lunes, 18 de noviembre de 2019

¿Cómo hemos llegado a esto?

Joaquín Mª Aguirre (UCM) 
El pasado día 13, The New York Times lanzaba una pregunta por boca de su reportera Sabrina Tavernise. La pregunta se mostraba en el titular "How Do You Decide What Information to Believe?"* Lo que pudiera parecer una pregunta retórica que Tavernise fuera a explicarnos tras la aparición de estudios académicos sobre la decisión era lo que la propia pregunta formulaba, una apelación directa a los lectores para que indicaran cómo eran capaces de decidir qué información creer.
Una cosa es especular sobre las "fake news" y las mentiras e inexactitudes del presidente Trump cada vez que abre la boca o sus dedos pequeños lanzan un tuit y otra cosa dar por hecho que vivimos en un mundo de oscuridad en la que es necesario investigar sobre las estrategias en la aceptación de lo que se nos dice. La pregunta no es ya retórica, según parece, sino esencial.


El número actual de la revista Investigación y Ciencia se divide en tres apartados agrupando sus artículos en un número especial, "Verdades, mentiras e incertidumbres" (nº 518, nov. 2019). Esta es la presentación del número:

Informaciones falsas, populismos, corrupción, manipulación, teorías de la conspiración... Vivimos tiempos que parecen gobernados por el engaño y la falacia. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Cómo podemos afrontar los retos personales y sociales que ello plantea? Para arrojar luz sobre este panorama confuso, en este número monográfico de Investigación y Ciencia exploramos un concepto clave para la comprensión del mundo: la incertidumbre. ¿Sabemos qué significa y cómo manejarla? ¿Cómo actúa en ciencias tan básicas como la física y las matemáticas? ¿Se ve afectada la incertidumbre por la forma en que nuestro cerebro interpreta la realidad y toma decisiones?
Más allá de los ámbitos filosófico, cognitivo y psicológico, la incertidumbre presenta desafíos también en la esfera colectiva. ¿Cómo influye en las relaciones humanas? ¿Qué papel desempeña en la dinámica de un mundo cada vez más conectado y dirigido por datos? Y todo ello sin olvidar los desarrollos técnicos que inducen la distorsión de la verdad y la normalización de la mentira, así como unas redes sociales con potencial para extender la desinformación a escalas sin precedentes.
No saber manejar la incertidumbre nos vuelve más vulnerables. Con todo, el panorama no es del todo pesimista. Si comprendemos los mecanismos instintivos que utilizamos para lidiar con lo desconocido y el modo en que los agentes malintencionados explotan el ecosistema de la información, podremos levantar defensas contra los relatos engañosos y alcanzar un entendimiento que contribuya a resolver los desafíos más apremiantes de la sociedad.
-La redacción (p. 15)



No deja de ser sorprendente encontrarse en una revista científica este texto de presentación. Probablemente un texto de este dramatismo no sea frecuente en una publicación que nos avisa de otros tipos de peligros con más frecuencia.
Pero todo el mundo parece preocupado por las mentiras y por su impacto en muchos aspectos de nuestra vida. Hemos señalado desde hace años que pese a que las mentiras forman parte de nuestra dimensión humana, se ha ido produciendo un fenómeno extraño. En una sociedad de la información se ha empezado a considerar la manipulación, la mentira, la inexactitud, etc. desde un plano diferente. Se empieza como un tímido "influencer" y se acaba siendo un manipulador profesional.
Hace unos días hablábamos aquí de la irritación del premio Nobel James Peebles cuando se usaba el término "Teoría del Big Bang" cuando todavía no se ha podido demostrar experimentalmente ese inicio del universo. Lo que ocurre fuera de los laboratorios o de las universidades es bastante peor y ha alcanzado la vida política, no solo la vida de los políticos, que también.


Nos movemos en un mundo de mentirosos profesionales bien adiestrados. Es un ecosistema informativo lleno de trampas en las que caemos por nuestra inexperiencia primero, pero también porque lo deseamos y porque se han encontrados esos deseos en el fondo de nuestra mente gracias a millonarias inversiones en el análisis de las mentes y de los datos. Muchos nos conocen y saben manipularnos. No tenemos secretos para ellos. Así de simple. Somos observados desde todos los ángulos del espacio y todos los recovecos del tiempo. Atrapados en el cronotopo.


Por eso la pregunta de la reportera a sus lectores no es trivial sino una necesidad: "¿cómo decidimos lo que creemos?" ¿En qué nos basamos para poder tomar decisiones o simplemente sobrevivir?
Nos dicen en The New York Times:

We are interested in how you get information and how you feel that has changed.
It used to be that Walter Cronkite read the news every night, and Americans tuned in and went to bed with the same set of facts, even if they had different political views.
But that news environment is gone.
These days there is a sea of information — a lot of it conflicting — and people are left to sort through it. Some people still have one trusted source. Others are choosing to become their own curators, taking in a variety of news sources before deciding whom and what to believe.
This is coming at a moment of rising political polarization, when political parties are ever more divided, and the ideological lines have hardened.*



¡Walter Cronkite! Eso ya es demasiado para una generación que nació con una máquina de ser engañados debajo del brazo, allí donde antes se venía con un pan, según la expresión coloquial española.
El mundo de Walter Cronkite tenía algo que se le daba, respeto, y él tenía responsabilidad. Es un par sencillo, pero ya desaparecido. Como periodista, Cronkite se preocupaba por su propia valoración por los demás, por mantener en los demás la confianza en él. Si había un error, se sabía que no había sido su intención engañarnos.
Pero el mundo empezó a cambiar y lo hizo cuando Nixon mintió a los americanos y al mundo a través de ellos. No es casual que estemos ante un probable "impeachment" de Donald Trump. Cambió cuando George Bush mandó a los ejércitos a luchar contra "armas de destrucción masiva" que nunca aparecieron... Y después el mundo se llenó de mentirosos simpáticos y de buen corazón, con bonitas sonrisas y aspecto agradable. Por alguna extraña sintonía fueron llegando a puestos elevados, incluidas las presidencias de los gobiernos... de las que salían directamente a las cárceles con mejor o peor fortuna según su inteligencia borrando las huellas de sus delitos, de robos a sobornos.

Y la mentira lo inundó todo. La gente dejó de tener claro quién mato a Kennedy (¿no dice Trump que fue el padre del senador Ted Cruz?), si Obama era norteamericano (¿no decía Trump que era "Osama"?), si se había llegado realmente a la Luna o si existe realmente el "cambio climático". "Realmente" es algo ya complicado de por sí.
Luego empezaron a perfeccionarse los efectos especiales digitales y la gente entendió que era posible ver todo sin que nada existiera, que es posible ver a Robert DeNiro hecho un chaval o a en versión joven y vieja de Will Smith peleando entre ellos. Los medios nos muestran a las personas "virtualizadas" diciendo cosas que nunca han dicho y nos advierte de que no creamos lo que nos digan porque pueden ser una ilusión. Y así hasta tener que pellizcarnos por si acaso no somos quienes estamos en el espejo. Sí, demasiada duda para un post cartesiano.


No tiene, por tanto, nada de particular que Sabrina Tavernise (o el robot que la suplanta) esté interesada en saber cómo y por qué nos creemos las cosas que creemos. De la "duda razonable" hemos pasado a la "incertidumbre sistemática"; aquello de Borges del emperador que soñaba, se nos ha quedado pequeño.
A la pregunta sobre cómo llegamos a creer lo que creemos se le deben añadir otras como complemento: ¿creemos? ¿descreemos?, ¿merece la pena creer en algo?, ¿hay algo en lo que creer? o ¿me importa?
La imagen metafórica de la periodista de The New York Times es bastante ajusta a nuestra situación actual, náufragos arrojados a los mares de la información. Le ha faltado el añadido, para un mayor realismo, de los tiburones y las pirañas que las pueblan.



* Sabrina Tavernise "How Do You Decide What Information to Believe?" The New York Times 13/11/2019 https://www.nytimes.com/2019/11/13/reader-center/trust-news-sources.html
** "Verdades, mentiras e incertidumbres", Investigación y Ciencia

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