distintos en cada lugar. Los que crean
que Erdogan baja la cabeza, se equivocan. Él venderá que ha hecho claudicar a
los Estados Unidos, con lo que aumentará su prestigio popular, lo que le
permitirá seguir con la agenda interior y exterior que ha diseñado.
Es
cierto que el desgaste del poder le pasa factura. Forzó la repetición de las
elecciones de Estambul, sin conseguir cambiar los resultados. Pero mostró que
controlaba el aparato del estado por el hecho de forzar la repetición. Lo malo
es que para recuperarlo, necesitará espectáculo político, golpes de efecto. Los
ataques a los kurdos forman parte de esa respuesta.
El
concepto político de Erdogan se ha convertido en la imagen de Turquía. Eso no
es bueno porque la convierte en vecina o socia poco fiable. No creo que nadie valores
las propuestas turcas más allá de la utilidad para su propia agenda. La idea de
crear necesidades para luego ofrecerse como solución y establecer una
dependencia no es la mejor forma de entender las relaciones internacionales. La
visita a los Estados Unidos muestra cómo es un socio incómodo, si bien es
cierto que los Estados Unidos de Trump tampoco lo son, como han aprendido los
kurdos.
Erdogan
no es el único que hace estas cosas, pero quizá sí uno de los que se muestran
más orgullosos de hacerlas, porque entiende que el concepto del "líder
astuto" casa bien con los sueños turcos que él les vende y quiere representar,
el renacer del imperio otomano.
* "GOP senators air concerns during unusual White
House meeting with Erdoğan" CNN 13/11/2019
https://edition.cnn.com/2019/11/13/politics/trump-erdogan-republican-senators/index.html
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