El
titular es claro, "Plainclothes security raid Mada Masr office for several
hours, detain 3 including Chief Editor Lina Attalah", y los hechos que se
describen también. El régimen egipcio no tolera que su imagen sea otra que la
que hay diseñada para atraer inversores, turistas y demás. Para ello ha estado
invirtiendo en promoción exterior, mediante fórmulas pagadas, ha conseguido desaparecer
de los medios que controla (como Euronews,
en manos de Zawiris, el multimillonario egipcio) y ha convertido a los medios
independientes en dependientes, repitiendo consignas sobre la "seguridad" en un país en el que las
desapariciones y detenciones son frecuentes. ¿Para quién es Egipto el "octavo país más seguro", según se complacen en repetir los medios? No para los propios periodistas que deciden informar.
El
ejercicio del periodismo es una tarea complicada y peligrosa en Egipto siempre
que se abandone la senda de la promoción y alabanza del régimen y de su
presidencia, que no debe sufrir erosión, para evitar los movimientos populares, como los ocurridos en septiembre, primero negados, luego traducidos en campaña de arrestos masivos, a raíz de los
vídeos publicado en YouTube con denuncias sobre gastos suntuosos y corrupción,
que sacaron a la gente a la calle en lo que se denominó "raras
protestas", por lo infrecuente.
Esto es lo ocurrido con los periodistas de Mada Masr:
Security forces detained three Mada Masr
journalists during an afternoon raid on the paper’s offices in Cairo today,
before releasing them several hours later, at around 6:15 pm. Within an hour of
them being taken in, editor Shady Zalat, who was arrested on Friday night, was
also let out on a highway at the city’s outskirts.
At 1:30 pm on Sunday, nine plainclothes
security personnel entered the Mada Masr office by force. Moving quickly and
aggressively, they spread out through the premises and immediately began
confiscating everybody’s laptops and phones. When asked who they were, they
refused to answer and became agitated. They then gathered everyone’s ID cards
and made people sit in containment in the newsroom. At the time of the raid,
there were 16 Mada Masr staff and freelancers in the office.
They wrote down people’s details and asked some
people in the office to unlock their phones and laptops, looking through them
and then depositing them on a central table.*
Lo ocurrido sigue el consabido proceso de intimidación del
régimen a la prensa: irrupción en las redacciones sin explicación, recogida de
información personal, aislamiento e incomunicación inmediata, paseo por las
comisarías y juzgados sin dar explicaciones a los familiares e interesados,
búsqueda tratando de saber dónde están por parte de sus abogados y, tras este
proceso, abandono en alguna carretera periférica de El Cairo.
Todo esto es un ritual intimidatorio que se practica por
parte de la fuerzas de seguridad y que tiene un destino incierto. Puedes aparecer,
desaparecer o aparecer muerto, como le ocurrió al estudiante italiano Giulio
Regeni, secuestrado, torturado y abandonado en una de esas perdidas carreteras
cuando la presión diplomática para su aparición se produjo.
Quiso la mala o buena suerte que estuviera presente el
equipo de la televisión francesa, lo que supuso para las fuerzas de seguridad y
"problema adicional":
The France 24 crew also left with the French
embassy officials, while Ian and Emma were escorted out of the offices and
taken to their apartments, where they were asked to show the officers their
passports. The officers photographed their passports and, before leaving, told
them, “The problem is not with you, it’s with the site.”
Witnesses reported seeing a microbus
transporting Attalah, Hamama and Mamdouh from the office. Friends who followed
in their personal cars saw the microbus go to the nearby Dokki Police Station.
However, police officers at the station denied to Mada Masr’s lawyer Hassan
al-Azhari that any of the journalists were there.
From the station, the journalists were
handcuffed to one another and put into a police truck, which drove them toward
Sheikh Zayed on the outskirts of Cairo. Shortly after, however, the vehicle
turned around and returned to Dokki Police Station and at around 6:15 pm, all
three were released.*
Los problemas con el "site" son los que acarrea el
intentar informa del Egipto real frente al promocional. La prensa egipcia se
encuentra inmersa en un proceso de "sumisión" informativa en el que
no se tolera la crítica al régimen empeñado en una "imagen de marca"
única. El control sobre la prensa es prácticamente absoluto y solo quedan
algunas pequeñas islas independientes, como Mada Masr.
Otra de las islas, Egyptian Streets, publicó con fecha del
día siguiente, y que sigue en portada como principal, un largo artículo sobre
la situación de la prensa y la necesidad de un cambio. El título "Egyptian
Media is on Life Support – And That Needs to Change" deja clara la
situación comatosa del periodismo egipcio y de los medios.
Desde el comienzo se deja clara la situación extrema:
For decades, Egypt has been a beacon of intellect
and culture. Egypt’s newspapers, music, movies, television shows and literature
mirrored Egypt’s cultural, economic and political stronghold in the Middle East
and North Africa.
So important were the political narratives and
developments coming out of Egypt that the country created its very own Foreign
Press association in the 1970s which was meant to facilitate the professional
requirements of foreign media correspondents. Fast-forward 40 years later, and
the country, which was once a home to hundreds of foreign journalists reporting
to international audiences, is quite possibly witnessing the lowest number of
foreign media correspondents on its grounds.
Since 2011, Egypt has gone through a
roller-coaster of events that have touched every single aspect of Egyptian
life. One such aspect that is currently on its deathbed is Egypt’s fourth
estate: the media.
The last standing state-owned and
privately-controlled news media organisations have largely resorted to
self-censorship, banning all material which “may incite” or otherwise undermine
state institutions directly or indirectly – it is a “nationalistic duty” to tow
the line.**
La larga agonía de los medios egipcios es ya un problema político,
social y cultural que es inevitable abordar. El problema es que el propio
estado no lo ve en esta forma. El presidente al-Sisi —como Putin, proveniente
de los servicios secretos— ha dejado claro desde el principio que el control de
la información era un arma más en su lucha.
Como en otros países, la excusa de la lucha contra el
terrorismo ha eliminado cualquier tipo de crítica o disidencia democrática.
Durante estos años hemos podido tratar aquí el deterioro mediático, el trazado
institucional para estrangular la opinión, el uso de la propaganda más grosera
para tratar de tapar las propias carencias.
El artículo de Egyptian Streets es un repaso honesto y
arriesgado de la situación de la información, del descrédito en el que ha caído
por entreguismo y de la necesidad peligrosa de tener que buscar la información
fuera.
La redacción del texto es una muestra del propio
funcionamiento mediático institucional. Hay que asumir primero los puntos de
vista del régimen (conspiraciones internacionales, falsedades mediáticas
extranjeras, terrorismo, etc.) como ciertos,
como se hace en la primera parte, para poder plantear después alternativas:
However, that path should not also result in
the death of journalism – one that sees media organisations placing
rose-coloured glasses on the eyes of its readers and audience. In fact, the
destruction of the fourth estate threatens the very stability Egypt seeks to
achieve.
For example, the lack of transparency and the growing
self-censorship and press restrictions have resulted in a lack of confidence in
which news outlets to trust, due to a fear of political bias, and an influx of
informal information sources being relied on. Facebook, Twitter and even
Instagram are the new community noticeboards: readers flock to them first for
information about what’s happening in their communities. Then, readers try to
piece news together through word of mouth, ‘official’ statements and, if
possible, foreign coverage of local news.**
El texto avisa sobre los efectos perversos de los discursos
laudatorios, uno de los males egipcios, nacido precisamente de la arbitrariedad
del poder, del que históricamente se ha abusado., Los medios son comprados por
los que buscan congraciarse por el régimen, manteniéndose del lado de los
favorecidos. Entre los medios comprados por el estado para su control y los
comprados por los amigos millonarios para ofrecer sus panegíricos al poder. Es
tal la distorsión del sentido periodístico, de su función informativa que es
más un borrado o retoque de la realidad
que su reflejo.
El artículo intenta señalar los efectos que esto tiene,
especialmente el descrédito de los medios tradicionales y dejar a la gente a
expensas de informarse en las fuentes menos fiables, como las redes sociales,
fáciles de promover las "fakes news".
Se trata de reivindicar el periodismo y convencer al régimen
—difícil tarea— de que este no es un enemigo del país o de la sociedad, sino un
contrapeso necesario para evitar precisamente los excesos que el poder sin
crítica puede realizar y realiza.
Pero el régimen solo quiere halagos, discursos babosos que
magnifiquen al poder. El artículo menciona los desastrosos resultados de esta
política informativa:
Worse yet, Egyptian media – even with its
self-censorship to not be perceived as a source of fake news – is harming the
government and the Egyptian state more than it is protecting it. Egyptian
newspapers and talk show hosts are constantly ridiculed for their
emotionally-charged, un-critical and redundant approaches to news and
information: “Are activists demonstrating against the government? They’re
terrorists. Are journalists publishing news revealing a serious social or
economic issue that must be addressed? That’s just fake news meant to tarnish
Egypt’s image before the world in order to kill its tourism.”
Recently, a number of Egyptian newspapers
reported on prison conditions at the infamous Tora Prison in Cairo following a
visit by officials. The coverage by Egyptian newspapers was unanimously and
overwhelmingly positive, lacking any any critical (or simply unbiased)
reporting: “Prisoners have barbecues, great access to facilities and have no
complaints at all!”
As such, distrust in the Egyptian government
and the ‘singular-voiced’ media flourishes and the image of Egypt and its
government both locally and abroad is tarnished. Egyptian media is regarded as
window dressing – and not even the pretty kind. When an important story does
come around – one that would benefit Egypt – people, especially foreigners, are
hesitant to trust the media: “Is Egypt’s economy really improving or is this
just another embellishment by Egyptian newspapers? Are tourists really
returning in droves? Is Egypt really safe? Or is Egypt so keen on improving its
current state that it repeats the same positive mantra over and over again
until it hopefully becomes a reality?”**
Estas preguntas no son casuales. Son preguntas sobre las
afirmaciones de los propios medios que los lectores muchas veces cuestionan. La
distancia entre lo que leen en los medios y lo que ven en su misma calle o casa
pasa a ser inmensa. Lo escrito no tiene muchas veces vida más allá de los
medios. Es pura fantasía en un intento de mantener una imagen de eficacia y de
cambio que los egipcios no pueden creer a menos que duden de lo que tienen
delante.
Durante estos años hemos ido comprobando el deterioro de la
prensa egipcia, sometida cada vez más a las presiones del régimen, a la
autocensura o a la trivialidad como forma de supervivencia. Otros han hecho
caja con las políticas del aplauso. Es la parte de la sociedad egipcia que se
asegura —como ha hecho siempre— su parcela de bienestar no comprometiéndose con
el destino del resto. Son los que han mirado siempre para otro lado para poder
seguir formando parte de los beneficiados. Ellos son realmente los responsables
de la situación egipcia y de que los islamistas se comieran socialmente a la
revolución nasserista, que debía acabar con muchos males, pero que no supo
acabar con el peor, el conformismo y el vivir a la sombra del poder.
El artículo de Mada Masr sobre las detenciones de sus
redactores nos muestra el clima que vive el periodismo crítico y democrático.
El de Egyptian Streets es una reflexión sobre cómo se ha llegado a eso, sobre
la destrucción del periodismo y cómo yace hoy moribundo en un país cuyos
problemas no se solucionan tapándolos.
El artículo no es solo una defensa del periodismo, sino una
fuerte crítica al periodismo que se practica actualmente, sin rigor alguno, adulador
y sumiso. Su final es muy claro sobre los problemas y las soluciones:
Journalists in Egypt need to do better. Media
organizations must be fully committed to the basic principles of journalistic
ethics. At the same time, there needs to be a space for local journalism to
thrive.
In a new media framework, journalists should
not be punished for simply reporting on news that is difficult to swallow.
Journalism with integrity should never be silenced, even more so in states that
are in dire need of change.
A strong media framework that protects the
media’s core role as the fourth estate will strengthen the groundwork for real,
effective and inspirational change. The first step is by recognizing the power
of journalism to be a positive driver of change, to address the harsh realities
the media has remained silent towards and to give Egypt back its voice.**
Las constantes referencias al periodismo como "cuarto
poder", sin embargo, chocan con la mentalidad de un solo estado, un solo
poder, una sola mano, que es la herencia faraónica inserta bajo la piel. La
mentalidad egipcia es concentradora. Todo es uno y uno lo es todo. Ese "uno"
es el poder, que es lo que no cambia, lo que simplemente es.
El periodismo con integridad y ética necesita de un campo
con abono distinto para prosperar, para cumplir sus funciones sociales. Las detenciones
y registros en Mada Masr confirman que no es el clima actual el más propicio.
El artículo de Egyptian Streets nos aclara y concentra lo que llevamos años
viendo, el final previsible de la asfixia.
* "Plainclothes security raid Mada Masr office for
several hours, detain 3
including Chief Editor Lina Attalah" Mada Masr 24/11/2019
https://madamasr.com/en/2019/11/24/news/u/plainclothes-security-raid-mada-masr-office-for-several-hours-detain-3-including-chief-editor-lina-attalah/
**
"Egyptian Media is on Life Support – And That Needs to Change"
Egyptian Streets 25/11/2019
https://egyptianstreets.com/2019/11/25/egyptian-media-is-on-life-support-and-that-needs-to-change/
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